Posibilidades
Mi optimismo, cuando lo hay, tiene que ver con las posibilidades. Mi manera de estar animado es sentir que puedo elegir, que hay opciones; la sensación de poder construir algo (la vida) o acceder a algo nuevo. Si veo mi vida como algo que puede crecer y llenarse, estoy bien; y viceversa.
Por eso la rutina, en cuanto se prolonga (o sea, en cuanto es rutina), tiende a entristecerme. Porque de hacer siempre más o menos lo mismo paso fácilmente a tener la sensación de que no puedo hacer otra cosa.
Y entonces, de ese ahogo de pensar que ya no hay nada nuevo, que ya está todo visto (¿para sentencia?), surge la tristeza.
Mi tristeza siempre ha rozado el miedo de no vivir lo suficiente; de desaprovechar la vida. Algo terrible, porque la consciencia del fin está siempre presente, de fondo.
Todo esto, con independencia de que para mí esas posibilidades, esos caminos por andar, sean modestos y casi siempre íntimos, inadvertidos para el resto: conocer a alguien, mirar de otra forma, dar un paseo, mis hijos, claro, querer.
Lo modesto y lo íntimo significa la verdadera grandeza. Estoy pensando en -robert Walser, en todos sus años finales en el asilo de Herisau. Se prestaba voluntario a limpiar las legumbres en la cocina, daba en solitario largos paseos por el paisaje nevado (murió en uno de ellos) y escribía en rocitos de papel historias y percepciones, con una letra tan minúscula que se les llama "micrografías" y que los especialistas, con lupas, van descifrando poco a poco.
ResponderEliminar¡Qué hombre (y escritor) tan grande!
Me gusta mucho lo que has escrito, el tema. Es que, al fin y al cabo, todo se puede reducir a cómo vivir de manera satisfactoria, cómo equilibrar todos los aspectos de nuestra vida, pero de nuestra vida cotidiana, con todas las rutinas que vamos estableciendo con los años. "Modestos e íntimos" son los adjetivos de muchos de nuestros actos diarios, aunque debo reconocer que desde que leo algunos blogs me he dado cuenta de que mucha gente consigue encontrar cierto equilibrio entre lo modesto e íntimo, más fácil de decidir por uno mismo y convertirlo en satisfactorio, y lo social, muchas veces insatisfactorio a grandes rasgos. También me parece que lo normal es el conflicto entre ambas cosas. Pero, al final, estamos solos para decidir qué rutinas seguimos y hasta qué punto. En fin, que no aclaro nada.
ResponderEliminarUn saludo
El humor o estado de ánimo, efectivamente, es lo que nos habla sobre la apertura o el cierre de las posibilidades del mundo.
ResponderEliminarPor lo que habeis escrito, Porto y Nán, lo intimo cobra el significado de relación estrecha con lo otro: una persona, un paisaje, una hortaliza. Pero ¿cual es la cualidad que hace que sea más estrecha esa relación con lo otro, marcando la diferencia con la manera rutinaria?
Lo rutinario del vivir acontece cuando nos relacionamos con lo otro como algo “conocido”. Es decir, que nuestro "saber" sobre el mundo es lo que nos cierra las posiblidades. Y no solo eso, también nos separa de él: al mediar nuestro contacto con el mundo con el “conocimiento”, se elimina el sentimiento de íntimidad.
Por el contrario, lo que nos reporta un sentimiento de contacto íntimo con el mundo es una atención interrogante. ¿Pero a que nos referimos con esta interrogación? Obviamente, no es una interrogación intelectual sino una modesta forma de relacionarnos desde el no-saber. Cuando experimentamos nuestro contacto con una hortaliza desde el no saber, somos conscientes de que además de la figura que se resalta en la hortaliza existe un fondo que está implícito. Pues bien, la actitud de interrogación facilita la revelación de lo implícito, en nuestra relación con lo otro, que implica la consciencia del sentido, del siguiente paso, creándonos esa sensación tan maravillosa de estar fluyendo en un mundo abierto de posibilidades.
¿Podrías explicar lo de la hortaliza con personas? :D
ResponderEliminarEn serio, creo que es muy interesante lo que has dicho; y que podría ser(me) muy útil. Pero reconozco que el final del último párrafo me lo ha complicado un poco.
¿Cómo plantearse el contacto con lo otro, con lo que nos rodea, y sobre todo con los otros, de modo que no sintamos agotadas las posibilidades?
(Dejamos la química aparte, para todo esto, ¿no?)
A mí me gusta lo que ha dicho Taliesin. Y creo que se refiere a una forma de mirar que borra todo lo que habías dado por sentado (y por ello, nos resulta inútil). Reconvertir el mundo en algo permanentemente nuevo y brillante.
ResponderEliminarAlgo parecido a la frase, que no sé de quién es, de que "cultura es lo que queda después de haber olvidado todo".
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarPues sí: hacer del mundo algo siempre nuevo, sorprendente, inagotable y brillante. O darnos cuenta de que así es, ser capaces de verlo.
ResponderEliminarLo que no sé es si eso es el método o el resultado.
Lo de la hortaliza también es importante!
ResponderEliminarCon atención interrogante, la hortaliza nos puede revelar la mejor inclinación para ser cortada, la forma de ser presentada en el plato y los sabores que pueden combinar para hacer una comida apetitosa. Algo así, como un lienzo que estás pintando te va sugiriendo el trazo que está necesitando la composición.
En el caso de la relación con otra persona, son las emociones, sentimientos y sensaciones corporales, lo ímplicito que constituye el fondo del que se resalta la expresión verbal y no verbal (la figura). Por lo tanto, la atención debe estar alerta a la figura, pero también a ese fondo que descubro en la relación con la otra persona. Pero no solo eso, además queda la tarea de significar ese fondo. Es decir, hablar (hacer figura) desde las emociones, sentimientos y sensaciones sentidas, ajustando el sentido mediante una atención permanente a ese fondo que se modifica constantemente en una relación fluida.
De momento, eso te puedo decir, Porto.
Un abrazo
Nos hemos cruzado.
ResponderEliminarValeseguiré. Seguiremos. Un abrazo.
Vale. Seguiré. Etc.
ResponderEliminar:-)
Completamente de acuerdo, querido Porto.Siempre EN MARCHA!!!.QUE IMPORTANTE ES GIRAR LA SILLA, desde la que vemos la vida y "simplificar" y "priorizar". Un abrazo y pudiese mucho.
ResponderEliminarNo era "pudiese", era "cuídese";)
ResponderEliminarMe encanta escucharos/leeros. :-)
ResponderEliminarPorto, comparto la sensación contigo (de hecho tenía un post escrito al respecto, pero con otro punto de vista). Es una especie de ni contigo ni sin ti. Es decir, al menos en mi caso, cuando la rutina se instala en mi vida me empiezo a sentir cabizbaja. De esta forma empiezo a buscar nuevos estímulos (pequeños, grandes, íntimos y/o sociales) que me sacudan el alma. Y esa sacudida no es sino algo que nos hace zozobrar, pero que nos gusta porque es un reto y nos volvemos a sentir vivos. Es como una especie de minimasoquismo.
Algo así. A lo mejor estoy diciendo chorradas.
Es muy sencillo. Si usted cree que le van a tirar el penalti por el lado del poste derecho, haga como que se va a lanzar por el lado del poste derecho y láncese por el lado del poste derecho.
ResponderEliminarMuy bueno el post, para mí, y sobre todo en este momento de mi vida, en el que empiezo a tomar conciencia de una nueva situación y plantear el resto de mi vida, llena de nuevos retos y cosas por vivir. Quiero decir, que mi situción ahora mismo es todo menos rutinaria, y estoy encantada con la vida por darme esta "POSIBILIDAD".
ResponderEliminarPero al mismo tiempo, me pregunto cuánto tardará mi pasado, reciente, en volverse a repetir. Tengo la sensación de que cuándo no se me presentan motivacónes y/o estímulos nuevos comienzo la retirada y abandono.
Tal vez, no sea capaz de encontrar nunca una estabilidad "estable", precisamente por eso, porque cuando se vuelve estable comienza mi decepción.
Quizás la rutina y la estabilidad sean dos conceptos diferentes.
ResponderEliminarLa rutina supone automatizar las actividades, tener los circuitos neuronales tan amaestrados por la repetición, que los actos salen solos.
La estabilidad, sin embargo, puede estar llena de riqueza, de nuevas experiencias.
Buenos días.
ResponderEliminarLo del poste, Sir, a mí me lleva a una pregunta: ¿y si usted hace todo eso y el balón va por el izquierdo, funciona igual? ¿O es que usted en realidad para y tira el penalti?
Un beso, Margot.
1730, yo creo que, como dice Juan, una cosa es rutina y otra estabilidad. En estabilidad emocional, estoy pensando yo; o equilibrio, tal vez. Un equilibrio, una estabilidad, que no implican ni mucho menos estancamiento o inacción, ni costumbre ni, eso, rutina. Verse con posibilidades, con mucho terreno por delante, con muchas puertas abiertas, puede tener un estupendo efecto estabilizador, si así somos capaces de vivirlo (hay quien no lo es, a quien le da vértigo).
Por ese orden.
ResponderEliminarSirwood
Cómo sale a relucir de vez en cuando su vena sufí, Sir.
ResponderEliminarSí, la estabilidad no tiene por qué ser rutinaria, pero no todos queremos lo mismo. Y siguiendo con lo de las hortalizas, quizá a mí me guste preparárlas cada día de una forma diferente y a otra persona siempre igual (porque puede ser que los cambios no le gusten, incluso los odie)y yo me puedo pasar gran parte de la vida preparándolas a mi modo, pero llega un momento que me canso de ver a la otra persona de una forma tan autómata y predecible. Quiero decir al final, por mucho que yo intente variar mi rutina en una vida más o menos equilibrada o estable... me aburro, se vuelve todo fastidiosamente rutinario.
ResponderEliminarQuizá sea que llega un momento en que la hortaliza no da para más o una mala elección de la hortaliza (que dé poco juego) o, quién sabe, tal vez sea que en realidad todo tiene un principio y un fin o simplemente se le pasó la fecha de caducidad (7 años).
Cada loco con su tema, ¿eh, 1730?
ResponderEliminarEn la variedad está el gusto.
ResponderEliminarY de locos está lleno el mundo...
Gracias.
Aparece en dos comentarios la palabra mágica “estimulo” como algo para superar la rutina. No me extraña nada que se llegue a nombrar la relación con el estímulo como masoquista. Así es, acabar dependiendo de un estímulo se convierte, a la larga, en una esclavitud.
ResponderEliminarEchándole humor al tema de las hortalizas, non me resisto a aportar un ejemplo de que también es posible comunicarse con una hortaliza poco estimulante. Se trata de un programa culinario que causaba furor en los ochenta!
http://www.youtube.com/watch?v=-uvtcnchBgU
Saludos
Y luego está el electrovegetómetro.
ResponderEliminarhttp://www.marihuanawiki.com/index.php/Electrocultivo
S.
Por un momento, Taliesín, pensé que los tiros iban por el sexo. Me traiciona el subconsciente, siempre tan presente :)
ResponderEliminarFantástico, el ejemplo de relación :D
¡Sir, qué no sabrá usted!
En cuanto al tema, pues sí, puede haber una relación de dependencia con ese ansiado estímulo, ¿no?
¿Entonces (que ya te veo venir), cómo se hace para llevar el estímulo encima?
¿Qué hay que hacer? ¿Qué hace un gato, por ejemplo? Vivir como un gato ¿no? Pues eso, la solución es vivir como un hombre (o mujer, claro). Y cuando digo hombre no me refiero a consumidor, que se confunde, a veces!
ResponderEliminarSi la vida de uno depende de la adicción a los estímulos yo creo que el proceso de desengacharse va a ser doloroso. Lo normal es que uno entre en depresión! Eso no es malo! No hay que recaer tomándose una dosis estimulante!
Con la depresión, uno baja, baja, sigue bajando hasta que encuentra en el fondo su base instintiva (su humanidad). Y a partir de ahí: a vivir!
(Siento decir estas inconveniencias, Porto, pero ya sabes de mi alergia a la Psicología positiva y de la felicidad).
Nada de inconveniencias. Lo mismo son conveniencias en toda regla.
ResponderEliminarClaro que el itinerario desánimo-depresión-tocar fondo-despegue y a vivir no sé yo si resulta fácil de seguir. ¿Aseguras que al final hay una red, para rebotar?
Buenos días.
No estoy en condiciones de asegurar nada. Pero yo creo que sí! En el fondo existe un impulso hacia la realización: es el presupuesto de la psicología humanista. Y yo creo que hay evidencias (clínicas) de que esa creencia es razonable!
ResponderEliminarBuenos días!
Esto ya lo sabían los griegos que lo expresaron, en boca de Píndaro, con la exigencia: "Llega a ser el que eres".
ResponderEliminarPues yo conozco a alguna gente que no ha llegado a encontrar la red, y han descendido bastante...
ResponderEliminarY ahí siguen, en los fondos.
Ah, pero esos no han descendido, esos se han caído. Es distinto, Anónimo, no te preocupes; ¿a que no habían leído este post?
ResponderEliminarDel Barça, ese Píndaro es del Barça.
ResponderEliminarMenos mal que parece que hay red para rebotar. Ya estaba pensando cosas raras. Ortega decía que siempre existe la posibilidad de elegir aunque esta se reduzca en el más malo de los casos a vivir o no vivir.
ResponderEliminarPíndaro sería del Panathinaikos, ¿no? Amos, digo yo... ;)
Pensamiento mañanero sobre estado de ánimo y posibilidades.
ResponderEliminarDice alguien por ahí (en prensa escrita): “La gente no ha entendido nada. El 15M es un estado de ánimo”. Confieso que mi adhesión a este movimiento radica precisamente en la apertura de nuevas posibilidades que todo mi cuerpo vivencia con un humor optimista (raro en mi, ya que tiendo a considerar el optimismo como un defecto intelectual).
Sinceramente, siento que las oportunidades que como sociedade vayamos a tener, pasarán en gran medida, por el entramado social que el 15M sea capaz de articular para los próximos años de economía de guerra. Las dudas que podamos tener hacia ese movimiento, puede que nos vengan de las altas exigencias que nos pide una nueva forma de vivir y de relacionarnos.
Mañana saldré encantado a las calles! Ya siento en la boca del estómago el nerviosismo de los grandes acontecimientos.
Lejos de las pretensiones de concretar todo eso en una estructura fija, en asociaciones, en partidos, en proyectos concretos, yo creo que el único (y fundamental) éxito que podría alcanzar el 15-M sería cambiar nuestra actitud (el estado de ánimo, que dices): lograr un estado de conciencia crítica, hacer de nosotros un interlocutor del poder, que este vea por primera vez que hay alguien enfrente; es decir, dar un gran paso adelante en nuestra madurez democrática. Ni más ni menos: comprender la democracia, creer que lo somos, y actuar en consecuencia.
ResponderEliminarBuenos días.