Odio a la cinta de correr
Y no porque sufra sobre ella, porque me canse y me aburra. Porque eso está en mi mano cambiarlo o ponerle fin, y sólo yo soy responsable.
Pero que cada vez que el reloj va a completar un minuto y cambiar al siguiente, que cada vez que estoy esperando la consecución de esa meta, con la inyección de ánimo que supone, y los segundos van avanzando, 56, 57, 58, 59... ¡cambie siempre la pantalla y en lugar del tiempo aparezca la (ridícula) distancia que llevo, y yo no obtenga nunca mi pequeña recompensa!, eso, eso lo hace ella.
Y lo hace a propósito, sólo para hundirme.
Sí,
ResponderEliminarPorque ella siempre mira con sorna los ridículos esfuerzos humanos por mantenerse en forma. Pero sobre todo a los hombres empeñados en una carrera contra el tiempo que, al fin y al cabo, siempre es inútil.
A las mujeres les tiene algo más de cariño. Cuestión de género, supongo.
Un abrazo,
X.
PD: Me gusta, por si no había quedado claro.
Gracias, X.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo también odio la cinta de correr, con igual intensidad que la bicicleta estática. Porque ambas nos humillan. Pero es que además nos engañan, porque esa distancia recorrida no es tal. Yo sigo ahí, corriendo y corriendo sin moverme del sitio. Y eso de correr para no llegar a ninguna parte nunca me ha gustado demasiado. Necesito la motivación del paisaje cambiante; la sensación del paseo junto a la observación más o menos atenta. Supongo que por eso me compré una bicicleta con ruedas, aunque el obstáculo de vivir en un ático sin ascensor me haya conducido a abandonarla un poco...
ResponderEliminarAh, bueno, lo de la bici estática ya son palabras mayores.
ResponderEliminarYo la considero uno de los peores instrumentos de tortura psicológica ideados por el hombre. El tiempo se detiene, y la filatelia, o planchar, o esperar en la consulta del dentista aparecen ante uno como actividades lúdicas apasionantes.
Ni se me ocurre acercarme a ellas.
En lo del paisaje tienes toda la razón. El tiempo (los dos, el de reloj y el atmosférico) y mis rodillas se alían para hacerme correr indoor, viendo como un tonto, por la ventana, un estupendo sitio para correr al aire libre (lo cual por otro lado no está nada mal; no sé cuánto pagarían de más en Madrid (Madrid siempre es mi ejemplo) por un gimnasio con estas vistas).
Un abrazo.
Virgensanta!!!!
ResponderEliminar¿Pero también se atiza con la cosa esa?
¿No le han dicho hace poco que estaba fetén?
Sólo de pensarlo me ha dado un tirón, me parece que se me va a subir la bolinga de la pierna izquierda.
Ay!
Beso.
M.
Ya te dije que yo no quería ni estar gordo ni ser uno de tus criticados delgados fláccidos todo pellejo, M.
ResponderEliminarBesos.
Usted no sabe lo que es la Termomix.
ResponderEliminarSólo oigo hablar de ella a alguna amiga casada, y deduzco que o bien es su mejor amiga, o es su amante.
ResponderEliminarBuenos días, Sirwood & Co.
Creo que el primero en satirizar ese estúpido invento del avanzar sin ir a ninguna parte fue Buster Keaton,y claro, con él empezaba el siglo XX cogido de la mano del Titanic.Creo que me he ido por los cerros de Ubeda,eso me pasa por no estar sobre una cinta de correr.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sólo una vez en mi vida utilicé uno de esos aparatos de gimnasio (que claustrofobia de sitios!) y me quedé tan frustada...después de un buen rato había bajado como 20 calorías, o sea, medio yogurt y tenía hambre como de medio chuletón...
ResponderEliminarBesos hipercalóricos.
Nunca me han gustado los ejercicios físicos en solitario.
ResponderEliminarDado que, llevo una vida más bien sedentaria, solo salpicada por esporádicas excursiones con mi agrupación astronómica, suelo salir a andar una media de una hora diaria pero procuro hacerlo en compañía y conversando.
También es verdad que tengo la excusa de sacar a mi perrita que, por cierto, me lleva a buen ritmo (a veces corro un poco con ella).
Yo me crié en la calle (mi casa era demasiado pequeña para una familia numerosa)y eso me ha hecho preferir los deportes colectivos.
Debo decir que tengo la suerte de que, desde hace muchos años, mantengo (sin hacer nada extraordinario para ello) mi peso entre 75 y 80 kilates (1,75 de altura) coma lo que coma (dicho sea de paso, me pirro por una buena comida). Es posible que si no fuera por esta cualidad hace tiempo que estaría bastante más fofote. Quiero decir con esto que admiro a quien, como tú, tiene esa constancia para mantenerse en forma.
Un abrazo.
Es la primera vez que me asomo a este blog, me ha gustado mucho lo que cuentas.
ResponderEliminarYo no soy muy desportista... aunque cuando me decido y me subo a la dichosa cinta me cansa más el esperar que pase el tiempo que el deporte mismo; una tortura.
Volveré a pasarme por aquí.
Saludos.
a mi me da vergüenza correr en público. Soy así de rara.
ResponderEliminarYo utilizaría una cinta de esas, siempre y cuando no me mire nadie, o yo no sienta que me mire nadie...bueno, en fin, mejor que no haya nadie...
me ha quedado un poco maniático, verdad??
Un saludo a todos. Y bienvenida, Elita.
ResponderEliminar¡Vaya por Dios! Y yo que me había pedido una por Navidad ¿ahora que hago?
ResponderEliminarTaparle el reloj y usar uno propio, sin duda.
ResponderEliminarUn saludo.
Espero, Portorosa, que esté usted como un queso; porque de otro modo tanto sufrimiento no tiene explicación. Yo lo intento, no estar como un queso, que eso también, sino aguantar mis tres sesiones semanales de "correr sin moverse del lugar". Y sólo soporto el paso de los segundos mientras me como el telediario. Sí, como lo oye, delante de ese invento que usted detesta: la tele. Es más, hasta he llegado a hacerlo delante del Gran Hermano, cuando aún era novedad...
ResponderEliminarUn saludo.
Bueno, no sé... Intento no ser un queso fundido, supongo :D
ResponderEliminarUn saludo.