20.8.07

Sentido personal del humor

Acabo de empezar Espera a la primavera, Bandini, de John Fante. Ya era hora de que, considerándome bukowskiómano como me considero, me decidiese a leer a este autor.

En una clase de niños de alrededor de 14 años, la profesora, enfadada, hace levantar a dos de ellos por no prestar atención. Uno se llama Holm:

Nellie se sentó sin saber qué sucedía y los dos muchachos se incorporaron. (...) Tosió Holm mientras, con la cabeza gacha, observaba los caracteres de la marca de su lápiz. Era la primera vez que leía la inscripción y se quedó más bien sorprendido al advertir que no decía más que Fábrica de Lápices Walter.

Bueno, pues a mí esto me hace mucha gracia, qué quieren que les diga.

No sabría explicarles bien por qué, pero creo que tiene que ver con que la situación me parezca completamente real. Y con que, de hecho, yo me reconozca en ese niño, me vea aún ahora, a mis 37 años, distraído con cualquier detalle irrelevante y fuera de lugar, de repente fascinante, en medio de la discusión más tensa o de la situación más solemne.


17 comentarios:

  1. En efecto, ése es un detalle muy característico de tu persona, como lo es mi perpetuo despiste... Doy fe. Y es gracioso.

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  2. Eso que relata la escena, que tú afirmas padecer, y que además nos pasa a más de uno, resulta más woodyallenómano que bukowskiómano (ojjjj, qué trabalenguas). En este sentido, qué quieres que te diga, nos sentimos muy orgullosos. Y con razón. Ahora bien, de estas reacciones no vamos a dar parte a las autoridades psicológicas, no vaya a ser que les dé por diagnosticarnos algo. Y también con razón, :-)

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  3. Bueno, en el caso concreto del trabajo, es pasmosa mi incapacidad para mantener la atención en lo que se está tratando. Me recuerdo a Felipe, el amigo de Mafalda, repitiéndose a sí mismo en clase "Tengo que antender, tengo que atender" hasta que se oye a la profesora preguntar "¿Habéis entendido, niños?" y a todos contestar "Síiiiiii" mientras él pone cara de sorpresa.
    ¿Tendrá que ver con la motivación...?

    Es propio de película de Allen, sí. Y está bien tener por lo menos algo en común con él, ¿no? El que no se consuela es porque no quiere.

    Abrazos.

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  4. Hola Porto,
    Estoy de acuerdo con Donna (hola Donna...). Mucho más de Woody Allen que de Bukowski, absolutamente.
    Si fuera una novela del primero el niño de catorce años hubiera mirado con ojos lúbricos a la maestra y hubiera golpeado en un ojo al compañero (antes de beberse una botella de vino con otros compinches, delincuentes juveniles como él).
    Algo que también tiene su gracia, para qué nos vamos a engañar. :-D

    Un abrazo.

    PD: Es curioso que yo también recuerde tiras de viñetas de Mafalda, debe ser la cosa generacional.

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  5. Hola, Xavie.
    Pero bueno, a ver si nos aclaramos, porque al final va a parecer (y la culpa la tendrá Donna) que yo le veo un estilo bukowskiano a la escena: la alusión a Bukowsky se debe a que él era un gran admirador de John Fante, no a otra cosa.

    Mafalda da mucho juego.

    Un abrazo.

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  6. Totalmente de acuerdo. Mi caso es aún peor, porque yo me identifico con la profesora que castiga al niño y con el niño, lo que no dice mucho de mí. Yo puedo despistarme con una mosca, pero su obligación es prestar atención. ¡Leñe!

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  7. ¡Hola Xavier, holaaa-hoooooooolaaa! :-))))))

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  8. Al pan, pan. Y al vino, hip.

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  9. Porto,
    Disculpa mi ignorancia. No sabía de las preferencias de Bukowski :-)
    Y la culpa al final la va a tener Donna.

    Definitivamente

    (hola Donna :-D)

    Abrazo.

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  10. Pues esas son las ocasiones en las que suele aparecer un déjà vu.
    Saludo. MP

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  11. Buenos días.

    ¡A ver, señorita Mobile, que esto no es un chat!, ¿eh?

    No te creas que mi situación laboral es muy distinta a la tuya, Ruth. Una situación comparable la he vivido yo muchas veces en mi trabajo.

    Miguel, me alegro de verte.

    Un abrazo.

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  12. ¡Pero si ha empezado él! ¡Él saludó, yo saludé, nos saludamos!

    Oh, qué injusticia tan grande...

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  13. Porti, en estados de tensión pasan cosas de esas. Desde fijarse en una mosca a que le entre a uno la risa lela por cualquier cosa.
    Pero una cosa es eso y muy otra ser un disperso.

    Prestar atención en clase era una pelmada a veces, por la razón elemental de que pocos profesores sabían recabarla en condiciones. En la universidad pasaba también algo parecido, había que despegar para no sucumbir a la cabezada...o bien se acababa la clase en un soplo cuando el profesor era Lázaro, por ejemplo, el de Arte.

    Luego estan los culebrones. Recuerdo haber estado pensando en toda una nueva distribución de un cuarto mientras un ex me soltaba una filípica. Otra vez recuerdo haber repasado un ciclo entero de Schumann, de memuar, en plan mnemotécnico, la cosa no era de conversar, era de escuchar o bien reproches, o bien una historia interminable, falsa, que para mi ya estaba muerta.

    Ahora bien, llevo fatal la gente que se le va la olla mientras estás hablando. Me refiero en plan amigos, o cuestión informal, por llamarlo algo.
    No hay cosa más desagradable que comprobar ese tipo de despegue, de egoismo autista del que vive perpetuamente en la inopia o en su yoyomimi.
    En otro orden de cosas es un poco como cuando un entrevistador hace una pregunta a un personaje, y mientras contesta el otro habla con el de la cámara, se atusa el bigote, se peina o hace un crucigrama.

    No sé, creo que hay despegues y despegues, y algunos son además de ofensivos de muy mala educación.

    Beso.

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  14. Pues para mí hay pocos placeres equiparables a quedarse ido por cualquier insignificancia. No digo que estar distraído de continuo sea maravilloso, pero cuando el resto de tu circunstancia no es ni siquiera interesante, ¡qué mejor cosa que qudarte lelo mirando la marca de un lápiz (por ejemplo)!

    Muchos besos. Cal.

    (más de Allen, ¿no? Bukowski es taaaaaaan sórdido...)

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  15. ¡Ah, sí, Bukowsky es sólo de, ya sabes, tetas, culos, y borracheras, y todo eso... buf! :)

    Pues sí, M., yo me refería sobre todo a momentos de supuesta tensión, en los que deberías estar con los cinco sentidos puestos. Otra situación típica para mí es el trabajo, mientras alguien me comenta algo profesional, mientras me dan datos o tratan de explicarme lo que sea, veo cómo mi atención, a partir del quinto segundo más o menos, va menguaaaaaando, desaparecieeeeeeendo, sin que yo pueda hacer nada por retenerla y evitar que se desvíe hacia la mano de mi interlocutor, su olor, alguna muletilla que repite sin parar, algo que me contó mi hija el día anterior o la música de la radio que tengo sobre la mesa.

    Nada que ver, te lo aseguro, con no atender a quien, en una conversación personal, te habla. El egoísmo que supone no prestar atención a lo de los demás y tenerla sólo para tus problemas me resulta insoportable, y para mí descalifica como compañía a cualquiera.

    Besos.

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  16. YO también quiero leer a Fante, empezaré con sus relatos "The Wine of Youth".

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  17. Hola, Lukas.

    He terminado ya el libro, ayer mismo. Me ha gustado bastante, y desde luego lo suficiente para seguir con otros ("Pregúntale al polvo", creo que es el apropiado"), pero tampoco te creas que me ha encantado. Creo que esperaba más.

    Después está el tema de las traducciones... Pero es que yo no creo poder encontrar aquí obra suya en inglés.

    Un abrazo.

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