31.3.06

Galicia, I

Alma gallega: resignación.

Del polvo y fango nacidos,
polvo y fango nos tornamos.
¿Por qué, pues, tanto luchamos
si hemos de caer vencidos?

Rosalía de Castro (En las orillas del Sar)

26.3.06

84, Charing Cross Road

Hoy he estado toda la tarde solo. Y he hecho algo completamente excepcional para mí: he leído un libro y a continuación he visto la película basada en él. A las cuatro he empezado a leer 84, Charing Cross Road, y a las siete he terminado de ver la película.

Me pareció que sería interesante hacerlo así. Y me equivoqué, se lo aseguro.

Estoy convencido de que la película, en circunstancias normales (es decir, no habiendo leído el libro, o habiéndolo leído mucho antes), me habría gustado mucho. Sin embargo, tal como la he visto, me ha resultado pesadísima (¿y de qué se extraña éste?, dirán ustedes, con razón).

No obstante, hay un aspecto de esta historia que me ha parecido que la película mostraba mejor que el libro: la pasión de la protagonista por cierta idea de Inglaterra y lo inglés, que admira e incluso mitifica y que no conoce de primera mano (exceptuando la literatura, por supuesto, que quizá sea mucho exceptuar) más que casi al final de su vida.
Y precisamente ése es un sentimiento (aunque no tan exagerado como en su caso) que yo creo compartir: más allá de razones lógicas, e incluso en ocasiones en contra de ellas, he sentido, caminando por Londres o por uno de sus pueblos, entrando en cualquier pub inglés, visitando algunos museos, viendo a cierto tipo de personas paseando por sus calles, o cogiendo un taxi, cómo su historia, su arte, su cultura, su (por descontado) literatura y su arrogante, difícilmente comparable y a menudo insoportable personalidad me abrumaban y, a pesar de todo, me maravillaban.

Cambiando de tema: es curioso cómo, por los diferentes papeles que les vemos interpretar, nos hacemos una idea de la personalidad y el carácter de los actores. Yo, por ejemplo, no puedo evitar pensar que Anthony Hopkins es un hombre con una gran personalidad y bastante culto (no pienso que sea caníbal, en cambio), a pesar de que no sé absolutamente nada de su vida privada. Película tras película, y tal vez porque me ha coincidido verlo siempre dando vida a personajes bastante peculiares, me lo imagino inteligente, reflexivo y, a causa de sus gestos y su personalísima y como robotizada forma de moverse, con un punto de locura algo inquietante.

Otro cosa: tengo la impresión de que, a pesar de que habitualmente tendemos a exteriorizar de un modo más llamativo nuestros sentimientos, solemos ser menos discretos y vivimos más en la calle (todo esto, generalizando mucho), los latinos somos más pudorosos, a la hora de comer, que los norte y centroeuropeos, y bastante más que los anglosajones.
¿No les parece que, mientras que nosotros (al menos hasta ahora) consideramos las comidas momentos bastante íntimos y las tratamos de separar de otras actividades, ellos hacen del comer algo más público y aceptable en casi cualquier situación?
Me podrán decir que se trata de algo impuesto por los horarios, ¿pero no será justamente lo contrario, que nuestros respectivos horarios son los que son entre otras cosas por ese motivo?

Es domingo por la tarde, ya casi de noche, y ha hecho un viento terrible todo el día. Sabrán ustedes perdonarme.

25.3.06

Ojalá.

[Política]

1. Estamos en este punto (pese a todas las incertidumbres, miedos y lógicas precauciones el mejor en el que hemos estado nunca) gracias a la política antiterrorista de los sucesivos gobiernos españoles.
Todo ha contribuido, comenzando sin duda por la labor de todos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, y continuando con la colaboración de Francia en los últimos años, las controvertidas pero efectivas medidas políticas (que han sido fundamentales, sobre todo, para dar un varapalo tremendo a la financiación etarra, mimada por cargos públicos y corporaciones municipales afines) y el funcionamiento de la Justicia.
Y (yo también) creo que la magnitud del daño producido por el terrorismo islamista y la consiguiente reacción general de horror e indignación de nuestra sociedad han influido, restándole algún apoyo social a ETA y haciendo que incluso entre los suyos la idea de matar resultase cada vez más intolerable.

ETA, si finalmente no se echa atrás, habrá hecho todo esto, y lo que le queda por hacer, porque está contra las cuerdas. Y contra las cuerdas la hemos puesto entre todos; unos actuando, otros aguantando, y todos sufriendo.
No hay generosidad por su parte en este cambio de actitud, ni sensatez, ni remordimientos ni mucho menos arrepentimiento; hay necesidad.


2. ¿Y si esta política antiterrorista ha sido efectiva, por qué hay que negociar?, ¿si ahora estamos tan cerca del fin, por qué no seguir igual hasta acabar con ellos?. ¿Acaso negociamos con los demás delincuentes, con el resto de los asesinos, con los violadores o los ladrones?

Porque ETA, como toda organización terrorista asentada (y por supuesto a diferencia de cualquier otra clase de criminal), tiene una base social que la apoya, la alimenta, la esconde y le proporciona miembros. No importa que ellos sean una banda mafiosa, unos extorsionadores profesionales o unos asesinos que por algún trauma infantil necesitan sentirse poderosos en la plaza del pueblo o en la taberna; la cuestión es que hay más de cien mil personas que se creen las patrañas que les cuentan.
Y eso significa que, por mal que esté, por atada de pies y manos que el Estado la tenga, no hay final de ETA si ETA no decide disolverse y desaparecer. No hay final definitivo de ETA si éste no es (pongan aquí muchas comillas) "voluntario".
De lo contrario, podremos reducir su capacidad de daño, podremos ponérselo muy difícil, y podremos hacer que cada vez nos afecte menos, pero no que deje de existir; por cada terrorista detenido o muerto aparecerá alguien para sustituírlo, en cualquier momento podrán atentar de un modo u otro, no cesará la violencia callejera, podrán continuar amenazando, nunca desaparecerá el peligro de nuestras vidas y el problema persistirá.


3. ¡Pero negociar es bajarse los pantalones, es hacer que les salga rentable, es claudicar!

No la negociación de la que estamos hablando. Por mucho que el entorno de ETA lo presente como una oferta suya, por mucho que pretendan hacer creer (a los suyos) que será una negociación entre iguales, esto no es más que un forma de abandonar sin quedar en evidencia (ante los suyos, insisto). En mi opinión, gracias a la lucha de estas décadas, y debido en parte a los cambios sociales que hemos vivido, el terrorismo independentista vasco ha llegado a un punto en el que lo único que puede negociar son las condiciones de la rendición, ni más ni menos.

Da igual, pero el hecho es que vamos a hacer concesiones.

Desde luego, si se negocia... se negocia. Es verdad que no va a consistir sólo en preguntar la hora y el lugar donde van a entregar las armas. Habrá modificaciones (por otra parte, lógicas desde el momento en que sea lícito pensar que ETA no existe) en la política penitenciaria, y (y esto puede ser lo más doloroso) habrá medidas de gracia en lo que a penas se refiere, estoy seguro.

En la negociación hay, en mi opinión, dos límites: el primero, que ninguna de las concesiones suponga que el terrorismo ha salido rentable, que ha alcanzado alguno de sus teóricos (teóricos, ojo; los que les prometen a sus huestes) objetivos, que absolutamente nada haga pensar que el terrorismo da frutos; y el segundo, que dichas concesiones no supongan un atentado contra la justicia.

Pero todo lo que sea más suave que lo que marca la ley, todo lo que no sea que se les juzgue y se les encarcele según corresponda, es un atentado contra la justicia.

Yo creo que, en el mejor de los casos, tendremos que tragarnos sapos y culebras. Pero que también en esto hay grados, y que no es lo mismo tener en cuenta arrepentimientos que levantar las penas a quien tiene delitos de sangre.
Tendremos que tragarnos sapos y culebras, pero esperemos que nuestros gobernantes sepan hacerlo bien.


4. ¿Y qué hay de la negociación política?

En mi opinión, hacer eso sería conceder al terrorismo lo que (supuestamente) pretendía, reconocer que al menos en parte ha tenido éxito; y, por tanto, sería inadmisible.
Pero yo me creo lo que el gobierno ha repetido hasta la saciedad: que no la habrá.

Distinta veo la actitud de Ibarretxe y su mesa de partidos. Su propuesta me parece muy precipitada. No dudo que tendrán que hablar de muchas cosas, que el encaje del País Vasco en España no es un tema ni mucho menos zanjado; pero creo que todo eso deberá venir de la mano de la vida política normal (ah, por cierto, HB se legalizará de nuevo, eso por descontado; y yo lo veo inevitable y lógico), poco a poco y conforme la sociedad vasca vaya siendo capaz de opinar y actuar con libertad, y que en ningún caso debe ni siquiera sugerirse la relación entre esa evolución política y la posibilidad del fin de ETA. Por eso, desde fuera y sin saber qué pasa en el País Vasco y qué piensa la gente allí, me parece que éste no es en absoluto el momento de una iniciativa como ésa.


5. ¿Y las víctimas? ¿Qué pasa con las víctimas?

Si ETA hubiese matado, por ejemplo, a mi padre, estoy convencido de que desearía la muerte de todos los terroristas y de todos cuantos los apoyan, empezando por Otegui; y tal vez, si me viese capaz, intentaría matarlos yo mismo.
Creo que las víctimas han de ser tenidas en cuenta exactamente del mismo modo en que se tienen en cuenta las de cualquier otro crimen. Se les protege, se les intenta resarcir (tarea imposible, por desgracia), y se les apoya. No se les pregunta qué se debe hacer.


6. ¿Entonces, qué va a pasar?

Y yo qué sé. Ojalá estemos de verdad ante el principio del fin, y nuestro gobierno lo haga bien y todo sea parecido a lo que he dicho aquí.

Pero creo que incluso en ese caso pasarán años antes de que la vida sea normal en el País Vasco. El miedo, la intimidación, la indefensión ante la amenaza y el terror, la falta de libertad, no se curan de un día para otro. Pero si esto va por buen camino al menos el factor más determinante dejará de condicionar todo, y la sociedad tendrá la posibilidad de abrirse y dejar que entre aire limpio (la responsabilidad de todo el nacionalismo vasco en esa limpieza, en esa normalización, me parece enorme; depende más de ellos que de nadie).

Volviendo al gobierno, he de decir que, a diferencia de lo que a tantos les ocurre, me tranquiliza que Zapatero sea el responsable último en estos momentos. Sin quitar ningún mérito a los anteriores presidentes (por ejemplo, me parece que Aznar era el idóneo para tomar la difícil decisión de ilegalizar a Batasuna y acosar financieramente al entorno de ETA), creo que él es el más adecuado para intentar acometer este (esperemos) definitivo paso.


7. ¿Y no va usted a hacer ninguna mención al PP, para darle vidilla a los comentarios?

No sé, no sé...
Sinceramente, no puedo creer (me resisto a considerar esa terrible posibilidad) que ningún político español (herriko-taberneros aparte, por supuesto) no esté deseando el fin de ETA; ni siquiera Acebes y Zaplana (es brooooooma).
Ahora bien, no me cabe la menor duda de que saben que, como todo esto salga de verdad bien, tienen oposición para rato.


8. Epílogo:

Demasiadas cosas pueden torcerse, demasiados actores pueden no estar a la altura de las circunstancias (hablo de los nuestros, que de ellos, de los encapuchados, nada espero; todo lo harán obligados). Será difícil y llevará mucho tiempo, e inevitablemente causará dolor. Y más todavía en el País Vasco, donde las heridas no se cerrarán en años.

Pero por favor, que los creyentes recen; porque ninguna noticia podría ser mejor que el fin de ETA.



16.3.06

El disfraz de su señoría.

[¡Ojo: política!]

Acebes y (ayer, sin ir más lejos) Zaplana personifican el discurso y la actitud del actual PP que frontalmente rechazo y de los que, en mi opinión, debería deshacerse ese grupo cuanto antes si pretende (volver a) ser un partido serio y normal, dejar de hacer el ridículo y evitar que su desquiciamiento continúe poniendo de mala leche a propios y extraños, ahuyentando (quiero creer) a sus votantes más sensatos y animando a los indecisos a votar simplemente contra ellos.

14.3.06

El espíritu de la Navidad.

[A M., para quien no tengo consuelo, sólo cariño. Porque nada me gustaría más que hacerla sonreír un poco.]

Pocas cosas habrá en el mundo más subjetivas que lo graciosos que son nuestros hijos. Pero me van ustedes a permitir:

Mi hija: A Belén pastores, a Belén pastores, que los angelillos se lo están comiendo...
Yo: ¿Cómo?, ¿quiénes?
Mi hija: Los angelillos.
Yo: ¿Y qué hacen?
Mi hija: Comiendo.
Yo: ¿Y qué están comiendo?
Mi hija: ¡A Jesús...!

11.3.06

Self vs. Other.

Según el noruego John Galtung, director del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Oslo y estudioso de la resolución de conflictos, uno de los procesos sociales y culturales que surgen y se desarrollan a medida que un conflicto se hace más explícito es la polarización.

[¿Siguen ahí?]

Un conflicto no tiene por qué ser una guerra, claro, ni siquiera tiene por qué estar asociado a la violencia material. Un conflicto es cualquier situación de confrontación entre dos o más partes, sean cuales sean sus causas, sus implicaciones, el objeto de la disputa o la forma que ésta adopte.

La polarización reduce la confrontación a dos bandos, el Propio (bueno) y el Otro (malo), y a un solo tema, aquél en el que el bando propio tiene más claramente la razón.

La polarización, que es a la vez interna (mental) y externa (social), cumple una función de mentalización, y de creación y confirmación de identidad, muy útil cuando la violencia material estalla y somete a los protagonistas a una gran presión, pero, a la vez, cierra puertas de salida al conflicto y abona el terreno para futuros brotes (y otro día les hablaré de violencia cultural y violencia estructural, si me lo permiten).

Estamos rodeados de conflictos, unos globales y otros más cercanos e incluso íntimos, unos llamativos y evidentes y otros cotidianos, más sutiles y a menudo inconscientes. Y en todos y en cada uno de ellos se da en mayor o menor medida esa polarización, que no admite críticas ni preguntas, que rechaza la ampliación de la discusión a otras cuestiones relacionadas, y que considera la incertidumbre una traición.
No hay cabida para los matices y la duda no se admite, en lo que se convierte en un chantaje (a veces emocional, a veces más tangible) flagrante: o conmigo o contra mí.

Esto, que puede parecer exagerado, lo hemos oído, casi literalmente, más de una vez en los últimos años dentro y fuera de España, con las elites gobernantes y la clase política en general, que son las que deberían abrirnos los ojos y buscar la superación de esas situaciones de bloqueo, como principales e interesados culpables . Y no sólo eso: personalmente creo que algunas (algunas) de las acusaciones de equidistancia y relativización que, en relación con ciertos debates, de vez en cuando se vierten contra quien pretende dar una explicación menos tranquilizadora o introducir nuevas consideraciones en la discusión, no son sino una manifestación distinta de la misma postura: no hay alternativa aceptable a la adhesión total.

La polarización es prácticamente inevitable, y más que comprensible, en el momento álgido del conflicto, pero impide pensar, buscar soluciones y aspirar a algo parecido a conocer la verdad, y por eso no se debe permitir que los esquemas que de ella surgen se impongan y acaben asumiéndose como ciertos.

10.3.06

Sólo los locos están seguros y resolutos.

Creo que deberían estar ustedes agradecidos a mi pereza de estos días, que me impide hilar dos ideas seguidas y es la causante de que últimamente no haga más que traerles textos ajenos.
Hoy tampoco voy a ser muy original, y citaré a Montaigne, de quien no se me ocurre mayor halago que decir que debía de ser un hombre dotado, a partes iguales, de una inteligencia, cultura y sentido común extraodinarios.
De sus maravillosos Ensayos, permítanme mostrarles algún fragmento (he variado el orden) del capítulo XXVI, DE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS.

Ante ustedes, la mentalidad admirable de un hombre de hace quinientos años:

Que le imbuyan
la noble curiosidad de informarse de todo; que vea todo lo singular que haya a su alrededor. [Se refiere, y se referirá siempre, al niño que se pretende educar]

...hacer sin miedo a un joven adaptable a toda nación y compañía, incluso al desorden y a los excesos si es necesario. (...) Que pueda hacer todo y no guste sino de hacer lo bueno.

...el trato humano es muy conveniente, y el visitar países extranjeros, no para volver sabiendo únicamente (...) cuántos pasos tienen Santa Rotonda (...); sino (...) para frotar y limar nuestras seseras con las de otros.

En esa escuela del trato con los hombres, (...) en lugar de sacar conocimientos de los demás, sólo intentamos hacer gala de los nuestros (...). El silencio y la modestia son cualidades muy convenientes para la conversación.


Que calle aquello con lo que le han socorrido y no muestre más que lo que ha hecho con ello. (...) El beneficio de nuestro estudio es habernos hecho mejores y más sabios con él.

El verdadero espejo de nuestras razones es el transcurso de nuestras vidas.

Que huya de esa apariencia sentenciosa e incivil y de ese pueril afán de querer parecer más listo por ser distinto y hacerse un nombre mediante censuras y extravagancias.


Que le instruyan sobre todo para que se rinda y deje las armas ante la verdad, (...); ya nazca de las manos de su adversario o nazca de sí mismo por mudar de parecer.

Que le hagan comprender que confesar el error que él mismo descubra en su propio razonamiento, aunque sólo él se haya percatado, es un acto de juicio y de sinceridad, que es lo que él persigue; que la obstinación y la disputa son cualidades vulgares, propias de las almas más bajas; que mudar de parecer y corregirse, abandonar un partido equivocado en el calor de la discusión, es cualidad rara, fuerte y filosófica.
[¿Por qué me miran así?]


En fin, lástima de realidad. Parece que en cinco siglos no hemos aprendido demasiado.

8.3.06

El mundo entero en un jardín.

Nunca había oído hablar de Antonio Crespo Massieu (Madrid, 1951), que hoy a las ocho va a leer poemas de su libro En este lugar en la librería Rafael Alberti de Madrid.
Estoy a más de 600 km, pero un amigo me ha enviado este poema. Ni leo ni entiendo de poesía, pero me ha gustado, y creo que el autor dice algunas cosas muy bonitas (mis críticas poéticas son muy elaboradas, como ven).

Espero que les guste.

Ah, y por favor, no nos confundamos y vayamos a acabar discutiendo sobre quiénes eran los buenos y quiénes los malos en la IIGM, que aquí en el fondo no se habla más que de impacto y pavor y de delicadeza y sensibilidad:

Un jardín japonés

"Harlan K. Ullman parece estar viviendo sus 15 minutos de fama. Su doctrina estratégica de Impacto y Pavor, adoptada por el Pentágono, ha llegado a eclipsar el nombre oficial de la campaña (Operación Libertad Iraquí) (...)
Pregunta: ¿En que consiste la estrategia de Impacto y Pavor?
Respuesta: El Impacto y Pavor busca, mediante el uso de todo nuestro poder físico y psíquico, que el enemigo se sienta tan vulnerable e intimidado por nuestra capacidad que vea inútil cualquier resistencia. (...)
Pregunta: ¿Es Hiroshima un ejemplo de Impacto y Pavor?
Respuesta: El uso de armas nucleares nunca fue la intención de esta estrategia, pero la capacidad para transformar la resistencia suicida en rendición pasiva es el ejemplo supremo de ella. Los japoneses abandonaron la lucha porque no podían comprender la secuencia de un plan, una bomba y adiós a una ciudad. Aquello fue Impacto y Pavor."
(El País, jueves 3 de abril de 2003)

Uno
que nunca fue
demasiado japonés
ajeno al arte floral
las películas de Kurosawa
el judo los videojuegos
y no digamos las artes marciales.

Uno
(son tantas sus limitaciones)
que apenas compuso
un torpe haikú
(era de encargo
y desechó y contó sílabas
sin cuento).

Uno
que casi confundía Japón
con el tópico postal
o cuando menos con
la hiriente belleza de Puccini
o el delicado tapiz de un juego vanguardista.

Uno
tan de vieja Europa
cuyo mayor exotismo
es buscar lejanas raíces
habitar como propios
los jardines de la Alhambra
y rescatar huellas de perdidas juderías.

Uno
que ama
(entre otros ejercicios de rigor)
la poesía la mística
(cristiana y judía)
la prosa de Wittgenstein
y la música de Bach.

Uno
tan poco oriental
y ahora
tan de repente
tan japonés
sin remedio y sin lógica
o tal vez por ausencia de lógica
tan perdidamente japonés.

Uno
hay secuencias que no comprende
la lógica y el plan
que dice
(y hace)
una bomba y adiós
adiós a una ciudad.

Uno
(por eso)
comprará un terrenito
tal vez modesto adosado
en las afueras
y hará un jardín japonés
todas las mañanas
alisará la arena
jugando con formas
como si compusiera el mundo
y sentirá la armonía
en las mínimas piedras de la existencia.
Luego
escuchará a Puccini
leerá haikus
y meditará en silencio
mientras espera
que un iluminado
del National War College
le haga gustoso el hara kiri
para comprender
la secuencia del plan
y sentirse al fin
vulnerable e intimidado
y decir adiós
a las pequeñas cosas
que ama:
Bach y otras músicas
(casi todas)
la cábala los poetas los atardeceres
el silencio infinito de los animales
y
(no menos importante)
uno mismo
a quien
(si bien sin estridencias)
se ama lo suficiente como
para no desearle el autorreflexivo
adiós de un hara kiri
En fin
todas las pequeñas cosas
que caben
(el mundo entero)
en mi jardín japonés.

7.3.06

El mundo como voluntad y representación.

Casi ninguno de ustedes sabrá qué es Aranga ni dónde está.

Es un municipio de la provincia de A Coruña, limítrofe ya con la de Lugo, de menos de dos mil quinientos habitantes y formado por seis parroquias (la parroquia sigue siendo, en muchos sitios, la referencia geográfica, administrativa y social fundamental en el día a día). Esto es la Galicia rural pura y dura. Para que se hagan ustedes una idea de lo que eso significa, les diré que esa población se extiende por 119 km2, repartida en unas 150 entidades de población o lugares, casi ninguno de los cuales pasa de la media docena de casas.

Pues ayer fui a Aranga. A un entierro.

Una vez allí, cuando, ya andando y con el paraguas en la mano, crucé el puente sobre el río Mandeo (que contribuyó, junto con las nubes y el granito de la iglesia, a hacer de aquélla la misa en la que más frío he pasado en mi vida) y me iba a meter por la pista que lleva por el medio de la aldea hasta la ermita de San Paio, ¿qué creen ustedes que vi justo delante de mí, escrito con grandes letras blancas en un toldo verde oscuro?:

BAR CHOPENHAUER

4.3.06

La fuerza del amor.

¿Por qué el zapatito de cristal que se le cayó a Cenicienta al marcharse corriendo de la fiesta de Palacio no se convirtió, pasadas las doce, la hora a la que los efectos del hechizo desaparecían, de nuevo en una zapatilla vieja?

3.3.06

Un atraco.

De pequeños solíamos ir a jugar al campo del abuelo de Belén.

Ayer de noche llegué al tanatorio y fui a saludar a su padre, Luis, un hombre bueno y tranquilo. Me contó que el 21 de enero le había dolido el estómago en el bautizo de un sobrino (pensaron que le había sentado mal la empanada...), y que el 28, al ver que aquello no mejoraba, había ido al médico por primera vez. Tras varias visitas algo desorientadoras, el 8 de febrero (sí, de febrero de este año, hace menos de un mes) les dijeron que tenía cáncer y que ya no se podía hacer nada.

- Esto ha sido un atraco, chico, un atraco a traición.

Tenía 41 años. Qué mierda, qué puta mierda.

1.3.06

Si o vello Álvaro volvese ás illas

Anteayer, día 28 de febrero, se cumplían 25 años de la muerte de Cunqueiro.

"Así pues, el primero de marzo salí de (...) en el viejo y leal 850, con destino a la insigne Ciudad de la Mitra. Llegué con el tiempo justo. Una marea humana bajaba hacia el camposanto convirtiendo la calle en un río negro, como negra es la noche, a causa de las decenas de paraguas que la atestaban en aquella tarde orballosa; orballo que maceraba los cuerpos, que las almas ya lo estaban en la tristeza.", escribió mi padre.

Su obra Si o vello Simbad volvese ás illas acaba de ser traducida al árabe. Es el primer libro gallego traducido a esa lengua, y creo que no habrían podido elegir mejor.
Además, César Antonio Molina, reconocido especialista cunqueiriano, ha anunciado que la biblioteca que el Instituto Cervantes prevé abrir en breve en Damasco llevará el nombre del escritor mindoniense.

Mucho me temo que este Damasco de ahora sea bastante más pobre y triste que el que don Álvaro imaginó recordar, y tal vez sea difícil que en las salas de esta biblioteca vayan a prodigarse las conversaciones amables entre cultos y nostálgicos antiguos aventureros que él tan bien supo contarnos. Pero quién sabe si algún día entrará en ella, despistado y por aburrimiento, un niño, y maravillado descubrirá en sus estanterías mundos nuevos. Quién sabe si ese niño, leyendo, aprenderá a soñar y a sonreírse un poco de casi todo, y pasados unos años tendrá un amor y unos hijos a los que les enseñará a vivir, gracias a aquellos libros, con la mente abierta y el ánimo tranquilo.

Para los de aquí, que ya estamos de vuelta de todo, para nosotros, que deberíamos saber sacarle partido a lo que ese niño puede no llegar a disfrutar nunca, dejo estos fragmentos de un artículo suyo del año 1959, Arte de vivir:

(...) el llamado progreso de la civilización no ha enseñado a vivir mejor, y la dosis de felicidad del género humano no es hoy ciertamente superior a la de los siglos o milenios anteriores. Estamos rodeados de gente en tensión, intranquila, irritable o irritada.

[Ugo Spirito, el ilustre filósofo italiano, dice:] "Ahora nace la necesidad de hacer carrera, de afirmarse, de llegar a ser un gran profesional, un político importante, un gran escritor. La verdadera meta no fue todavía alcanzada, porque parece que solamente un ideal superior podrá dar significado a toda la vida. Y sigue así la carrera hacia el futuro, de año en año. Después..., después puede incluso llegar a tenerse la ilusión de haber llegado , de no haber vivido en vano: puede pensarse que finalmente se ha alcanzado aquello que fue continuo sueño, pero, si eso acaece, la meta se vacía de contenido apenas se ha tenido conciencia de ello, porque sobreviene de improviso la sensación de que la vida ha pasado, que todo está ya a nuestra espalda, y que todo el camino ha sido recorrido en la insatisfacción".

"Tutta la vita cosi é allenata" en la espera, en la esperanza, en el deseo insatisfecho. Parece que éste sea el drama de la vida. Se educa el hombre para la infelicidad, porque le invitamos siempre a mirar fuera de sí, fuera de su presente. Este presente, que debía representar la vida concreta, adquiere un valor puramente instrumetal, y se transforma, en efecto, en instrumento para un fin que nunca se realiza...

¿Qué hacer? Pues bien: vivir el presente. Saber vivir significa vivir el presente.

(...) El recuerdo debe trasnsformarse en poesía, y la esperanza también: "todo el pasado y todo el futuro deben trascender en una obra de arte que es el presente vivido hasta el fondo con la clara conciencia de que es divino". Y lo es. Yo lo digo desde mi humildad.

Y yo, desde la mía, les recomiendo leer a Cunqueiro.