¿No querían hablar de cultura?
1. Tenía este texto en borrador, a medio hacer, antes de escribir el anterior. Ahora, tras el conato de discusión de los últimos comentarios, me viene muy bien para exponerles unas cuantas opiniones mías.
2. Me encantaría saber lo suficiente de filosofía y de antropología para poder desmenuzar el concepto de cultura y adentrarme en sus entresijos, míticos o no. Pero no es el caso, así que les aclaro (y no se crean que esta precaución es innecesaria; ya les contaré dónde me sentí mosca cañoneada) que me estaré refiriendo, cada vez que hable de cultura, ser culto o persona culta (al menos mientras no matice lo que aquí pretendo matizar), al significado que se le suele dar en cualquier conversación informal.
3. Atreverme a hablar ante un público (tan selecto) de este tema podría muy fácil y comprensiblemente ser interpretado como una inadmisible muestra de presunción. Y yo, lo crean o no, no soporto la presunción; no la soporto.
Así que declaro solemne y sinceramente, antes de que alguien me espete un "¿Pero usted qué se cree?", que me considero un ejemplar bastante presentable de persona no culta (no confundir con inculta); es decir, que no está mal, pero en modo alguno soy alguien con una cultura destacable. Y ésa es mi opinión sincera.
Fin de las precavidas notas previas.
Supongo que todos estarán más o menos de acuerdo en que una persona culta debe atesorar amplios y (muy importante) variados conocimientos; no tiene por qué ser un erudito, naturalmente, pero mucho menos puede tratarse de un ignorante.
Sobre esta primera cuestión, lo único que quiero decir es que creo que, si no el único, el mejor y más completo proceso de formación o aprendizaje es el que conjuga el estudio, la lectura, el acceso teórico a las ciencias, las artes y el pensamiento, con otra forma de culturización más directa, vital y práctica, que casi sin excepción viene dada por el contacto con gentes, lugares y modos de vida cuanto más variados mejor.
Pero, por descontado, yo no creo que los conocimientos, por sí solos, hagan a alguien culto. Para mí, una persona verdaderemente culta es la que asimila esos conocimientos y esa experiencia y hace que se reflejen en su vida, en su actitud y en su mentalidad.
Desde que recuerdo, he sentido un gran respeto hacia la cultura; un respeto tal vez exagerado e incluso irracional. Hasta no hace mucho, aseguraba que la cultura nos hacía mejores. Y lo hacía a pesar de las evidencias que prueban que ésta no siempre va ligada a los mejores comportamientos ni a buenos sentimientos. Ejemplos de individuos con una maldad fuera de toda duda que mostraban una cultura sobresaliente tampoco me faltaban. Y era consciente (y siempre me pareció algo incomprensible) de la triste paradoja encerrada en el hecho de que la Alemania de los años 30 fuera tal vez la nación más culta de Europa, y probablemente del mundo.
Ahora, en lo que quizá ha sido una deformación del concepto en un intento de salvarlo de la completa desmitificación, y siendo consciente de que cuando hablo de cultura a veces no me es posible distinguirla de cualidades como la inteligencia, la sensatez o incluso la bondad, he acabado por tener mi propia idea de lo que es ser una persona culta.
Se trata, por supuesto y como siempre, de un concepto subjetivo por completo, y que ni yo mismo sé hasta qué punto está teñido por mis filias y fobias, mis sentimientos, y mis ideas (políticas y no políticas); pero lo está, y mucho. En cualquier caso, se ha convertido en un ideal que ha sobrepasado hace tiempo los límites del original.
Como he dicho, ahora llamo culta a la persona que asimila lo aprendido y muestra una actitud, un comportamiento y una mentalidad a la altura de lo (bastante, o mucho) que sabe (de ahí la justicia de exigirle a cada uno en función de lo que de él cabe esperar... pero ése es otro tema).
¿Y en qué se concretan, en mi opinión, esta actitud, este comportamiento y esta mentalidad?
En (Dios me coja confesado):
- una clara conciencia de las propias limitaciones y de la propia ignorancia;
- humildad;
- un aumento de las inquietudes, la curiosidad y la capacidad de asombro;
- el cuestionamiento de las convicciones personales y la casi completa desaparición de las certezas y las fes (no confundir con la confianza) de todo tipo, incluida la actual fe supersticiosa en la ciencia;
- la erradicación de los propios prejuicios;
- capacidad para valorar en su justa medida los problemas y relativizar su importancia;
- amplitud de miras, entendida ésta como la capacidad para observar y analizar la realidad de un modo global, para relacionar ideas y hechos no directamente ligados, y para enfocar un asunto desde todos los puntos de vista posibles;
- transigencia con los errores ajenos y tolerancia con sus ideas (que no significa, en absoluto, indiferencia, falta de criterio o imparcialidad ante todas las opiniones);
- capacidad y voluntad de comprensión del porqué de las cosas, a pesar de la urgencia y proximidad de éstas;
- capacidad y voluntad de comprensión del comportamiento de las personas, y capacidad para ponerse en el lugar de los demás aun cuando los sentimientos lo hagan difícil, asumiendo con convicción el Homo sum, humani nihil a me alienum puto (Soy humano, y nada de lo humano me es ajeno en su traducción habitual) de Terencio.
¿Siguen ahí?
Como ven, casi todos los puntos están íntimamente relacionados, y algunos son consecuencia directa de otros.
Pues bien, ya puede alguien ser una fuente inagotable de datos, un pozo de ciencia o una enciclopedia andante, que, a mi modo de ver, si no es capaz de poner en marcha todo ese conocimiento, de hacerlo algo vivo y extraer de él, día a día, las enseñanzas que lo vayan convirtiendo en un individuo de esas características, no es una persona verdaderamente culta.
Estoy con usted. Hace tiempo que la erudición está recogida en las enciclopedias.
ResponderEliminarAun así, conviene esquivar el peligro de asimilar la cultura al éxito socioeconómico.
Respecto a uno de sus puntos, recuerdo una frase feliz (no sé si la recogió Millás en su columna semanal): "Y cuanto más leía, menos sabía".
Un saludo.
Gracias, Agúndez. Su favorable comentario ha sido la campana que ha salvado el texto, se lo aseguro; estaba a punto de ocultar todo y empezar de nuevo.
ResponderEliminarPero, bueno, así se queda, para bien o para mal.
Un abrazo.
No lo ocultes, porque yo también estoy completamente de acuerdo con él. Suscribo todos los puntos que expresas.
ResponderEliminarUna de las acepciones de la palabra cultura, que nos ofrece el diccionario de la RAE, la define como: “Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”. Creo que se aproxima bastante al concepto que aquí se plantea.
ResponderEliminarPor desgracia (o quizá por fortuna, no estoy muy seguro de ello) como nos descubrieron los pragmatistas (concepto que en cierta manera sirve de refugio semántico para el anatemizado relativismo) las palabras y los conceptos no adquieren el mismo significado para todo el mundo. Es fácil ponerse de acuerdo, y seguro que todos tenemos experiencia de ello, en los grandes principios (e incluso en los pequeños), pero a la hora de concretarlos descubrimos que lo que cada uno entiende de los mismos puede ser completamente distinto, cuando no opuesto. Probablemente los cultos nazis, que suelen utilizarse como ejemplo paradigmático para el caso, estaban convencidos de haber desarrollado un alto sentido crítico. Por eso el pragmatismo se centra en las consecuencias y la utilidad práctica, y desconfía de las teorías que pretenden poder aprehender la realidad y la verdad objetivas.
Me ha gustado mucho lo que has escrito, tanto en el fondo como en la forma, y no sólo me ha gustado, sino que estoy bastante de acuerdo con tus puntos de vista. Ufff, es tan dificil ser culto.
ResponderEliminarSin embaro, como es habitual, tengo algún punto de discrepancia, sin duda referidos a aspectos menores qu en nada alteran el conjunto de tu artículo, con el que como he dicho estoy bastante de acuerdo. Aunque más que discrepancias son dudas. Teniendo en cuenta tu concepto de cultura o de persona culta ¿eran realmente cultos los alemanes de los años 30?; ¿es posible una mala persona culta?, sé que hace unos meses escribisteis bastante sobre la bondad personal y quizá ahí se responda a esta pregunta; ¿cómo distinguir a los realmente cultos de los que acumulan conocimientos, viajes, experiencias vitales... que no han sido capaces de hacerlos mejores personas sino sólo más experimentados o más viajados? Me surgen más dudas, pero no quiero ser pesado.
En respuesta a Agúndez, aunque sé que es un prejuicio como otro cualquiera, para mi (y así lo he visto en la mayoría de los casos conocidos) el éxito scioeconómico no es que imposibilite ser culto, pero lo hace muy,muy dificil.
Estamos cayendo en la falacia de unir o contraponer persona culta con persona moralmente irreprochable, sentando como premisa que aunque una persona atesore una gran cantidad de conocimientos y erudiciones, si es un 'hijo de puta', para hablar claro, ya no es culto ni erudito.
ResponderEliminarO eso me ha parecido. Y discrepo porque la realidad nos ha demostrado que no es así. Todo lo que puedo admitir es que el 'culto hijo de puta', tiene lagunas en el conocimiento o/y la práctica de los principios morales más elementales.
Salvo mejor opinión, claro.
Bueno, gracias, gracias, gracias (no me merezco semejante cúmulo de sapiencia, pero te lo agradezco nuevamente. Es todo un honor. Me abro el word y me lo copio para guardarlo junto con la poesía que me dedicó Rythmduel y el regalito navideño de Amanda, ambos cerca de mi corazón).
ResponderEliminarYo no soy quien para hablar de tal tema. Me considero una persona bastante inculta. Inculta en el sentido de que todavía me queda mucho por leer, por aprender, por ver, por digerir, vaya. Puede ser que tenga más conocimientos que muchos e incluso algunas veces, cuando hablo, me miran como las vacas al tren cuando pasa a su lado (y eso que digo muchos tacos; a lo mejor me miran por eso. ;]). Cuestión de leer el diccionario y utilizar palabros extraños, digo yo, que no sé muy bien lo que digo.
También digo que yo me quedo obnubilada con la gente erudita. Recuerdo a dos profesores de Universidad -enciclopedias andantes- que hacían que babeara cada vez que los veía. Uno parecía una buena persona. El otro era un, perdón, cabronazo con muy malas pulgas. No creo que la cultura haga ser buenas a las personas. Ni buenas, ni malas. Puede hacerlas menos ruínes o más observadoras, pero no mejores.
Y, por último (vaya rollete para no tener nada que decir, ¿eh?), el hecho de cultivarse, no significa en absoluto que necesariamente te vuelvas inteligente (inteligente=saber aplicar a la vida lo que has aprendido). Mi abuela, una mujer que tiene una biblioteca en su casa de flipar y que además se los ha leído toooooodos y que ha viajado mucho y etc, etc, etc, es una de las personas más incultas que he conocido en vida. Supongo que sus chocheos sean ya por la edad (tiene 96 primaveras) porque dice unas cosas de hacerse cruces (y no soy creyente). Además también tiene muy malas pulgas, vamos, que no es muy "buena persona" (excepto conmigo).
Lo dejo que me enrollo demasiado. Además, estoy de acuerdo contigo, Portorosa. Un beso. C. :*
Eso, eso, lo que dice MrMann es cierto. Eso es lo que quería decir yo y no me salía.
ResponderEliminarMás besos. C.
Pues yo en esta ocasión, y sin que sirva de precedente, discrepo contigo, y me voy a posicionar del lado de T y MrMann. Para mí la cultura le puede servir a una persona para ser mejor persona y por lo tanto más feliz (consecuencia discutible, pero que me gusta creer), o la puede utilizar para conseguir tener más poder. ¿De que depende?, de si estamos ante una buena persona o no.
ResponderEliminarComo siempre estamos de acuerdo en todo (solo le damos diferentes nombres) y por otro lado no estamos de acuerdo en nada, aunque digamos que sí.
Creo que con toda la buena intención del mundo Portorrosa realiza una operación mental muy frecuente que yo considero perniciosa. Se empieza describiendo una virtud, se encuentra después un ejemplo de quien, teniéndola en grado sumo, es deleznable, y entonces se amplía la definición de la virtud, con gran abuso del adjetivo verdadera para dejar fuera ese ejemplo.
ResponderEliminarA una amiga mía le pasaba continuamente: con la elegancia, la educación, etc. A la vuelta de tres ejemplos resulta que ser verdaderamente culto es ser noble, bueno, sabio, esto es, educado, esto es, elegante (e incluso bello, ya saben, eso de la belleza interior).
Yo creo que no, que las virtudes no se implican mutuamente, que los seres humanos somos complicados y que se puede ser una maravilla por un lado y un horror por otro, y que si cada vez que eso ocurra reaccionamos negando la maravilla nos estaremos perdiendo toda la diversión.
Hola a todos. Entro ahora por primera vez desde que escribí esto; tenía bastante curiosidad por ver quiénes habíais comentado y qué habíais dicho. No sabía si me iba a encontrar palmaditas en la espalda o un abucheo (amistoso, I presume); al final ha habido de todo.
ResponderEliminarCuando le dije a Agúndez que había salvado el post con su comentario decía la verdad, porque me disponía ocultarlo y empezar de nuevo. ¿La razón?: que creo que lo que he intentado explicar hace aguas por varios sitios. Intentaré poner algún parche.
Las (para mí) virtudes que he enunciado, y que he descrito como características de un individuo culto (culto para mí), no las relaciono con los sentimientos. Ahí discrepo con María (oh, María...), con T, y con parte de lo que dice Mrmann (quien, por otra parte, se pondrá siempre de parte de las mujeres, lo sé; y hace bien). Para mí, son todas cualidades intelectuales, fruto del intelecto aplicado a la formación, o, dicho de otro modo, el resultado de la formación bien aprovechada gracias a la inteligencia. Y de no tenerlas no será por maldad sino por poca inteligencia. Cualidades a primera vista relacionadas con lo que mucha gente entiende por ser bueno, tales como humildad, tolerancia, falta de prejuicios, comprensión, y alguna más, en mi opinión son la consecuencia lógica de una buena formación intelectual, que hace que el individuo sea consciente de sus límitaciones, de las pocas certezas a las que puede asirse, de lo cuestionable que es cualquier autoridad moral o intelectual, etc.; todo lo cual debe traducirse, si uno entiende de verdad lo que tiene ante sus ojos, en esas aparentes bondades; que no tienen por qué nacer de los buenos sentimientos (creo que en parte contesto a Fernando: sí creo que puede haber un culto malo).
Así que le tendría que dar la razón a Cal por lo que dice de la inteligencia, y de hecho se la doy. Tan sólo la definición de cultura que ha puesto Brian (gracias, Brian, por venir y por comentar; es un placer y un lujo para mí), que yo ya conocía, es el clavo al que me agarro para seguir pataleando y decir que no es una majadería hablar de cultura al considerar estas cualidades.
Pero sé que la cosa cojea, y sé que lo que me achaca Ignacio es muy cierto. Sólo diré, en mi descargo, que creo haberlo confesado, con otras palabras, a lo largo del texto: al encontrarme con pruebas en contra de la cultura, cambio su definición y hago una a mi medida, y la hago tan amplia que acaba confundiéndose con la inteligencia, la sensatez e incluso la bondad, y para casi nadie se trata ya de mera cultura:
"... en lo que quizá ha sido una deformación del concepto en un intento de salvarlo de la completa desmitificación, y siendo consciente de que cuando hablo de cultura a veces no me es posible distinguirla de cualidades como la inteligencia, la sensatez o incluso la bondad, he acabado por tener mi propia idea de lo que es ser una persona culta."
Quizá haya sido mejor que no lo borrase, porque con estos doce comentarios me habéis aclarado un montón de cosas que ayer, mientras escribía, me hacían dudar. O, mejor dicho, me habéis ordenado, limpiado y seleccionado las dudas; porque éstas no disminuyen, sino todo lo contrario. Pero de eso se trata.
El interesante comentario de Brian (que en una frase dice lo mismo que yo en el post "No, no estamos de acuerdo" entero) nos recuerda también lo difícil -o incluso directamente absurdo- que es teorizar sobre algunas cosas... difícil incluso para los que saben, así que imagínense para un aficionadillo.
Finalmente, al respecto de esa lista de virtudes, de cualidades, y en las que creo que Palimp (me alegro de verte), Fernando(¡ya era hora!) y yo coincidimos del todo , les aseguro algo: quien no las posea, quizá tenga, a pesar de todo, méritos suficientes para que lo consideren culto; pero yo creo que su cultura le sirve de bien poco.
Muchas gracias a todos.
Portorosa cree que la cultura tiene más que ver con la formación del individuo que con los conocimientos que es capaz de acumular. La diferencia entre los conocimientos y la cultura estaría en ese valor añadido que el individuo construye con su propio raciocinio (del que a su vez se realimenta) y que le proporciona ese juicio crítico del que nos habla la definición académica. Ante su tesis caben, entre otras muchas, dos opciones evidentes: desmontarla o intentar dar un paso más en busca de sus implicaciones. En mi apresurado comentario de la mañana he optado de forma implícita por la segunda opción; voy a ver si puedo desarrollarla un poco más.
ResponderEliminarEl conocimiento es, hasta cierto punto y simplificando todo lo simplificable, codificable y objetivable. Como alguien decía antes, hay enciclopedias andantes cuyos saberes podríamos evaluar por relación a las enciclopedias de anaquel. La cultura, en cambio, como la nariz, cada uno tiene la suya. Partiendo de similares conocimientos, cada uno se construye su propia cultura. Pero Portorosa se sitúa en una posición bastante más difícil cuando sostiene en su segundo comentario, con verdadero fervor racionalista ;-) que si alguien, partiendo de una formación bien aprovechada, no alcanza ese conjunto de virtudes que él engloba bajo el concepto de cultura, no será por maldad, sino por poca inteligencia. Es decir que, como querían Descartes y Kant, mediante el correcto uso de las herramientas de razón (y suponiendo un nivel de inteligencia razonable) todo el mundo debería llegar a una similar cultura. Cultura que desembocaría inevitablemente en el cúmulo de virtudes que Portorosa inventariaba. Es evidente que la mera contemplación de la realidad desmiente esta hipótesis. Salvo que concluyamos que sólo unos pocos tenemos una inteligencia homologable y una mente racional. (Lo dejo aquí, que la cena está en la mesa).
Me he tomado mi tiempo. He leído y releído. He escrito y borrado no sé cuántas respuestas. Estoy casi completamente de acuerdo con Portorosa, pero también con todo lo que dice Ignacio y con parte de lo que escribe mrmann. Aunque, básicamente, me chupan un pie todas y cada una de las citadas reflexiones. No hace falta acudir a la Antropología (con esa mayúscula vanidosita del narcisismo, o reverencial de la superstición científica), para saber que el concepto "cultura" es, precisamente, una resbaladiza construcción cultural (valga la forzosa redundancia) escasamente útil para pensar lo sociológico y absolutamente inútil para toda consideración centrada en lo individual."¿Por qué le llaman amor cuando quieren decir sexo?". "¿Por qué le llaman cultura cuando quieren decir (póngase aquí un revoltillo de sabiduría, sensibilidad, inteligencia, conocimiento...)?". Cultura es decir tanto que, al final, es decir nada. Yo preferiría, al hablar de "todo eso" que nos trae Portorosa en su entrada, privilegiar el concepto pasado de moda de "cultivo", más que atenerme al vacío de "cultura". No es lo mismo. Para mí, una persona culta es (únicamente) una persona "cultivada": alguien que se ha esforzado en abrir los ojos, en alzarse del suelo, en comprender, mejorar, crecer como persona y que, siquiera sea parcialmente, se le nota. Saberes, artes, éticas, estéticas, armonías, autorrealizaciones, la tarea interior, sí, mírese adentro, allí donde no llegan las corporaciones dermoestéticas. El cultivo.
ResponderEliminarPues sigue sin convencerme, y yo creo que el problema radica en que no entendemos lo mismo por inteligencia.
ResponderEliminarYo distingo entre inteligencia y sensibilidad. Capacidad y voluntad de compresión del comportamiento de las personas para mí es sensibilidad, y es la misma sensibilidad la que hace a una persona tolerante y humilde, y en definitiva, buena persona.
Para mí una persona culta es una persona erudita e inteligente. Una persona sabia (utilizando el término empleado por MrMann) es una persona erudita, iteligente y sensible (casi nada).
El problema es que la linea que separa inteligencia y sensibilidad es muy fina, tanto que algunos le llaman a la sensibilidad inteligencia emocional.
Como fue quizá mi veloz comentario el que impidió al sr. Portorosa modificar al gusto su artículo, como quizá habría deseado, me sentía en cierta obligación de justificarme, aunque en gran parte el comentarista anterior ha puntualizado mucho de aquello en lo que yo pretendía incidir.
ResponderEliminarEl problema es finalmente terminológico, parece, así que habrá que concluir que muchas de las críticas han reducido la polisemia y la riqueza del término cultura a su propia visión sesgada (lo cual no quiere decir que equivocada). A mí me gustó el texto del sr. Portorosa en lo que tiene de antropológico (con minúscula), ya que en las refriegas intelectuales tiende normalmente a olvidarse el concepto de cultura no como sabiduría o erudición, sino como aprendizaje, desde el punto de vista más de la inserción en el medio que de la alimentación de la academia. Dice Binford (y aquí fusilo en aras del debate):
"Cultura es todo aquel medio cuyas formas no están bajo control genético directo... que sirve para ajustar a los individuos y los grupos dentro de sus comunidades ecológicas". Es aquí donde el texto del sr. Portorosa casa mejor, aunque mantenga algunas ambigüedades que el mismo reconoce; es cierto que es un asunto tan complejo que lo lógico es mezclar. En cualquier caso, con estos debates de terminología lo que se consigue es una especie de disección cirujana del enfermo sin llegar nunca a operarlo. En fin, que un saludo a todos.
los que no pueden soportar la desmesura de sus sentidos, los extremadamente sensibles(cómo se puede ser extremadamente sensible),es decir, los que unos llaman "locos" y otros llamamos "genios": ellos son los seres más inteligentes que puedan existir. O no. No lo podemos decidir los "cuerdos".
ResponderEliminarun saludo
Hace tiempo, en un viaje al interior de Senegal, conocí a un anciano pastor, digo anciano porque tenía nietos bastante mayorcitos. Y es que, en un país pobre, cuesta saber lo anciano que es uno.
ResponderEliminarBueno, a lo que iba.
Resulta que conocí a ese viejo pastor. Hablé con él como pude, sobre todo, mirando sus inteligentes y pequeños ojos, su mirada escrutadora y penetrante. Y, a la vez, risueña y a la que te rendías con confianza.
Cuando me despedí pensaba que había tenido la gran suerte de conocer un sabio. Un sabio que, claro, no sabía leer. Un hombre sumamente inteligente y humano. Un hombre de vasta cultura, claro, la suya.
Guardo un regalo de ese hombre, un viejo regalo que para él tenía una gran importancia.
Le di las gracias de la mejor manera que sé, con un abrazo. Me sentí feliz, puesto que un hombre sabio, inteligente y culto. Un hombre venerable y transigente con el mundo, me dio algo, cuyo valor económico no pasa de medio euro, pero que, para él, valía muchísimo... Y me emocioné.
¿Es más culto el señor Gallardón? Por poner un ejemplo de cultura. ¿Tal vez el señor Leguina? - Evidentemente no, seguro que no. Tal vez lo sean más en su cultura, la tuya y mía. La del viejo pastor, no.
¿Son más sabios esos señores? – No, seguro que no. Los he escuchado y puedo afirmar que no son más sabios.
¿Son más inteligentes? – Si el viejo pastor supiera leer, escribir y la vida le hubiese dado los libros y el tiempo necesarios, se los pasaría por el forro en inteligencia.
¿Y, entonces?
Pues entonces, amigo y señor de Portorosa, está claro que debemos revisar urgentemente nuestros parámetros de medición sobre: la inteligencia, sabiduría y cultura.
Portorosa:
ResponderEliminarCreo que tienes mitificada la palabra cultura, y le intentas adjuntar todo lo bueno de otras cualidades que también te gustaría adquirir, identificándolas con la cultura.
Leyendo los comentarios no veo más que muestras de lo que quería decir en un comentario que hice en "No, no todos estamos de acuerdo", sobre las ideas propias que cada uno tenemos sobre una palabra: no hay dos personas coincidentes.
De todas formas, qué más dá cómo lo llamemos. Al fin y al cabo son sólo palabras. Si intentas llegar a conseguir los puntos de azul en tu vida : Chapeau! (creo que se escribe así).
YO TAMBIEN QUIERO SER ASI DE MAYOR.
(y también SABIA)
Lejos de mi intención tratar de templar gaitas y congraciarme con todos ustedes a cualquier precio, pero debo decirles que, si alguna vez en este blog los comentarios le han dado sopas con honda (¿o sopa con ondas?) al texto (que sí, muchas), esta ocasión es un ejemplo evidente. Gracias.
ResponderEliminarMe han encantado sus comentarios (bueno, Herr Mrmann en cada comentario se distancia más de mí, pero todo sea por el bello sexo...), todos, y me gustaría intentar sacar de ellos alguna conclusión:
1. Parece que todos estamos de acuerdo (ya que los consideran fruto de otras virtudes, pero positivas en todo caso) en que los puntos azules recogen grandes cualidades, cualidades sin duda deseables. Esto, fíjense, no es poco; es mucho, mucho. Yo, de hecho, creía que algunos de ustedes no compartirían mi criterio. Así pues, caminamos en la misma dirección; y eso es reconfortante.
2. Me doy perfecta cuenta de lo discutible que es y de lo idealista que parece, pero defiendo la idea de que
cultura + inteligencia [vean más abajo la claudicación] = lista azul de cualidades.
Veamos:
Sensibilidad: 2. Propensión natural del hombre a dejarse llevar de los afectos de compasión, humanidad y ternura.
Sensato: Prudente, cuerdo, de buen juicio.
A la vista de ambas definiciones de la RAE, creo que ni la sensibilidad ni la sensatez (lo del buen juicio me despistó al principio, pero el resto de la definición me ha convencido de que no estamos hablando de lo mismo), ni mucho menos cuestiones morales, tienen nada que ver en lo que yo he descrito como características del hombre culto, y que desde ya paso a atribuir al que conjuga cultura e inteligencia (ya ven qué poco me duran a mí las teorías).
Por tanto, me empeño en mantener, como dice el señor Brian en su segundo comentario, que el intelecto, la razón y los conocimientos nos llevarán a ese punto. Que alguien con cultura, si es inteligente, llegará a esas conclusiones.
Ahora bien, eso no impedirá que también entren a jugar la sensibilidad, la sensatez, las obligaciones, el deber, la mucha o poca fuerza de voluntad, etc., etc., que pueden hacer que todas esas consideraciones sean obviadas; como ocurre con frecuencia.
Intentaré poner un ejemplo: un empresario sorprende a un empleado suyo intentando hurtarle piezas de un taller, o material de un almacén. El empresario es una persona como la que yo he descrito, y eso hace que sea consciente de la injusticia de la situación de alguna gente, de la vida que habrá llevado el sorprendido raterillo, de las pocas veces que alguien le habrá dicho qué está bien y qué está mal, que se dé cuenta de las penurias de las que habrá tenido que salir a base de romper las reglas que él cumple, la falta de referencias y ejemplos, su extrema necesidad, lo absurdo que, por todo eso, es esperar que sus códigos de conducta sean los mismos, etc.; y el empresario, cultivado, culto e inteligente, se da cuenta de que es ridículo y estúpido indignarse, y de hecho en su fuero interno no lo hace, pues lo entiende todo. Lo entiende todo... pero le da igual y ordena que le den una paliza al muchacho, "para que aprenda" (esto se lo dice a sus matones, sin creérselo).
Yo creo que este ejemplo es posible.
Ese empresario no es sensible, y, a pesar de darse perfecta cuenta de todo y comprenderlo, machaca al ratero.
3. Lo de sabiduría me suena demasiado a misticismo y espiritualidad, al Tercer Ojo y cosas así, y es una expresión que no me gusta. No obstante, comprendo lo que queréis decir, y yo tuve ayer la palabra en la punta de la lengua varias veces.
4. Sí, mitifico la cultura. Ya he dicho que todo este andamiaje buscaba evitar su d desmitificación. Pero este post va a provocar el efecto contrario: va a precipitarla.
Siento no poder contestarles uno a uno, pero esto se eternizaría (y es tarde).
Permítanme insistir en lo estupendo que encuentro que a todos nos parezcan, las de la famosa lista azul, grandes y deseables cualidades. Eso quiere decir que aún hay esperanza.
Bienvenido/a, Leo Mares. Ernesto, bienregresado. Gracias, y gracias a María, Pau, Mrmann, Brian, Agúndez y Carmen. Hacéis que me guste mi blog.
Siento el ladrillo y, sobre todo, las deficiencias en mi razonamiento.
Buenas noches, y un abrazo.
Díce la Moliner que culto es el instruído, el poseedor de conocimientos aprendidos por el estudio, la lectura, etc. Y remite a los verbos conocer y saber, aclarando que conocer es un verbo envolvente respecto de saber.
ResponderEliminarEstamos jugando con las palabras y con los equivalentes semánticos. Un juego muy divertido y, por cierto, muy de moda en nuestros gobernantes pero que me parece que sólo nos lleva a marear la perdiz y a confundirnos.
Después de todo lo escrito ayer, sigo estando de acuerdo con Mr. Mann y no con Porto y como los dos son hombres, no se me podrá tildar de dejarme llevar por el sexo fuerte. ;-)
Este es otro de tus artículos, milord, en el que me gustaría entrar en el debate, y en el que, al mismo tiempo que empiezo a escribir, empiezo a temblar. Por eso al final acabo, la mayoría de las veces, borrando el comentario antes de darle a 'publicar'. Porque, aunque me considero una persona leída, que lo soy, incluso culta, que lo soy, también, en el pequeño círculo en el que me muevo, cuando llego aquí, y a otras páginas semejantes, en las que me gusta quedarme horas y horas, me doy cuenta de mi pequeñez, de mi profunda ignorancia. Pero también me doy cuenta de que, día a día, voy adquiriendo nuevos conocimientos, leyendo aquí y allá, y que sería incapaz, como de tantas cosas, de considerarme culta, en este amplio círculo en el que, por voluntad propia, me muevo desde que me conecto a internet, tan lejos y tan cerca al mismo tiempo.
ResponderEliminarY, ya ves, de nuevo no entro en el debate, pero, al menos, me quedo a gusto explicando por qué no lo hago.
Y agradeciendo que vosotros, todos vosotros, sigáis con él, porque a mí, al menos, me enriquece.
Un beso, milord. Un beso, todos.
Mrmann, cada vez estoy más de acuerdo con tu escala de valores. Y no es coña. Ahora bien, como ya sabes, para mí de espirituales no tienen nada, los puntos azules (parecemos de Renfe).
ResponderEliminarAmanda, pues a mí me pasa lo mismo, lo que pasa es que no tengo tu sensatez y me meto en estos fregados, de los que salgo (como es el caso) escaldado. Me alegro mucho de que estés ahí, y de que me lo hayas dicho, porque temía que últimamente te estuviese aburriendo. Un beso.
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ResponderEliminarBuenas noches:
ResponderEliminarEnhorabuena por la entrada y por el debate enriquecedor que ha generado.
No se muy bien con quien estoy de acuerdo y con quien no, ya que son muchos los matices expuestos.
Creo que la cultura es siempre un tesoro enriquecedor, pero que su efecto depende de la personalidad de quien recoja ese tesoro.
Y creo que la sabiduría existe, más allá del concepto de El Tercer Ojo y similares. El ejemplo del anciano de Senegal es muy significativo. La cultura puede aportar sabiduría, según como y para qué se utilice. Pero la experiencia también es el gran pilar de la sabiduría, saber más por perro viejo que por diablo. Y no necesariamente el sabio ha de ser culto, en el sentido de poseer una vasta erudición.
Un fuerte abrazo y felicidades por la entrada.
Gracias, Io.
ResponderEliminarHoy, no escribiría esta entrada, porque hay demasiadas cosas que ya no soy capaz de defender. Pero bueno, la lista de cualidades sí la suscribo con gusto.
Un abrazo.