Polares
[Publicado en el suplemento cultural Táboa Redonda del domingo 09.12.18]
Polares
"En todo
conflicto -bélico, familiar o deportivo- se da siempre una polarización de
posturas que, entre muchas otras cosas -ninguna buena-, dificulta la adopción
de cualquier solución dialogada y aceptable. La irrupción de la visceralidad
–surgida del dolor y el miedo y del odio que estos generan- expulsa
progresivamente a la razón y veta cualquier actitud que no muestre adhesión
total. Si tu ex es un indeseable, los tuyos cierran filas y es un indeseable
para todos y en todo, y pobre del que diga que tampoco era para tanto.
Cualquier intento de matizar un juicio es rechazado y además resulta
sospechoso.
Esto, como
es lógico, hace de la polarización un síntoma muy fiable de que hay un
conflicto o se está gestando. La radicalización de posturas, la poca simpatía
hacia las opiniones tibias, es una señal preocupante que presagia un problema
mayor. Y no solo eso: hay algo peor. Porque, en un ejemplo de círculo vicioso,
sucede también que la polarización, aun la provocada, contribuye por sí misma a
generar conflicto. Se caldea el ambiente. Es la violencia cultural de Johan
Galtung echando leña a la hoguera de la violencia a secas.
Nosotros
vivimos en una democracia. Con sus carencias y su largo camino por recorrer,
pero envidiable para el 90% de la población mundial. Y la democracia se
fundamenta en la asunción tácita de que nadie está en posesión de la verdad;
asunción sin la cual no tendría sentido, pues ¿por qué preguntar a los demás qué
piensan si estoy seguro de tener razón? Como mucho, seguiré las normas hasta
ganar, pero en cuanto el poder sea mío se acabó el juego, porque ¡es que tengo
razón!
No sé si lo
pillan: eso no puede ser. No puede ser ese final ni puede ser aquel principio.
No puede hacerse democracia demonizando al otro. Oh, claro que hay ideas execrables
y que tenemos líneas rojas que consideramos inamovibles; pero esas líneas no
pueden coincidir con mi propia silueta. Debemos, siempre, dejar espacio: a la
discrepancia, a otros puntos de vista y a otras conclusiones. Entre otras
cosas, porque es en esa tierra de nadie donde nos vamos a tener que encontrar,
y porque en realidad hijos de puta hay pocos. Lo que hay son personas que han
llegado a donde han podido, con la mejor intención y los pocos medios que
tenían; y ni siquiera le llaman, a ese lugar, ideología.
Y cada vez
que exhortamos a no transigir en nada, cada vez que descartamos por completo a
quien discrepa, cada vez que descalificamos al que no aplaude nuestro discurso
entero, estamos cambiando democracia por demagogia, diálogo por bronca. Estamos
buscando pelea. Y adivinen quiénes ganan las peleas, los buenos o los matones."
* * *
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