Tras las elecciones gallegas
Yo no sé bien qué conclusiones sacar de los resultados de ayer. Se me va la mano a escribir que es que los gallegos somos tontos y ni nos enteramos de nada ni nos importa; pero supongo que hay que decir algo más.
Veamos la lectura común de primera hora:
Mayoría aun mayor del PP = gran éxito (del partido, de Feijoo, de Rajoy, de la austeridad, etc.).
Debacle del PSOE y del BNG = eso, debacle.
Aparición arrolladora (dentro de un orden) del partido de Beiras = gran éxito para ellos = flaco consuelo
Pero si en lugar de fijarnos en los escaños, y aun sabiendo que son la única cera que arde, miramos el número de votos y los respectivos porcentajes, hay cosas en las que vale la pena detenerse.
Votantes en 2009: 1.706.198. Votantes ayer: 1.467.657.
O sea, han votado 238.541 personas menos, hasta un total de 832.678 abstenciones.
De esas 238.541, 156.039 han salido del PSOE + BNG y 135.493 del PP.
Luego:
Han dejado de votar al PP 135.493 gallegos, algo inaudito, en realidad un verdadero desastre que solo puede ser visto como buen resultado en clave electoral, pero nunca como un refrendo a su política. Este dato, aunque en la práctica no se traduce en nada, matiza bastante los resultados; al menos uno ve que no todo ha dado igual, que, aunque insuficiente, ha habido cierta reacción.
La oposición lo ha hecho tan mal, ha resultado tan poco creíble, ha presentado a candidatos tan malos y ha sido tan incapaz de ilusionar a nadie con la idea de una alternativa, que ha perdido solita. Si hubiesen mantenido sus votos habrían alcanzado, más o menos, un 54,8% del total, por un 45,12 del PP. Es decir, habrían logrado, por muy repartidos que estuviesen sus apoyos, la mayoría, imagino que absoluta.
Si sumamos las abstenciones, los votos en blanco, los nulos (suponiendo que casi todos lo son a propósito, lo cual quizá sea mucho suponer) y los del partido Escanos en branco, tenemos 925.677 personas que no quieren votar o no quieren votar por ningún partido. Muchísimos más que los votantes de cualquier color. Así que sí, cualquier consuelo es flaco.
Con respecto a AGE, no espero demasiado de ellos. Me conformaría con que sirvieran de patada en el culo a los demás, que les hiciesen espabilar (que buena falta les hace), que abriesen las ventanas e hiciesen correr el aire. A ver si es verdad y no se queda en un canto del cisne ególatra de su por otra parte sin duda brillante líder (un político que en una entrevista cita una carta de Mozart a su padre, y en la comparecencia tras los resultados habla de los espartanos en las Termópilas, ya mola un poco).
Bueno, pues eso, que no sé qué conclusiones sacar de todo esto. O qué conclusiones nuevas, al menos.
Creo que no hay alternativa a lo que tenemos (a tooodo lo que tenemos) sin que la política institucional se gire por completo hacia la sociedad. Y eso no sucederá mientras no nos convirtamos en ciudadanos mayores de edad. Algo que no nos van a poner fácil.