Táboa Redonda: Salinger
El lector que ríe
"Por
muy de moda que esté la crítica revisionista y adoptar un aire cínico de estar
de vuelta de todo, y por mucho que Diane Keaton, ante un indignado Allen, se
ría en “Manhattan” de los sobrevalorados, nos gusta mitificar. Y nos gusta,
creo yo, porque lo necesitamos. Necesitamos admirar, creer que existen personas
excepcionales. Aunque sean otros.
Mitificar
a Salinger es fácil. Le pasa lo que a Rulfo: escribieron una obra maestra y poco
más, y su silencio alimentó la leyenda. Lo que no es nada fácil es hacerle una
crítica. Pero acabo de leer sus “Nueve cuentos”, publicados dos años después de
“El guardián entre el centeno”, y algo querría decir.
La
sensación final es extraña. Y aunque no hubiese comprobado en internet que es probable
que sufriese de algún tipo de trastorno psíquico, creo que salta a la vista:
hay cuentos que no podría escribir alguien “normal”. Ni siquiera un escritor
normal. Uno, “El período azul de Daumier-Smith”, tal vez sea uno de los relatos
más extravagantes que he leído jamás. Cuesta imaginar qué puede tener alguien
en la cabeza para escribir algo así.
Los
dos más famosos, “Un día perfecto para el pez plátano” y “Para Esmé, con amor y
sordidez”, me han parecido (mi desfachatez me sonroja) magníficos; sobre todo
el primero, como un puñetazo. Pero creo que “El hombre que ríe” es, sin
exagerar, uno de los mejores relatos que he leído en mi vida: por cómo, sin
contarla, cuenta toda una historia de amor; por la descripción justa de los
personajes, y por cómo llega casi sin palabras al fondo de lo que los hechos
significan para ellos; y por el resumen de una edad personal y de una época
histórica y cultural que ha acabado por formar parte de la nuestra, con su
béisbol, sus autobuses, sus batidos y sus fielders,
aunque no sepamos qué son. Y todo, en veinte páginas. Aun sin “El guardián…”,
yo no tendría ningún reparo en mitificar a Salinger por esto.
Es
cierto que no todas me han gustado tanto, pero entre estas nueve historias hay
algunas que nos muestran lo que a veces puede llegar a ser la literatura de
ficción: verdad."
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