16.12.18

Polares

[Publicado en el suplemento cultural Táboa Redonda del domingo 09.12.18]


Polares



"En todo conflicto -bélico, familiar o deportivo- se da siempre una polarización de posturas que, entre muchas otras cosas -ninguna buena-, dificulta la adopción de cualquier solución dialogada y aceptable. La irrupción de la visceralidad –surgida del dolor y el miedo y del odio que estos generan- expulsa progresivamente a la razón y veta cualquier actitud que no muestre adhesión total. Si tu ex es un indeseable, los tuyos cierran filas y es un indeseable para todos y en todo, y pobre del que diga que tampoco era para tanto. Cualquier intento de matizar un juicio es rechazado y además resulta sospechoso.


Esto, como es lógico, hace de la polarización un síntoma muy fiable de que hay un conflicto o se está gestando. La radicalización de posturas, la poca simpatía hacia las opiniones tibias, es una señal preocupante que presagia un problema mayor. Y no solo eso: hay algo peor. Porque, en un ejemplo de círculo vicioso, sucede también que la polarización, aun la provocada, contribuye por sí misma a generar conflicto. Se caldea el ambiente. Es la violencia cultural de Johan Galtung echando leña a la hoguera de la violencia a secas.


Nosotros vivimos en una democracia. Con sus carencias y su largo camino por recorrer, pero envidiable para el 90% de la población mundial. Y la democracia se fundamenta en la asunción tácita de que nadie está en posesión de la verdad; asunción sin la cual no tendría sentido, pues ¿por qué preguntar a los demás qué piensan si estoy seguro de tener razón? Como mucho, seguiré las normas hasta ganar, pero en cuanto el poder sea mío se acabó el juego, porque ¡es que tengo razón!


No sé si lo pillan: eso no puede ser. No puede ser ese final ni puede ser aquel principio. No puede hacerse democracia demonizando al otro. Oh, claro que hay ideas execrables y que tenemos líneas rojas que consideramos inamovibles; pero esas líneas no pueden coincidir con mi propia silueta. Debemos, siempre, dejar espacio: a la discrepancia, a otros puntos de vista y a otras conclusiones. Entre otras cosas, porque es en esa tierra de nadie donde nos vamos a tener que encontrar, y porque en realidad hijos de puta hay pocos. Lo que hay son personas que han llegado a donde han podido, con la mejor intención y los pocos medios que tenían; y ni siquiera le llaman, a ese lugar, ideología.


Y cada vez que exhortamos a no transigir en nada, cada vez que descartamos por completo a quien discrepa, cada vez que descalificamos al que no aplaude nuestro discurso entero, estamos cambiando democracia por demagogia, diálogo por bronca. Estamos buscando pelea. Y adivinen quiénes ganan las peleas, los buenos o los matones."

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