3.4.16

Táboa Redonda: James Salter

James Salter murió el año pasado.

Del libro de relatos que le leí hace tiempo, La última noche,  recuerdo uno que contaba una cena: el hombre de la pareja de la casa estaba divorciado, y su actual mujer le hacía un reproche en la mesa, delante de unos amigos; un reproche duro sobre lo mal que se había portado con su ex. Él salía a fumar al jardín y miraba el cielo, creo recordar, y pensaba en lo que había hecho, sin saberse muy bien si lo justificaba o se consideraba culpable. Me encantó. Tanto, que creo que cambió mis gustos para siempre.

Esto es sobre una novela de título incomprensible (tanto, que me pregunto si no será un error de traducción): Años luz. Y me ha encantado también.




Una larga mirada

James Salter es menos famoso de lo que, incluso tratándose de buenos escritores, cabría esperar. Lo primero que leí de él fue la colección de relatos “La última noche”, una auténtica sorpresa, ya que sin previo aviso me encontré con lo que es: uno de los más grandes autores norteamericanos de la actualidad. 
Hace mucho que estoy cansado del cuento con redoble y salto mortal final. Hace mucho que, para mí, el relato que vale la pena es el que cuenta lo que se ve mirando por el ojo de una cerradura -unas habitaciones, una conversación, unas horas de alguien-, y con eso nos permite intuir una vida entera, saber lo suficiente de dos o tres personas como para entender todo lo que hay que entender. Y eso fue exactamente lo que encontré en aquel libro. De hecho, creo que fue Salter el que me hizo olvidarme por completo del cuento de prestidigitador, y que busco ese relato desde que se lo leí a él, antes incluso que a Cheever. 
Ahora acabo de terminar “Años luz” (Salamandra), que es un libro magnífico. Deprimente, pero magnífico. Libros hay muchos, pero literatura, poca. Y esto es buena literatura, muy buena; que es muy rara. 
Es una novela densa a pesar de que la temática no lo es: una pareja acomodada, sus hijas, su perro y sus amistades y amantes, de vidas aparentemente felices, incluso perfectas, y sin embargo tocadas en lo más íntimo. No por la desgracia, no por la sordidez ni lo sucio, pero sí por un desencanto vacío. Como si la ausencia de necesidades acabase llevando a la falta de ilusiones. O tal vez la falta de metas, de algún tipo de fe, ¿de compromiso?, condujese inevitablemente a la desesperanza. La desesperanza de quien siente que no hay más que “una caída en picado desde la apariencia de la felicidad al aburrimiento” y concentra sus esfuerzos en procurarse situaciones que le permitan olvidarlo un momento. 
“Escribía una lista de las cosas que podían salvarlo siquiera por un rato, es decir, los placeres que le quedaban: un fuego de leña, cenas con los amigos…”. Pues al placer recurren. No desbocado, ni exclusivamente carnal ni desde luego básico, sino cultivado, sofisticado, a veces intelectual, hasta profundo, y en el que no falta el amor; pero placer al fin y al cabo, y que, en fin, acaba pasando, claro. 
Salter escribe maravillosamente bien. Haciendo alusión al viento, a un gesto y a una botella abierta en la esquina de una mesa, describe un estado de ánimo. Y es capaz de remover nuestros propios secretos contándonos los de un arquitecto neoyorkino y su bella e interesante esposa, que solo teme las palabras “vida ordinaria”.

* * *


7 comentarios:

  1. Su descripción es referida a James Salter - La última noche, y también Años luz (Una larga mirada), las analiza y comenta tras su recogimiento y aislamiento requerido para una serena lectura, sin embargo a orilla de las líneas de su certero análisis, vemos la portada Francamente, Frank - Richard Ford , en su admirable su adicción literaria.
    Auténtica pasión lectora compatible con una música que nos acompañe y esta vez su diario El Progreso de LUGO, leemos en su última página el artículo "Un vinilo, cinco mil pesetas del autor Manuel de Lorenzo".
    No pude evitar su digestión lectora, me dejó satisfecho, los vinilos me retrotraen a mi primer tocadiscos Orlador de Círculo de Lectores adquirido a plazos y mis primeros vinilos de aquella época... de ahí mi interés.
    Otro artículo de Manuel de Lorenzo, citaba The Beatles, me agradó al igual que éste. es lectura recomendable, aun no se halla actualizado el correspondiente vínculo digital al artículo. Pero usted no lo necesita, adquirió el diario, puede leerlo en el periódico.

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  2. A mi Años Luz me dejó del revés. Me pareció magistral y La ültima noche también. Sin embargo sus memorias pero me parecieron aburridísimas pero se lo perdono porque Años luz todavía me estremece cuando lo recuerdo.

    Besos

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  3. Caray, otro a la lista de los de "A leer".

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  4. No lo he leído aún, Manolo.

    Moli, yo tengo esperando "Todo lo que queda", que si no me equivoco fue su última novela. A ver qué tal.

    Sí, NáN, no lo dudes.

    Besos y abrazos.

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  5. Tomamos nota de su recomendación. No he leído nada de este caballero, pero su criterio me vale de mucho.

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  6. La mirada de Salter es especial, como si lo ya mirado se te descubriera de nuevo. Recuerdo que leí las primeras páginas que se pueden bajar de internet y me fui directamente a la librería.
    Me alegra coincidir contigo.

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  7. A mí también me alegra, Isabel. Y bienvenida.

    Un abrazo, don Micro. Hágame caso.

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