Un plan
[Publicado en el suplemento cultural Táboa Redonda del domingo 17 de marzo de 2019]
Un plan
"EN ESTE LARGO proceso que es
madurar, que no solo parece que va a durar toda mi vida sino que incluso esta
se quedará corta y acabará justo cuando parezca que empiezo a entender algo,
estaría bien ser capaz de saltarse algunos pasos. Pasos de esos que consisten
en aprender por uno mismo lo que no dejamos de ver en los demás. Porque supongo
que una de las manifestaciones de esa madurez es escarmentar en cabeza ajena.
Claro que, por otra parte, igual eso de probar y equivocarse –o acertar, tampoco
nos pongamos catastrofistas- es precisamente vivir.
El caso es que cuando vine a
Madrid venía dispuesto a evitar que el tiempo que voy a estar solo cada semana
–que no es poco- transcurriese sin más. Que la rutina aquí no fuese un mero
rellenar huecos que me hiciera volver a casa con la sensación de no haber hecho
otra cosa que pasar el rato. Quería sacarle partido a la situación. Y para eso
necesitaba un plan, un proyecto, un propósito, y enseguida surgieron dos que ya
estaban ahí: continuar trabajando en el tema en el que me doctoré, con la
intención de aportar algo, de publicar algo que valiese la pena, por una parte,
y tratar de escribir –ficción, se entiende-, por otra. Podríamos añadir una tercera,
leer, pero como es algo que he hecho en cualquier época de mi vida, la
diferencia sería solo cuantitativa y no me parecía un verdadero plan.
Y resulta que, desde que estoy en
la capital, avanzar no he avanzado pero me he acercado un poco a esos dos
mundos. He conocido a expertos que hacen lo que yo querría: trabajan y publican
en revistas técnicas, e incluso sacan algún libro. Y he hablado bastante,
además, con tres amigos que han tenido o tienen relación con el mundillo
literario como autores, editores y libreros. Y la conclusión –se ve venir- es,
en ambos casos, decepcionante: los artículos técnicos son prescindibles en un
90%, y no los leen ni sus familias; y la literatura… ay, la literatura es una
combinación de luces y sombras como pocas. Parafraseando al recordado Juan Luis
Pérez de Arteaga, que lo decía sobre la música: el mundo de la literatura es
maravilloso; el mundillo, vomitivo.
Con lo que vuelvo al punto de
partida y me pregunto: ¿no sería una señal de madurez darme por enterado de
todo eso y, directamente, olvidarme de una y otra cosa? ¿Lo sabio no sería
anticipar la previsible decepción que habría tras esas metas y buscar otras?
¿No debería asumir que cualquier logro –si lo hubiere- tiene toda la pinta de
acabar siéndolo únicamente de fachada? Y así estoy, pensando si el verdadero
plan para este tiempo, el único que no fallaría, no será, después de todo,
leer."
* * *
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