Optimismo
Optimismo
"GRACIAS AL horario de verano,
estos días puedo salir por la tarde por Madrid. Cojo el autobús y me voy al
centro a pasear, a ver gente o a una de esas actividades de dudosa naturaleza
que solemos etiquetar con el término de culturales. Esta semana he ido a la
Casa Árabe, pegada al Retiro, a una conferencia del ex ministro Moratinos, que
ocupa ahora el puesto de Alto Representante de Naciones Unidas para aquella
Alianza de las Civilizaciones que, mal que bien, sobrevive.
Sin ser brillante, la charla estuvo
bien. Explicó que, por primera vez, no somos una sola humanidad únicamente en
teoría, sino también en la práctica: una sola humanidad formada por varias
culturas que ya no tienen la posibilidad de no tocarse. Y trató de señalar el
camino por el que afrontar los retos que eso plantea. Mencionó a su amigo Amin
Maalouf, a André Malraux, a Steven Pinker para criticarlo, y a Camus –cuya
familia materna resulta que era menorquina- para reivindicar el mestizaje
mediterráneo; definió la realidad internacional como global, compleja e
incierta, y citó al profesor Nuccio Ordine para referirse a la innegable
utilidad que tendrán los saberes hoy relegados por el mercado –historia, arte,
religión o filosofía- a la hora de posibilitar esa convivencia entre
civilizaciones.
Después de ver la espectacular exposición
de fotografía sobre los marroquíes, salí a dar una vuelta y a continuar mi
estudio de campo sobre la relación entre nivel de renta y atractivo físico. Y
recorrí varias calles de Chamberí donde los bares, los restaurantes, las
clínicas de estética y los gimnasios son maravillosos y explican en gran parte
mis conclusiones. También pasé por la terraza del Café Gijón y por varias de
Serrano, donde había turistas con dinero y mesas donde se hablaba de trabajo.
Algunos hacían networking y otros, más
que de nodos de una red, tenían pinta de ser quienes de vez en cuando la sacuden
y recogen el pescado.
Pero quién sabe. Ya insistió
Moratinos en la absoluta necesidad de no simplificar: ni al explicar qué sucede
en el mundo, ni al identificar a los principales actores, ni por supuesto al
proponer soluciones. En fin, lo que ya se sabe pero no se hace, porque pedimos
recetas sencillas y compiten para dárnoslas.
Me gustó una de sus frases
finales: “El pesimismo es el esnobismo del siglo XXI”. Estoy de acuerdo: qué
fácil es presumir de estar de vuelta de todo y tachar a los optimistas de ilusos,
atribuir cualquier actitud constructiva a la ingenuidad, disfrazar nuestro
egoísmo de realismo y creerse más listo que los que, pese a todo, deciden tratar
de aportar algo."
* * *
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