30.7.10

Diario de vacaciones: decimocuarto día

[29 de julio]

Sueño, mucho sueño otra vez cuando Carlos me pregunta si ya es de día. Claro que es fácil sobrellevarlo con un despertar así. Trato de seguir durmiendo, pero al ratito aparece Paula, que se mete con nosotros en la cama pero ya anuncia que quiere desayunar.

Es que duermo cada noche con uno; tanto aquí como en mi casa. Desde hace ya unos dos años. Me apetece, les apetece, y el hecho de que se tengan que turnar y uno deba dormir en su cama me parece que es un buen antídoto contra los excesos.

El caso es que aún no son las nueve y ya estamos los tres abajo. Carlos quiere preparar todo él solo, así que pone el mantel, coge su taza, la leche y los cereales y consigue servírselo todo sin grandes contratiempos. Cuando estamos terminando llega el pan y salgo a por él.

Hoy de nuevo está cubierto, y hasta casi las doce no salimos más que al jardín. A esa hora vamos a la tienda, a hacer la compra y a pagar una empanada de pulpo que debía del otro día. Hay mucho ajetreo porque mañana empiezan las fiestas y no dan abasto con los encargos.

A mí lo de las fiestas me parece lo único positivo de irme este fin de semana. Así soy.

Al volver paramos en el parque infantil, y al cabo de un rato aparecen dos niños. Sus padres son los de los cochecitos eléctricos, y a mí ellos al principio me parecen gitanos, pero no tienen el acento, y además hablan en gallego (jamás he oído a un gitano hablar gallego). Están recelosos, pero en cuanto les hablo un poco se relajan y acaban jugando los cuatro un montón. El mayor, de 11 años, es cariñosísimo con los pequeños, sobre todo con Carlos. Se ríen mucho y lo pasan muy bien.

Comida y, ya saben, té a la puerta de casa mientras los niños dibujan, primero, y juegan fuera, después. Hasta que su tono de voz y su grado de irritabilidad indican que están empezando a aburrirse, por lo que decido bajar a la playa.

No hace calor y apenas hay nadie, pero nos bañamos los tres juntos. Yo me quedo un poco más en el agua y a ellos los dejo tumbados en sus toallas y tapados con la mía. Al salir me encuentro con Carlos dormido... Así que en brazos para arriba, para que no se enfríe. Ducha y meriendas.

La tarde acaba en el parque infantil. Carlos juega mucho con otros niños y conmigo; y Paula se pasa más de una hora observando desde una prudente distancia las idas y venidas de una pandilla de niñas y otra de niños (a quién me recordará...).

Durante la cena les propongo ver una película, y Carlos dice que una de Tarzán (de las de Weismuller). Vemos Tarzán y el misterio del desierto, que está muy bien, aunque Jane no sale, que está de enfermera voluntaria en un hospital militar (corre el año 43), al que Tarzán hará llegar un remedio de la selva para no sé qué fiebre rara.

A la cama, en cuanto acabe de escribir esto.


12 comentarios:

  1. A mí no solo me parece antídoto, sino que me llena de ternura. Es un padre-madre completo y cabal, el sistema es no discriminatorio y el que se queda en su cama está tan a gusto.
    Aunque haya todas las guerras que es sano que haya, tiene unos hijos equilibrados que después de comer se quedan tranquilos dibujando. Y que respetan las normas hasta el momento en que, son niños con la vida de niños descubriendo el mundo y apropiándose de él, puede más su potencia (perdón por la repetición) y "hay lágrimas" (y supongo que ejercicios de poder por parte de ellos, intentos de saber con precisión dónde están las lineas de no cruzar... para cruzarlas) antes de las lágrimas.

    Recuerdo que un día se preguntaba si de mayores recordarían estas vacaciones. Como adulto, se hace esa pregunta no pertinente, porque dependerá de cómo se las arregla cada uno con los recuerdos. Yo, tengo imágenes grabadas como viedoclips, o "trailers" de una película. Actúan como símbolos y reproducen con exactitud lo que sentía. De una claridad pasmosa. Pero he pasado por tiempos en los que cerraba el paso a todo recuerdo.

    Pues bien, dije "como adulto" y "no pertinente" porque no es tan importante que recuerden los hechos (aunque recordar es una gozada para los que tienen buena memoria). Hay algo que podemos llamar sensaciones, sentimientos o emociones. Y eso, aunque pretendamos no recordarlo, queda ahí ejerciendo un poder inmenso toda nuestra vida; como mina que nos puede estallar y romper en pedazos o como boya donde agarrarnos y cobrar fuerza.

    Por lo que ha contado, estas vacaciones quedarán ahí como una fuerza positiva, una "boya" de seguridad, toda su vida.

    Y no me enrollo más. Solo para decir que me impresionó la foto de Carlos, vestido de blanco, mirando el mar. Parecía El Principito (libro que, por otra parte, he odiado con casi todas mis fuerzas, aunque a Lola le encante).

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  2. :-)

    Gracias, NáN. Que así sea.

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  3. Muchas gracias por esta serie: la estoy disfrutando mucho.

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  4. A mí la coincidencia de las fiestas con sus estertores vacacionales me parece un pequeño (vale, pongamos minúsculo) regalo del cielo.

    Yo sería, soy, capaz de planificar mis días en Vicedo en dirección contraria a la celebración de las dichosas fiestas. Me dan una pereza infinita.

    Y el caso es que hubo un tiempo en que me encantaban. Coincidía, claro, con el tiempo en que la lozana juventud "obligaba" a convertirlas en un permanente estado festivo "non-stop" a lo largo de tres días.

    Ahora, el bullicio; el ruido; los "botellones"; las invasiones de camiones, caravanas, carros, carromatos; etc., es como si le robaran a uno el pueblo. La tranquilidad.

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  5. De nada, Ángel; y yo. Gracias a ti.

    Exactamente, Riley. Y yo ni siquiera tengo el recuerdo glorioso suyo :-)
    Me pasa en todos lados: el peor día para ir, el de la romería. Pero bueno, trato de no caer en la misantropía.

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  6. ¿Querría usted adoptarme?

    ¡Huya ahora mientras esté a tiempo de conservar tan hermosos estos recuerdos!

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  7. Casualmente conozco yo también en Vicedo a un J.L. de pelo canoso que está igualmente de uñas con la llegada del San Esteban y sus correspondientes fiestas patronales.

    "Misantropíese" usted lo que le plazca, si le placiese. Yo podría presentarme a un Campeonato del Mundo y apenas tendría rival.

    A disfrutar. Aún le quedan baños, tés y alguna ida/vuelta de la compra.

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  8. Yo me voy mañana de vacaciones familiares con las princezaz...tendré muchos ratos como los que cuentas tú y muchos como los que no cuentas...de esos de..."ayyyyyy"..ya sabes.

    Dudo que pueda contarlo en un diario...

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  9. ¿ A que ya echabas de menos mis dobles comentarios??

    Pues eso..seguimiento.

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  10. el mejor amigo de Carlitos30/7/10 19:35

    Me alegro muchísimo de que hayas decidido escribir este diario de vacaciones.Tengo ganas de llegar a casa y conectarme al ordenador para ver como habeis pasado el día, y os imagino, os veo y hasta parece que estoy en Vicedo con vosotros, además ahora cuando acuesto a Sara antes de leer su cuento, le cuento como lo han pasado el día anterior Carlitos, Paula y su papa.
    Así que lo dicho, gracias por compartir tus vacaciones con nosotros.
    Un beso para los 3 de los 3.

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  11. Yo sí escuché a una niña gitana hablar en gallego con una compañera de la clínica. También me sorprendió. Incluso llegué a imaginar a esa niña estudiando.

    Besos

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  12. Buf, Moli, menos mal, ya temía que se te hubiese pegado la eficiencia alemana... Que disfrutes mucho esas vacaciones maternales, chica. Un beso.

    ¡Qué alegría, mejor amigo de mi hijo (hay que...)! Y qué alegría lo que me cuentas; me encanta saber que es así.
    Un abrazo muy grande.

    A todos, un abrazo recién llegado de esa fiesta transformadora.

    Ah, Iván, no sé... ¿Trae usted un pan debajo del brazo?

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