Merecido e insuficiente homenaje a mi padre.
Mi padre se merece este homenaje por muchísimas cosas que no les voy a contar yo a ustedes aquí. Pero se lo quiero hacer, hoy, por dos en particular: en primer lugar, por, habiendo nacido en una aldea (un aldea de la Galicia de los años 40, con lo que ello significaba) y crecido en una casa humilde donde nunca hubo un libro, haber llegado a disfrutar con cosas como las que él mismo recoge en el texto que sigue; y en segundo lugar, por haber hecho posible, en mayor medida que nadie en mi vida, que yo sepa disfrutar con ellas también:
"NUEVAS PRUEBAS ACERCA DE LA EXISTENCIA DE DIOS.
Un poeta oriental, hacedor de haikus, escribió, a la sombra del Fujiyama, cosas como éstas:
- La primera camelia fue blanca y, al ruborizarse al ver a una pareja haciendo el amor, se convirtió en camelia roja.
- He estado viendo abrir camelias. Me senté, bajo la lluvia, y las gotas que tamborileaban en mi paraguas no me permitieron oír la palabra que la camelia pronuncia cuando abre.
- De cada mil tulipanes rojos, nace uno que lleva unas letras que dicen “He sido un sueño”.
- El tulipán es una copa que se llena de rocío en las mañanas tempranas de abril. Y vienen los espíritus celestiales y beben.
- Donde menos se piensa, nace la rosa.
- Las mariposas volaban alrededor de una rosa que, marchita, se iba deshojando con el aleteo.
- Los pétalos de aquella rosa eran tan finos que latían con el aire de nuestros párpados al abrirse y al cerrarse.
- Quien recuerda siete canciones tiene un corazón ocioso, y un corazón ocioso no hace daño.
- No hay mejor manera de encontrar amor que huyendo de él en las alegres mañanas de las rosas.
- ¿Quién sabe las penas del bambú? Pasad la suave mano sobre la caña verde y notaréis la señal de las lágrimas.
- La novia china rezaba así a Akmó: concédeme un viento elegante por esposo, no dejes que el arado de la tristeza haga surcos en mis mejillas y siembre en ellas el grano de las lágrimas.
- Oto Tachibana Himé, era tal su finura y su gracia, y tal la belleza de sus kimonos, que las mariposas la confundían con una de ellas cuando salían al jardín.
- La luna es esa flor que la Tierra lleva, en las noches, en su cintura.
Otro poeta occidental, hacedor de milagros, escribió, a la sombra del Xistral, cosas como las que siguen:
- El secreto de los Stradivarius residía en que cuando en Cremona los fabricaban, iban los luthiers al puente, recogían aire en las manos y lo dejaban caer, lentamente, en la caja de los violines.
- El bosque en otoño, bajo la mano del viento, es una coral de Bach.
- Poesía es la participación del hombre en la Creación, perfeccionada la voz humana por la nostalgia.
- La música para una Desdémona degollada pudo haberla escrito Mozart y titularla: “Concierto en Mi menor y sombras doloridas para clave, enamoradas flautas y tristes corazones”.
- Tenían un armonioso andar, ligero y grave al mismo tiempo: era una estrofa rubia, en la que se unía la ligereza del dáctilo a la grave seriedad del espondeo.
- Cambados tiene mañanas italianas, mañanas de la Marina toscana y largos y finos atardeceres, como un concierto de Bach para flauta y clave, cuando el cantor de Leipzig ponía la flauta y el clave a recoger, en la boca enorme del cosmos, el secreto recreado del Universo mundo de la vida misma.
- La perdiz madre con doce o catorce perdigones, levantaron sonoro y alegre vuelo y se fueron monte abajo con sus alas aplaudiendo la mañana.
- Las auroras boreales tienen su más científica explicación cuando se dice que son una memoria que quedó en el aire de cuando sonreían los labios rojos de Viviana, la que fue esposa de Merlín.
- Aquel delicado trovador, Walter von Kutae, que cuando bebía cerveza notaba si en los varales del lúpulo había estado o no posada la calandria de agosto.
- Dicen que las tonadas más alegres del mundo son las que silba el raposo cuando, de madrugada, regresa a su cubil con la barriga llena. De vez en cuando para de silbar para escupir una pluma de gallina.
- La alondra comienza a cantar cuando todavía está dormida, y cuando despierta canta para explicarse a sí misma sus sueños, que lo son siempre de amor.
- El vino acerca las islas de la nostalgia al corazón.
- El hombre es el árbol que da las flores de la melancolía.
- Por veces pienso que el fin último de toda cultura es el descubrimiento del otoño y la invención de la nostalgia.
- El andar del peregrino es, ya, el único andar noble que le queda al hombre.
- Medio hombre muere privado de sus sueños. La libertad del hombre podía medirse por lo que sueña.
- Las rosas nacieron para que el Señor no temiera verter inútilmente sobre el mundo el rocío de la mañana.
- Si algún día el albariño sale amargo, es que una nube que pasó sobre la tierra del Salnés y Cambados llevaba en su pecho evaporadas lágrimas antiguas de nuestra doña Juana de Castro, moribunda de amor.
- Un clérigo italiano, probando el vino de Cessi, sabía decir si aquel año había habido tordos emigrantes, porque el cantar de los malvises en los viñedos creaba una cierta vibración en el aire que, repercutiendo sobre los racimos, daba una calidad especial al vino.
- Ni una sola vez en la historia alguien, por muy poderoso que fuese , ha podido ahogar en sangre un verso.
- Alfareros... Uno de los más nobles y antiguos oficios del mundo y, quizá, las manos del hombre no estén más cerca de las manos de Dios que cuando inventa la escritura o transforma el barro informe en una taza.
- Si el Hospitalero cortase hondo en el bordón de Gaiferos, acaso saliese el cálido y oscuro licor de la melancolía, de la tristeza de amor, de la inmensa soledad humana de aquel gran caballero peregrino, que caminando canta:
Eu chámome don Gaiferos,
Gaiferos de Mormaltán.
Si pretendemos negar la existencia de Dios, de un dios, basta con pensar en el hombre; ¡ah!, pero ese hombre, del que es superfluo exponer todo lo malo de que es capaz, también ha levantado catedrales, labrado el Pórtico de la Gloria y puede llamarse Juan Sebastián Bach.
El escueto muestrario de los dos poetas aludidos es un humilde aporte a la irrefutable demostración de la existencia de Dios: nadie puede escribir así sin que Él guíe la mano.
(¡Ah, casi se me olvidaba!: esos dos poetas, misteriosamente, se convirtieron en uno, quien, feliz, permanece sentado en un banco de piedra de su Plaza Mayor, atisbando las puertas de la Catedral de Mondoñedo, por si por ellas sale su señor obispo, Fray Antonio de Guevara.
Las enciclopedias lo citan como caso curioso, porque jamás le fue concedido el Nobel de Literatura)"
Gracias.