28.6.05

Merecido e insuficiente homenaje a mi padre.

Mi padre se merece este homenaje por muchísimas cosas que no les voy a contar yo a ustedes aquí. Pero se lo quiero hacer, hoy, por dos en particular: en primer lugar, por, habiendo nacido en una aldea (un aldea de la Galicia de los años 40, con lo que ello significaba) y crecido en una casa humilde donde nunca hubo un libro, haber llegado a disfrutar con cosas como las que él mismo recoge en el texto que sigue; y en segundo lugar, por haber hecho posible, en mayor medida que nadie en mi vida, que yo sepa disfrutar con ellas también:



"NUEVAS PRUEBAS ACERCA DE LA EXISTENCIA DE DIOS.


Un poeta oriental, hacedor de haikus, escribió, a la sombra del Fujiyama, cosas como éstas:


- La primera camelia fue blanca y, al ruborizarse al ver a una pareja haciendo el amor, se convirtió en camelia roja.

- He estado viendo abrir camelias. Me senté, bajo la lluvia, y las gotas que tamborileaban en mi paraguas no me permitieron oír la palabra que la camelia pronuncia cuando abre.

- De cada mil tulipanes rojos, nace uno que lleva unas letras que dicen “He sido un sueño”.

- El tulipán es una copa que se llena de rocío en las mañanas tempranas de abril. Y vienen los espíritus celestiales y beben.

- Donde menos se piensa, nace la rosa.

- Las mariposas volaban alrededor de una rosa que, marchita, se iba deshojando con el aleteo.

- Los pétalos de aquella rosa eran tan finos que latían con el aire de nuestros párpados al abrirse y al cerrarse.

- Quien recuerda siete canciones tiene un corazón ocioso, y un corazón ocioso no hace daño.

- No hay mejor manera de encontrar amor que huyendo de él en las alegres mañanas de las rosas.

- ¿Quién sabe las penas del bambú? Pasad la suave mano sobre la caña verde y notaréis la señal de las lágrimas.

- La novia china rezaba así a Akmó: concédeme un viento elegante por esposo, no dejes que el arado de la tristeza haga surcos en mis mejillas y siembre en ellas el grano de las lágrimas.

- Oto Tachibana Himé, era tal su finura y su gracia, y tal la belleza de sus kimonos, que las mariposas la confundían con una de ellas cuando salían al jardín.

- La luna es esa flor que la Tierra lleva, en las noches, en su cintura.



Otro poeta occidental, hacedor de milagros, escribió, a la sombra del Xistral, cosas como las que siguen:

- El secreto de los Stradivarius residía en que cuando en Cremona los fabricaban, iban los luthiers al puente, recogían aire en las manos y lo dejaban caer, lentamente, en la caja de los violines.

- El bosque en otoño, bajo la mano del viento, es una coral de Bach.

- Poesía es la participación del hombre en la Creación, perfeccionada la voz humana por la nostalgia.

- La música para una Desdémona degollada pudo haberla escrito Mozart y titularla: “Concierto en Mi menor y sombras doloridas para clave, enamoradas flautas y tristes corazones”.

- Tenían un armonioso andar, ligero y grave al mismo tiempo: era una estrofa rubia, en la que se unía la ligereza del dáctilo a la grave seriedad del espondeo.

- Cambados tiene mañanas italianas, mañanas de la Marina toscana y largos y finos atardeceres, como un concierto de Bach para flauta y clave, cuando el cantor de Leipzig ponía la flauta y el clave a recoger, en la boca enorme del cosmos, el secreto recreado del Universo mundo de la vida misma.

- La perdiz madre con doce o catorce perdigones, levantaron sonoro y alegre vuelo y se fueron monte abajo con sus alas aplaudiendo la mañana.

- Las auroras boreales tienen su más científica explicación cuando se dice que son una memoria que quedó en el aire de cuando sonreían los labios rojos de Viviana, la que fue esposa de Merlín.

- Aquel delicado trovador, Walter von Kutae, que cuando bebía cerveza notaba si en los varales del lúpulo había estado o no posada la calandria de agosto.

- Dicen que las tonadas más alegres del mundo son las que silba el raposo cuando, de madrugada, regresa a su cubil con la barriga llena. De vez en cuando para de silbar para escupir una pluma de gallina.

- La alondra comienza a cantar cuando todavía está dormida, y cuando despierta canta para explicarse a sí misma sus sueños, que lo son siempre de amor.

- El vino acerca las islas de la nostalgia al corazón.

- El hombre es el árbol que da las flores de la melancolía.

- Por veces pienso que el fin último de toda cultura es el descubrimiento del otoño y la invención de la nostalgia.

- El andar del peregrino es, ya, el único andar noble que le queda al hombre.

- Medio hombre muere privado de sus sueños. La libertad del hombre podía medirse por lo que sueña.

- Las rosas nacieron para que el Señor no temiera verter inútilmente sobre el mundo el rocío de la mañana.

- Si algún día el albariño sale amargo, es que una nube que pasó sobre la tierra del Salnés y Cambados llevaba en su pecho evaporadas lágrimas antiguas de nuestra doña Juana de Castro, moribunda de amor.

- Un clérigo italiano, probando el vino de Cessi, sabía decir si aquel año había habido tordos emigrantes, porque el cantar de los malvises en los viñedos creaba una cierta vibración en el aire que, repercutiendo sobre los racimos, daba una calidad especial al vino.

- Ni una sola vez en la historia alguien, por muy poderoso que fuese , ha podido ahogar en sangre un verso.

- Alfareros... Uno de los más nobles y antiguos oficios del mundo y, quizá, las manos del hombre no estén más cerca de las manos de Dios que cuando inventa la escritura o transforma el barro informe en una taza.

- Si el Hospitalero cortase hondo en el bordón de Gaiferos, acaso saliese el cálido y oscuro licor de la melancolía, de la tristeza de amor, de la inmensa soledad humana de aquel gran caballero peregrino, que caminando canta:

Eu chámome don Gaiferos,
Gaiferos de Mormaltán.




Si pretendemos negar la existencia de Dios, de un dios, basta con pensar en el hombre; ¡ah!, pero ese hombre, del que es superfluo exponer todo lo malo de que es capaz, también ha levantado catedrales, labrado el Pórtico de la Gloria y puede llamarse Juan Sebastián Bach.

El escueto muestrario de los dos poetas aludidos es un humilde aporte a la irrefutable demostración de la existencia de Dios: nadie puede escribir así sin que Él guíe la mano.

(¡Ah, casi se me olvidaba!: esos dos poetas, misteriosamente, se convirtieron en uno, quien, feliz, permanece sentado en un banco de piedra de su Plaza Mayor, atisbando las puertas de la Catedral de Mondoñedo, por si por ellas sale su señor obispo, Fray Antonio de Guevara.
Las enciclopedias lo citan como caso curioso, porque jamás le fue concedido el Nobel de Literatura)"


Gracias.

19.6.05

Contra la mediocridad: cállese.

El peso de la propia coherencia intelectual, la responsabilidad ante unos lectores cada vez más exigentes, y mi compromiso ético-cultural con las generaciones venideras, me abruman y me someten a una presión tal que pocos son los momentos del día en que, liberado por una pasajera evasión -a menudo propiciada por el todopoderoso Morfeo- , no me pregunto angustiado y ansioso de qué demonios puedo escribir.

Y pienso, mientras paseo por galerías, torres y corredores, por patios y zaguanes, por alcobas y salones, e incluso por caminos y veredas, que podría opinar sobre los homosexuales y sus reivindicaciones matrimoniales y paternales, sobre los heterosexuales y su reclamación del monopolio matrimonial y paternal, sobre las recién celebradas elecciones gallegas (o de cómo uno, estando en el infierno y rodeado por diablos de toda ralea, puede verse en la tesitura de tener que elegir qué demonio, de entre varios voluntarios, debe guiar -previo pago- sus pasos durante sus próximos años en el Averno), o incluso sobre el último guiño de ETA, gesto de buena voluntad donde los haya.
Pero cada vez que estos u otros temas se me ocurren, y tras unos instantes de ilusorio optimismo, me doy cuenta de un pequeño inconveniente - siempre el mismo-: que sé muy poco de cualquiera de ellos.

No es, efectivamente, que no sepa nada, ni siquiera que sepa menos que la media (en los casos en que ello es matemáticamente posible); es, simplemente, que no sé más que la mayoría. Y yo, curiosamente, de eso deduzco que mi opinión no tiene ningún interés. Y esta sospecha me lleva -quizá cayendo en un integrismo del todo inadmisible, lo admito- a concluir que no debo escribir sobre esas cosas.
Y no escribo.

Ante este razonamiento surgen voces airadas que protestan. Y protestan basándose en el siguiente bienintencionado razonamiento: "todo el mundo tiene algo que decir, y la opinión de todo el mundo es válida y aporta algo de riqueza al acervo común".
Pues bien, yo considero este razonamiento impecable desde el punto de vista teórico, pero falso, absolutamente falso, desde el empírico.

En mi opinión, no es cierto que todo el mundo aporte su granito de arena y así entre todos lleguemos a construir una gran verdad. En mi opinión, por cada granito de arena que la mayoría aportamos, aportamos, conjunta e indivisiblemente, un montón de basura. Y, cuantas más opiniones sin seleccionar, más sepultados quedan los granos de arena bajo la montaña de basura común.

- "¿Sin seleccionar? Eso suena a elitista.

- No, mire usted, yo no digo que sólo puedan opinar los catedráticos, o los ricos, o los rubios, o los que votan en blanco, o que sólo lo podamos hacer los nobles (los nobles menos que nadie, créame, las estirpes han venido mucho a menos últimamente; si yo le contara...). Lo que digo es que cada uno intente hablar de aquello de lo que, más o menos, sabe. No le digo que haya que ser experto para comentar algo, pero sí al menos informarse un poquito, ¿no cree?; sobre todo si se pretende expresar una opinión en público.

- Pues eso va contra la libertad de expresión.

- Lo único que va contra la libertad de expresión es desperdiciarla diciendo estupideces, que bastante ha costado conseguirla."



Creo que la suma de opiniones infundadas y análisis superficiales, que como mucho consiguen repetir algunos tópicos mal aprendidos (generalmente en los nunca lo suficientemente denostados programas de tertulias televisivas y radiofónicas, más dañinos sin duda que la peor de las telenovelas por su falaz baño de seriedad que lleva al huerto a tantos y tantos ciudadanos), contribuye a agravar uno de los problemas que, con respecto al conocimiento, tiene nuestra sociedad: el exceso de información y la incapacidad (tanto por falta de tiempo como por falta de criterios fiables) para separar la importante de la superflua (la veraz de la falsa, la útil de la inútil, la de peso de la fugaz).
Es, con respecto a épocas pasadas, la otra cara de la moneda: la desinformación por saturación. Los resultados son los mismos: nadie tiene ni idea de nada, aunque trate de tenerla, porque no sabe a dónde mirar (y aunque lo supiese no valdría de nada, porque normalmente no somos capaces de analizar la información, que es lo realmente importante, pues ella es medio y no fin, bla, bla, bla... pero eso es otro tema, aun más coñazo que éste).

¿Creen que exagero? Pues yo creo que no. Generalizo, eso sí, y por tanto me equivoco con respecto a todas las excepciones; pero no creo exagerar.

- "¡Es que todas las opiniones son respetables!

- ¿A usted le parece respetable que yo opine que todos los que pronuncien esa frase suya sean fusilados? Pues entonces no me diga tonterías."


[Que nadie vaya a pensar que me atribuyo pensamientos originales, esto que sigue lo he leído muchas veces] Las respetables son las personas (al menos mientras no pierdan su respetabilidad con su comportamiento... o sus modales en la mesa, o sus chándales), y lo respetable es su derecho a opinar. Ambas cosas son "sagradas". Pero sus opiniones, una vez escuchadas (no antes, ojito), pueden ser estudiadas, analizadas, contrastadas y razonadas, para posteriormente ser loadas, aplaudidas y encomiadas, o bien cuestionadas, criticadas, rebatidas, desestimadas, reídas y ridiculizadas (sin que en ninguno de los dos casos debamos usar esos antecedentes para prejuzgar otras futuras; aunque al final nos vamos conociendo, y claro...).

-"Pero todas aportan algo. Igual que las personas, todo el mundo puede enseñarte algo."

No cabe duda. Lo malo es que, con demasiada frecuencia, ese algo no compensa ni remotamente todo lo que tienes que aguantarles. Y sí, si buscas, algo encuentras; pero las penosidades de la búsqueda a menudo no se ven recompensadas. Y con las opiniones pasa lo mismo.

Así que, si lo que vamos a decir no justifica la atención de los demás, callémonos. Que gente hablando por hablar ya hay de sobra.

- "¿Entonces, va a dejar usted de escribir?

- No, no se preocupe. Por un lado, la vanidad hará que de vez en cuando me crea con derecho a opinar sobre algo, y por otro, siempre puedo seguir hablando de mí, que es un tema fascinante y que además domino.

- No, si no me preocupo, qué me voy a preocupar... ¡al contrario!"



15.6.05

Barrera psicológica de los 250.

Ayer este blog superó las 250 visitas.
No es mucho, ya lo sé, pero a mí me parece una barbaridad, y hace unos meses no habría creído que pudiese llegar a esa cantidad tan pronto.
"Así que gracias a todos los que habéis hecho posible esto. Quiero dedicárselo a cuantos me han apoyado, día a día, y me han dado el ánimo necesario para no desfallecer. ¡A todos, gracias!"

(Por cierto, quizá les despiste ver que, en el contador del final de la página, la cantidad que se ha superado es la de 1.000 visitas; pero es que, de esas mil, calculo que unas 750 son mías y no las cuento)

11.6.05

Sábado por la mañana. Campanadas en una aldea.

Es sábado por la noche, casi las doce. Estoy solo en casa con mi hija, que está durmiendo; mi mujer está en una cena de trabajo a la que no le hacía mucha gracia ir.

Esta mañana he ido al entierro de la madre de una amiga. A la señora no la conocía, pero ella es una de las mejores amigas que he tenido; aunque ahora, por desgracia llevamos años casi sin vernos -supongo que porque la vida nos ha llevado por caminos bastante diferentes; al menos es lo que uno suele decirse-.
Me dio mucha pena. Los entierros -la muerte- me entristecen cada vez más (inconsolablemente), y hoy, además, ella aparentaba estar tan bien e intentaba animar tanto a los que se le acercaban que me rompía el corazón.

Mientras me acercaba al cementerio, andando, las campanas tocaban. En las aldeas va mucha gente a los entierros, y aunque también se oyen conversaciones que no vienen a cuento (ninguna viene a cuento en ese momento), en general se comportan más respetuosamente con la familia. Más, cuanto más lejos de la ciudad está, cuanto más aldea es (quién sabe, a lo mejor es sólo porque suelen hablar menos).

Durante la misa estuve en la puerta de la capilla, y había muchísimas flores. Hace dos años, en otro entierro en otra aldea, también a la puerta de una iglesia vi cómo un ramo iba resbalando poco a poco por la pared de piedra hasta quedar tendido en la hierba. Y me di cuenta de que, de esas mismas flores, tenía mi mujer ese mismo día un ramo en su habitación del hospital, donde acababa de dar a luz.

Y pensé en lo bien que se adaptan las flores a las alegrías y a las penas, y pensé en qué puta mierda y qué maravilla es la vida.

[Ojalá estés bien.]

8.6.05

Bienvenido a la tecnología, señor. ¿Qué quiere usted?, ¿escribir, señor?

Esto de los blogs es algo todavía muy nuevo para mí. En realidad, Internet es todavía muy nuevo para mí, y aunque lo entiendo no lo asimilo. Llevo un montón sin escribir nada, y ha sido porque me he pasado muchos días leyendo lo que hacían otros; y no sé qué pensar, todo esto me produce una mezcla de sensaciones que me desconcierta.

Por un lado, desconozco Internet casi por completo (tanto que aún la escribo con mayúsculas). Me refiero a sus posibilidades más allá del correo electrónico o buscar una información: a la cantidad de cosas que hay, a la infinidad de utilidades que se le pueden dar, a la variedad inmensa de temas, tendencias, actitudes hacia ella y hacia todo que uno descubre, gustos... en fin: mundos que puedes encontrar en ella, aunque suene muy tópico.

Por otro, está todo este "fenómeno" de los blogs. ¿Cuántos habrá?, ¿millones, ya? Me parece increíble. Y me resulta curioso cómo los blogueiros parecen ir formando sus grupos, sus entornos, y los utilizan para mantener relaciones (a veces en apariencia muy estrechas) con unos cuantos asiduos. Supongo que lo abrumador de las posibilidades hace inevitables estos pequeños círculos, pues la mayoría tenderá a ir acotando -al menos temporalmente- su pequeña y abarcable parcela de interés.

Y dentro de los blogs, me paro mucho más (por haber empezado yo el mío por esas mismas razones, claro) en los que, en mi opinión, casi siempre obedecen a un deseo, o ilusión, o vocación, de escribir (y quizá, en algunos casos como el mío, a una frustración anticipada). Teniendo en cuenta los que yo he podido visitar en apenas una semana, supongo que sólo en España habrá miles de este tipo.

Sobre este último tipo, el de los aspirantes a escritor (entre los cuales me incluyo, que conste, y además con los adjetivos añadidos de "patético" y "eterno"), hay varias cosas que me llaman la atención:

- Muchos de los que los escriben parecen escribir sólo para colegas de blog.

Para mí, que hasta ahora pensaba que sólo me leerían mis amigos (lo que probablemente volverá a ser cierto una vez publique este post), esto es algo nuevo. Se crea así una especie de club de lectura en la red. Y esos clubes, que yo en principio vería como algo positivo, a veces me parecen demasiado autocomplacientes: a todo el mundo le encanta todo lo que hacen los demás, todos se piropean mucho y se juzgan brillantes.

- Cualquiera puede escribir, tan fácilmente como si lo hiciera en un cuaderno en casa; pero... aquí se lo publican. Aquí no hay filtros, todo vale. Te leerán o no, pero tú escribes y lo que escribes ya está disponible para el mundo entero. ¿Se dan cuenta de lo que significa eso?

- Eso significa, entre otras cosas, que hay una enorme mayoría que no son buenos en absoluto. Algunos incluso son muy malos, creo yo.
En general, cuanto más tienden a indagar en la verdadera naturaleza del alma, a diseccionar los entresijos de la amistad y el amor, y a explorar los sentimientos más nobles del Hombre, peores y más almibarados son (¿por qué?, pues porque para escribir de esas cosas hay que escribir muy bien). Y si todo eso lo intentan hacer en poesía, ya es la leche.


- Y hay, por fin, algunos blogs "de escritura" que a mí me parecen buenos. Creo que en ellos se ve cierto talento; es decir: inteligencia, sensibilidad, sentido del humor, facilidad para la reflexión, para el análisis, carácter observador, etc., etc... y capacidad para expresar todo eso bien (esto último es imprescindible para escribir, me temo; es duro pero es así, lo otro no llega).
Como digo, hay varios que me parecen buenos de verdad (y es en ellos en los que comento, ¿eh?; ¡no dejo comentarios en los del apartado anterior, aviso!), pero es que ha habido uno o dos -o como mucho tres- que me han dejado asombrado, y creo, por lo poco que les he leído, que valen.
¡Sí, sí, que valen: que sus autores podrían escribir, escribir de verdad!



En fin, que todo esto es muy raro; pero creo que estoy viendo muchas cosas nuevas, e incluso pseudo-conociendo a gente que vale la pena, y por ahora me quedo.

No sé si lo que he dicho, en el hipotético caso de que le interese a alguien, puede haber herido alguna susceptibilidad. Por si acaso, quiero dejar claro que se trata sólo de mi opinión subjetiva y parcial, que no intento establecer un canon virtual; que sé que hay gente que no escribe por las razones que yo he puesto aquí, sino que consideran que esto ya es escribir y disfrutan de ello; y que considero mi blog, dentro de los "de escritura", malo.


Bastante malo, además; lo cual, como comprenderán, me jode.