24.3.10

Montag, o qué libro querría ser usted

Me he metido en Google Imágenes y he tecleado Montag, creyendo que saldría algo como esto:






Pero me he encontrado con que si hay un Montag famoso es este:




Que yo lo entiendo, ¿eh? Las cosas como son.

Y resulta que hasta la página 37 no apareció el primer Montag buscado:





Claro, no hay color.


Pero bueno, el caso es que el otro día vi Fahrenheit 451. Ya la había visto, pero en mi etapa preconsciente, parece ser.

Y me gustó mucho.

Hombre, el mérito en buena parte hay que atribuírselo a Bradbury, pero Truffaut consigue, en mi opinión, reflejar muy bien la idea de ambiente viciado, de falta de libertad, de deshumanización y alienación que la novela, como otras de la época (no debían de ser muy optimistas, Ray, George, Aldous y compañía), pretendía dar.

Desde luego, es una película estandarte de la literatura (valga la paradoja), pues difícilmente se podría hacer un alegato más apasionado a favor de los libros que esa supuesta sociedad sin ellos. Y los mártires de la literatura y, en fin, los hombres-libros, son unas imágenes muy sugerentes, llenas de fuerza e idealismo.

El primer libro que se ve en la película es El Quijote, pero se ven muchos. Y Montag, el bombero arrepentido, al final se convierte en Cuentos de misterio e imaginación de Poe (resulta que en la novela no, sino en el Libro del Eclesiastés).

Yo pensé en qué libro querría ser y no soy capaz de decidirme por uno solo, como es lógico*. Se me ocurren muchos, pero si tengo que afinar más empezaría por Tres tristes tigres, El libro del desasosiego, algo de Oscar Wilde, alguna de Sherlock Holmes, tal vez Cunqueiro o Torrente Ballester, algo del Vargas Llosa de hace unas décadas, Cien años de soledad, algún norteamericano, Dostoievsky, Napoleón de Emil Ludwig, Los tres mosqueteros, una de Guillermo el proscrito, La historia interminable... Qué sé yo, ¡es tan difícil!

Me doy cuenta, en cualquier caso, de que no se trata tanto de lo que me hayan gustado como del cariño que les tengo.

¿Y ustedes, qué libro querrían ser?

----------------------------------------

* Sigo añadiendo candidatos, arriba, pero ya mientras escribía este post, y desde entonces, no dejo de pensar que hay un libro, un libro del que me estoy olvidando, que sería el elegido indudable. Y que lo sería por motivos sentimentales. Tengo la certeza además de que es uno leído de pequeño, o al menos de jovencito. Pero nada...


23.3.10

Donde me mordió aquel perro

Ayer de noche, al volver a casa, aparqué junto al portal por el que salió el "Che" y las ventanas a donde no me dio tiempo a subir. Me rompió el pantalón y el calzoncillo y me hizo sangre, aunque, como no paraban de repetir mi madre y mi tía, sólo me arañó, no llegó a morder.

Como vivo cerca, se lo he enseñado a mis hijos, que ahora al pasar por delante me preguntan "¿Fue aquí donde te mordió el perro?".

Y no es fácil, la vida; o yo la hago difícil, seguramente. Y tengo dudas, y lastres, y me arrepiento, y tengo miedo, que es lo peor de todo.

Pero sé que antes volver a los sitios y a las personas me entristecía, y que en cambio ahora, como ayer de noche, me reconforta, me alegra y me anima, porque me siento reconciliado con el que fui y con todos. Porque puedo volver contento.


22.3.10

B/N

- Papi, cuando tú eras pequeño el mundo era en blanco y negro, ¿verdad?
- ¿...? ¡No!
- Bueno, pero tenía así como menos colores, ¿no?
- Pues no.


Y resulta que para ella es mucho más lógico suponer algo así que pensar que la tecnología con la que ella ha nacido ha podido ser otra cosa, o incluso no ser.

5.3.10

¿Instinto de protección, o qué?

Ayer me contaba una amiga algo que a casi cualquier padre le ha pasado, y que muchos habremos vivido de un modo parecido:

Su hijo de tres años jugaba en la terraza de casa, y fuera, en un patio común, unos niños mayores (de unos siete u ocho) jugaban también. El niño le dijo a ella si le dejarían jugar, o si querrían ellos jugar con él. Mi amiga le aconsejó que se lo preguntara, y aunque su niño al principio no se atrevía, ella lo animó y él acabó saliendo a la puerta.

- Niños, ¿queréis jugar conmigo?
- No, gracias.

Y se quedó quieto mirándolos, con su pelota bajo el brazo, unos segundos, hasta que se dio la vuelta y volvió a entrar.

Ella le quitó importancia y enseguida se puso a jugar con él. Pero me aseguraba que en ese momento, de haberse dejado llevar, sin duda los habría matado con sus propias manos.

Y yo me lo creo. Porque en cuanto me imagino esa situación con alguno de los míos (o la recuerdo) veo que mi reacción sería la misma.

En esos momentos, ante un caso así, la pena que, como ella, siento es increíble, verdaderamente profunda.

¿Por qué?

Es pena por el disgusto que le presupongo al niño, claro, pena por que sufra, por que no le den cariño, por que no le devuelvan el cariño, pena por que él quiera y se quede sin respuesta...

Pero no acabo de llegar al fondo de la cuestión.

Porque sé que estoy interpretando los hechos, y no puedo asegurar si ese sufrimiento que creo ver es real o lo pongo yo de mi propia cosecha.

Y porque, aunque sea cierto que el niño se queda desolado, la reacción es tan furibunda y la urgencia de consolar tal que ni siquiera así los entiendo del todo.


¿Qué hay exactamente tras todo esto? ¿Es resultado del amor, o más bien de mis miedos? ¿De ambos, o de ninguno? ¿Qué mecanismo salta? ¿Cómo funciono?


1.3.10

Rociolat

La tragedia de Chile tiene para este blog nombres propios: los de Rociolat y su hija Iria.

Dos días después del terremoto, seguimos preocupados sin saber nada de Ro. Hay muchos posibles motivos; el más probable es que la situación a su alrededor sea dramática y la absorba por completo, y tenga mil cosas más importantes en las que pensar que en dar señales de vida en internet.

Espero que sea eso lo que sucede, que ellas y todos sus seres queridos estén bien y que pronto volvamos a tener noticias suyas.

Mientras tanto, y por si pudiera leernos, le envío un abrazo con todo mi cariño.

¡Mucho ánimo, Ro!