23.4.07

Estudio funerario

Estoy leyendo mi primer Henning Mankell, o mi primer Wallander, como prefieran, Cortafuegos. Estos días me apetece leer sin pensar mucho, y me pareció una opción digna.

Y nada más empezar la novela dice el protagonista, que creo que está en la cincuentena, que en los últimos siete años ha ido a cuatro funerales. Y la verdad es que así, a bote pronto, me chocó bastante pero pensé Bueno, es que es sueco, y en Suecia sabe Dios.

Pero resulta que le pregunto a un español, a un español de la España seca, de mi edad, y me dice que también a cuatro, que ha ido a cuatro entierros... ¡en toda su vida!

Así que yo, que en lo que va de año he ido ya a seis, más un aniversario, y que el año pasado no bajé de la decena, y que no soy en absoluto un caso excepcional aquí y desde luego voy a muchos menos que la gente mayor, me empiezo a preguntar si será verdad que en Galicia lo de la muerte se vive (con perdón) de otro modo.

Siempre he oído que aquí la muerte es muy importante, que tiene una presencia considerable en nuestro día a día y que desde luego no es un tema que se intente (aunque la sociedad occidental actual se empeñe) ocultar o soslayar.

Pero lo cierto es que no sé si este tópico se queda sólo en eso, en el tópico, o refleja una realidad. Así que, dado que no tengo ningún antropólogo a mano, les pediría que me dijesen, si son tan amables, de dónde son (da igual el nacimiento, lo que importa es dónde hacen ustedes vida, bien por trabajo, bien por tener su familia y su círculo de amistades, qué sitio, a los efectos de esta cuestión, les marca a ustedes), y a cuántos entierros/funerales han ido en su vida, o el año pasado, o de media.

A ver qué sale.

Gracias.

39 comentarios:

  1. Hola Porto,
    Bien por Wallander. Es una opción más que digna me parece a mí. Aunque cuando has leído dos o tres novelas acabas por pillarle el truco.

    Con respecto a lo que dices de la muerte, estoy de acuerdo contigo en que desterrarla al extrarradio no nos hace más humanos sino menos. Forma parte de la vida y su ocultación no nos soluciona nada. Más bien lo contrario.

    Yo creo que tenerla presente ayuda a vivir más intensamente. Por eso me gusta mucho la anécdota que se cuenta de Augusto: el Senado le otorgó el privilegio legal de llevar la corona cívica de roble y laurel, una corona que un esclavo sostenía siempre por encima de su cabeza mientras decía "recuerda, eres mortal".

    Y en cuanto a la importancia gallega de la muerte, no sabría decirte. Ya sabes de donde soy y he ido en mi vida a seis o siete entierros. Pero dale tiempo, dale tiempo...

    Un abrazo,

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  2. Buenos días.

    Gracias, Xavie. Apunto, apunto.

    Lo cierto es que las referencias que tengo de Wallander son muy fiables, no arriesgo mucho.

    De acuerdo contigo en lo de no apartarla, a la muerte. Ocurre sin embargo que hay, eso, un tópico según el cual en Galicia la muerte, y en cierto modo los muertos, forman parte de nuestra cotidianeidad casi casi como uno más.
    Ojo, esto siempre aumenta según salimos de las ciudades y nos metemos en el medio rural, que al fin y al cabo es donde las costumbres y las mentalidades tardan más en mezclarse y cambiar, claro.

    Un abrazo.

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  3. Madrid. Números de mi vida (29 años) en torno a la muerte: entierros, 4; funerales, 10 o 12 (creo). A partir de ahora llevaré la cuenta en un cuadernito negro, para mantenerte informado.
    Qué post más divertido, oye.

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  4. Aquí, un extremeño, 41 primaveras.

    Mi opción es simple, aunque no me facilita la vida: no voy a los entierros, no voy a los funerales, no doy el pésame; todo ello salvo muy contadas excepciones, que administro con cuidado.

    Discrepo de la contradictoria idea de la muerte que se maneja por estos lares. En un país supuestamente católico, y de labios de personas en teoría creyentes hasta la médula, me quema oír frases como "el que se va es el que pierde" y demás. Si alguien abandona este valle de lágrimas para ir a un lugar de bendiciones y felicidad eterna, ¿a qué vienen esos dolores? En algún sitio hay una hipocresía enorme, y nuestra sociedad se niega a enfrentarla.

    Entiendo la pena de la despedida, la conmiseración por el que sufre para morir. Pero pienso que quien se muere cumple otra etapa de la vida. Tener un accidente es una desgracia. Morirse es algo normal.

    Estoy de acuerdo con Xavie en que mirar a otro lado e ignorar que ese es el único destino que todos compartimos es absurdo y nos hace vivir de un modo más falso, como si la vida fuera algo cuyo final pudiera ser otro mejor. Y también recuerdo que Castaneda contaba que su maestro le decía que nuestra muerte nos acompaña siempre, un metro por detrás y a la izquierda, al alcance de nuestro brazo. Y que tenerla presente era lo único que nos daba templanza, y que hacía que nuestros actos fueran impecables.

    En nuestra cultura, el tabú no es el sexo, sino la enfermedad y la muerte. Peor para nosotros.

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  5. Señor de Portorosa,
    Soy barcelonés y acabo de cumplir los 39. En treinta y nueve años me ha dado tiempo a asistir a siete (que ahora recuerde) entierros y funerales. Añádale a la lista un par más a los que hubiese asistido de no mediar fuerza mayor.
    Y como referencia literaria que no exige pensar pero que si estimula pensar, ahora mismo estoy disfrutando de los Travels in the Scriptorium de Paul Auster.

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  6. Hola, Portorosa,

    yo soy navarro de nacimiento y aragonés de residencia, y a lo largo de mi vida habré asistido a una docena de funerales. En los últimos años casi siempre me tocó poner el hombro, y sobre él llevé a primos, tíos y abuela. Cosas de la edad (y de mi constitución).

    ---

    P.D: A mí me gustó mucho Mankell.

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  7. Yo tengo 61, Barcelona, y no sería capaz de recordar a cuantos entierros y funerales he asistido. Seguramente, pienso, menos de los que estadísticamente me tocaría; no soy muy social -o muy sociable- y si no me siento intimamente concernido procuro esquivar bodas, funerales y reuniones similares. Me temo, pues, que mi contribución no ayudaría a centrar la estadística.

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  8. Hola y encantada de conoceros. Y enhorabuena, Portorosa, me gusta tu blog.

    Sí que es muy gallego esto del estudio funerario. Mi vida en la ciudad me hace ver lo penoso de que por regla general se mantengan a la enfermedad y la muerte lo más alejadas que sea posible. Igual que a la vejez. Ya no se estila como antes eso de visitar a las personas mayores o que están solas.

    Desgraciadamente muchos niños de ciudad no tienen abuelos ni conviven con personas mayores con lo cual para ellos la enfermedad y la muerte se mantienen muy lejos. Es una pena. En esta sociedad mediática en que exaltamos lo bello hasta el éxtasis lo imperfecto ofende. Y ojos que no ven...

    Cuando estoy en el pueblo experimento otra forma de ver la enfermedad y la muerte. Más humana sin duda.

    Yo aún recuerdo la primera vez que ví un cadáver. Me empeñé en ir con mi abuela a un velatorio. Me parecía que iba ser superdivertido. Tenía yo 6 años. Me equivocaba, claro. Nunca olvidaré a aquel hombre con su bastón en la caja de madera en medio de la habitación. Me pasé dos semanas viéndolo por todas partes. Afortunamente tardé años en volver a ver un cadáver y mucho más en ver la muerte realmente de cerca. Y realmente fui a muy pocos funerales hasta que alguien realmente cercano a mi enfermó y murió. Seguro que no es necesario que os cuente que eso cambió mi vida. Y os aseguro que guardo en mi corazón entre los recuerdos imborrables el momento en que comprendí que tenía que despedirme, que aquello se acababa. Efectivamente Xavie tener la muerte presente ayuda a vivir más intensamente. Pero también tener presente el dolor de los demás. Quizás debiésemos enseñar a los niños que lo peor de todo no es sentir cosas contradictorias o enfrentarse a dilemas o a preguntas o al dolor de los demás y al propio. Lo peor es ser indiferentes, ¿no? No me parece tan importante asistir a los funerales como dedicar 5 minutos a las personas que tenemos ahí al lado que lo necesitan.

    Siento desviarme de tu pregunta inicial Portorosa. Tengo 36 años y en lo que va de año he ido a 4 funerales, los de las personas más allegadas. En mi pueblo la gente suele ir a todos los de los pueblos próximos y mi padre, cumpliendo con la costumbre, va más o menos a uno o dos a la semana. Eso ya es mucho, ¿no?

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  9. No creo que la muerte tenga más importancia en Galicia que en otro punto de España.
    'Serviora' que es parisina (para que luego digan que los niños no vienen de París) y que va de ciudad en ciudad, y de país en país y tiro porque me toca (que casi podría decirse que soy emigrante profesional) ha asistido a 10 entierros en toda su existencia que, todo hay que decirlo, aún no llega al medio siglo.
    Espero le sirva a 'usté' de algo mi peineta de arena.
    Saludos.

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  10. Soy unas de las grandes afortunadas que ha podido visitar Galicia. Maravillosa, verde, fantastica.
    Tienes razón en cuanto a las creencias sobre todo en los medios rurales y personas mayores...
    Bonito blog...Volveré de visita..

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  11. Tengo 35 años, he ido a dos entierros en toda mi vida y a dos funerales. Soy de Madrid. Te llevo leyendo un tiempo y me animo a escribirte ahora que propones esta macabra encuesta. Quizá esa fijación por la muerte venga de vuestro pasado celta...Saludos, enhorabuena por el blog

    LIVIA

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  12. Este verano vinieron a casa unos amigos catalanes y ella nos hizo parar el coche para fotografiar un cementerio porque le pareció precioso.Yo no daba credito.
    Un mes despues, en una revista con reportajes de viajes, ojeando uno sobre Galicia, me sorprendí al ver que una de las fotos era de un cemeterio.¿raro no? Si va ser cierto que son parte importante de nuestra cultura.
    Sobre lo de asistir a entierros y funerales(por la parte que me toca)el vivir fuera es la coartada perfecta para escaquearme.Sin embargo,cuando no me queda mas remedio que asistir aprovecho para saludarte: tu siempre estás.

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  13. Buenos días.

    Nube, Livia y Susana P., bienvenidas.

    Nube, que no has dicho de dónde eres...

    En cuanto al comentario de la chica del serrín, quiero aclararos que es mi prima; de ahí lo de que yo siempre esté en los entierros a los que va, pues son los de la familia.
    De todos modos, os diré que ninguno de los seis de este año fue de alguien de la familia.

    Bueno, sigo esperando, que hacen falta más datos. Gracias a todos.

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  14. Porto,
    soy coruñés y vivo en Madrid. Cumplidos los 42. Tengo fama de buscar funerales y entierros como otros buscan banquetes de bodas. A mí me parece de justicia rezar por los muertos y estar con los vivos en los momentos difíciles (aunque no se pueda aliviar su dolor). Procuro no faltar.

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  15. Portorosa ¿puede saberse cuántos años tienes tú?

    LIVIA

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  16. Sanxenxo. 28 años. 39 centímetros. 1 entierrito, 2 funerales y 5 bodas. (El entierrito no fue de ninguna moza mía, ojo: las bodas, tampoco)

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  17. Pasada la cincuentena, he perdido la cuenta de los funerales a los que he asistido pero en el último año he enterrado a mi madre y a un hermano con una diferencia de dos meses, la una por edad el otro una cifra negra más en la estadísticas de la DGT.

    Para mí la muerte forma parte de la vida y no hay que tenerle miedo.

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  18. Madrid y 150 años.
    He ido a demasiados y no pienso faltar al mío...
    Nada tiene que ver un entierro y un funeral, en la ciudad o en un pueblo.
    Me resulta menos doloroso cuando es alguien mayor, que ha vivido las penas y las alegrías de la vida.
    No temo a la muerte, es el final del arco de la vida, temo al dolor físico que me pueda crear para llegar a ella.

    En lo que del 2007: 2 entierros y un recordatorio.

    Lamento lo de efh, lo he vivido y es tremendo.

    Saludos

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  19. hola porto: pues 46 años, placentina y no se cuántos entierros/funerales que aunque por aquí se utilizan ambas para lo mismo, me parece ver que ustedes denominan entierro al acompañamiento al cementerio y funeral a la ceremonia religiosa ¿me equivoco?. Por aquí solo acompañan al cementerio los más allegados. Casi tengo que decir como efh... y aunque no arrimé el hombro, como mujer tuve que acompañar con las flores hace año y medio a mi padre y dos meses a mi madre. Llega un tiempo en el que los tanatorios sirven para el reencuentro de los vivos.
    Besos

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  20. ¿Pero nadie va a comentar, de verdad, la gran tradición del rural gallego respecto a nuestros muertos? ¿La familia desfilando, uno por uno, junto al cadáver, levantándole la cabeza y fotografiándose junto a él? Hombre, hombre...

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  21. Sigo apuntando.

    Livia, aquí lo tienes.

    EFH, Puerto, veo que lo tenéis muy reciente. Lo siento mucho.

    Abrazos (y un beso, Luna).

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  22. No conozco esa costumbre, Manuel. ¿Será sólo del sur?

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  23. Hola

    Para completar los datos para tu encuesta, soy gallega de los pies a la cabeza.

    Bicos.

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  24. Se perdió mi comentario en el éter bitacoril. Resumo: te decía que Cortafuegos es una excelente novela para empezar con Mankell, aunque no mi preferida de la serie Wallander.

    Con respecto a lo otro: 8 funerales que yo recuerde en mis 43 años de vida. El último, el de mi madre.

    La muerte, como todo hecho inevitable, no me da miedo. Tampoco el dolor ni el sufrimiento. Sí que me aterra el hecho de que los demás puedan sufrir por ello.

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  25. Hola, Porto. Tarde, pero me apunto a esto. Me gusta contestar a preguntas que nadie nunca me había hecho antes.

    Soy de Huelva, y todos los entierros a los que he asistido han sido por allá abajo (no conozco el cementerio de Madrid). Estoy haciendo cálculos (de toda mi vida) y, aunque me da la sensación de que se me olvida algo o alguien (seguro), creo que han sido cinco.

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  26. Buenos días.

    Gracias, Nube, Lara, Sebas (bueno, me alegro de haber empezado por uno adecuado).

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  27. Ya que la entrada te ha quedado tan fúnebre, una recomendación (algo extraña pues emana directamente de la cultura pop :-D):

    En la serie de cómic Sandman (la mejor serie de tebeos de los noventa, con una altura intelectual en los guiones que ya quisieran muchos novelistas para sí) hay un libro dedicado a Necrópolis, una ciudad en la que todo está organizado para preservar los distintos cultos funerarios de la humanidad. ;-) Absolutamente recomendable.

    Dejamos de ser monos cuando a algún pariente primate se le ocurrió cubrir con piedras los restos de otro primate especialmente querido. No lo olvidemos.

    Abrazo,

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  28. Nada tiene que ver, el rito funerario de una gran ciudad y un pueblo pequeño.
    Nada tiene que ver un cementerio o camposanto de Galicia a los de otro lugar, por lo tanto la muerte también se debe entender de forma diferente.
    Conozco los ritos filipinos, es una gran fiesta del adios.
    Saludos

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  29. Uy, uy, uy, por aquí me cazas, Portorosa. He sucumbido al encanto de tu post y de los comentarios abyacentes. Yo no soy antropóloga, pero llevo estudiando eso de la muerte desde hace unos cinco o seis años. Es sorprendente lo diferente que nos lo tomamos de unos lugares a otros, pero no me voy a explayar aquí (ya lo haré en su momento).

    Yo no llevo la cuenta de entierros a los que he asistido, pero te puedo decir desde aquí que son bastantes. Eso sí, me llamó la atención un año de nuestras vidas en las que perdieron la vida seis padres de mis amigos de la cuadrilla. El último fue el mío. Era horrible. Te daba miedo descolgar el teléfono cuando te llamaba un colega. De aquella yo tenía 23 años. Y desde entonces han pasado ya nueve años, así que he asistido a algún que otro funeral más. El último, al cual no he podido asistir por motivos laborales, de un amigo de la adolescencia que se ha matado en un accidente de tráfico y que me ha dejado bastante tocada.

    Estoy totalmente de acuerdo con Neogurb acerca de las lamentaciones y demás. Se supone que un católico tendría que estar con una sonrisa de oreja a oreja antes de morir solamente por pensar en lo que le iba a pasar después: el paraíso y demás. Cuando murió mi padre yo no hacía más que decirle a mi madre para consolarla que se tranquilizara, que por lo menos ella albergaba la posibilidad de encontrárselo de nuevo en una vida no terrena (no debió de entenderme y eso que es católica de las de misa diaria).

    Bueno al otro lado me encontré la opinión de Madre Ester, una bruja vestida de monja que nos cuidaba en la residencia universitaria y que posiblemente ya esté con su Señor dada su avanzada edad de entonces. Ésta buena mujer nos decía que no había cosa más hermosa que presenciar la muerte de una monja de clausura, que era el paso definitivo que tenía que dar para reunirse con Dios.

    En fin, para gustos, los colores. Yo desde luego, si puedo, no voy a los funerales en España. Mira, para penas ya tengo yo las mías (aunque suene muy egoísta). Eso no quiere decir que no apoye a la familia que sufre una muerte, claro.

    Por cierto, bueníiiiiiiisima la recomendación de Xavie (hola, Xavie). Me la dió a mí en su momento y, oye, estoy encantada con Necrópolis de Sandman. Una maravilla de cómic.

    Hale, lo dejo ya que yo es ponerme a hablar de escatología y no parar.

    Un beso muy fuerte. Cal.

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  30. Elche, Alicante. Treinta y seis años. Cuatro entierros en toda mi vida y sólo uno digamos, completo. Misa y entierro. El de mi padre.

    Como me coja un psicoanalista...

    :-)

    Al de mi hermana no fui ni a la misa ni al entierro. A los otros dos sólo a la misa. Es un acto al que tienen que arrastrarme, no me fundo, no sé. Si por mí fuera, me quedaría en casa, me metería dentro de un ropero y me esperaría a que todos dejaran de dar pésames y besos y abrazos, para poder salir.

    De hecho me gustaría que nadie tuviera que pasar por algo así cuando me muera. Que nadie quisiera ver mi cadáver, eso también me gustaría. No quiero quedar en el recuerdo de nadie de ese modo. Que se juntaran sin cajas de muertos, sin bancos de madera, sin cura, que hablaran de mí, viesen fotos, rieran, se contaran las rosas que han conocido. Puccini. Que no influya un orden, ahora esto, ahora aquéllo, ahora se pone la caja así o asao. Los más cercanos delante.

    Ay, no quiero morirme.

    :-)

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  31. No te he contestado.En toda mi vida creo que he asistido a ocho, ya que en mi trabajo solo te permitían faltar por un familiar directo. En cuanto a velatorios he perdido la cuenta (a éstos se puede ir a cualquier hora).

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  32. Buenas noches.

    Gracias por el consejo, Xavie. Ya sabes que no soy de cómics, pero trataré de comprobar lo que dices.

    Luna, un beso. Pocos cementerios he visto yo fuera de Galicia... si es que he visto alguno.

    ¡No sabes la alegría que me da ver tus comentarios interminables otra vez, Calamidad!

    Una vez más, Donniña, qué gran comentario.

    Bueno, Serrín, es que eso es algo que a mí se me ha olvidado al escribir el post: los velatorios. ¿Se va en otras partes de España a los velatorios en masa, como aquí, en donde no ya familiares y amigos, sino vecinos, compañeros de trabajo, conocidos, etc., pasan la tarde y, muchos de ellos, gran parte de la noche, y donde además hay cierta tendencia a acabar contando chistes, ya tarde y con la gente cansada?

    Buenas noches.

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  33. Según lo veo yo, la gran diferencia está entre las ciudades y los pueblos, por cuestión de tiempo, espacio, conocimientos y costumbres. En las ciudades no hay velatorios en casas, sino tanatorios. Los entierros suelen ser para los más cercanos (familiares y amigos) y a los funerales sí acude más gente (compañeros de trabajo, amigos de los hijos, vecinos, etcétera). Así, al menos, lo percibo yo en mi entorno.
    Es cierto que en Galicia -sobre todo si es pueblo- se conservan muchísimo más las costumbres mortuorias: velatorio en casa con reunión de toda la gente (charlan ríen, como tú dices) y libro de condolencias, funeral y entierro (llevando el ataúd al hombro y en procesión, primero de casa a la iglesia, y después de la iglesia al cementerio). Me impactó tanto el entierro de mi abuela (en Padrón) hace unos años (yo tenía 20) que lo escribí todo al detalle en un cuadernito que ya he perdido. Pero lo recuerdo vivamente.

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  34. Bueno, yo hablaba de velatorios en el tanatorio. No he ido nunca a uno en una casa.
    Pero aun en los tanatorios el ambiente es el que decía. Al menos lo que yo conozco (y, aunque no es grande, vivo en una ciudad).

    Es cierto que hay diferencias entre ciudad y aldea, pero a mí me parece que aquí no tantas. Un abrazo.

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  35. Hola Porto,
    Hazme caso, sí, que es una gran historia (qué más da el formato si lo que nos gustan son las historias...)

    Hola Cal,
    Encantado de verte otra vez en buena forma por aquí.

    Besos

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  36. Me da una sensación extraña pensar en esto, es como si me hubiera deslizado por la vida escapando siempre de cualquier acontecimiento luctuoso. De toda la gente que he conocido personalmente o de forma más íntima, sólo una ha muerto. Es una estadística impresionante, se diría que doy suerte, o que conozco a muy poca gente. Siento no poder aportar nada sobre la muerte, no me han presentado a esa señora... aunque sí he sentido lo de alguien que no ha llegado a vivir. Es duro.

    Así que resumo: 32 años, Galicia, un funeral, ningún entierro... añado que ninguna boda, lo cual es aun más extraño.

    Escapo a la muerte y a la unión matrimonial, tanto en carne propia como ajena. Y lo hago sin querer.

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  37. Hola a todos, me sorprende ver cuánta gente hay interesada en contestar a algo tan triste, al menos para mí. Sé que está ahí pero me niego a afrontarlo. Preferiría que los lectores contasen las veces que han dicho un te quiero o que le han dado un beso a su pareja o, al menos, las veces que se piensa en la persona amada, pero eso, tal vez sea una cursilada. Aporto mi grano de arena: 36 años, más de 15 entierros y lágrimas en todos, por los muertos o por las familias.

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  38. Leonesa, residente en Madrid, con 43 recién cumplidos, en los últimos años he ido a muchos funerales. En noviembre del año pasado el de mi padre.

    Los ritos funerarios, desde una perspectiva creyente, están teñidos de esperanza. A mí ni me gustan ni me espantan, son lo que son, igual que las bodas o los bautizos.

    Nunca he pensado en como me gustaría que fuese mi funeral, tan sólo pido que sea religioso.

    Y un último apunte: tal vez algunas de las músicas más bellas que se han escrito sean algunos Requiems.

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  39. Gracias a los cuatro.

    Miedosa, bienvenida; no te creas que entre nosotros no hay más miedosos, empezando por mí.

    Buenas noches a todos.

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