Mi primera vez.
Ayer mi hija se acercó a unas niñas algo mayores que ella que jugaban juntas en un banco. La más pequeña le llevaría dos años y la mayor seis o siete. No las conocía, pero fue hasta allí, se agarró al respaldo y se quedó con la cabeza apoyada en las manos mirándolas, callada, a apenas medio metro de ellas.
Mi mujer y yo estábamos separados, observando, y oíamos casi todo. Hicieron algún comentario sobre que no sabían quién era, mientras ella seguía quieta. Después otra dijo No dice nada, parece un bebé... vámonos. Y efectivamente se fueron. Ella se quedó todavía un momento con la barbilla sobre los dedos, en el banco, y luego vino andando hacia donde estábamos.
Su cara era de absoluta tranquilidad. Aparentemente, aquello no había tenido la menor importancia para ella.
En un segundo, me vi a mí mismo corriendo hasta la cabina más cercana, ponerme con mi súpervelocidad mi traje de Portorosaman, acercarme de una zancada a las niñas, agarrar a la cabecilla y, de una súperpatada en el culo, mandarla volando por los aires.
He tardado tres años. Quien esté seguro de no llevar un asesino dentro, que tenga un hijo.
Se tienen que ir curtiendo Portorosa. Mis hijas tienen 14 y 11 años y aún me cuesta poner el freno de mano y dejar que se curen solas sus heridas. Pero es la única manera de que cuando les toque, puedan volar.
ResponderEliminarBesos comprensivos.
La flaca
No, si ya lo sé. Peeeero...
ResponderEliminarBesos.
Estoy segura de que si hubiera sido chico no hubieras tenido pensado en esa reacción. Y lo que es peor: pensaste en esa reacción 'por nada de nada' porque ninguna de las niñas hizo nada a tu hija. Ni siquiera jugar con ella. ¿Es que es eso tan grave? ¡Vamos, no jodas!
ResponderEliminarY pensar que mi hijo está en sus maravillosos 17 meses...
ResponderEliminarUn cordial saludo
http://danigp.blogspot.com
Pues no estés tan segura, Cecilia, porque cosas muy parecidas me pasaron en su día con mi hermano más pequeño, al que llevo catorce años. Quién hubiera pensado que esto tenía una lectura antisexista...
ResponderEliminarCon respecto a si le hicieron algo, cualquiera comprenderá que se trata de una reacción de lo más subjetiva e irracional. Ahora bien, me parece bastante normal que un padre se sienta mal (desproporcionadamente mal) cuando ve que a su inocente hij@ (!) no l@ adora todo el mundo.
¡¿y lo que es peor, vamos no jodas?! Pero, Cecilia, te repito lo que te pregunté hace unos días en tu Diario: ¿por qué estás siempre enfadada?
Un saludo, si puedo.
Bienvenido, Dani.
Aunque no te imagino en una cabina poniéndote el supertraje de Portorosaman, sí que comprendo, al menos, la reacción (exagerada ¿eh? muy exagerada) ante la indiferencia mostrada hacia tu niña, que quizá (¿le preguntaste?) sólo quería mirar. Respira hondo la próxima vez que la lleves al parque, porque no, todo el mundo no la va a adorar. ;)
ResponderEliminarUn beso, milord.
Reacción más que comprensible, que no encontré precisamente sexista.
ResponderEliminarAl padre le hirió la indiferencia, la peor de las armas.
Saludos solidarios de una madre. :-)
Me parece que nuestros hijos nos ganan a maduros, a veces. No se trata de protegerlos y patear cabezas, se trata de explicarles lo que pasa, si es que necesitan explicción y no lo han intuído ya con su Superintuición brutal que les permite aprender seismil cosas al día sin pasar por una cabina a ponerse una capa.
ResponderEliminarDicho esto... no es en absoluto malo tener instintos asesinos, siempre que no cedas ante ellos. Se llama paternidad, es lo correcto. Recuerdo con desagrado alguna escenas de mi infancia, las veces en que las típicas peleas inofensivas entre los niños en el parque se convertían en la aparición de un superpapá iracundo (hasta ahí sin problema, los niños teníamos kriptonita) y luego la del superotropapá que venía del otro lado del ring y aquello era una explosión de gritos y una exhibición de capacidad vascular, venas del diámetro de dedos palpitando bajo la enrojecida piel.
Si te fijas, los niños suelen sentarse (juntos los de los dos posibles bandos, pues cuando eres niño los bandos son permeables)a mirar el espectáculo y pensar, serán tontos...
Tú no saques las botas de clavos, por si acaso.
Comprendido.
ResponderEliminarDe hecho, ya estaba comprendido, os lo aseguro.
Me tengo por alguien (aquí hay quien puede corroborarlo o negarlo) bastante tranquilo; lo que pasa es que el traje de Portorosaman, azul, ceñidito, me sienta tan bien...
Besos, abrazos y carantoñas.
Y buenos días y buen fin de semana.
Tu niña, en este caso, te ha dado una lección. La naturalidad es uno de sus dones más preciados.
ResponderEliminarDiscrepo, S., te aseguro que no necesitaba esa lección.
ResponderEliminarCasi parece que en cuanto abandono la tibieza caigo en el desequilibrio emocional...
La próxima vez hablaré de psicología, de emociones, de las diferencias de percepción, de la sobredimensión de los problemas de nuestros hijos, de cómo sufrimos en la persona de los seres queridos lo que en nosotros soportaríamos sin inmutarnos, de la necesidad de aceptación que tienen los niños y los adultos por parte de los individuos más fuertes, y de muchas cosas más (lástima que tampoco sepa de nada de eso).
Un abrazo.
Pero Chaval ¿tú dónde vives?,¿aún hay cabinas de teléfonos?
ResponderEliminarEstupendo post. Me ha parecido muy divertido. Así somos los papás. (Aunque mis hijas ¡ay! ya se defienden solitas.)
ResponderEliminarUn saludo
Mucho mejor que si nos hubieras hablado de psicología, emociones, etc.
ResponderEliminarNo tengo hijos y es una tonta aclaración necesaria. Solo diré que no te sorprendas cuando tu niña se te cuelgue del cuello y te diga como ya debés saber, lo mucho que te ama.
ResponderEliminar¿Qué hija no amaría así a ese padre estupendamente sensible? Me han dado enormes deseos de ser ella.
Un saludo enorme de mariposas rojas
Buenos días.
ResponderEliminarA ese usuario anónimo, que no sé por qué me parece que no es de muy lejos, debo darle la razón, porque las dos o tres cabinas que quedan son abiertas, y en ellas no hay quien se cambie con un mínimo de intimidad.
Gracias, Malambruno (bienvenido; me ha gustado tu blog) y Maga.
Ya lo ha dicho Donna, "somos humanos" y el sentimiento que te asalta no tiene que ver con el sexo de la criatura. Soy tranquila, muuuuy tranquila... y aún controlo con sorpresa la leona que me saca las garras por dentro, cada vez que a alguno de mis cachorros -ya mayorcitos- les hacen algo. La mala noticia, querido Portorosa, es que pronto, muy pronto, ese sentimiento... se te va a duplicar XD
ResponderEliminar¡Ánimo! No podemos apartarles todas las piedras del camino... pero es nuestro el derecho a blogearlo, para conseguir una pizquita de comprensión y desahogo ;)
Un bico!!!
Me gusta su blog. Lo seguiré leyendo.
ResponderEliminarComprendo muy bien el desmesurado sentimiento protector del que habla. Yo soy incapaz de ir a los parques infantiles, lo paso muy mal, veo peligros por todas partes...
Un saludo.
Te comprendo muy bien. La tuyo es una reacción muy normal. Lo que es más raro es la actitud de la niña, aunque se ve que debe de estar acostumbrada. El mundo de la infancia es muy cruel. Qué no haríamos para evitárselo, pero hay que aprender a volar solo.
ResponderEliminarSaludos, padrazo
Gracias a los tres.
ResponderEliminarSí, Tana, me lo imaginaba, lo de que se duplican. En cuanto a lo de bloguearlo, yo, siempre que el tema me lo permite, trato de darle al blog cierto uso como diván de psiquiatra (lástima que, al no ser ya del todo anónimo, tenga que moderarme mucho).
No creo que esté acostumbrada, Gatito, pero se ve que la falta de prevención en contra hace que ella ni vea el problema, mientra que yo, que lo esperaba, sí.
Kafkaprocesado, he visitado su blog y me ha gustado mucho. Bienvenido, y gracias.
Oye, Porti, yo no tengo hijos, así que la cosa de la infancia la vivo de costado, pero recuerdo la mía con claridad meridiana.
ResponderEliminarA cierta edad los niños pequeños (sólo un año) nos parecen enanos, "bebés" como dijeron ellas. Creo que su reacción fué de lo más natural, hay un abismo de edad de un año para otro, puede que veas una niña con un niño mayor, pero casi nunca con una niña mayor que ella, a no ser que la otra la "adopte".
Espontaneamente, en un parque o un sitio común, no se encuentran nunca, y es de lo más cuidadoso, hasta "adulto" lo que hicieron esas nenas, ni se rieron de ella, ni la usaron, porque hay pandas de críos (mayormente género macho) que usan a los pequeños de emisarios, o correos, los mandan a por chuches, a por el balón, o a la mierda propiamente.
Lo normal es que se relacione con las de su misma edad...así que es mejor que las mayores la vean como un bebé, las que son loros y se pegan a esas pandas tienen que competir mucho para hacerse un hueco, o una especie de estabilidad, es mucho desgaste.
Espero que dure, eso de ser bebé...y la tengas mucho tiempo bajo el ala, por tu bien, me refiero claro, jajaja.
M.
No creo que la niña sufriera. Pretendemos adivinar sus pensamientos-sentimientos y lo que debemos hacer es preguntarselo.Yo diría por tu descripción que ella sabía perfectamente el puesto que la correspondía. En cuanto a tu pre-frontal... sigue así. Cuando no te emocione algo relativo a la gente que quieres, mal, muy mal andará la cosa.
ResponderEliminarBesos, Puerto
Hola a las dos (M., cómo te dosificas).
ResponderEliminarPor mi bien, desde luego, que dure.
Puerto, descuida, creo que hay emociones para rato.
Besos.
este post parece un fragmento de una de las novelas autobiográficas de amélie nothomb, sobre todo a metafísica de los tubos. a mí la escena que cuentas me produce fascinación por la naturalidad de tu hija y de las otras niñas, por la naturalidad en las reacciones que los adultos no tenemos en los parques sino en los blogs de los demás. no sé por qué querías pegarle a unas niñas por atreverse a decir en voz alta lo que pensaban.
ResponderEliminarYo tengo dos enanos de cuatro años... y comprendo perfectamente el sentimiento. Saludos!
ResponderEliminar¿Realmente tú entiendes, al leer esto, que quería pegarles, T.E.B.N.P.E.B.?
ResponderEliminarBienvenidos ambos.
Pues no te veo pegando a niñas...el sentimiento es normal, ellos lo ven mejor.
ResponderEliminarA mi hija mayor, porser alta, había un niño muy bajito que se metía con ella, me llevaban los diablos, un día, harta, le dió una patada y se quejó su mamá. Le pedí disculpas, pero el niño no volvió a las andadas, aunque tuve que "trabajar" el complejo de altura de una niña de 5 añitos.
Hoy es una fantástica mujer de 1,82. C
Excelente Sr. Portorosa, me encantó porque es realmente así.
ResponderEliminarsaludos.
Gracias, May.
ResponderEliminarUn saludo a ambas, y a esa ex-niña.