23.12.15

Táboa Redonda: otra vez la niñez

[Recupero este post, borrado por error, gracias a Manolo; que además me ha dado también una copia de los comentarios que había en el original, y que vuelvo a escribir.

Muchísimas gracias, Manolo.]


Hace años ya conté aquí parte de esta historia; la parte triste. Hoy soy algo menos duro y añado la otra mitad, la contrapartida amable.

Pero he estado triste casi todo el día, con una tristeza desasosegada, casi ansiedad. No soy capaz de ver de dónde viene, y menos aun cómo sacármela de encima, pero sé que tiene que ver con la insatisfacción, con una insatisfacción desdibujada pero innegable. Y esta, con buscar fuera -en los demás, podría decir- lo que debería ser algo más íntimo, algo mío, algo más callado.

Este artículo quizá sea un buen ejemplo de eso, de intento mal encaminado.





A galiña azul



Debíamos de tener ocho y seis años, o poco más. Yo creo que era la primera vez que mi hermano y yo íbamos solos a algún sitio: una sesión de cine infantil un sábado por la tarde, en el entonces instituto masculino, a solo unas manzanas de casa. No sé si daban una de los hermanos Marx o del Gordo y el Flaco. 

Después de la película sortearon varios libros. Primero me tocó uno a mí que me encantó, creo que un ‘Asterix’. Después dijeron el número de Pablo. A él, que era muy tímido, le costó salir, pero al final se levantó y fue hasta el estrado del fondo a recogerlo; y me acuerdo de cómo volvió con aquella sonrisa suya entre vergonzosa y pilla, que ahora veo a veces en mi hijo. Fue al sentarse cuando lo miró y no pudo evitar mostrar cierta decepción: era un cuento pequeño casi todo letra, y los pocos dibujos que tenía parecían hechos por un niño pequeño. Yo lo cogí y lo hojeé. “¡A galiña azul!”, exclamé con fingido entusiasmo. 

Al llegar a casa mi padre nos dijo quién era Carlos Casares y nos enseñó todos los libros suyos que teníamos. ‘A galiña azul’ (Galaxia) tardamos en leerlo, pero aún lo conservamos; hace poco lo vi. 

Hubo otra tarde aquellos años, una rara tarde de calle, en que yo había quedado con un niño de mi clase. Mientras esperábamos, mi hermano y yo íbamos a jugar al lobo; estábamos contando para ver quién pandaba cuando llegó mi compañero. Traía un balón y se dio por hecho que tocaba fútbol, que aun encima nunca me ha gustado. Pablo esperó unos segundos y luego se acercó, me tocó en el brazo y me preguntó en voz baja si ya no jugábamos. Le contesté que no podía. Creo, o quiero creer, que ya entonces lo lamenté, pero no puedo asegurar que no le dirigiese una sonrisa medio avergonzada al otro niño. Al cabo de un rato Pablo subió a casa sin decir nada. 

De toda mi infancia, no hay un recuerdo que me entristezca más que ese; que la pregunta de mi hermano, su tono de voz, su cara y mi negativa. Tanto, que, si pudiese viajar atrás en el tiempo y cambiar algo, lo primero que haría sería volver a aquel descampado, pedirle a mi compañero que esperase y decirle a Pablo que sí, que claro que jugábamos al lobo. 

La tarde de cine, la de ‘A galiña azul’, cuando la recuerdo, aparece como uno de esos momentos que llegan a iluminar, casi a dar sentido a una vida. Y compensa un poco la pena de aquella otra. Nos veo a los dos en aquellas butacas, a él mirándome contento mientras yo elogiaba su cuento, y me parece que, entre todos mis errores, una vez hice algo bien.

* * *

5 comentarios:

  1. A veces pasa, es lo que tiene el borrado accidental... Los autores podrían reenviarle los textos nuevamente... si se pone en contacto con los autores... o solícíteles repitan los posts.

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  2. (Primera parte)
    1. Manolo14/12/15 10:40
    Una sorpresa en el diario El Progreso de LUGO en Táboa Redonda: A galiña azul, por un momento imaginé que se desarrollaba en galego. En el suplemento dominical pueden leerse cinco en esa lengua. El comentario de portada: A forza esperta, No pozo da barbarie: Javier Nogueira, As redes que van a os peixes: Camilo Franco, A semente de Castelao: Ramón Rozas, A galiña azul: Portorosa, O día no que Nacha Pop inspirou a noite: Santiago Jaureguizar. Eso explica mi ilusión que, al sumergirme en la lectura, se desvaneció de inmediato...
    Hoy en día con el padre Google y su completo Traductor o con su navegador Google Chrome es instantánea la traducción al castellano de las lenguas del orbe universal. Y día llegará en que las lenguas carezcan de obstáculo alguno y quede eliminada cualquier barrera de expresión idiomática.
    Me agrada la lectura en esa lengua natal, mis orígenes galaicos me lo facilitan. Por abuela y madre, natales de una aldea betanceira de Paderne. E igual por mi padre "ausente" , de una aldea de Mosteiro. Años ha en el diario El Progreso de LUGO leí la esquela de una tía paterna, mi padre debió de morirse en Barcelona.
    Cuando políticamente resurgieron los libros en edición galega, algunos ofrecidos gratuitamente en la Caixa de Galicia, siempre me incliné por esa edición. La lengua natal era minoritaria en la urbe y extensa en Santa Mariña o en la comarca. Cuando visitaba de niño la aldea materna de Areas, tenía a gala hablarlo, era feliz y me sumergía en el lenguaje con los lugareños de la parroquia y siempre volvía con un bagaje importante añadido a mi lengua materna, que quiero y respeto. Y veo lógico y natural todas las lenguas de España y del mundo se hablen y dominen por los nativos de esos lenguajes.
    En sus recuerdos infantiles coincido también con Ud. el balompié no me motiva, ignoro las páginas de los comentarios de fútbol, y Real Madrid - Barcelona, al día siguiente me entero de la goleada. Busquen en el padre Google el vínculo: "Gila Futbol - Crónica y Sermón después de un partido de fútbol" más bueno si el resultado fuese un "empate" para extender la fraternidad e ir todos contentos a casa en lugar de dolientes y enfrentados tras una derrota, existe un aconsejable vínculo en < https://www.youtube.com/watch?v=a21LkTewld8 >
    El niño con el balón pudo unirse al juego del "lobo y pandar él", o bien Pablo al juego del balón; como no se les ocurrió. De esa manera serían los tres participantes en el juego... y ninguno tendría que ausentarse de la diversión. Fernando y Pablo fueron felices sentados en la sala de proyección cinematográfica del Instituto.
    Hoy de adultos conocemos que no se puede tener o conseguir todo y que hay ilusiones o metas que no se consiguen y lo superamos (elecciones el 20-D) y no pasa nada: "la vida sigue igual" que siempre.
    Y remato, discúlpenme que me he enrollado...

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  3. 2. Jesús Miramón16/12/15 00:41
    Querido Porto, no sabes cómo te comprendo. Recuerdo haberte leído la historia triste hace años, y no sé si entonces te comenté algo o no. Tal vez hoy me repita -es lo que tiene leernos y comentarnos desde hace tantos años-, pero me identifico completamente con tu arrepentimiento sin solución, tu deseo de haber hecho otra cosa en un momento dado del pasado.

    Muchos sabéis que tengo un hermano gemelo. Bien, os diré que tener un hermano gemelo es algo muy especial, no siempre maravilloso. Lo bueno es que nunca te falta un compañero de juegos y exploración; lo malo es que siempre eres "el gemelo", sobre todo cuando, como se hacía entonces, tu madre te viste igual que él, en clase te sientan en el mismo pupitre que él y, así, en general, el mundo nos ve como un solo sujeto, una especie de ser humano compuesto de dos cuerpos. Cuando cumplí trece o catorce años quise alejarme de esa idea, sentía una verdadera obsesión por ser Jesús, único y diferente ¿de quién? De quien era físicamente igual que yo, de quien iba conmigo a todas partes.

    Cuando comenzamos el bachillerato busqué premeditadamente alejarme de su presencia, tener mis propios amigos, incluso escogí deliberadamente ir a una clase distinta. Entonces no era consciente de mi egoísmo, no me di cuenta de que todo aquello para él no era ningún problema y que, de hecho, lo estaba dejando solo. Ahora, con los años, sé que sufrió mucho, que en cierta manera se sintió traicionado. Yo viví mi vida y él la suya, pero en su caso fue dando tumbos hasta que recaló a muchos kilómetros de Zaragoza, en una academia militar.

    Nunca me perdonaré haberle dado la espalda. Sé que mi necesidad de sentirme "no-gemelo" le hizo daño, y sé que ahora, tantos años después, puedo contar con él para lo que necesite, sé que nos queremos muchísimo, pero ese peso, esa sombra, me acompaña siempre.

    Por eso te leo, Porto, y casi te envidio esa tarde porque en mi caso fueron años. Y te comprendo profundamente.

    ¿Qué podemos hacer ante estas cosas? Desde hace años no hago más que expresar el amor que siento hacia las personas que quiero, no pierdo ocasión para hacerlo porque, debido a mi trabajo y otras cosas, sé que en cualquier momento podemos arrepentirnos de no haberlo hecho. Mi hermano gemelo sabe que le quiero con locura y haría cualquier cosa por él, como haría con mi otro hermano más pequeño y mi hermana. Pero hubo un momento, una época tan extraordinariamente sensible como es la adolescencia, en la que le di la espalda. Nunca sabré con certeza cuánto le herí, lo cabrón que fui buscando mi propio camino. Lo único que sé es que nunca me lo perdonaré porque mi hermano gemelo, del que me siento más orgulloso que nadie, es una de las personas más buenas y nobles que existen en este planeta.

    Un abrazo.

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  4. 3. Anónimo18/12/15 17:18
    Porto!!

    Donde estas??
    No vas a decir nada o quiza te has Quesada "sin p alabras. Se que "es una etapa de affection pero si "los tuyos e stan "al otro lado del Oceano se hace uno/a "un gran melodrama.... yo lo que mas echo de menos es "hacer El Belen con su Estrella de Plata... el rio, etc, etc y como no.... El Buen Festin que conlleva con el manjar del "pavo que de acuerdo"a su tamanio a veces toda la noche se pasaba dentro del horno a bajo fuego y pintandolo "de vez en vez con mantequilla para que se vaya "dorando poco a poco.... bueno todos "esos menesteres que hace "la convivencia familiar. En fin que son "momentos sensibles donde las lagrimas presumen mas "rodar por nuestras mejillas en "estas visperas.

    Os DeseoUnas Gran Hogarenias Navidades a Ustedes! !
    Ysa,

    4. Portorosa18/12/15 17:38
    Gracias por vuestros comentarios, ahora que toda la vida virtual parece estar en otro sitio.

    Jesús, tu historia casi me hace llorar, cuando la leí el otro día nada más levantarme.
    Independientemente de si es tan terrible o no, que da un poco igual, puedes imaginarte que, en realidad, este episodio es tan importante para mí por lo que simboliza, no solo por lo que ocurrió aquel día. También yo llegó un momento en que, sin darme cuenta, dejé a mi hermano, un par de años menor y más tímido, muy solo. No me di cuenta, no hasta que años después mis padres me explicaron cómo lo habían visto. Fue sin querer, fue la edad, pero fue; y muchas cosas posteriores hicieron que eso cobrara mucha importancia, y que saberlo me dejase mal.

    No podemos volver atrás.

    Habrá que fijarse más ahora.

    Un fuerte abrazo. Y abrazos a todos.

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  5. Sólo quiero agradecer a Manolo que hiciese posible repetir los comentarios. Al principio, cuando me di cuenta de que habías borrado el post (ahora sé que sin querer), pensé que tal vez fuera lo mejor. No sé. Hablaba de cosas muy íntimas. Yo mismo hubiera podido repetir mi comentario, todos sabemos que quedan en nuestro correo. Y me pareció bien dejarlo así, en silencio. Pero ahora, al volver a leerlo, al volver a leer tu experiencia que dio lugar a lo que yo escribí, me sigue pareciendo tan oportuno como la noche en la que lo hice, porque no cambiaría una coma. Gracias. No podemos volver atrás, es cierto. Crecer, hacerse mayores, supone eso y, al mismo tiempo, como bien dices, aprender. La única grandeza de envejecer, o al menos la más valiosa, es aprender. Intentar saber de qué va todo esto, explorar este mundo al que hemos sido arrojados tratando de ser honestos con los posibles éxitos y los inevitables fracasos. Un abrazo.

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