2.11.06

Un provinciano en Madrid: convertido en alumno, pero resistiendo.

Como ven, apenas escribo. Es que estoy estudiando.

El curso éste avanza y cada vez nos hacen trabajar más. Por ahora, mis resultados son desiguales: en lo que más tiempo exige (léase exámenes) debo mejorar, como corresponde a un vago, pero todo lo que tiene que ver con escribir me va permitiendo ir aguantando el tipo, creo (de algo tenía que servir llevar un año y pico practicando con ustedes, ¿no?).

El caso es que por semana estoy bastante ocupado, y el sábado y el domingo ni encendí el ordenador, en casa. Encontré a los niños cambiados: mi hija me pareció mayor (sé que fue sólo una impresión), y vi a Carlos muy grande.

(Por cierto, para que vean que incluso los más grandes artistas a veces se repiten, les contaré que, según mi cuñado, mi hija volvió a demostrar su personal concepto de la lectura: en una caja leyó de, o, de, o y t; y cuando él le preguntó qué ponía contestó toallitas.)

Del metro ya apenas puedo contarles nada, porque ahora leo mientras viajo. Sé que me estoy perdiendo curiosidades sociológicas, y que joyas antropológicas estarán pasando ante mis narices sin que yo me entere, pero la verdad es que, por un lado, el trayecto se me hace mucho más corto, y por otro, es la única manera de poder leer algo no profesional (ahora, Expiación, de Ian McEwan, que a pesar de las dificultades ambientales me está gustando bastante).

Pero a cambio puedo hablarles de los viajes de once horas en tren desde mi casa a Madrid, los domingos de noche. En litera, tuvo que ser en litera, y eso me ha permitido comprobar que ya no soy el que era. No exactamente por incomodidad, pues un servidor duerme cómo y dónde sea (se lo aseguro), sino por una necesidad de espacio vital, de intimidad y de higiene que siendo más joven no era tan acusada. Pero de todos modos no estuvo tan mal: viajar en tren me parece, incluso en las peores circunstancias, algo literario; y hacerlo en ése es como trasladarse al pasado, lo cual a efectos prácticos es horrible pero le da al asunto un aire romántico.

Y ya en Madrid, les hago saber que la semana pasada Xavie y yo quedamos y fuimos a cenar (de postre tomé Helado de chicle de fresa con peta-zeta, supongo que pensado exclusivamente para nuestra generación, y estaba riquísimo), y que anteayer, martes, fui con Rythmduel, Cal y Paquete, su novio, a ver Scoop, la última de Woody Allen; y luego, ya con Xavie unido al grupo, tomamos algo. La película, en mi opinión, es una vuelta a las comedias más típicas de Allen, y aunque la historia no tiene nada de especial es la excusa perfecta para ir engarzando diálogos magníficos, inteligentes y graciosos.

Ayer salí a comer con unos amigos (los que me están acogiendo desde que llegué a Madrid) y dimos un pequeño paseo por la parte más bonita, para mí, del barrio de Salamanca, al final de Claudio Coello, Lagasca, Velázquez y por ahí, donde todas esas calles tan largas, tan elegantes y tan llenas de tiendas (tiendecillas humildes, de barrio, ya saben) desembocan frente al Retiro. Se respira dinero, y uno puede echar la imaginación a volar y pensar en vivir en uno de esos pisos, o asomarse a una sima insondable al calcular cuánto le costaría.

Hoy le comentaba a Rythmduel una cosa que siempre me ha asombrado: ¿cómo hacemos para cantar o silbar justo en el tono que queremos (dejaré al margen a los que carecen por completo de oído) ?, ¿cómo somos capaces de hacerlo sin ir probando, sino a la primera? Porque con un instrumento uno sabe la posición de las manos, o la tecla, es algo totalmente controlable; ¿pero qué mecanismo intuitivo es el que nos permite dar directamente la nota exacta que pretendemos dar? A mí me intriga mucho. [¿Miranda?]


Y la crónica se acaba aquí. Otro día, pensaré un poco más.

Saludos a todos.

17 comentarios:

  1. Esa asociación entre apunte y disparo es imprescindible para ser músico.
    Y creeme si te digo que conozco cantidad que les cuesta apuntar un congo.

    Contons.
    Cuando piensas en una nota, simplemente al pensarla, ya estan las cuerdas vibrando en la posición debida (de tensión y oscilación). Ese sonido fundamental imperceptible es el que luego, por medio del aire será subido a los resonadores y saldrá al exterior revestido de color y volumen según la morfologóa de cada uno (y según las artimañas, caso de que hablemos de un cantante).
    Es un poco como la diferencia entre tocar con un dedo una nota sobre el puente del violín, y pasar el arco y producir el sonido que ese dedo ha afinado.
    Las cuerdas se comunican directamente con el cerebro por medio del nervio recurrente, es decir, no es como cuando movemos un dedo del pié, por eso todo lo que se hace, mal, con ellas no hace sino perturbar esa correcta (casi siempre) emisión inicial.
    Tal vez te haya pasado que escuchando cantar, mal, a alguien hayas sentido que se te fatigaba la voz, y era cierto. Tus cuerdas vibraban agotadas escuchando el espanto, pero ese sonido fundamental no estaba siendo scado al exterior.

    Cuando alguien canta mal, es decir, cuando alguien quiere hacer cosas con la voz que no domina, lo primero que siente es que le falta aire, eso es porque pretende MOVER los sonidos por medio del aire, y busca con ese esfuerzo la afinación.
    Hay mucha imbecilidad involucrada en la ignorancia sobre el funcionamiento del aparato vocal, tanta que hace que gentes con posibilidades vocales dedique sus estudios en peregrinación profesoril, a conseguir una gran capacidad aerea, como si eso fuera la panacea del cantante.
    Decía Krauss que un buen cantante no se entera de cuando tiene que respirar, y estaba cerca, no es exácto, pero casi.
    Una cosa es la colocación, lo que es un proceso de conocimiento técnico (de dominio de todos los músculos y cartílagos que intervienen en ello) que lleva su tiempo y es sumamente interesante, y muy otra la emisión (en lo que lógicamente está involucrado el aire), la salida al exterior de ese sonido que previamente ha de subir, abarcar todos los resonadores de ese intrumento (nuestro cuerpo) y luego salir con naturalidad (articulando fonemas)al exterior. Confundir ese proceso, es decir, poner primero el carro/aire que la colocación, es letal.
    Afortunadamente, instintivamente el cuerpo sabe lo que debe hacer (por eso hay tanto cantante con impostación natural), es precisamente cuando le ordenamos hacer el imbécil cuando se fastidia todo. (y los perjudicados no reclaman daños...eso es ser memo y lo demás...lo demás...)

    Haz una prueba. Mírate la campanilla. Sin sacar la lengua eh?, abriendo la boca con naturalidad, sin hacer asparavanes, mira al fondo y observa tu campanilla unos instantes, tranquilo.
    Luego, mientras la estas mirando piensa en una nota aguda...verás lo que pasa.
    Sólo con pensar en ella, sin siquiera emitir un sonido cercano al fundamental, sólo con eso, pensar, se levantará y colocará tu paladar blando en la correcta posición para la emisión de esa nota.

    Luego sólo falta que vayas donde un mal profesor que te diga que resoples y te haga hacer ejercicios de parto sin dolor, para que te cargues toda esa capacidad innata y de paso te jorobes las cuerdas por la incorrecta presión que las obligas a soportar mientras emiten.
    ¿Futuro?...vibrato (aereo) de comas por oscilación incorrecta, fatiga vocal, afonía en notas medias, desafinación, pérdida de volumen...
    la repus!.

    Repetons. Cuando pensamos en una nota, un sonido, las cuerdas se juntan y ya vibran en ese EXACTO sonido antes de que el aire pase y haga ese sonido audible.

    Cuando hay una disfunción entre el pensamiento del sonido y la emisión es cuando nos encontramos con personas que cantan exactamente una canción, pero en otra tonalidad todo el tiempo, o bien no afinan nada. Según el tipo de problema que produce esa deformación se puede solucionar en más o menos tiempo.
    El caso es que se puede solucionar también eso.

    Beso.
    M.

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  2. Muchísimas gracias, Miranda, es interesantísimo.
    En realidad, lo más increíble es lo que dices al principio, que al pensar una nota, las cuerdas ya se vayan al sitio. Y saber por ti que efectivamente es eso lo que pasa, lo hace más alucinante todavía.

    Besos, profe.

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  3. Cuidado cuando vayas a la India. Los trenes allá son toda una experiencia. Seguramente tienen uno de los servicios más impecables del mundo, por puntualidad, volumen de vía férrea y amabilidad del personal, pero en cuanto a comodidad física y ambiental ... todo un descubrimiento.
    Saludos.

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  4. ¿'Expiación' estás leyendo en el metro? De acuerdo, es un lugar tan bueno como cualquier otro. Y aun así, leído en el metro, estoy segura de que te va a gustar. Son historias dentro de historias, dentro de historias...sí, te va a gustar.

    Me gustan tus crónicas de provinciano en Madrid.

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  5. Querido: yo también estudio y voy en metro, pero lejos (ay) de esa magnífica pandilla con la que vas al cine. Lo que daría por sumarme y llevaros a comer el mejor sushi de Madrid a un tugurio que me sé. Estudiar cuesta ahora, ya, un poco más, ¿eh?.

    La lección de Miranda, magistral, la guardo para releerla. La antidiva, de nuevo, enamora.

    Que se te haga leve el destierro y que aprendas mucho, compañero.

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  6. Qué magnífica explicación, Miranda! Muchas gracias x ella. Ya miré mi campanilla, y tienes toda la razón (claro, si tu eres éxperta en música).

    Porto, te envidio por estar en Madrid. Es una ciudad que siempre me sorprende. En los metros prefiero ver a la gente. En los trenes, leer. En los aviones, dormir.

    Sigue estudiando (siempre es bueno si lo disfrutas) y encontrándote con amigos. La distancia con la familia será una anécdota dentro de un tiempo.

    Saludos

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  7. Buenos días.

    Estudiar cuesta cada vez más, Ernesto; por razones fisiológicas, supongo, y porque cada vez está uno menos dispuesto a perder el tiempo (léase estudiar porque sí, sin que a uno le interese lo que estudia). Afortunadamente, el grueso del curso son una serie de trabajos, y para eso sí que con el tiempo se tiene más capacidad, creo yo. Un fuerte abrazo.

    Este fin de semana estoy en Madrid. No he ido a casa, porque el miércoles (el jueves es la Almudena, y el viernes hacemos puente) vienen mi mujer y los niños, hasta el lunes. Me apetece mucho. Viene ella con los dos en avión, lo cual me parece ser bastante decidida.

    Iván, no sé yo si iré a la India, pero, de ir, lo tendré en cuenta.

    Sí, Amanda, y sí me está gustando. Además, no me está pareciendo un libro que exija demasiada concentración (no al menos tanta como me esperaba), o quizá es que el metro está resultando un sitio donde concentrarse es fácil. Muchos besos.

    Laura, un beso. Pasar unos días en Madrid, si se dan las condiciones adecuadas, está muy bien.

    Voy a seguir trabajando...

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  8. Aprovecha el estudio, Portorosa, y disfruta de Madrid y sus múltiples posibilidades. Tus observaciones nos llegan como soplo de aire fresco. Saludos

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  9. Vaya! lo de silbar la nota deseada también era para mi un gran misterio, y por supuesto ya he ido corriendo a mirar mi campanilla al espejo. Ahora la duda es cuál es "el tipo de problema que produce esa deformación" que padece mi hermana y que espero que no hereden mis sobrinos (y supongo que tú también lo esperas). ;)

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  10. Buenos días.

    Gracias, Gatito. Un abrazo.

    Korcho, pero me temo que tu hermana no canta la misma canción pero en otra tonalidad... Ojalá.

    Un abrazo.

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  11. Asombrada con la explicación de Miranda.
    A veces, la voz y el silbido se rompe, depende del corazón y la nostalgia.

    A la peque cuando venga, la tendrás que llevar de copas, para ver Madrid de noche, tanta luz les sorprende demasiado y a ella al parecer tan imaginativa..pues nos vamos a divertir mucho con sus explicaciones.
    Saludos cordiales.
    Luna

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  12. Estoy deseando ir andando con ella por la calle. La única vez que estuvo en Madrid, aunque ya se enteraba de todo, fue cuando cumplió dos años, y ahora se puede hablar mucho más con ella.

    Besos, Luna.

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  13. Madrid es una maravilla para ir de visita,pasear sus calles y descubrir las enormes posibilidades que en una ciudad de provincias no hay, museos, ir de vinos,agradables paseos por la cuesta moyano o perderse en callejuelas de añejo sabor.Por otro lados,us crónicas del metro,son costumbristas,maravillosas,como las podría haber hecho Galdós pero de siglo XXI..es un ámbito digno de estudio sociológico...yo cuando estuve cierto tiempo,terminé leyendo también...quien le dice que eso no es también una curiosidad...
    un fuerte abrazo

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  14. Coñe, yo este fin de semana no estoy por aquí (emigro al norte que ya le voy echando en falta).

    Pasáoslo muy bien por la capital del reino (seguro que sí). Y si necesitáis algo, ya sabes.

    (jo, Miranda, qué flipe lo que cuentas, parece irreal).

    Un besote. C.

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  15. (Alto en medio de la vorágine de trabajo)

    Un abrazo, Max; usted, literariamente, vive aquí.

    Cal, que vaya todo bien. Insisto: que vaya todo bien, y tranquila.

    Abrazos.

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  16. Si deja de llover, que paree que sí, disfrutará como una loca, si no , la pobre dirá que a dónde la habéis llevado que llueve más que en su pueblo.

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  17. Buenas Portorosa, he leído TODOS tus posts y la verdad que te felicito, escribís igual que yo, ó sea, escribís cosas personales que te pasan, lo que hacés, lo que decís, lo que pensás, como si fueran memorias.

    Por eso yo te invito (cuando tengas tiempo, sé que estás muy ocupado) a que leas mis posts, seguro que te llamarán la atención de inmediato.

    Un saludo, chau!!!

    De todo Corazón:
    Arthur

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