24.4.13

Carlos me coñea

- Papi, yo no quiero irme de esta casa.
- ¿Por qué?
- Porque tengo mucho recuerdos. Es verdad que todos malos, pero recuerdos al fin y al cabo.

8.4.13

Detrás de los cristales

Sigue lloviendo.

Yo soy el pesado que repite que a él no le importa la lluvia. O que, molestar, le puede molestar algo para el día a día, pero anímicamente le es indiferente. Es más, tengo la impresión de que incluso me sienta bien. Tal vez si hiciese un recuento descubriría que estoy en un error, pero juraría que la forma de desánimo más habitual en mí, consistente en el vacío de todo esto, para qué, suele atacarme con el buen tiempo, con el sol. La lluvia, en cambio, es como si me atara a la tierra, me exigiera una atención que me hiciese más físico, más animal, menos abstracto, menos mental.

El caso es que llueve y el cielo, con varias capas de gris superpuestas, promete cualquier cosa menos que escampe.

La vida sigue, también. Con algunas tristezas íntimas, con un fondo de preocupación general, social, que a pesar de no querer mirar mucho (mal hecho) sé justificado, pero también con alguna nueva ilusión y, sobre todo, con las alegrías cotidianas que no deberíamos nunca dejar de apreciar, porque, como a estas alturas ya sabemos, son ellas las que dan sentido a la vida.