28.4.10

Necesidad

En la costa de Lugo, en una casa aislada y vieja junto a una carretera secundaria, vive Benigno, solo.

Tiene casi sesenta años y hace mucho tiempo empezó a vestirse de mujer cada vez que salía al exterior, cada vez que iba al patio, que salía a darle de comer a las gallinas, a la huerta o a no hacer nada, a sentarse allí. Se vestía de señora de aldea, con vestido negro, botas negras, mandil a cuadros grises y una peluca de pelo gris recogido en un moño. Él es grande y fuerte, y hacía una mujer bastante llamativa.

Nunca sale de otra forma, y si alguna vez alguien se acerca a su casa jamás se deja ver como hombre. Ningún vecino lo conoce, y todos creen que es lo que parece. Y él siempre tiene mucho cuidado de no cometer fallos.

Pero un día de abril, ya tarde, tuvo que ir a la bodega a por un cuchillo y, pensando que a esas horas nadie pasaría por allí y que era solo ir y volver, salió sin cambiarse. En ese momento un coche apareció por la curva. Dudó, se quedó parado en medio del patio, a mitad de camino entre la casa y la bodega, y no tuvo tiempo de esconderse.

El coche pasó y él se quedó mirando. El sol poniéndose se reflejaba en los cristales y no pudo ver nada del interior; ni quién iba ni qué hacían.

El coche desapareció en la siguiente curva.

Benigno se quedó quieto con la vista fija en la carretera. Estuvo así un rato. Luego volvió a casa y se sentó en la cocina.

En varias horas no se movió.

Lo peor fue que aunque lo hubiesen visto les habría dado igual. Lo peor fue comprobar que su secreto, que ya no lo podía seguir siendo, y que lo dejaba vacío y perdido, no le importaba nada a nadie.

22.4.10

El Bremen en El ladrón de tinta

El Ladrón de Tinta, a pesar de su nombre, es un restaurante. Y un restaurante que está en pleno centro de la Meseta, concretamente en el número 2 de la calle Noviciado, de Madrid.

Y allí, mañana viernes 23 de abril, a las ocho de la tarde, la tripulación (la física, no la virtual) del Bremen irá a conmemorar la muerte de William y el sepelio de Miguel. Así son ellos.

La celebración consistirá en un concurso in situ de microrrelatos. Microrrelatos susceptibles de ser leídos allí mismo, y susceptibles de ser premiados nada más y nada menos que con un ejemplar de "Camarote 503. 16 historias desde el Bremen" y una sincera invitación a asistir, allá en el sótano de un bar de Malasaña, a una de las reuniones quincenales del taller.

Si están cerca, yo de ustedes no me lo perdería.

14.4.10

La última niña de entonces

Ayer me encontré con una persona que no me veía desde hacía unos treinta años. Desde el colegio, desde 5º o 6º de EGB. Me acerqué a ella en la calle y me planté delante hasta que la hice parar; se me quedó mirando, pasaron un par de segundos y al fin, y para mi alegría, me reconoció.

Y sustituí, en su cabeza, al niño que seguía siendo para ella.

Y yo, viéndola a ella ahora, me pregunto cuánta gente me habré perdido por no saber mirar. Y me seguiré perdiendo.

1.4.10

No acaba de llegar la primavera

No llega. Todavía hace frío, y todavía llueve.

Y es una maravilla.


Playa del Caolín



En el muelle


[Puede que la emigración hiciese que alguna vez desde Chile se recordase Vicedo; pero seguro que ha sido Rociolat la primera chilena que lo ha descrito, y se ha imaginado visitarlo, sin conocerlo.
Para ella, con cariño.]