30.6.06

(In)constancia.

La constancia es la virtud por la cual todas las otras virtudes dan fruto.

Arturo Graf
Yo cambiaría, en esta frase, virtud por capacidad. Me parecería así más clara, pues la entiendo referida a resultados materiales y no a otro tipo de frutos.
Y entonces podría decirles que es mi insalvable inconstancia la razón por la que mis ya de por sí escasas y bastante discutibles capacidades jamás han dado fruto alguno, ni probablemente vayan a darlo nunca.

27.6.06

La compleja vuelta a la tortilla.

No tengo ni idea de qué dice la Psicología al respecto, si es que dice algo, pero tres de cada cuatro acusaciones de complejo de superioridad que oigo (muchas de las cuales no van dirigidas contra mí, no crean) no son, en mi opinión, más que el resultado de otros tantos complejos de inferioridad. De los acusadores, claro.

24.6.06

Dientes.

[A Miranda, con cariño]

Utilizo pasta de dientes Lacer, que es la que se ha usado toda la vida en casa de mis padres. Pongo una poca (no cubro ni la mitad de la superficie) sobre el cepillo seco; por supuesto, y a pesar de Rayuela, mataría sin dudarlo al que apretase el tubo por arriba en lugar por el extremo.

Empiezo por los molares, primero por la cara exterior de todos y después por la interior. Aunque puede variar, el orden suele ser superior-derecha, superior-izquierda , inferior-izquierda, inferior-derecha, y a continuación, ya por dentro, el contrario, desandando lo andado. Una vez cepilladas esas ocho partes, paso a la superficie de contacto (?) de las muelas, que cepillo de atrás a delante, y en el mismo sentido contrario a las agujas del reloj. Luego, los caninos y los incisivos; como antes, primero la superficie interior (arriba, abajo) y después la exterior (abajo, arriba).

Siempre acabo cepillando la parte de fuera de los incisivos superiores y, al final, y después de mojar el cepillo por primera vez, la lengua.
Después me enjuago la boca cogiendo el agua con la mano y con cuidado de no salpicar (no soporto que al vaciar el agua de la boca se acabe escupiendo; el agua sólo hay que dejarla salir).

Para terminar, lavo el cepillo debajo del grifo para que no queden restos de pasta (si es transparente, lo miro por debajo para comprobarlo). Me seco con la toalla, seco el cepillo y lo coloco en su sitio.

[Puedes estar tranquila, M., todo va bien. Todavía no soy padre de nuevo, pero esta semana ya toca, en teoría.]

15.6.06

NO-DO

"LA GOLEADA DE LA SELECCIÓN MULTIPLICA LAS EXPRESIONES DE PATRIOTISMO EN TODA ESPAÑA"

Diario El Mundo; titular de portada del 15.06.06

12.6.06

¿Qué hago yo en una A. VV.?

Heme aquí, inmerso por primera vez en mi vida en el movimiento vecinal. Desde hace tres semanas (y el blog lo está notando) soy secretario de la asociación de vecinos de mi barrio; de mi antiguo, ruinoso, avejentado y marinero barrio, al que llegué recién casado hace menos de cinco años, y en el que nació nuestra hija y nacerá en breve nuestro hijo.

Mi barrio es el del puerto de mi ciudad, y, después de una época de empobrecimiento en la que, muy olvidados ya los buenos tiempos, acogió prostitución y droga con los brazos abiertos, vive otra de crisis caracterizada por el despoblamiento, el envejecimiento del vecindario que queda, y el deterioro físico de los edificios. Y esto es así a pesar de que, por ubicación, por el tipo de viviendas y la forma de sus calles, reúne las condiciones para ser la mejor zona residencial y de ocio, la de mayor encanto, de la ciudad.

Pero lo cierto es que si fuese un barrio normal no me interesaría en absoluto y no me habría metido en su asociación de vecinos. En éste, veo tantos problemas y, a la vez, tantas posibilidades, que me parece que merece la pena ayudar a darle el empujón que necesita.

Me lo he tomado con ganas y he empezado con ilusión. Veremos si no salgo escaldado. El grupo que hemos tomado las riendas tiene buena pinta, parecen casi todos gente con interés y dispuestos a trabajar; aunque apenas nos conocemos todavía. Mis únicos miedos son que alguien pretenda politizarnos, haciéndonos partidistas y dependientes (el sino del 90% de las aa. vv., por lo que me dicen), y que alguien esté aquí por figurar, buscando su provecho particular.

Pero bueno, por el momento le doy una oportunidad. Me la doy.

9.6.06

Estudio sentimental.

Cuando la persona que amamos nos abandona, lo difícil no es ser capaz de estar bien sin ella, lo difícil, y lo que sin duda señala el principio de la recuperación, es desearlo.

5.6.06

¿Eres tú, Cleo?

Esta mañana, el programa Música y más de Radio Clásica (uno de los más sólidos cimientos de mi torre de marfil, sobre todo algunos días) llevaba por título La reina Cleopatra, y todas las obras emitidas tenían que ver con ella.
Creo que ha sido al presentar la obra de Barber, Antonio y Cleopatra, cuando el locutor ha comentado que Marco Antonio se suicidó al creer, engañado, que su regia amante había muerto.

Y es asombroso pensar que lo que para el romano fue un obstáculo insalvable que lo arrojó, desesperado, a su trágico final, hasta el más humilde de nosotros, unos de los que en la Roma imperial habría acudido al desfile en honor del general victorioso y, entre la muchedumbre, inclinado sobrecogido la cabeza a su paso, tendría hoy en su mano mil modos de solucionarlo.

Como mucho, pasaría unos instantes de incertidumbre si en ese momento ella estuviese fuera de cobertura.

2.6.06

Mi primera vez.

Ayer mi hija se acercó a unas niñas algo mayores que ella que jugaban juntas en un banco. La más pequeña le llevaría dos años y la mayor seis o siete. No las conocía, pero fue hasta allí, se agarró al respaldo y se quedó con la cabeza apoyada en las manos mirándolas, callada, a apenas medio metro de ellas.
Mi mujer y yo estábamos separados, observando, y oíamos casi todo. Hicieron algún comentario sobre que no sabían quién era, mientras ella seguía quieta. Después otra dijo No dice nada, parece un bebé... vámonos. Y efectivamente se fueron. Ella se quedó todavía un momento con la barbilla sobre los dedos, en el banco, y luego vino andando hacia donde estábamos.

Su cara era de absoluta tranquilidad. Aparentemente, aquello no había tenido la menor importancia para ella.

En un segundo, me vi a mí mismo corriendo hasta la cabina más cercana, ponerme con mi súpervelocidad mi traje de Portorosaman, acercarme de una zancada a las niñas, agarrar a la cabecilla y, de una súperpatada en el culo, mandarla volando por los aires.

He tardado tres años. Quien esté seguro de no llevar un asesino dentro, que tenga un hijo.