Malambruno, de carne y hueso
Hay bloggers, damas y caballeros, reales. Lo comprobé el martes pasado.
Hace cosa de tres meses, un comentario casual me permitió enterarme de que el por entonces casi recién descubierto Alexandrós era de un pueblo no demasiado alejado de este señorío. Varios correos después, me quedaba atónito al saber que acababa de trabajar en el mismo instituto donde, años ha, yo estudié.
Pero no quedaron ahí las casualidades, pues el propio Alexandrós me contó que el autor de otro blog no sólo era profesor en el mismo sitio, sino que llevaba siéndolo más de veinte años.
Mi comprensible curiosidad se vio satisfecha cuando recibí un correo desde Candaya, en el que Malambruno se identificaba, nada más y nada menos, como mi profesor de Lengua española y Literatura de COU, hace diecinueve años.
Imagínense: un antiguo profesor mío, del que tenía buen recuerdo y buen concepto [incluso entonces, Malambruno, incluso entonces...], y que además daba clases de Literatura, me leía y dejaba comentarios en mi blog. Me hizo mucha ilusión.
Así que, tras las vacaciones y en medio de nuestras respectivas obligaciones familiares, este martes conseguimos quedar para tomar un café. Deberes laborales, lamentablemente, obligaron a faltar a Alexandrós.
Hablamos del pasado, de aquella clase de COU, del presente, de su trabajo, del mío, de nuestras familias, de literatura (¡hablamos de Paul Auster!), de los blogs, y por supuesto hablamos de muchos de ustedes.
Fue un café estupendo, que espero se repita.
Internet es un pañuelo...
ResponderEliminarY tan pañuelo.
ResponderEliminarHace poco, hablando con el cobrador del parquing del edificio industrial donde tengo la empresa, me entero que lee mi blog asiduamente. El mío y el de todos.
Hablo con él muy a menudo, ya que nos conocemos de años, siempre está en la garita con su portátil, me intereso y... ¡Toma castaña!
Lo que hace el aburrimiento.
(he cerrado la Crisálida y abierto otro blog)
Un saludo
Un pañuelo, sí. Lo del cobrador del parking me parece alucinante.
ResponderEliminarBuenos días a todos.
Que bien no?
ResponderEliminarAsí sigue la rueda girando, la vida, las amistades, los mundos.
Pues me parece estupendo, sobre todo cuando además propicia encontrar viejos y queridos afectos.
Beso.
M.
¡Qué ilusión proporciona muchas veces los azares!
ResponderEliminarBesos,
la flaca
Doble fortuna: reencontrarse con un profesor, y de agradable recuerdo. Y va a tener razón el tango: "...que veinte años no es nada". Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias ,Porto.
ResponderEliminarPara mí también fue un café estupendo. Reunió dos impagables placeres: la conversación y la amistad.
Efectivamente, doy fe de que en ciertos aspectos veinte años no han sido nada (bueno, Malambruno me decía que yo era muy maduro, y yo le dije que es que ya era mayor...).
ResponderEliminar¿Has vuelto, Malambruno? ¿Estás ya conectado de nuevo, o sigues sufriendo los servicios de atención al cliente?
Un abrazo muy fuerte.
Y a todos los demás.
Invitación al optimismo y a la esperanza, a raudales. Desde luego, otro mundo es posible. Un abrazo.
ResponderEliminarEsto de los blogs tiene esas cosas. Yo también escribo un poco de eso. Me alegro de saberte (intuirte) bien. Roberto.
ResponderEliminarUn abrazo a los dos. Me alegro mucho de veros.
ResponderEliminarHola. Me he pasado por aquí. He echado un vistazo. Tal vez regrese...
ResponderEliminarHola Porto,
ResponderEliminarPues yo no me lo creo. A mí no consiguiréis engañarme. No.
Ninguno de nosotros es real. Sólo somos ristras de palabras, tal y como dijo Stevenson. Así que desengañaos. Lo siento por lo que me toca, porque ya estoy tremendamente cansado de ser sólo eso. Pero leyendo (y leyéndome de vez en cuando) he llegado a la conclusión de que debemos aceptar nuestra naturaleza.
Rastros. Eso somos: rastros. Y lo demás, sólo presencias fantasmales que ocupan la memoria de un ordenador durante segundos.
El día que corten la corriente eléctrica ya veréis. Ya veréis ya.
:-D
Bonita historia, Porto.
Un abrazo,
Xavie
Tal vez tengas razón, Xavie, tal vez todos hayáis sido creados por un programa de mi ordenador que me lee la mente y se inventa personajes con los que me gusta hablar y a los que me interesa leer. Y sólo yo sea real, aquí; y lo de Malambruno haya sido un ardid de internet para hacerme seguir picando.
ResponderEliminarBienvenido, Ignatiusmismo.