Ha acabado el fin de semana largo, tras este lunes festivo aquí en Galicia.
El viernes de noche llegamos a Vicedo M y yo, tras cenar de nuevo en "O In", en Espasante: exquisito bonito (y solo una es adjetivo). El sábado amaneció resplandeciente, y fue casi el primer día realmente veraniego de todo el mes: playa por la mañana, comida tardía, siesta junto a la ventana abierta, viendo el mar y escuchando a Billie Holiday, playa por la tarde, cena en Viveiro, y vuelta al hogar.
Lo mejor del fin de semana probablemente haya sido el paseo que dimos el domingo por la mañana. Recorrimos toda la playa de Arealonga, que va desde el pueblo hasta la desembocadura del Sor, al fondo de la ría. Nos llovió más de la mitad del camino, pero la temperatura era muy buena y la vista maravillosa, con el mar como un espejo. Llegamos hasta los puentes que unen las dos provincias, cruzamos el viejo (hoy peatonal) y deshicimos el camino. Sobre la playa hay dos o tres casas de madera, que a mí me recuerdan a Dinamarca y no me importaría nada tener; son preciosas.
En todo caso, al volver a la nuestra nos hicimos la ilusión de que lo era de verdad.
A última hora del domingo fui a buscar a los niños. Tratamos de empezar la tercera parte del
Señor de los Anillos, pero no me aguantaron ni una hora (la primera en caer, M). La hemos terminado esta noche. Todos estamos de acuerdo en que Aragorn, una vez rey, pierde gran parte de su atractivo.
De
Algo va mal, les dejo una cita que recoge Judt:
La gran masa de la humanidad está formada por admiradores y adoradores (...) de la riqueza y la grandeza.
Esta disposición a admirar, y casi a idolatrar, a los ricos y poderosos, y a despreciar o, como mínimo, ignorar a las personas pobres y de condición humilde (...) [es] la principal y más extendida causa de corrupción de nuestros sentimientos morales.
Adam Smith (1759, aunque parezca actual)
Ayer, lunes, pasamos el día con mi mejor amiga y su familia. Por la mañana pude tener mis diez minutos de dejarme querer por el mar, lejos de la playa, flotando, sumergiéndome, mirando al fondo y alrededor. Por la tarde, desde el semáforo de Bares no se distinguía la línea del horizonte, entre el gris del mar y el del cielo.
Más tarde, cuando los niños y yo despedíamos a M, tuve un momento malo. En unos días se acaba mi tiempo de verano con Paula y Carlos y me da la sensación, por culpa de la semana pasada, en la que el mal tiempo nos limitó mucho, de que el mes se me ha escapado entre los dedos. Me puse de mal humor. Por suerte parece que me he tranquilizado; más me vale, si quiero aprovechar lo que nos queda juntos y acabar (y recordar) contento estas vacaciones.