Puertas
[Publicado en el suplemento cultural Táboa Redonda del domingo 16.12.18]
Puertas
"Cuando
abrimos una puerta con la intención de cruzarla, deberíamos saber al menos dos
cosas: a dónde lleva y si queremos entrar ahí. Lo primero no siempre es fácil,
no depende solo de nosotros, pueden faltarnos datos y a veces no vemos bien.
Sin embargo, es lo segundo lo que no solemos hacer. Tener claro si es ahí donde
realmente queremos ir.
Este
puente vinieron Marta y los niños a Madrid, y pasamos aquí cuatro días enteros caminando,
mirando edificios, viendo gente, comprando poco y comiendo mucho, rico e
insano. Estuvimos con amigos e incluso tuvimos un hueco para la cultura y
fuimos al Museo de Ciencias Naturales, desde el que se oían los cánticos de
cientos de hinchas argentinos y donde tienen un calamar gigante más pequeño,
según Carlos, que el de la Sociedade Galega de Historia Natural de Ferrol. Y
volvimos a Santorcaz, el pueblo donde viví cuando era como ellos. Les enseñé
todo, de nuevo emocionado por regresar y por cerrar una especie de círculo al estar
allí con mis hijos. Un círculo bonito, reconfortante.
Yo en
Santorcaz tuve sobre todo un amigo, el más listo del colegio, Víctor, del que
no había vuelto a saber nada. Y cuando nos íbamos después de pasear por las
callejuelas desiertas, ya de noche, me animaron a entrar en el bar de la plaza.
Cualquiera que me encontrara de mi edad habría estudiado conmigo en el único
colegio. Y sí, detrás de la barra estaba Susana, un año menor que yo y ex compañera
de aula. Fue una escena de película, con abrazo de película. Y no solo sirvió
para recordar a muchos, sino que espero poder ver a Víctor, que ahora sé que
pudo estudiar. Abrir la puerta de ese bar fue estupendo.
Por otra
parte, ya estoy comprobando por mí mismo cuántas puertas hay aquí. Cuántas más
que ahí. Pero al acercarme me doy cuenta de que me da algo de miedo empujar
algunas: no sé bien a dónde conducen y, cuando lo imagino, no sé si de verdad
quiero entrar. No se trata de nada reprochable, no me refiero a eso. Es una
cuestión relacionada con los propios deseos y la necesidad de aclararlos. Con
la necesidad de recordarse a uno mismo dónde quería llegar y asegurarse de no
estar desviándose. De lo contrario, hay un riesgo de confundir la meta, de
hacer del fin un medio para no se sabe qué, o del medio un logro un poco
estúpido; un riesgo de olvidar qué se buscaba, qué motivó todo, por qué se
hicieron las cosas.
Por eso
es importante detenerse, mirar atrás y adelante y preguntarnos si estamos
seguros de no estar equivocándonos de camino. Si estamos seguros de que las
puertas que nos afanamos por abrir llevan a donde queremos estar."
* * *
Hola!!
ResponderEliminarHe encontrado tu blog por casualidad pero me quedo por convicción.
Me gusta como escribes.
Yo también he vivido lo de ir con mi hijo a mi tierra y enseñarle lo que hacía, por dónde paseaba y se hace raro, pero está muy bien.
Lo de reencontrarse con gente del pasado también está bien, solo a veces, pero creo que es lo que hace falta para darte cuenta donde estás ahora, a mi me gusta.
Cojo sitio en tu blog, para ir comentando lo que se te ocurra :-P
Te dejo un enlace al mío por si te apetece pasar (claro que no es obligatorio ehh), pero si lo haces, coge sitio en mi rinconcito que lo de desbarrar y quejarme se me da de muerte jajaja.
Un saludo.
https://similocuramedeja.blogspot.com/
Gracias, Zhura, y bienvenido/a.
ResponderEliminarEl blog tuvo mucha vida hace años, pero ahora es solo el soporte donde dejar los artículos que “aireo” en Fb. Así que ya ni suele haber comentarios (¡con lo que llegaron a ser!). Pero muchas gracias por tus palabras.
Un abrazo.