y III
[To Ignatius. ]
¿Me contradigo?
¿Pretendo decir demasiadas cosas a la vez?
¿O es simplemente que en realidad no digo nada?
1. Qué dije primero:
- Que la reacción a la publicación de las caricaturas me parecía una sinrazón, algo inadmisible.
- Que no entendía la sorpresa con que parte de nuestra sociedad acogía esa reacción, como si no fuera ése el comportamiento que cabía esperar de una población (la mayoritaria en los países islámicos) material y culturalmente tan atrasada.
- Que me parecía una muestra de hipocresía juzgar este asunto como si nosotros (y no los nosotros de hace siglos, sino los nosotros de ahora) tuviésemos ese tipo de reacciones completamente superadas.
- A raíz de estas dos últimas consideraciones, daba a entender que a la hora de valorar hechos o actitudes deberíamos desechar definitivamente el doble rasero, y que si queríamos encontrarnos con otro tipo de reacciones lo mejor sería ayudar a que hubiera otro tipo de sociedades.
Sigo diciendo lo mismo.
2. Qué dije después:
- Di mi opinión sobre nosotros mismos, y dejé claro que sin duda yo me quedo con nuestro modelo de sociedad.
- Aclaré, también, que no tengo ninguna duda de que la suya no es, hoy por hoy y en términos generales, una opción voluntaria y libre, sino el síntoma y el efecto de un atraso para mí evidente.
- Volví sobre su reacción, sobre la violencia que hemos visto, explicando que ha sido ella la que ha convertido este episodio en algo importante (ya ha habido muertos, fíjense ustedes), y que es también ella la que parece marcar una más clara diferencia entre ellos y nosotros. Y dije, en un ejemplo de vacuidad mayor todavía que la mostrada en el resto del texto, que esa violencia me parecía completamente inaceptable, y que la defensa de los amenazados era prioritaria.
- Y, por último, en la parte más extensa del segundo post (punto 6), traté de explicar por qué creo yo que éste y otros asuntos del mismo cariz, en los que en mi opinión es como mínimo exagerado decir que nos estamos jugando nuestras libertades, y que lo que sí ponen a prueba es nuestros supuestos cultura y civismo, deben ser tratados con flexibilidad, comprensión, y sensatez. Y decía que nuestros principios y libertades se enfrentan mucho más a menudo a enemigos más poderosos y cercanos que, sin embargo, no hallan ninguna resistencia. Y aun decía que me parecía tonto o hipócrita pedirles que no usen la violencia contra nosotros a unas sociedades que viven inmersas en ella. Y no me resistí a repetir que me parecía mentira que no comprendiésemos hasta qué punto es conveniente que los de fuera de nuestra cada vez más asediada fortaleza vivan bien.
Y sigo diciendo lo mismo, sin que hasta aquí vea contradicción alguna.
3. Con qué me he mostrado de acuerdo, o, sin haberlo dicho, lo estoy:
Por ejemplo:
- Con artículos como el de J. Goytisolo en la edición de El País del 10.02.06, en el que el escritor habla de la defensa de las libertades y de la firmeza en la defensa de los principios democráticos, pero también de crítica razonable, de respeto, de sentido común, de flexibilidad y de no hacerle el juego a los extremistas.
- Con textos como el de mi admirado (¿de quién no?) Sánchez Ferlosio, recogido por Ignacio en Una casa en el aire, en el que don Rafael dice cosas como que "...ninguna opinión es respetable, que todas han de ser atacadas con toda la apasionada subjetividad que es propia del más libre y más genuino entendimiento", además de negarse a seguir las reglas del juego, en lo que al respeto a las creencias se refiere, de la secularmente irrespetuosa Iglesia Católica.
- Con ideas como la expresada por Paolo en uno de sus comentarios a un post mío, cuando dice que
Yo pienso que todos, absolutamente todos, los sistemas de valores y las ideas son criticables en la forma y manera que cada cual entienda, sin que sean aceptables situaciones de privilegio ni por la naturaleza de dichas ideas ni por su grado de seguimiento o aceptación por comunidades más o menos numerosas.
y con esta otra:
Reivindico mi derecho (y el de todos) a criticar y ridiculizar los sistemas de valores ajenos, incluido el mío (y si hay que poner una frontera entre la crítica y la ridiculización, que la ponga una ley y un juez y no un ofendido).
- Con muchas (pero muchas; ahora me he dado cuenta) de las ideas de Miranda, salpicadas aquí y allá en sus extensos comentarios:
... lo que, bajo la pátina del orgullo de la civilización, no es más que la repetición de un insulto sin más.
...en este asunto de las viñetas hay encima de la mesa puesto, no nuestra forma de vida, no nuestra libertad o concepto del sentido del humor, encima de la mesa estan nuestros cojones como siempre, está que es evidente que los consideramos inferiores (...) y por lo tanto podemos ejercer de superiores morales y ofender.
Somos europeos, somos mejores, y somos además más civilizados, en lugar de observar y aprender a comportarnos y a adaptarnos (no a ceder o convertirnos al islam, adaptarnos a respetar a los que no son como nosotros) a este estado de convivencia obligada de religiones (situación anómala donde las haya), en lugar de eso, los valientes internautas del siglo 2006 repiten la ofensa por internet para con ello demostrar ¿qué?.
Comprendería un algo similar (la repetición de un artículo censurado, por ejemplo) si es que en ello fuera algo en juego, algo como no poder publicar una verdad, una noticia, un suceso, una injusticia, pero nada hay de eso, es algo simplemente ofensivo, considerado así por todo el colectivo islamista, y hay que repetir y repetir la ofensa, el insulto a su credo, porque nosotros somos mejores. Más civilizados. Lo estamos demostrando.
...es imposible, impracticable, la convivencia entre humanos que no sólo no se respetan, sino que considerándose superiores son incapaces de comprender el nivel de dolor o de ofensa del que desprecian.
...espero en cualquier caso que las buenas gentes, que son legión, piensen y sean capaces de hacer ese movimiento generoso (generosidad) que es el de ponerse en el lugar del otro, del ofendido.
No estamos hablando de nuestro derecho a cuestionar sus dogmas, de nuestro derecho a no creer, a una enseñanza libre, sobre todo libre de peajes artificiosos de rituales arcaicos... estamos hablando de nuestro derecho a RIDICULIZAR sus creencias, y eso, da lo mismo que sean musulmanes, católicos, judíos o seguidores de Buda, no lo tenemos. No hay derecho a ser malas personas, a hacer daño gratuito a nadie. No tenemos ese derecho.
De eso hablamos, de que para entendernos, para poder seguir en estos nuevos tiempos que nos tocan, habrá que establecer parámetros, hojas de ruta, para poder sobrevivir.
Adaptarse no es una palabra que case o rime facilmente con desprecio, superioridad, etc... rima mejor con entenderse y respetarse.
Y en todo esto ya me doy cuenta de que puede haber, si no explico mejor lo que pienso, quien puede ver contradicciones.
4. Qué opino:
a) Defiendo la cuestionabilidad de toda opinión, creencia o sistema de valores. Ninguno de ellos es sagrado ni intocable, y su fortaleza vendrá dada precisamente por su capacidad para enfrentarse airosamente a cuantas más críticas mejor.
Pero ese estado de cosas, sobre el que hoy en día parece haber, en nuestra sociedad, unanimidad de pareceres, no es el real; esa mentalidad es la meta a alcanzar, la situación (a mi juicio) ideal pero aún lejana.
Y, en el largo camino hacia su consecución, camino del que ya hemos recorrido un gran trecho, las sociedades occidentales (permítanme esa expresión tan poco concreta pero creo que entendible) han debido ir evolucionando poco a poco, en un complicado juego de equilibrios (juego de cuyos éxitos y fracasos nos hablan los libros de Historia) entre todos sus elementos constitutivos, desde los más lentos hasta los más rápidos, de los inamovibles a los precipitados, de los preparados para los cambios a los incapaces de pensar sin tutelas.
Nuestra sociedad evoluciona, pero lo hace al ritmo que sus miembros se lo permiten, por no decir al ritmo que le marcan. Y no podría ser de otro modo, ya que somos nosotros, los individuos, a la vez su motor y su ancla (con perdón...).
b) El escenario (disculpen el anglicismo, pero queda muy bien) ha cambiado:
El contacto con los que hasta hace poco eran, en la práctica, otros mundos (por no decir que simplemente no existían), es ya inevitable. Ya nos es imposible mantenernos aislados de lo que nos rodea, como imposible es, también, mantener al resto al margen de cuanto aquí ocurre.
La globalización, o como quieran llamarla, ha suprimido buena parte de las fronteras económicas, socioculturales, físicas y políticas, y ha hecho que nuestra sociedad sea cada vez menos la que solía ser, la que abarcábamos fácilmente y con la que nos identificábamos, para pasar a ser, a pasos agigantados, una sola y común para la inmensa mayoría de la población mundial.
Ya no estamos solos. Ya ni siquiera legislamos para nosotros solos. Ya no podemos desentendernos de lo de los otros; porque esos otros están aquí (y lo que te rondaré, morena).
Este contacto puede ser afrontado hostilmente o... con inteligencia. La primera opción tratará de evitarlo a toda costa (y, en mi opinión, en vano), y contribuirá a que en lugar de hablar de contacto debamos hablar de choque. La segunda intentará que los cambios no sean traumáticos, que se mantenga un cierto orden, intentará que la convivencia sea llevadera y que los conflictos que seguro irán surgiendo sean lo menos cruentos posible.
c) El equilibrio que la sociedad debía buscar en su constante e irregular evolución (evolución que solía caracterizarse por dar dos pasos adelante y uno atrás) se debe mantener ahora entre elementos más distintos que los de antes, entre mentalidades, culturas y formas de vida separadas años-luz, cuando no antagónicas. Y es por tanto más difícil que nunca. Y exige de nosotros, en consecuencia, más esfuerzo que nunca.
Pero sigue siendo igual de imprescindible.
Sigue siendo igual de necesario que los mejores esperen por los más lentos a la vez que los guían, que las leyes sigan adaptándose a la población sobre la que legislan, aunque poco a poco vayan tirando de ella, que las decisiones y los rumbos que se marquen sigan teniendo en cuenta a todos. Como siempre.
Siguen siendo necesarios el respeto, la comprensión, la empatía y la amplitud de miras. Cualidades todas que han de ser exigidas en proporción a las capacidades y posibilidades de cada uno (es decir, más a los mejores). Como siempre.
Sigue siendo necesario e imprescindible todo eso, si queremos que las cosas vayan más o menos bien.
5. Consideraciones finales:
a) Por lo dicho hasta ahora, me parecen totalmente equivocadas las posturas de quienes han abordado este asunto concreto de las caricaturas (y como éste, tantos otros que ha habido y habrá) como si de un problema interno se tratase, como si hubiera que resolver un asunto escabroso en el seno de nuestra sociedad, y se puediera afrontar como otro cualquiera, y como si enfrente tuviéramos a alguien que, aun pensando distinto, conociera y aceptara nuestras reglas y compartiera nuestra realidad.
Me parece una muestra de estrechez de miras y de desconocimiento de la situación internacional, aunque quien lo haga sea el mismísimo Fernando Savater.
b) No entiendo cómo a estas alturas hay quien todavía hace suyo el argumento de que hasta ahora las cosas se hacían así, y a buenas horas íban a andarse nuestros ilustres ancestros con estas tonterías.
Y no lo digo sólo porque pensar eso sea obviar algo tan evidente como que los tiempos cambian y que planteamientos buenos para una época pueden dejar de serlo en otra, sino porque me parece innegable que los resultados de esas pasadas actitudes (y si no nos quedamos sólo con la parte que nos conviene destacar) no han sido como para llenarnos de orgullo.
c) El mundo es injusto. Y no parece que vaya a dejar de serlo.
Así como ciertos países pueden abrigar esperanzas razonables de lograr una buena calidad de vida general, la posibilidad de que la población mundial alcance una situación comparable a la nuestra actual no es real. Las más optimistas de las expectativas son pesimistas, y contemplan la persistencia de grandes diferencias.
d) Cuanto más rápida y fielmente la organización política internacional refleje la situación económica y social mundial, más posibilidades tendremos de afrontar con éxito (aunque sea modesto) todas estas transformaciones.
e) Educación, educación y educación:
Para ser capaces de pensar por nosotros mismos, y que todos lo sean; para no proporcionar un terreno propicio a la siembra de los desaprensivos; para no tener miedo más que a los peligros reales; para conocernos y comprendernos, y por tanto respetarnos; para poder hablar (relean el apartado c antes de llamarme iluso).
d) Esto no agota el tema, lo sé. Habría mucho más que decir, explicar y matizar.
Pero a mí sí me está agotando, ya. No me quiero imaginar a ustedes.
Estoy de acuerdo contigo. Creo que lo has resumido perfectamente.
ResponderEliminarLa postura alternativa tambien está muy clara: Que se adapten ellos a nosotros y no pretendan que renunciemos a las libertades (como la libertad de expresión) que tanto nos ha costado conseguir (Vargas Llosa dixit).
Aunque pueda haber tendencias mayoritarias en unos u otros partidos, la verdad es que las opciones a favor o en contra estan muy repartidas y no coinciden exclusivamente con planteamientos de derechas izquierdas o centro puesto que no hay intereses, al menos de tipo nacional detrás (que puedan reconocerse a simple vista, digo) sino que responde más bien a cuestión de carácter.
Este ruido mediático pasará muy a pesar de aquellos que quisieran perpetuarlo y con menos violencia, el debate continuará porque no se puede tapar el sol con un dedo por mucho que nos empeñemos.
La aldea global ha destapado como has reflejado en tu escrito retos y amenazas que hasta ahora eran impensables. Igual que desde Africa, otros continentes empiezan a buscar un protagonismo del que hasta ahora carecían.
Como siempre, dudando, cayéndo, levantándonos, aprendiendo y discutiendo, habrá que ir encontrando soluciones y acuerdos que hagan posible una convivencia razonable cada vez entre más gente con unos recursos limitados. ¿Es posible esto sin recurrir a la supremacía militar que ponga en peligro la estabilidad mundial?
Yo pienso y sobre todo, espero que sí, pero evidentemente hay otras opiniones y tenemos experiencias recientes sobre ello.
Pues tengo que decirte, Porto, lo siguiente:
ResponderEliminarQue suscribo, punto por punto y palabra por palabra, TODO lo que has dicho. Que yo no lo habría dicho mejor. Gracias (porque ahora sólo tendré que copiarypegar, cuando quiera hacer un resumen de lo que pienso).
Gracias.
Saf
Acuso recibo de la dedicatoria, te digo aquello tan socorrido de no tenías que haberte molestado y me excuso de seguir.
ResponderEliminarEn esos niveles de inconcreción todo el mundo está en lo cierto; el debate empezaría si se hablara de qué hacer.
Pues yo no suscribo muchas de estas cosas, pese a la inconcreción (o a causa justamente de ella). Mis ideas, como las de mrmann, son mucho más simples, objetivas y concretas. No entiendo estas permanentes invocaciones a no sé qué ideales educativos o de justicia, con las que en general es imposible estar en desacuerdo (claro). Para mí es algo bastante sencillo. ¿Estamos dispuestos a enfrentarnos al miedo y a pagar el precio que exige mantener nuestro sistema de vida o no? Responder a esta pregunta con franqueza y claridad no es tan bonito como defender las aspiraciones a la justicia, la alfabetización, el bienestar y la educación universales, claro está, pero me parece bastante más práctico.
ResponderEliminarDespués de tantas consideraciones me veo incapaz de aportar nada nuevo, pero te felicito por el ejercicio de resumir los dos post más los 72 + 73 comentarios (actualmente).
ResponderEliminarUn beso
Gracias a ti, Saf, por darme esa alegría.
ResponderEliminarY muchas gracias a Manolotel (también a mí me ha llamado la atención que las posturas no coincidan con la división entre derecha e izquierda; quizá sea porque estamos ante algo nuevo, no sé), y a Carmen.
Ignacio, te lo quería deber. Claro que hay inconcreción, pero creo que lo que he dicho, inconcreto y todo, es claramente incompatible con bastantes de las cosas que oigo y leo, y que habrá quien diga que ni por asomo estoy en lo cierto. Es más fácil decir qué no se debe hacer que qué hacer, ya lo sé, pero menos es nada. Ni tengo tiempo, ni ganas, ni por descontado conocimientos ni capacidad para redactar hoja de ruta alguna, y me limito a intentar saber qué pienso y con qué líneas de acción, de las que me presenten, estaré de acuerdo y con cuáles no.
Paolo, será imposible estar en desacuerdo, pero casi nadie lo demuestra. A mí no me parecen invocaciones gratuitas en absoluto, porque estoy convencido de que todo está relacionado. Y por otra parte, con todos mis respetos, creo que tu planteamiento, por muy directo y evidente que parezca, es demasiado parcial (parcial entendido como incompleto, no como antónimo de imparcial). Puede parecer que la mía es la postura idealista y utópica, y sin embargo es esa pregunta que tú te haces la que yo considero irrealista; creo que la situación es más compleja.
Pero supón que te contesto como buen gallego: ¿hasta dónde estarías tú dispuesto a llegar?, ¿hasta adoptar una postura firme, de fuerza, dispuesta a afrontar una escalada en el enfrentamiento?; ¿y qué medidas cabría adoptar, en tal caso?, ¿expulsaríamos a todos los inmigrantes provenientes de los países hostiles?, ¿cerraríamos la puerta?, ¿nos traeríamos nuestras empresas de vuelta a Europa...?. ¿Pero tú crees que algo de eso es factible?, ¿crees que es posible retroceder a una situación pasada?
Porque yo creo que ya no hay quien nos separe, que esto ya no tiene marcha atrás; y que lo inteligente es intentar que el contacto sea suave. Y, quizá ingenuamente, también creo que con suavidad lograremos más de ellos, y que nuestras renuncias (que las habrá, empezando por lo material) serán menos.
Un saludo. Y otro para Mrmann.
Pero no, por favor. Si es bastante más sencillo. Basta con rechazar radicalmente y sin peros los chantajes, advertir a los chantajistas que no estamos dispuestos a aceptarlos y defender incondicionalmente a los chantajeados, y no ponerse a mitad de camino entre unos y otros.
ResponderEliminarAparte de que no sé en qué se traduciría esa advertencia, en qué consistiría su puesta en práctica (yo también veo inconcreción, aquí, y vuelvo a las preguntas), me sigue pareciendo que simplificas las cosas, y que la sencillez la ves tú, pero no yo: hay muchos chantajes, muchos chantajistas, y muchos silencios.
ResponderEliminarEn cuanto a ponerse a mitad de camino entre unos y otros, es evidente, como ya sabíamos, que tenemos un concepto distinto de qué significa eso.
Un saludo.
Vamos a concretar: Oriana Fallaci escribió un par de libros durísimos, radicales, plagados de simplificaciones y con casi toda seguridad injustos contra el Islam. Está amenazada de muerte por ello. No hace dos años del último. Ningún dirigente del mundo occidental, ninguna persona pública que yo sepa se ha levantado a decirle que no debería haberlos escrito, que se atenga a las consecuencias, que no se le ocurra volverlo a hacer.
ResponderEliminarEso es lo que yo creo que debemos (ese ridículo plural) hacer cuando se produce un chantaje contra nuestras libertades. Desoir las amenazas, proteger al amenazado.
Eso es lo que (¿por qué si no por miedo?) no se ha hecho ahora.
Yo echo de menos la actitud de hace sólo un par de años, la tranquila firmeza de ese silencio institucional en el caso Fallaci, tan firme y silenciosa que no hay, no ha llegado a haber caso Fallaci.
¿Y tú, Portorosa? ¿qué piensas tú? ¿habrían debido Kofi Annan, Tony Blair, Zapatero y los editorialistas de media Europa instado a Fallaci al silencio?
Instar, debía decir ahí al final, no instado.
ResponderEliminar¿Sólo de ese modo te explicas esta proliferación de textos infumables, Donna? Me alegro mucho de saber de ti. Espero que te vayan bien las cosas.
ResponderEliminarIgnacio, vamos a ver: yo apenas sabía nada de esos libros, e ignoraba por completo lo de las amenazas de muerte; quizá no ha habido caso Fallaci por la poca repercusión del asunto. En cambio, en este caso, por desgracia, la prensa europea ha sido vista como portavoz de Europa, como la voz de occidente, lo que ha facilitado la manipulación (por parte de quienes, allí, en mi opinión lo han manipulado) del caso y el impulso a las reacciones violentas.
Nadie debería haberla instado a callar; aunque voces críticas nunca le faltan. No creo que nadie deba decirle a un escritor que se calle, apare de un juez en caso de delito.
Pero es que tampoco creo que se le deba prohibir a un periódico que publique lo que quiera, si no se considera un delito; sólo faltaría. Lo que ocurre es que una cosa es prohibirlo, y otra valorarlo negativamente y dejar claro que esa opinión no es representativa. Y otra cosa es, también, que la propia prensa actúe con mayor o menor responsabilidad, en lo cual por supuesto influirá la repercusión que esa prensa presuma que sus contenidos van a tener. Soy incapaz de dar una regla exacta que diga "esto conviene y esto no".
Quiero dejar otra cosa clara, quizá para volver a sembrar confusión: fuesen cuales fuesen sus motivaciones (parece que no muy dignas de admiración, pero ésa es otra cuestión), no veo tan mal la publicación original de las viñetas como su repetición intencionada cuando ya se sabía qué estaban provocando. Y, otra cosa más: sin duda la mayor culpa en todo lo que ha ocurrido la tienen quienes, entre los musulmanes, y casi con toda seguridad por motivos muy poco religiosos, han azuzado a parte de una población ignorante contra nosotros. Pero es que eso yo ya lo doy por supuesto, y lo que me interesa es fijarme en la parte de falsedad que veo en las posturas más cercanas. Yo ya sé que su reacción va a ser exagerada, violenta y, para mí, casi irracional del todo. Por eso, por eso...
Y no es miedo. Yo al menos no lo siento así. Es prudencia y sensatez, por nosotros y por ellos. Y porque la alternativa sólo beneficia a los que buscan el enfrentamiento.
Como has visto, en el post he vuelto a pasar de largo por el tema de las intervenciones oficiales. Pero puedo resumir qué pienso que deben hacer: dejarles claro que aquí se puede publicar y hablar libremente, y que los gobiernos no tienen nada que decir al respecto; explicarles a ellos cuál es la postura oficial (y que ésta sea prudente y respetuosa, claro); y llamar a la prudencia, sí, sin presiones ni nada parecido, por supuesto, pero llamar a la prudencia y la responsabilidad.
¿Que no iba a servir de nada?, ¿que ya han hecho eso? Está claro que no hay más sordo que el que no quiere oír, pero al resto yo creo que sí le importa.
Lo malo de matizar algo es que siempre acaba uno dando la sensación de llevar la contraria.
ResponderEliminarPero sobre eso les hablaré, para horror suyo, en breve.
Ignacio, perdona las vaguedades (incluso para mí) de mi anterior comentario, pero no tengo el tiempo suficiente para contestar con calma; y, la verdad, es cierto que estoy un poco cansado de hablar sólo de este tema.
Un abrazo (y a ti, Donna, que sé que está por ahí).
"y llamar a la prudencia, sí, sin presiones ni nada parecido, por supuesto, pero llamar a la prudencia y la responsabilidad"
ResponderEliminarPero por dios, Porto, si desde tu presidente del gobierno hasta el jefe de la ONU te están pidiendo que no lo vuelvan a hacer, ¿cómo te las arreglas para no considerarlo presiones?
Por dios, si nuestro ministro de justicia nos ha dicho que tenemos que asumir las consecuencias....
Y otra cosa: yo sólo hablo de las reacciones oficiales porque ese es el único problema, esa es la única anomalía, lo único que distingue este caso de los anteriores. Lo demás es ruido.
¿No te das cuenta de que la repetición de las viñetas es una reacción a la postura de nuestros gobiernos, y no a las amenazas rutinarias de los fanáticos?
¿Para qué leches iba yo a hacer la tontería de copiarlas en mi blog prácticamente privado si no hubiera habido una petición de excusas oficial y unas presiones inaceptables hacia la autocensura?
Pero yo he dicho lo que deberían hacer, no que haya sido eso lo que han hecho. ¿Por qué das por hecho que apruebo lo que nuestro gobierno ha dicho, si yo no lo he mencionado ni una vez?
ResponderEliminarYa sé que quizá el debate más urgente (aunque nosotros no pintemos nada) sea el que tú dices, y sé que yo me muevo en un plano más teórico y general. Quizá sea un error, pero es lo que he hecho; me he identificado con algún comentarista, pero no me identifiques tú con nadie más.
Y una vez dicho esto, digo que no tengo yo tan claro que decir que debemos asumir las consecuencias de actos así sea presionar, la verdad.
En cualquier caso, yo pensaba en otras presiones mucho más claras e inaceptables.
Con respecto a la motivación que según tú hubo en esas repeticiones, desde luego no es ésa en absoluto mi percepción del asunto. Pero no dudo que haya sido la tuya.
Debo irme por hoy. Un abrazo.
De acuerdo con el planteamiento, si dibujar una viñeta no es delito, entonces se hace evidente que la 'autocensura' no tiene razón de ser y que las presiones son inaceptables. Por lo mismo, como en España no existe tipificado como delito la negación del Holocausto nazi, es obvio que cualquiera publicar un libelo defendiendo esa tesis demencial y nadie, absolutamente nadie, está legitimado para decirle que eso es una barbaridad, no cabe petición de autocensura para la editorial que lo publique ni deben existir reacciones de ningún tipo. Pues no, en absoluto estoy de acuerdo con la tesis de que, por no ser delito, no debe existir la autocensura, más cuando es evidente que es un insulto.
ResponderEliminarDel mismo modo, no cabe ningún tipo de reacción posible contra un periódico suizo que publique artículos de ETA en el que se defienda la lucha armada y se hagan homenajes a las vícimas del terrorismo del estado, ya que en Suiza eso no es delito y por lo tanto, nadie debe sentirse ofendido ni maltratado. Ni siquiera hay que esperar reacción oficial de las autoridades suizas porque no existe ninguna ley que prohiba la publicación de libelos etarras. Es más, hay que defender la libertad de expresión a rajatabla y permitir que todas las ideas se reflejen en cualquier medio escrito ya que, es obvio, prohibir una publicación así en Suiza sería renunciar a un derecho fundamental, a una de las libertades que tanto nos ha costado conseguir aparentemente y que es la 'libertad de expresión'. Sí, aún me acuerdo de las presiones que recibió un servidor suizo que alojaba una página web de ETA en la que se contaba todo esto que escribo: presiones del gobierno, de la prensa, de todo el mundo. El servidor sufrió un número indeterminado de ataques, incluso de amenazó con boicot a productos suizos por permitir que se alojaran esas páginas web en un servidor de allí. Finalmente las autoridades suizas cedieron al 'chantaje' y a la 'presión' y ordenaron el cierre de ese servidor aunque no existía ninguna ley suiza que se estuviera violando...
¡Viva el triple rasero! ¡Anda ya!
Parece que los gobiernos europeos se han "cagao" (como dicen los de la revista "El Jueves") como Chamberlaine.
ResponderEliminarNo que hayan reflexionado y decidido que esa era la respuesta más adecuada sino que Gobiernos Europeos de derechas y de Izquierdas atenazados por el miedo no reaccionan con "FIRMEZA" ("NO VAMOS A CONSENTIROS, PAISES MUSULMANES, NI UNA SOLA EXIGENCIA MÄS DE RESPETO A MAHOMA" Por ejemplo). Si hubieran reaccionado con "esa" firmeza en estos momentos todos los musulmanes estarían escondidos por los rincones pidiendo perdón por haber pedido respeto para Mahoma (¿o es que piden otra cosa?).
Por favor, por favor, no seamos niños. Yo si creo que detrás de esas protestas hay otras cosas. ¿Es que acaso no es grave lo de las torturas en las cárceles que hemos visto en los videos?. ¿Y si resulta que no solo a los paises del eje del mal le interesa que tambien Europa esté en el punto de mira de los musulmanes radicales?
Resumiendo:
Yo también daría mi vida para que esos humoristas publicaran sus viñetas pero una vez publicadas, a continuación, (si eso pudiera ser después de muerto), les daría una reprimenda por irresponsables. Eso es exáctamente lo que han hecho algunos gobernantes de Europa, ni más ni más.
Eso, amigo,no es claudicar en nada, creo yo. Estáte tranquilo, Europa sigue siendo un firme bastión de libertades. No nos van a amedrentar (creo yo)
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ResponderEliminarYa nos han amedrentado. La portada del Jueves es el mejor diagnóstico.
ResponderEliminarA ver si me entero: ¿cuál es la diferencia entre Rushdie y Fallaci, de un lado, y estos dibujantes por otro? ¿Entendéis que lo que han hecho los últimos es digno de reprimenda y lo de los anteriores no? Pues por favor, explicádmelo, porque no consigo entenderlo.
En corta peregrinación, por lo peregrino de la disculpa, me acerco a su blog, para solicitar perdón por el robo del nombre, carimbo de calidad y enlace. La tentación era demasiado fuerte y sucumbí a ella.
ResponderEliminarInnecesario insistir en mi admiración por su texo y comentarios subsiguientes.
Un afectuoso saludo
Egonauta
"Y una vez dicho esto, digo que no tengo yo tan claro que decir que debemos asumir las consecuencias de actos así sea presionar, la verdad."
ResponderEliminarPero ¿en qué consiste asumir las consecuencias? Las palabras pueden estirarse, pero no indefinidamente. Decirle a un tío que está amenazado que debe asumir las consecuencias de sus actos es una infamia monstruosa, y yo ciertamente no puedo sostener un diálogo civilizado con quien defienda eso.
En algún lado hay que trazar la línea roja, y la mía está ahí. Puedo discutir con cualquiera que defienda las concesiones como medio de apaciguamiento, pero si alguien sostiene en serio que los amenazados deben atenerse a las consecuencias, ahí se ha terminado mi conversación.
¿Pero quien es el enemigo, amigo Ignacio? ¿QUIEN, que persona física o juridica nos amenaza? ¿Ellos? ¿Los musulmanes en general? ¿Hacemos una campaña mediatica, politica o de otro tipo contra los musulmanes? ¿Contra todos ellos? ¿Los apabullamos para que no nos apabullen?
ResponderEliminar¿Eso es ser gobernantes responsables?.
Lo de las comparaciones se cae por su propio peso y es que efectivamente en los casos que citas no ha habido el revuelo de ahora.
Nadie niega que ha sido el revuelo organizado el culpable de que estemos hablando de esto. Nadie hablaría de las víctimas de ETA si ahora el PP estuviera negociando la paz.
Solo vas a consolar a un niño que se ha caido si llora y, no, si se levanta sin hacerlo. Claro que las consecuencias importan a la hora de encarar un conflicto además de los valores.
No se trata de renunciar a nada y tampoco el "O ellos o nosotros" Quizás algún día nos encontremos en esa fase, pero si se puede evitar que sea ahora, eso nos dará tiempo a poner las medidas para evitarlo en un futuro.
Yo pienso que muchas personas pueden sentirse amenazadas (quizás tú entre ellas, no lo sé) en sus creencias, en un futuro confortable etc, y esa es una amenaza vaga, emocional, pero real que no se va a acabar con una guerra de comunicados por muy firmes que sean estos.
La otra batalla por las libertades, desgraciadamente es interna y tendremos que estar en permanente alerta porque siempre habrá (entre nosotros, el mundo occidental, con sus musulmanes "internos") interesados en que desaparezcan, unas veces democráticamente como Bush y Blair con la excusa del terrorismo y otras no.
Ante todo, Egonauta, mil gracias por tu post. He ido a tu casa a agradecértelo y leer lo tuyo (el útimo post me ha gustado mucho). Es un honor, de verdad.
ResponderEliminarY bienvenido, claro.
Aunque no la he citado en el texto, y aunque su estilo es demasiado tibio y políticamente correcto para mí (es brooooooma), lo cierto es que creo que C. B. dice bastantes verdades; incómodas y chocantes, pero, por lo mismo, muy útiles para darse cuenta de cómo cambian las certezas cuando uno se desplaza un poco de su posición de siempre.
Sigo estando de acuerdo con Manolotel. Gracias.
Ignacio, ¿no dijo que teníamos que asumir las consecuencias?. Porque decir eso es muy diferente a decirles a los amenazados "¡Ah, allá vosotros, se siente!"; decir eso puede interpretarse como la constatación de un hecho, de una situación (algo parecido a lo que yo he querido decir): lo que hagamos ya no es sólo cosa nuestra, así que mejor pensémonoslo bien. ¿Tú crees que eso es miedo y ceder? Yo no, por todo lo que ya he escrito; pero no vamos a empezar de nuevo, ¿no?
Un abrazo muy fuerte a todos.
Me había cruzado con el último comentario de Manolotel.
ResponderEliminarNo puedo alargarme más, pero creo que con lo de Fallaci de ayer ya he contestado a esa comparación.
Un saludo.
Manolotel, no entiendo muy bien tus respuestas, me da la impresión de que se dirigen a otro discurso que no es el mío. Yo no me siento especialmente amenazado por ningún enemigo, ni es eso de lo que hablo.
ResponderEliminarLo que no es que se sientan sino que lo están de verdad son los dibujantes de las caricaturas, el director de Jyllands Posten, el del periódico francés que fue despedido por reproducirlas, el del periódico libanés que ha sido detenido por la misma causa, y cualquiera que se atreva a hacer lo mismo, aquí o en Pekín (como antes Fallaci y Rushdie y sus traductores -dos muertos, ya- y quienes los publiquen o reproduzcan)
Y frente a esas amenazas reales, bien reales yo no le estoy pidiendo a mi gobierno que responda apabullando ni creándose enemigos. Sólo le estoy pidiendo, aunque eso seguramente me convierta a tus ojos en un provocador descerebrado y belicista, que se calle, que no tome la palabra, y que si lo hace sea para dar tranquilidad a los amenazados y recordarles que la ley, nuestra ley los protege, y no desde luego para amonestarlos.
Porque el miedo es inevitable, sí, y las amenazas reales traen consecuencias reales, tapan bocas con gran eficacia (y en ese sentido el Jueves nos da una lección a todos desnudando impúdicamente su acojone).
Pero lo que está ocurriendo es que encima aplaudimos y le damos la razón al amenazante, reconocemos inmediatamente y sin reflexión la legitimidad de la ofensa sólo porque el ofendido grita mucho y da mucho susto y les decimos a los amenazados que han hecho mal, que se busquen otro objetivo menos peligrosos, los budistas por ejemplo. Y a mí todo eso me parece de una bajeza sólo comparable a la hipocresía de no admitirlo.
Sí, me habéis dejado muy clara la diferencia; no es de contenido, sino de circunstancias: ahora chillan más, y eso requiere una respuesta apaciguadora.
ResponderEliminarLa libertad de expresión debe estar limitada por la capacidad de amenaza de quien pretenda restringirla. Que vuelvan a reirse de los gangosos, que son pocos y mal organizados.
Ya veremos qué me decís cuando chille el Opus Dei, al estreno de El Codigo Da Vinci, con qué cara les decimos que se aguanten, qué carta les escribe el presidente español a los productores recomendándoles prudencia y respeto, señalando que esa película es legal pero inmoral, poniendo su corazoncito omnicomprensivo al lado de los que sufren la ofensa.
Hipocresía, sí, amigo Porto. A toneladas.
Estoy de acuerdo, Ignacio, con los 4 primeros párrafos de tu primer comentario (de estos dos). Lo del quinto, desde luego, no va conmigo; y si a ti te lo parece es que me has entendido mal.
ResponderEliminarEl Opus Dei es de aquí, es gente (salvando las distancias) como tú y yo, con nuestras mismas oportunidades; por eso les diré que no tienen excusa para ser unos intolerantes, y que si se creen con razón denuncien a los de la película (hablar de leyes y tribunales en relación con las caricaturas, como se ha hecho, en cambio me parece de coña).
Ya te he dicho lo de las repercusiones.
Y claro que la prudencia tiene que ver con lo que griten. La justicia no, pero la prudencia sí.
¿A que nadie diría nada si Zapatero no se hubiera levantado al paso de la bandera de Somalia (si es que hay una sola)? Claro que la prudencia tiene que ver con los efectos de lo que hagamos.
Repito que no creo que lo que ha pasado DESPUÉS de la primera publicación tenga nada que ver con nuestra libertad de expresión.
Parece ser que Berlusconi ha hecho que un ministro suyo dimita por mostrar en un programa de tv. una camiseta con las caricaturas de Mahoma.
ResponderEliminarComo dije en otro sitio, uno no tiene la culpa de los compañeros de viaje que se le unen, y todos tendremos de qué o quién avergonzarnos, pero no me diréis que el hecho de que un ministro de nada más y nada menos que don Silvio se convierta en adalid de la libertad de expresión parece un ejemplo puesto ex profeso para algunas de las frases de Miranda que yo he citado. Parece que también para él todo cambia dependiendo de quién sea el ofendido, y que en este caso está claro que no ha visto motivos para mostrar respeto alguno.
Insisto, buscar un perfil atribuíble a los defensores de una y otra postura es algo tonto y muy manipulable. Pero a mí me escama que los sectores más conservadores, los que desde luego no se distinguen normalmente por hablar mucho de libertades (y menos de la de expresión), ahora sean los que se rasgan las vestiduras. Y en la calle igual: yo veo compañeros míos de trabajo que en la vida se han preocupado por esos temas... hasta que los que amenazan su libertad son los p***s moros.
Eso no es suficiente para otorgar o quitar la razón, pero a mí me parece significativo.
Un ministro no es un hooligan, la función del ministro no es exhibir caricaturas ni poner su firma en manifiestos, al ponerse la camiseta ese tío ha sacado los pies del tiesto de todas las maneras posibles a la vez. No veo en qué puede cambiar mi opinión esa patochada.
ResponderEliminarParece que eres tú el que se anda fijando en qué etiqueta lleva la gente, P. Yo no lo he hecho ni lo voy a hacer, encuentro que empobrece la discusión irremediablemente.
Después de leerte me has contagiado tu agotamiento. Y, sinceramente, tengo la sensación de que hablamos -y escribimos- demasiado, y hacemos -ejemplificamos- demasiado poco. Demasiadas palabras, amigo, demasiado ruido, demasiados circunloquios. Se me escapa la verdad, pero algo en mi interior me susurra que ésta es más primordial y mucho menos intelectual. No suelo seguiros cuando os metéis en estos laberintos; soy más de sentimientos, de intuiciones, de pálpitos. No es que eso sea mejor ni peor; es diferente. Un abrazo.
ResponderEliminarAunque te extiendes demasiado, estoy de acuerdo contigo.
ResponderEliminarjosemarialama
Estoy de acuerdo, Ignacio: empobrece la discusión. Aunque ya lo advertí antes de hacerlo, que conste; fue un desahogo, que creo bastante fundamentado, aunque desde luego no lo relaciono contigo. Un saludo.
ResponderEliminarS., no me extraña que te agotes. Pero sinceramente creo que las intuiciones y los pálpitos, que en tu caso llevan a la sensatez y la generosidad, hacen que otros lleven esvásticas o quemen edificios. Pocas veces se razona en exceso, me parece. Un abrazo.
Lo sé, lo sé, José María; pero en mi defensa diré que ¡me tiran de la lengua! (en serio, soy consciente de que normalmente podría decir lo mismo con la mitad de texto... pero no sé). De todos modos, me alegro muchísimo de que te parezca bien lo que digo. Un saludo.
Creo que es casi imposible ponerse de acuerdo en algunos temas. No, por el contenido, que como decia Ignacio, en eso podemos estar de acuerdo, sino porque unos tenemos en cuenta las circunstancias concretas de cada caso a la hora de responder y otros solo entienden de que una cosa es buena o mala en si misma y la respuesta siempre debe ser la misma, sean quienes sean, cuantos sean, como sean o las posibilidades de hacer daño que tengan.
ResponderEliminarDe lo que deduzco que no creo que unos vayamos a convencer a otros por mucho que evoquemos consecuencias ni otros nos vayan a convencer apelando a la objetividad moral del hecho.
En el extremo, creo que ambas posturas pueden llevarnos a conclusiones poco ejemplares.
Tal vez, desde nuestros limitados conocimientos de la situación, lo más práctico sería como dice Ignacio, valorar exclusivamente lo que deberia ser según nuestro codigo occidental de valores. Esto simplificaría mucho los argumentos y las posturas.
Lo único, y esto vale para todas las opiniones que se han expuesto y justifica el debate, es que mirándolo todo desde un único sitio se pierde un poco la perspectiva global.
Desde dentro la única forma de adivinar como es el bosque es fijárse en los árboles que lo componen pero también en las condiciones ambientales en que se desarrolla.
A mi me ha servido de mucho leer las aportaciones de todos los que han participado. Gracias.
Recomiendo vivamente el artículo de Paolo Flores D'Arcais (Contra las nuevas Santas Alianzas) en El País de hoy.
ResponderEliminarBien construido y sistemático, sale al paso de casi todos los argumentos a favor de la autocensura.
Realmente nadie se ha ofendido por las viñetas en las que aparece Mahoma follando con un cerdo ni nada de eso. Sólo les resulta claramente ofensiva, como a mí, la que dibuja a Mahoma con un turbante-bomba dando a entender que TODOS LOS MUSULMANES son terroristas. Y sí, es una viñeta poco afortunada y nada graciosa. No dice nada de las creencias de uno ni se burla de su fe, sólo asegura que TODOS LOS MUSULMANES son terroristas. No, no es graciosa. Las demás han pasado sin pena ni gloria, no son importantes. Sólo esa es la auténticamente ofensiva y no es una viñeta contyra una creencia ni contra un profeta ni nada de todo eso, es sólo una opinión que no comparto y que equipara a TODOS LOS MUSULMANES con terroristas. Pero, aparentemente, al mezclarse con otras viñetas que pueden considerarse burlas a las creencias de alguien, todas entran en el mismo saco. Es curioso que el propio Flores D'Arcais diga que los límites a la lubertad de expresión deben ser cuando el mensaje es claramente fascista o filonazi pero que parezca que considerar que TODOS LOS MUSULMANES son terroristas no lo es. Desde luego para mí esa viñeta es filonazi y desde luego hay que combatirla con todas las fuerzas. El resto... bueno el resto no han supuesto nada más que irritación tolerable que se convierte en irritación intolerable cuando es Mahoma el que lleva un turbante-bomba y se justifica como una 'broma' o un 'chiste'.
ResponderEliminarA la vuelta de un par de semanas en que he estado fuera de circulación me encuentro con que, por desgracia, el tema sigue plenamente vigente. Y, lo que es peor, atascado en el mismo punto: la imposible, por quimérica, discusión acerca de quién tiene razón. Y eso en un doble plano: Islam vs. Occidente en torno a la libertad de expresión y el respeto a las creencias y, dentro del contexto de Occidente, apaciguadores vs. defensores de las libertades fundamentales.
ResponderEliminarEs evidente, o por lo menos a mí me lo parece, que en ninguno de los dos planos -pero sobre todo en el primero y fundamental- hay posibilidad de un acuerdo razonado, entendiendo por tal cosa la demostración, aceptada por ambas partes, de que la razón en discusión se encuentra en un punto determinado. Y ello con independencia de que tal punto se encuentre cerca de una de las partes o en algún lugar intermedio alejado de ambas.
¿Qué cabe hacer entonces?. Me he declarado en más de una ocasión, y no me duelen prendas al hacerlo una vez más, deudor del pragmatismo, filosofía defendida entre otros por Richard Rorty hoy, y antaño por John Dewey y William James, que enfatiza, por encima de otras consideraciones, las implicaciones prácticas sobre el discurso teórico. Y, ¿cuales serían en este caso las implicaciones prácticas?; pues, dicho en román paladino, que, o lo resolvemos a hostias o encontramos un modus vivendi. Y, ¿cual puede ser ese modus vivendi?. Lo discutía con Miranda hace quince días, antes de mi retiro forzoso, y sólo veía uno del que pueda reclamarse su vigencia universal: el principio de no ingerencia y soberanía de los estados y, subsidiariamente, la asunción de responsabilidades, por parte de esos estados, frente a terceros, por los actos de sus ciudadanos. Sobre estos frágiles mimbres, pero no hay otros, se asienta el precario equilibrio que, desde hace 60 años, sostiene las Naciones Unidas. Lo otro, resolverlo a hostias, ya sabemos en qué consiste. Pero tiene, a día de hoy, un inconveniente añadido que no estaba presente en 1940: la importante colonia de ciudadanos de origen árabe en los países occidentales.
Bienvenido de nuevo, Brian.
ResponderEliminarIgnacio, os esperaba, a ti y a D'Arcais:
Te adelanto que a mí en general también me ha gustado, y mucho (en vidia, he sentido). Tan sólo me ha parecido, en ocasiones, lo que ya he dicho: que es irrealista juzgar todo este asunto como si el mundo entero estuviera de vuelta de lo de "bête et mechante", sin ser muy consciente
de que están empezando a vivir juntas realidades diferentes.
Por lo demás, yo sí he hablado de autocensura (aunque no con esas palabras), pero no de justificar la postura de los extremistas, ni de que no sea lícito ofender una ley, ni que la censura deba tutelar convicciones, ni, por supuesto, de que no haya que meterse con lo sagrado para no toparse con reacciones fanáticas (sino que hay que saber a quién tenemos enfrente y qué podemos esperar de él, y ser realistas (y pragmáticos, con el permiso de Brian) al actuar). No creo que nada de lo que yo he escrito pueda ser entendido como que debamos seguirles el juego.
En lo que sí me he sentido abochornado es en lo de atacar una postura por relacionarla con la opinión más reaccionaria; justo lo que hice esta mañana.
Brian, me parece muy razonable tu postura, pero me atrevería a decir que esos principios, más o menos válidos y más o menos aceptados (ya sabes que hay muchas excepciones al ppio. de no injerencia, de nuevo más o menos aceptadas) por la comunidad internacional, tienen un ámbito de aplicación diferente al de asuntos como éste, en el que los protagonistas son individuos, ciudadanos, que además ya viven todos mezclados, ya son cada vez más ciudadanos del mundo alejados de su estado y la tutela de éste. No pretendo prolongar esta discusión más todavía, pero no entiendo bien cómo esos principios pueden ser una solución para problemas de este tipo.
Yo he pensado, C.B., que los dos ejemplos de derogaciones permitidas (fascismo y racismo) que daba el autor eran discutibles, y desde luego discutidas.
A mí también me está sirviendo para mucho, Manolotel... además de para aturullarme y cansaros.
Un abrazo a todos.
Ignacio, he adoptado una actitud defensiva, y además he dado por hecho que tú pensabas que el artículo atacaba posturas como la mía. Ambas cosas me parecen bastante comprensibles, pero si me he pasado de listo perdona.
ResponderEliminarAh, y quería decir envidia.
Otro abrazo.
"...los protagonistas son individuos, ciudadanos, que además ya viven todos mezclados, ya son cada vez más ciudadanos del mundo alejados de su estado y la tutela de éste..."
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que el tema está ya muy agotado, pero el entrecomillado requiere una aclaración. Me refiero a que, en el actual orden internacional, sólo los estados, con todas las restricciones y cautelas que se quiera, son interlocutores válidos. Al propio tiempo, dentro de cada estado, rige un orden y unas leyes, con independencia de que estas se conformen más o menos (o no lo hagan en absoluto) al estado de derecho.
¿Parece de Perogrullo?; quizá no lo es tanto. Los musulmanes que viven en Dinamarca, no son ciudadanos del mundo, ni mucho menos están sujetos a la tutela de sus lugares de origen: son ciudadanos daneses. Y en ese contexto, y bajo las leyes danesas, deben plantear y resolver sus agravios con otros ciudadanos de Dinamarca. Por otro lado, los estados de Indonesia, Pakistan o Libia son responsables de los desmanes y daños que causen sus ciudadanos a bienes o personas de terceros países radicados en su territorio. En esto se sustancian la soberanía estatal y el principio de no ingerencia. Si algún día la minoría musulmana de Dinamarca (o de España, o de cualquier otro país) tiene suficiente implantación o influencia como para inducir un cambio en la legislación que incluya la prohibición de caricaturizar a Mahoma o, llevando la cosas al extremo, como para implantar la Sharia, no tendré nada que objetar. Pero eso lo harán en tanto que ciudadanos daneses (o españoles), no en tanto que ciudadanos de no se sabe qué limbo.
A eso me refiero, a que hoy por hoy, y al margen de elucubraciones más o menos imaginativas o fantasiosas sobre civilizaciones y alianzas, los estados siguen siendo la única realidad tangible en el orden internacional. Y que, por supuesto, su soberanía se circunscribe y se limita a sus ciudadanos y a su territorio.
¡Me rindo!. Está bien. Lo diré todo. Sí, lo confieso, yo fuí quien creyó que un blog personal era algo diferente a un grupo de discusión, a un foro, a un ring de combate entre discursos que provienen de paradigmas estancos, que ni siquiera se escuchan, que se exponen con estilismo de esgrima, escuchándose a sí mismos con pavoneo de justa poética pueblerina. Hay quien escribe con endiosada perfección, excelso pirotécnico del lenguaje, narciso ebrio de su verbo afilado, pero que malgasta su don y mereciera perder la gracia de las palabras con alma -si alguna vez la tuvo-: es como un pintor de técnica perfecta que, sin embargo, sólo alcanzara a arrojar botes de pintura sobre lienzos ajenos. No quiere, en realidad, discutir con nosotros. Utiliza este espacio para decir la última palabra -retorciendo el lenguaje de manera increíble-, para exhibir plumaje,para llevar siempre razón, para dejarnos claro que tenemos la "suerte" de que descienda a perder su tiempo con simples mortales -esa pose altanera insoportable-, para tener -Narciso- espejo en que mirarse. ¡Ya está bien!. Me rindo, sí. Me niego -me he negado desde el principio de esta "deriva" del blog- a hacer de figurante en semejante farsa que, sinceramente, creo que al propio anfitrión se le ha ido de las manos. Ya digo: yo creí que un blog era otra cosa. Éste, desde luego, lo era. Y espero que vuelva al encanto que me cautivó cuando empecé a venir. Que los narcisos se atufen mutuamente, con sus textos infumables, en los "karaokes" intelectuales de donde provienen: que vuelvan por donde solían... Amén.
ResponderEliminarBrian, te he entendido, ya, pero no puedo evitar pensar que esa compartimentación, que hasta ahora, se respetase o no, estaba muy clara, cada vez será más difícil de mantener y menos práctica, menos válida. Es como si la estructura ya no pudiera sostener todo lo que ha crecido sobre ella y estuviese desbordada. Por eso hablo yo de la urgencia y la necesidad de adaptar la organización política mundial, las estructuras de poder supranacionales (tengo fe en la ONU, pero ésa ya es otra cuestión mas larga todavía).
ResponderEliminarEntiendo lo que dices, pero fíjate en este caso de las caricaturas: ¿no te parece un ejemplo de hasta qué punto todo está ya relacionado, todo influye en todo? Los estados tendrían y tienen mucho qué hacer y qué decir (y qué no hacer, también), pero me parece que ya son incapaces de poner cauces a todo lo que pasa.
No sé, tendría que pensar más en ello; y creo que tú lo has hecho.
Earnest, pues me dejas un poco mal, con todo eso.
No sé cuánto de lo que dices está dirigido personalmente a mí, pero espero que no sea demasiado. Algunas cosas me molestarían pero no sería capaz de negarlas, pues por supuesto soy incapaz de juzgarme objetivamente ( y me refiero al pavoneo, al vacuo lenguaje florido, a la pirotecnia, etc.); otras, como la actitud endiosada y condescendiente, y el no escuchar (esto sobre todo) porque además sería falso e injusto. Pero tengo la esperanza de que todas esas críticas sólo pretendiesen rozarme.
Sobre si se me ha ido de las manos el blog, y si es éste el tono y el fin de un blog, yo comprendo que a muchos no os guste (aunque la verdad es que en ti me extraña, pues el tuyo precisamente empezó como un espacio político, y sólo después de meses se abrió a otros temas), pero precisamente creo que un blog es lo que su autor quiera que sea, que tiene el tono que éste quiera o sepa darle, y que tratará los temas que a él le interesen; y a mí, estos días, me apetece hablar de estas cosas y no de literatura, ni de música, ni de paisajes ni de las nubes. Y sé que no eres el único al que le desagrada el cambio (¿verdad, dama?). Pero sólo te/os puedo decir que, si no os cansáis del todo y decidís decirme adiós (algo muy comprensible y que todos hemos hecho con alguno), supongo que habrá tiempo para cambiar de temas, y volverlos a cambiar, y de nuevo cambiar...
(Hoy, por ejemplo, habrá un hueco (espero) para una celebración en la que tú tienes algo que ver.)
Para que veas qué diferente impresión nos puede producir una misma cosa, a mí estas discusiones, aunque a veces no me gusten las cosas que leo, aunque lleguen a cansarme, y aunque en ocasiones se enquisten y ya no aporten nada, me parecen muy útiles; creo que aprendo de los demás, y también que aprendo a explicarme (que buena falta me hace).
Y, fíjate, a mí esta temporada me está pasando justo lo contrario de lo que tú comentas; que los blogs que son diarios sólo me atraen si están muy bien escritos y si el autor es capaz, al hablar de su día a día, de aportar algo interesante; pero como se queden en confesiones intimistas la mayoría de las veces los dejo sin leer.
En cualquier caso, y piense yo lo que piense, lamento esto, porque tú eres de mis primeros y más apreciados visitantes. Y siento que no te esté gustando esto.
Un abrazo muy fuerte.
De todos modos, he de confesarte que, aunque sean éstos los temas que esta temporada me atraen, la deriva actual me está pasando factura, pues llego a agotarme del blog, de internet y, entre otras cosas, me encuentro sin ganas de entrar en los demás blogs y, menos aun, comentar.
ResponderEliminarPero no quiero decir que no disfrute. Sólo que es un disfrute más trabajoso.
Mi objeción a los blogs como lugar de discusión es mucho menos ¿mística? ¿esencialista? y ya la he repetido alguna vez. Son incómodos, muy incómodos. Se nota que no están hechos para eso, pero los seres humanos somos como dice el anuncio de Aquarius.
ResponderEliminarSí, son incómodos, engorrosos, y lentos; excepto, quizá, para el anfitrión, pues casi siempre los comentarios le contestan a él directamente. La lentitud, por otra parte, yo hay veces que la agradezco.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que no tiene sentido convertir un blog en un foro; entre otras cosas porque, como apunta Ignacio, no están funcionalmente adaptados para a esa utilidad. Lo que nunca me ha acabado de quedar claro es para que sirve realmente un blog. ¿Qué se supone que espera el anfitrión de los visitantes?.
ResponderEliminarYo espero justo lo que obtengo, te lo aseguro, Brian.
ResponderEliminarAunque comprendo que en ciertos casos para vosotros sea muy pesado.
¡No me refería a ti, queridísimo amigo!. No pretendía "rozarte", pero sí estampar un bofetón dialéctico en la mejilla insonrojable de alguno que, tras denodado esfuerzo por "forizar" el blog, viene luego a decirnos lo que le disgusta la "forización" (glabs). Y es gente maja. Y le apreciamos (tú especialmente). Pero, a mi entender, se "merecía el repaso.Y no es el único, aunque sí el más prototípico de ese uso desenfocado (siempre, a mi entender: a lo mejor, contando con tu pleno acuerdo; tú sabrás lo que haces con tu blog). Así es que, repito, no iba para ti. Excepto en lo de la "deriva", que lo es para mi limitada capacidad de juicio, claro. Para ti, a lo mejor no existe. O sí, pero es voluntaria. Como dices, el autor es soberano con su blog. Y no me quejo, tampoco, de una cierta plétora de entradas "políticas" (¿qué no lo es?), sino de que "últimamente" sólo transites por esas veredas. Y el blog se te esté llenando de polemistas "profesionales", que buscan más otra tribuna en la que emitir doctrina que "leer" y disfrutar de la creatividad del señor de Porto-rosa. Sin "esencialismo" alguno te lo digo, amigo. Y menos aún con "mística". Felicidades por el aniversario. Gracias por citarme sin nombrarme. Esa emoción, ay, queridísimo. Esa emoción es la que me tiene aquí...
ResponderEliminarQueda todo perfectamente claro, Earnest, darling.
ResponderEliminarTendré muy en cuenta tu opinión; además, no te creas que no estoy cansado (pero han ido saliendo las cosas así; la actualidad, que me llamaba a gritos...).
Un abrazo muy fuerte, y muchisimas gracias; gracias sobre todo por tu compañía.
Gracias muy cálidas, cercanísimas, querido. Gracias a ti por todo, por esa manera tuya de deshilvanarte y darte, aventándote.
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