10.3.13

On Vidreiro Beach

Bajo el ocurrente juego de palabras del título se esconde un post en el que les voy a hablar de la novela de Ian McEwan que acabo de terminar, On Chesil Beach, y de este fin de semana, pasado en Vicedo después de tres meses sin ir.

[Ojo, si alguien pretende leer el libro o ver la película y no quiere saber el final, que se salte los siguientes párrafos y siga leyendo después de la primera foto.]

Es muy original, esta novela. Porque ahora que la he leído digo sin dudar que es un libro muy triste; pero no lo fue durante la lectura, ya que son únicamente las últimas seis o siete páginas las que lo hacen así. Solo entonces lo que se nos cuenta convierte toda la historia en una triste historia.

Se centra en el final de la cena y principio de la noche de bodas de una joven pareja inglesa, a principios de los años 60. Cuenta parte de sus vidas, de modo que llegamos a conocer bien a los protagonistas, cuenta lo que les sucede durante esas horas y cuenta, en esa última media docena de páginas, lo que les deparó la vida de esa noche en adelante.

Lo que acaba por ser terrible es que los protagonistas cambian su futuro en apenas unos minutos de discusión, por poco más que un arrebato, por no decidirse a pronunciar una frase, por no saber parar. Un problema mal entendido, un enfado, una reacción dolida y la terquedad de no ceder, y todo acaba para siempre. Y en apenas unos párrafos McEwan deja claro cómo, aun sin condenarlos a la desgracia, ese momento de empecinamiento les privará de la felicidad. Y la constatación de que han perdido su gran oportunidad es descorazonadora.

Me ha gustado mucho. Al leerla en inglés no soy capaz de juzgarla desde un punto de vista formal; no tengo criterio estilístico en otros idiomas, desde luego. Pero lo que he podido valorar me ha gustado mucho. Es el tercer libro de este autor que leo y ninguno me ha dejado indiferente.

Les dejo la nota aclaratoria de la solapa del final, que me encanta:

Los personajes de esta novela son inventados y no guardan relación con ninguna persona viva o muerta. El hotel de Edward y Florence -a poco más de una milla al sur de Abbotsbury, Dorset, situado sobre un alto en un campo tras el aparcamiento de la playa- no existe.



Hemos vuelto a Vicedo. Tres meses después.

Hemos ido solos, a mirarnos a la cara, a mirar la vida de frente.

Y ha salido bien, y ha sido maravilloso.





7.3.13

Un descafeinado de máquina con leche de soja

Es lo que pedía hace un rato un chica en una cafetería.

Y no sé de qué, pero eso tiene que ser la clara señal de algo.