84, Charing Cross Road
Hoy he estado toda la tarde solo. Y he hecho algo completamente excepcional para mí: he leído un libro y a continuación he visto la película basada en él. A las cuatro he empezado a leer 84, Charing Cross Road, y a las siete he terminado de ver la película.
Me pareció que sería interesante hacerlo así. Y me equivoqué, se lo aseguro.
Estoy convencido de que la película, en circunstancias normales (es decir, no habiendo leído el libro, o habiéndolo leído mucho antes), me habría gustado mucho. Sin embargo, tal como la he visto, me ha resultado pesadísima (¿y de qué se extraña éste?, dirán ustedes, con razón).
No obstante, hay un aspecto de esta historia que me ha parecido que la película mostraba mejor que el libro: la pasión de la protagonista por cierta idea de Inglaterra y lo inglés, que admira e incluso mitifica y que no conoce de primera mano (exceptuando la literatura, por supuesto, que quizá sea mucho exceptuar) más que casi al final de su vida.
Y precisamente ése es un sentimiento (aunque no tan exagerado como en su caso) que yo creo compartir: más allá de razones lógicas, e incluso en ocasiones en contra de ellas, he sentido, caminando por Londres o por uno de sus pueblos, entrando en cualquier pub inglés, visitando algunos museos, viendo a cierto tipo de personas paseando por sus calles, o cogiendo un taxi, cómo su historia, su arte, su cultura, su (por descontado) literatura y su arrogante, difícilmente comparable y a menudo insoportable personalidad me abrumaban y, a pesar de todo, me maravillaban.
Cambiando de tema: es curioso cómo, por los diferentes papeles que les vemos interpretar, nos hacemos una idea de la personalidad y el carácter de los actores. Yo, por ejemplo, no puedo evitar pensar que Anthony Hopkins es un hombre con una gran personalidad y bastante culto (no pienso que sea caníbal, en cambio), a pesar de que no sé absolutamente nada de su vida privada. Película tras película, y tal vez porque me ha coincidido verlo siempre dando vida a personajes bastante peculiares, me lo imagino inteligente, reflexivo y, a causa de sus gestos y su personalísima y como robotizada forma de moverse, con un punto de locura algo inquietante.
Otro cosa: tengo la impresión de que, a pesar de que habitualmente tendemos a exteriorizar de un modo más llamativo nuestros sentimientos, solemos ser menos discretos y vivimos más en la calle (todo esto, generalizando mucho), los latinos somos más pudorosos, a la hora de comer, que los norte y centroeuropeos, y bastante más que los anglosajones.
¿No les parece que, mientras que nosotros (al menos hasta ahora) consideramos las comidas momentos bastante íntimos y las tratamos de separar de otras actividades, ellos hacen del comer algo más público y aceptable en casi cualquier situación?
Me podrán decir que se trata de algo impuesto por los horarios, ¿pero no será justamente lo contrario, que nuestros respectivos horarios son los que son entre otras cosas por ese motivo?
Es domingo por la tarde, ya casi de noche, y ha hecho un viento terrible todo el día. Sabrán ustedes perdonarme.
buenas porto, encantada de leerte. Creo que te has pegado un atracón de libropeli que te puede provocar malestar esta noche. Toma algo. Yo si le recuerdo como un canibal. como un intelectual e interesante canibal. Y con respecto a las comidas creo que los latinos lo hemos ritalizado en el ambito familiar y sirve para revalorizar ese grupo social. No se, lo mismo me equivoco.
ResponderEliminarBesos, Puerto
quise decir ritualizado. (esto me pasa por no releer)
ResponderEliminarrebesos!
Sr.Portorosa:en primer lugar comentarle que yo también disiento,al igual que Danae,Brian o Vd mismo, de algunas cosas que se dicen en el post que le envié sobre el liberalismo de izquierda,pero he buscado un punto de partida,siempre necesario, que puede ser este o algún otro que se proponga.
ResponderEliminarSobre el tema que vd plantea hoy,creo que "Puerto Blázquez" ha aportado un primer análisis bastante lúcido,la sociología,la economía,incluso la climatología son determinantes a la hora de explicar los usos y las costumbres de alimentación,que acaban conformando cada cultura,la misma estructura en el orden de los platos que comemos nos da una orientación u otra,hasta la religión influye.
Para nuestra economía de consumo,lo que es bueno para el beneficio es bueno para comer,comer y beber con las personas nos dice mucho sobre su comportamiento y forma de ser,nos dice mucho sobre su cultura y sobre ellos mismos,los bebés que carecen de condicionamientos socioculturales no tienen reparos en comer sus papillas,mientras que para nosotros que estamos condicionados de mil maneras esa papilla y otras muchas cosas más son incomestibles con sólo olerlas, debido a toda una carga condicionante que llevamos.
La comida judia ancestralmente era rica en ajos y por esa razón el tercer Reich prohibió condimentar con ajos;de comer perros,insectos o vacas en la India o cerdo en el Islam,no hace falta hablar por razones obvias.
Lo de leer la novela y después ver la pelicula,acabando decepcionado, demuestra que a veces no es cierto lo de que una imagen vale más que mil palabras,una novela genera tantas imagenes como personas la leen,incluso al leerla de nuevo genera imagenes nuevas a la imagen de la primera lectura;Sr.Portarosa,uno después de leer algo ya no es el mismo,algo cambia en todos nosotros durante el proceso,ninguno de los que leemos su blog somos los mismos al acabar de leerlo, y eso no deja de ser una alegria, al demostrarnos que estamos vivos intelectualmente.
Un saludo,Bartolomé.
Perdona mi osadía, pero si no hago esta pregunta reviento.
ResponderEliminarSerá por mi obsesión por los números, pero según mis cuentas en 3 horas has leido el libro y además has visto la película ¿es posible hacerlo? (empezaste a leer a las 4 y acabaste la película a las 7).
Si es así me descubro ante tus habilidades.
Un saludo.
Sí, Carmen, pero es que el libro es muy cortito. Y te diré más: por la mañana leí otra novela, de once a una; lo que ocurre es que también era muy corta.
ResponderEliminarDe todos modos, el mérito que supone leer rápido es más que discutible. Esto me recuerda a una frase de Woody Allen, que supongo forma parte de un diálogo de alguna película:
He hecho un cursillo de lectura rápida, y he leído Guerra y paz en veinte minutos: va de Rusia.
¿No es genial?
Puerto, Bartolomé, gracias por vuestra opinión. Desde luego, no pretendía hacer un comentario serio ni profundo sobre los hábitos alimenticios; pero siempre me ha llamado la atención (en la película, ayer, también) ver cómo comen en la calle, mientras trabajan, y, sobre todo, delante de cualquiera (a mí es que, quizá por alguna inseguridad patológica, me resulta un poco incómodo comer frente a frente con alguien con quien no tengo demasiada confianza).
Abrazos.
El ensayito de Freelance sobre liberalismos (es ese del que habláis, ¿no?) va camino de convertirse en el texto más comentado antes de reproducirse.
ResponderEliminarA mí tampoco me convencen sus argumentos, les encuentro más de sofística predeterminación que de honesta búsqueda.
Pues, querido Portorosa, yo discrepo de javazquez, porque no me quedo ni con la película ni con el libro, sino con la excelente versión teatral que ha adaptado y dirigido Isabel Coixet, que saca todo el partido posible (y creo que todavía va más allá) al texto. Los actores, Carme Elías y Josep Minguell, sencillamente excepcionales. Mercedes Sampietro pone la voz en off de Maxine. Están de gira, creo. Si tienes la oprtunidad de completar el "triángulo", puede que obtengas una experiencia muy gratificante. Y para nada me pareció aburrida, sino mágica, absorbente.
ResponderEliminarY, ya que hablamos de Coixet, me imagino que habrás visto su "Vida secreta de las palabras".
El tema de la comida no me parece baladí. No tiene que ver con el ámbito familiar, los alemanes del sureste son muy hogareños, viven en grandes casas de madera que los padres comparten varios años con sus hijos ya casados... esas cosas. Pero no les da apuro comer en la calle, lo hacen a menudo.
ResponderEliminarEs importante darse cuenta de que no hace tanto era algo vergonzoso que se viera qué comía uno en casa, arrastramos tics demasiado antiguos. De pequeño conocí a alguien que ponía a hervir ollas de agua para que pareciera que cocinaba más comida de la que realmente comía.
Sobre la combinación libro-película, no siempre funciona mal, a veces enriquece ambas. Eyes Wide Shut, One flew over the Coocoo's nest, Devil in the Flesh, Swimming Pool... no se, se me ocurren ejemplos un poco intrascendentes, pero a ver quién se traga Doctor Zhivago y se ve la película entera en una tarde!!
La verdad es que la obra teatral va a venir, dentro de unos meses, a mi ciudad. Para entonces supongo que, gracias a mi proverbial capacidad para olvidar todo cuanto leo, se me habrá pasado el atracón de Charing Cross (por cierto, yo recuerdo entrar en los sótanos de librerías de esa calle y ver, sobre la puerta, carteles que anunciaban: 1 L. (¿y el símbolo de la libra?), 2 L., etc.; era el precio de cualquier libro del cuarto, y una verdadera tentación, claro), y espero ir a verla.
ResponderEliminarPara mí el caso más claro de combinación película-libro (en ese orden) con éxito fue, en su momento, hace ya ¿casi veinte años?, El nombre de la Rosa..., perdón, de la rosa. La película me había gustado, y contribuyó a que cogiese la novela con más ganas.
Volviendo al profundo estudio antropológico sobre hábitos alimenticios que he llevado a cabo en mi texto, lo cierto es que, aunque me choque, tiendo a pensar que esa falta de complejos y de pudor a la hora de comer es un síntoma de sinceridad, de normalidad, de salud socio-mental (¡!).
Y me callo ya.
Yo he visto la obra de teatro hace poco y me gustó mucho. Me quedé con ganas de leer el libro, de comprobar como plasma el libro esa pasión por la literatura y por lo british. Y sobre todo reírme otra vez con los topicazos flema inglesa. No sabía que existía también una película, pero me puedo imaginar perfectamente a Anthony Hopkins en el papel.
ResponderEliminarTu anterior post me ha encantado. Me uno a tus deseos, OJALÁ.
Un beso.
Hola, María, ¡qué alegría verte aquí de nuevo!
ResponderEliminarLo primero, que me encanta que te haya encantado mi anterior post; esas coincidencias con algunos de vosotros me llenan de ánimo y (cada uno tiene sus referencias) me tranquilizan. Y ya sabes que, muy a tu pesar, te considero inteligente y sensata.
En cuanto a la película, Anthony Hopkins es perfecto en el papel; parece escrito para él. El libro me lo dejaron, me temo...
Un beso.
Un cordial saludo.
ResponderEliminarSi hay un hecho que me llama poderosamente la atención y que seguramente os habreis fijado, es que desde la llegada de otros ciudadanos de todos lo lugares del globo y en especial de suramérica, en las calles se vuelve a escuchar los gritos y risas de los niños jugando.
https://globalproject.info/IMG/mov/una_mirada_a_Dani.mov
El video se ve via streaming y no tengais miedo a la hora de ir aceptando los avisos que iran apareciendo, es necesario un reproductor quick time.
Este video pertenece a un proyecto comunicativo maravilloso nacido en lavapies, su primera web se cerró y han vuelto con otro proyecto que emiten en directo semalmente.
http://www.telefonica.net/web2/foto-rebelion/index.html
Tampoco os perdais un proyecto social de comunicación Valenciano que va a dar mucho que hablar.
http://www.pluralia.tv/
Más a mi pesar que aún encima lo hagas públicamente. Tal vez sólo me consideras sensata porque la mayoría de las veces (todas??) estamos de acuerdo. Supongo que todo el mundo se considera sensato a sí mismo y a los que piensan y actúan como él. A mí tú también me pareces un ejemplo de sensatez y de sentido común.
ResponderEliminarPor el libro no te preocupes, prefiero comprarlos a que me los dejen. Me gusta tenerlos en propiedad aunque no suelo releerlos (una manía como otra cualquiera).
Un abrazo señor Portorosa.
Yo también comenté en un post (hace aprox. un mes) este libro pero a propósito de su puesta en escena por la genial Isabel Coixet. Para mi desgracia, esta semana la obra ha estado en mi ciudad pero me he quedado sin verla pues ya en el mes de enero las entradas estaban agotadas. No sé si pasan por tu ciudad pero si puedes no dudes en ir a verla, tengo una amiga que ha ido y ha salido fascinada.
ResponderEliminarHe conseguido la película, espero verla en breve y comentaré. Un saludo.
Hola Portorosa, leí el libro hace un año más ó menos y me quedé muy decepcionada. Me pareció una historia de amor tan sutil, tan poco explicada, que no transmite nada de amor. Será que no sé leer entre líneas pero lo cierto es que no me pareció ni para tanto ni para nada. Así de rotunda.
ResponderEliminarY enhorabuena por tu análisis del anterior post. Desde el norte grito contigo: OJALÁ!!
Un abrazo.
Me he acordado de dos ejemplos:
ResponderEliminarEl padrino. En este caso la película creo que supera con creces la novela de Mario Puzo.
Cinco horas con Mario. La obra teatral con Lola Herrera (yo ví la primera vez que la montaron: era muy jovencita; creo que la volvieron a reponer hace un par de años), y no sabría si quedarme con la novela o la obra de teatro.
Un abrazo
María, lo siento, chica. Pero está bien que mutuamente nos halaguemos; si no nos cuidamos nosotros...
ResponderEliminarMezquetillasvk... ¿? Bienvenido, de todos modos.
Hola, Gwydir. Sí, sí, vendrá, e intentaré ir.
Supernena, bienvenida; sobre todo viniendo desde tan lejos.
Princesa, gracias. Normalmente tengo tantas dudas sobre todo que valoro mucho las opiniones coincidentes con la mía; es cierto que no te conozco tanto como, por ejemplo, a María, pero me alegro de todos modos. Ojalá, ojalá quienes nos gobiernan estén a la altura de las circunstancias.
Carmen, es el libro de Delibes que más me ha ha gustado. Me imagino que la obra puede ser impresionante.
Un abrazo a... todas. ¿Quién decía hace poco que sólo comentaban hombres? ¿Os acordáis de lo que contesté?
Me sumo a la sugerencia. Hoy mismo hablaba con un amigo de ciertos libros que tienen sentido nuevo tras la segunda lectura, y aun tras la tercera. Me acordé de pronto de "Cansancio" de Oliverio Girondo, en el que el último verso puede hacer cambiar todo el poema, tantas veces como uno lo lea. Sí señorita, releamos.
ResponderEliminar(Soberanos?? los detesto)
A pesar de que casi cualquiera que se precie lo aconseja, yo aún no releo (lo cual quiere decir, además de que no releo, que pienso hacerlo algún día).
ResponderEliminar¿Humo y “Soberano”? ¿Pero usted, señorita, con quién se cree que está hablando?, ¿qué tipo de tertulia se cree que está presenciando? Sólo le falta decir que hay serrín y palillos-ya-sabe-cómo tirados por el suelo, y que de vez en cuando alguien cuenta un chiste soez y los demás, sudando y con la camisa desabrochada (dejando ver la camiseta interior de tirantes), se carcajean hasta que una tos compulsiva les hace parar.
Balcius coincide conmigo, parece.
Besos y abrazos.
A mí también me gusta mucho mucho releer, pero venía a decir que, para mí, la mejor versión cinematográfica de una obra literaria que he visto y revisto varias veces en toda mi vida es, sin lugar a dudas, "Dublineses", de John Huston, basada en el relato "Los Muertos" de James Joyce (del libro de cuentos titulado precisamente "Dublineses"). El relato es magnífico, soberbio, pero es que la película, siendo absolutamente fiel al texto, es igualmente maravillosa.
ResponderEliminarPues, para no cambiar de verbos, he de decir que necesitaría releer el relato, pues ese libro lo leí ya hace demasiado; pero que la película, que vi el año pasado, también me encantó, me gustó muchísimo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarHola :)
ResponderEliminarSólo refrendarte en el asunto de la comida, yo no soporto comer con alguien que no es de mi confianza. Aparte, sí, debe ser íntimo el momento de la comida, porque así se come mejor y se vive mejor.
Y no hablo más de comida. Estaba un poco desconectado y he leido ahora "Ojalá". Aparte de felicitarte por la descripción de motivos, hechos y razones, otro apunte, no es sólo [Política] ;)
Saludos Portorosa
Tal vez lo importante en esta historia, como en las historias importantes, sea lo que no se cuenta. Es en esa zona de sombra donde alienta verdaderamente el texto, y a veces es difícil llegar hasta ahí.
ResponderEliminarYa veis que este fin de semana no he venido. Perdonadme.
ResponderEliminarDonna, una cosa es que sea tonto, y otra muy distinta es que aun encima tú me des un megáfono y una tarima para que yo lo repita: “¡Soy tonto, soy tonto...!”. Haz el favor de no reírte de mí.
Con respecto a esas cuentas, no seré yo quien las suscriba, que conste. Yo a veces hablo de política, a la vista está, pero me gusta pensar (pobre de mí) que me planteo el asunto como algo más que repetir tópicos acusatorios y tópicos defensivos; incluso me gusta pensar que cuanto ataco a alguien no defiendo a nadie (lo cual es fácil de decir pero difícil de creer, y probablemente a menudo incluso deshonesto).
Rafa, política es, lo que pasa que política de profundidad y de andar con pies de plomo, y de demostrar verdadera capacidad, y no el vodevil al que nos tienen acostumbrados.
Un abrazo, Donna, Lector, Rafa.