2.3.05

Lástima que ella sea una ramera.

¿Les parece de mal gusto el título? ¿Quizá machista, o macarrilla? Pues sepan (y asómbrense como yo) que ése es, ni más ni menos, el título de una obra teatral de un tal John Ford (otro, claro), escritor isabelino que la dio a la luz en 1626. Sí, en 1626. Al parecer, en ella se asiste a un frustrado amor incestuoso; más o menos.

Viene esto a colación porque me ha parecido un buen ejemplo de lo curiosas, entretenidas y originalmente eruditas que son las colaboraciones dominicales que un tal José Torregrosa publica en Nordesía, suplemento cultural de un periódico local de una ciudad gallega. Este Torregrosa, al parecer enemigo de cualquier notoriedad o reconocimiento (literalmente hablando) público, me parece sencillamente un columnista sensacional. Tanto, que me resulta inevitable pensar que en cierto modo está desaprovechando su talento, pues estoy convencido de que (en el hipotético caso de que quisiera otro hueco distinto del de ahora) encontraría un hueco en cualquiera de los principales y más prestigiosos suplementos literarios del país; convencido.
Habla Torregrosa principalmente de literatura, y, de vez en cuando, de cine (de estrellas de cine convertidas en sueños dorados, sobre todo). Generalmente comenta -sin que puedan considerarse por ello los suyos artículos de crítica literaria propiamente dicha, creo yo- obras leídas hace ya años, a menudo en su niñez o en su juventud; y suele referirse a ediciones concretas o a colecciones (habitualmente de kiosco; populares casi siempre) que le dejaron huella. Pero, como he dicho, no entra demasiado en ellas sino que más bien recuerda lo que supusieron en su día para él o lo que representaron en la sociedad de entonces (sociedad que en ocasiones se puede limitar a su casa o a sus compañeros de clase; y que en otras puede ser la actual).
Escribe Torregrosa tan bien que disfruto de todos sus artículos a pesar de que habitualmente no conozco más que -como mucho- un cinco por ciento de sus referencias. ¡No me quiero imaginar lo que sería si, aun encima, supiese de qué habla (esto debe de ser como lo de ganar al póquer)!
Tiene un estilo algo críptico, es cierto, en el que las claves personales y culturales dificultan a veces seguirlo sin perderse; pero creo que es parte de su atractivo. Creo que la suya es una escritura inteligente.
Como inteligente e ingenioso es también su humor, un humor que muestra en sus rápidos y prácticamente encadenados juegos de palabras, que yo encuentro geniales.
En fin, que este señor, que a mí no "me es" nada (de hecho no lo conozco), me parece un escritor brillante. Y se lo recomiendo. Y no sé por qué no lo fichan.

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