Vicedo: epílogo
En el monte de enfrente, el que está al otro lado de la ría y he fotografiado cientos de veces, solo hay dos casas. Y todas las noches, antes de dormir, después de apagar mi lámpara, me levanto y miro desde la ventana sus dos luces; las únicas que se ven desde nuestra casa.
Yo sé que esas dos casas serán normales y estarán habitadas por familias corrientes, que se llevarán regular, que a lo mejor no miran mucho el mar, que hablarán unas veces más y otras menos, que escucharán Europa FM cuando van en coche y que a menudo cenarán en el sofá viendo, por ejemplo, Tele5.
Pero eso da igual: para mí son otra cosa. Esas dos luces solitarias entre los árboles, para mí, son evocadoras como pocas cosas; son misteriosas, remotas y de otra época. Y lo son realmente, independientemente de lo que pase bajo ellas. Son algo aparte de todo, allí enfrente, de noche.
Y creo que eso resume en gran medida lo que Vicedo significa para mí: algo aparte de todo.
Por supuesto, es un sitio precioso que he ido llenando de recuerdos; pero sobre todo, tiñendo cada momento nuestro, sobrevuela siempre la sensación de estar viviendo algo aparte de todo lo demás.
Y es curioso, porque los días allí me saben a poco e incluso he llegado a fantasear, como les he comentado, con la idea de vivir un tiempo, pero lo cierto es que esa sensación es de las pocas que alguien del pueblo nunca podrá compartir conmigo, y que también yo perdería si me acercase más (tanto como para llegar a ver todas sus caras): ya no podría seguir siendo un lugar medio real, medio imaginario, con atractivos innegables pero que tiene además todo lo que yo quiero poner en él.
Como las luces.
Niebla en Cañoles |
Me encanta todo lo que escribe. Yo, desde mi habitación en un ático en Cibeles, todas las noches cuando apago la luz de mi mesita de noche miro desde mi ventana y veo un reloj iluminado (el de telefónica). Para mi es algo a parte de todo.
ResponderEliminarEstoy deseando conocer Vicedo y si Dios quiere el año que viene aprovechando una temporada en el Norte, me escaparé a visitarlo.
Elena.
Es posible que si te instalases allí, en Vicedo, el lugar perdiese parte de su encanto. Algo similar a lo que te podría pasar si te asomases a los ventanucos de aquellas luces. Pero también da penina quedarse con la intriga de lo que pudo haber sido. ;-)
ResponderEliminarQué suerte que vayas a venir por estas tierras, Elena. Puede ser una gran oportunidad...
ResponderEliminarCal, quiero más, es la verdad, pero creo que no quiero cruzar la puerta del todo. Tal vez sea una postura algo cobarde, un poco de torre de marfil, sin mojarse; pero no me importa reconocer que en aquel reducto estoy dispuesto a permitirme la debilidad de idealizar.
Besos a las dos.
Sin duda la percepción cambia cuando se conocen las cosas más de cerca (o con mayor profundidad):
ResponderEliminarhttp://www.jokideo.com/wow-nice-sunrise/
(Suena a que han sido unas vacaciones fantásticas. Me alegro un montón. Yo todavía no he empezado las mías ...)
Ay, ¡qué sería de nuestras vidas sin torres de marfil, sin sueños e ilusiones!.. Y muchas veces es mejor que se queden ahí en la nube de lo posible. :-D
ResponderEliminar¡Feliz regreso, Porto (& family)!
Lo han sido. El chiste, genial.
ResponderEliminarBeso gordo.
Gracias, Cal. Otro beso.