Táboa Redonda: Bibliotecario de Kiev
Publicado en el suplemento Táboa Redonda del domingo 1 de octubre de 2017 |
Bibliotecario de Kiev
“Una historia de amor y oscuridad”, la autobiografía del escritor
israelí Amos Oz, es un libro interesante de principio a fin por lo personal, lo
político, lo histórico y lo literario.
Para cualquier escritor, escritor
frustrado, aspirante a escritor o aspirante a escritor frustrado, sus
reflexiones sobre su propia experiencia literaria, sus comienzos, o su visión
de qué es leer y cómo se ha de hacer, no tienen desperdicio. Cuenta, por ejemplo,
el modo en que la maravillosa “Winnesburg Ohio”, de Sherwood Anderson, le hizo
ver que no necesitaba ir a ningún lugar especial, ni buscar ninguna vida
excepcional, para escribir de lo importante; porque leyéndolo comprendió que el
centro del mundo estaba exactamente en su escritorio.
Hay que leer lo que significó
Israel, a finales de los 40, para los judíos de medio mundo y de toda Europa. Y
leer cómo vivieron, pegados a las radios de sus cocinas, la votación de
Naciones Unidas en el 48 en la que se decidió crearles un estado. Y hay que
leer, para entender –aunque sea desde la decepción- tantas cosas, cómo sus tías
y su abuela, al desembarcar allí, besaban la tierra donde, por primera vez en
sus vidas, esperaban que nadie las insultase ni las persiguiese.
Conviene asistir a la
conversación de trinchera entre Oz y un soldado veterano, en la que este le
recrimina que insulte a los palestinos, cuando son los judíos quienes han ido a
echarlos de su país. Cuando el joven escritor le pregunta por qué lucha
entonces, su colega le contesta que en algún sitio tienen que vivir, que
también ellos se merecen tener un lugar en el mundo.
Y hay un capítulo en el que Amos
Oz explica que tanto su padre como la inmensa mayoría de sus vecinos eran
intelectuales que provenían de las universidades de toda Europa; y que no
sabían hacer ningún tipo de trabajo manual. Excepto uno de ellos: el único
fontanero del barrio. Y cuenta que, cada vez que acudía a una casa a arreglar
algo, los demás hombres, incapaces incluso de ayudar, se reunían a su alrededor
y comentaban entusiasmados la importancia, la trascendencia para toda la
comunidad de la labor de aquel individuo. Todos con las manos en la espalda, pensando
qué carallo estaría haciendo.
Y así me siento yo estos días
cada vez que viene un albañil, un pintor, un fontanero o un electricista a
hacer algo a casa: lo observo con asombro, con perplejidad, me pregunto cómo
será capaz de hacer esas cosas y me siento tan perdido como un bibliotecario de
Kiev."
* * *
Ese libro es una pasada. A mí es que Oz me encanta, me parece alucinante.
ResponderEliminarEn su crónica escribe: “la votación de Naciones Unidas en el 48 en la que se decidió crearles un estado.”
ResponderEliminarPuedo añadir algo que me une a esa fecha, es mi natalicio, el año en que nací; año bisiesto, febrero 29 fue domingo”
Añade en su excelente narrativa literaria: “Y así me siento yo estos días cada vez que viene un albañil, un pintor, un fontanero o un electricista a hacer algo a casa: lo observo con asombro, con perplejidad, me pregunto cómo será capaz de hacer esas cosas y me siento tan perdido como un bibliotecario de Kiev."
Enhorabuena por el avance y mejora hogareña, alcanzar la meta donde está el éxito merece un esfuerzo y un tiempo… Imagine la delicia del bienestar en su nuevo hogar cuando esos laborales lo abandonen una vez logrado el buen éxito profesional a todas sus labores.
Excelente artículo -como todos los suyos-, e ilustrado con dos excelentes gráficos, leemos en:
ResponderEliminarhttps://madredemarte.wordpress.com/2017/10/04/el-silencio-de-la-gente-buena/