8.12.15

Táboa Redonda: morir de éxito

Hay muchos ejemplos de muerte por éxito: Monet, Hopper, El Ganso, el queso de cabra con cebolla caramelizada y supongo que algunos escritores de ascenso tan meteórico como previsiblemente insostenible.

El turismo precipita esa muerte, que en su caso es casi literal: los admiradores (supuestos, supuestos admiradores, porque yo la verdad es que no me lo creo; no me creo que en el fondo les gusten más As Catedráis que Benidorm) acaban con lo admirado.




Heisenberg y el turismo

Venecia es una ciudad laberíntica recorrida por multitud de canales, por lo que es conocida con el sobrenombre de la Venecia italiana. También Italia quería una, como Bélgica, Rusia, Holanda, Dinamarca o Alemania.
A uno (a mí, sin ir más lejos) le pueden gustar más otras ciudades, pero lo que es innegable es su excepcionalidad, que por mucho que se lleve sabida no deja de sorprender. Y es que, claro, una ciudad sobre el agua, donde los canales son un ingrediente normal de la vida diaria, es algo digno de ver; y si a eso le añadimos una arquitectura maravillosa y evocadora, cómo no quedarse boquiabierto y marcharse completamente impresionado y con ganas de volver con más tiempo... y menos gente.
El turismo popularizó los viajes. Es un logro indiscutible sin el cual la mayoría de nosotros no habríamos pasado de Pedrafita y Venecia solo la veríamos en los cuadros de la sala de espera del dentista. Pero se nos ha ido de las manos. Llegar frente a la casa de George Orwell en Notting Hill y coincidir con una docena de personas leyendo la misma guía, tener que apartar a manotazos a los pintores callejeros de Montmartre, visitar el valle del Jerte en masa, contemplar la Gioconda desde quinta fila o no poder pasear por Santiago sin rechazar trozos de tarta sin parar hace todo un poco lamentable. Hoy en día Stendhal lo tendría difícil para llegar a embriagarse de belleza: lo sacaríamos del éxtasis artístico a codazos.
Hace tiempo vi un reportaje sobre las islas griegas en el que se mostraba cómo llevaban a cientos de visitantes, en autobuses, a contemplar una puesta de sol desde unos acantilados. Iban bajando, se colocaban en el sitio indicado frente al Egeo y escuchaban los elogios al ocaso que veían a través del móvil. Si esto les parece ridículo, piensen en la gente recorriendo en fila la playa das Catedráis o haciendo cola para sacarse un selfie en el famoso banco de Loiba, al lado del cual ya planean hacer un aparcamiento.
Cierto tipo de viaje vale para ir tachando casillas o contar que se ha estado, y supongo que para eso es, porque ¿en qué queda la experiencia? En una época en que hay excursiones organizadas a ambos Polos y la búsqueda de lo auténtico ya se ofrece con descuentos para grupos, puede que solo quepa mirar a nuestro lado y empaparse de algo sin hacer mucho ruido.
El principio de indeterminación de Heisenberg, en versión libre para profanos en física cuántica, dice que la presencia del observador influye tanto sobre el objeto observado que impide la observación precisa. Del mismo modo, la presencia del turista tiende a acabar con el encanto que hacía atractivo el lugar que visita.
* * *

8 comentarios:

  1. Este tema me produce sentimientos contradictorios porque uno de los motivos de ese turismo masivo es que lo que antes era exclusivo sólo para bolsillos pudientes se hizo primero asequible a una " burguesía" de países ricos, y ahí no vimos problema, todos aplaudimos. Pero el mundo empezó a cambiar con la aparición de Países emergentes, de repente mucha más gente puede permitirse viajar ayudados tambièn por la aparición de paquetes turísticos que implican masificación pero también abaratamiento de los billetes.
    Y he aquí mi contradicción porque creo que todo el mundo tiene derecho a conocer Venecia y a la vez creo que esto es inviable para la propia supervivencia de la ciudad.
    A menudo me pregunto si este progreso nuestro y este nivel de vida es sostenible a nivel global.
    Podemos hablar de consumo de energía, de materiales y minerales necesarios para una avidez tecnológica también cada vez más global.
    Puede permitirse el planeta esa igualdad de riqueza que deseo?
    Conseguirlo puede implicar que todos tegamos que viajar menos..
    No sé...
    B.
    .

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  2. El fenómeno del Parque Temático. Muchas ciudades españolas, entre ellas Toledo con especial fervor lo sufre, es una ciudad que se ha convertido en un parque temático.

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  3. Tal cual, Moli. La sensación es de falsedad. Creo que el primer sitio donde lo vi así, ya hace muchos años, fue en Santillana del Mar.

    B., no estoy muy de acuerdo:
    Sin duda el turismo, como decía, se masifica porque se abarata el viajar. Pero eso no lo relacionaría yo (o al menos no especialmente) con la llegada de los países emergentes. Eso tal vez haya supuesto una diferencia en Venecia o París, pero no, desde luego, en Loiba, que de lo que se llena es de españoles, y sobre todo de gallegos, muchos de los cuales ya lo tenían cerca y nunca habían ido.

    El problema, o parte del problema, viene de los motivos por los que se viaja. Al banco de Loiba se va porque salió en el anuncio de IKEA. Y no quiero decir que se vaya porque gracias al anuncio la gente lo conoció y le interesó, sino que, literalmente, van PORQUE sale en el anuncio.

    No estoy seguro, claro, pero yo creo que si a los sitios fuese solo la gente que de verdad tiene interés en conocerlos, y eliminásemos a los que lo hacen porque toca, por no ser menos o por contarlo, el problema de la masificación se acababa.

    Un beso.

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  4. Lo que me sume en el abatimiento total es que nadie entiende el chiste del principio. O eso, o a nadie le hace gracia, que no sé si es peor.

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  5. Los avances tecnológicos en automoción, aviación, un más bajo precio de los combustibles y también la mejora en el nivel económico ciudadano han acercado esa posibilidad del traslado a otros países con el propósito de visita y exploración; cosa que sin esos "añadidos" era mucho más penosa y difícil.
    En el nivel económico español sufrimos un retroceso, volvemos atrás en ese aspecto, pero facilita la visita del ciudadano exterior en sus visitas turísticas a España.
    Entonces los codazos serán de los visitantes y los nuestros al exterior han venido a menos por esa flagrante pérdida de nivel y con excesivo incremento del paro y escasos aumentos salariales o de pensiones para los afortunados con actividad o pensión.
    Esperemos que la nueva política española (elecciones 20D) vuelvan a facilitar los viajes y vuelos al interior y exterior, tras una mejora salarial y económica para los ciudadanos del país, si es posible...
    Gila años ha, con su hilarante comicidad, hablaba de esos viajes programados a toda velocidad a Francia y en autobús... y el poco tiempo que había para la visita... vean el vídeo, Google les dará el enlace.

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  6. Ah! Y no tengas miedo,lo bueno prevalece aunque se convierta en èxito.
    En todo caso sería un muerte dulce.

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  7. Hay, sentimos, tantas contradicciones con todo esto. ¡Yo estuve en Innisfree y estaba lleno de turistas estadounidenses! Bueno, el pueblo se llama Cong, pero ya sabéis a qué me refiero. Sin embargo encontramos un sitio para comer los bocadillos que habíamos preparado donde no había nadie, cerca del río, un lugar precioso. Cuando de regreso al aparcamiento pasamos junto alescenario de mi película favorita pensé: comparto algo con todas estas personas y sí, soy tan o más turistas que ellas, pero es una película maravillosa.

    Y algo parecido me sucedió en Normandía. ¿Soy, aparte de Moli, el único friki que se ha leído cien o doscientos libros sobre la segunda guerra mundial? Pues no. Están los otros turistas y por razones más poderosas: sus países participaron directamente en ella. Estaban por todas partes. Sin embargo, y te juro que esto es absolutamente real, el día que llegamos a la playa de Omaha, una mañana de lluvia, no había absolutamente nadie, sólo aquel monumento metálico y absurdo, uno de los más feos que he visto en mi vida. Pero más allá de la terrible cosa aquella estaba la playa desnuda, y paseando sobre la arena sentí muchas, muchas cosas. Cosas que volví a sentir en el famoso cementerio norteamericano, sin poder evitarlo.

    No sé, tal vez una señora japonesa en medio de la plaza de San Marcos un día de desembarco de veinte cruceros de lujo, rodeada de miles y miles de personas, sienta un vínculo con Marco Polo. No podemos negar esa posibilidad.

    Sobre el chiste, querido Porto, imagino que se centra en el queso de cabra con cebolla caramelizada (espero haber acertado). Confieso que he tenido que investigar a posteriori. Gallegos sólo te conozco a ti, catalanes a muchos: compartís eso, no sé, que sois raros. (Risas enlatadas)

    Un abrazo.

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  8. Seguro que sí, Jesús, seguro que están todas esas personas.

    El problema es tanto la simple cantidad de gente como la actitud de muchas otras, a las que yo les supongo una falta de genuino interés en lo que van a visitar. Pero sí, qué duda cabe que no somos los pocos puros que nos merecemos los sitios.

    El chiste está en el artículo, Jesús...

    Otro :)

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