Perdido.
Cuando no se encuentra descanso en uno mismo, es inútil buscarlo en otra parte.
Rochefoucauld.
Cuántas tardes vacías he pasado yendo solo de un lado a otro, andando, o en coche, buscando el sitio donde iba a estar bien, donde de verdad me iba a apetecer leer, donde iba a poder pensar a gusto en algo muy profundo, y antes de llegar daba la vuelta porque decidía que en vez de leer iba a mirar el paisaje, y entonces no era aquél el sitio, y ponía música clásica, y después veía que hacía mal día y por tanto mejor sería ir a una cafetería a observar a los demás, yo tan perspicaz, y ponía jazz, pero temiendo que no hubiese gente o que la que hubiese no mereciera la pena no entraba, y paseaba y me sentaba y casi acababa una página y ya me marchaba porque allí no había nadie, y volvía a querer mirar los colores y la luz del cielo y cogía el coche, y esperaba que donde iba hubiese alguien más que me viese, lobo solitario interesante, y ponía clásica otra vez y por el camino intentaba pensar dónde podía ser eso. Y no sabía. Y cada vez conducía más despacio.
Y terminaba parándome en un arcén. Y apagaba la radio. Y me sentía superficial, tonto e infantil.
Y me sentía solo (y sabía que estaba dejando pasar demasiado tiempo sin vivir).
Te iba a decir algo, pero no sé qué decirte (salvo el bobo consuelo que nos lleva al archiconocido todo pasa). Te entiendo, simplemente. Besos. C.
ResponderEliminarBueno, Cal, gracias. Pero, aunque siempre hay recaídas, quiero aclarar que me estaba refiriendo a tardes de hace tiempo (no demasiado, pero hace tiempo). Ahora mis circunstancias son distintas, y además ya no suelo estar solo.
ResponderEliminarBesos.
También me ha pasado eso, hace tiempo. Te entiendo (me compadezco, en sentido lato). Qué bien escrito, canalla. Da gusto. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarPortorosa, ¿Has vivido solo alguna vez?
ResponderEliminarSin padres o compañeros de piso. Solo. Sin familia. Sin pareja.
Me da que no, por lo que has escrito (muy bien) hoy.
¿Te gustaría hacerlo?
No me contestes si te parece demasiado íntimo, que igual lo es, no sé...
Beso.
M.
Cuando me ocurre eso, abro por cualquier página los "Ensayos" de Montaigne y, al rato, me doy cuenta de que me ha contagiado su serenidad aceptante.
ResponderEliminarEn mi pueblo ese estado de ánimo se llama "acedía", y Baudelaire lo llamó "spleen", Santa Teresa, "melancolía", y desaconsejaba aceptar novicias afectadas de este mal: yo creo que es un estado incómodo de la conciencia; pero muy fértil si se asume y no se le combate con antidepresivos.
¿Has probado a escuchar atentamente en esos momentos el Requiem de Mozart? Te sumerge en lo más hondo de la melancolía y poco a poco te hace emerger como si estuvieras convalesciente de una fiebre y volvieras a recuperar los sabores y el interés por lo que te rodea.
Tontamente, me viene a buscar una vieja canción de Pablo Milanés que dice "mi soledad se siente acompañada/por eso a veces sé que necesito/tu mano"... (La canción es, sí, "Yolanda"). Os parecerá una sandez, pero esos versitos encierran, a mi entender, todo un tratado sobre el asunto que hoy nos ocupa. Sólo hay que dejarlos retumbar adentro y pensar en todo lo que sugieren (que es mucho más de lo que, aparentemente, dicen). No digo más.
ResponderEliminarBueno, pues:
ResponderEliminar1) Sí, sí he vivido solo, Miranda. Y no poco tiempo; entre cuatro y cinco años seguidos. Y me gustaba, que conste; claro que a veces salía corriendo por la puerta buscando gente, pero en general me gustaba (pero pasó, tal como debía ser, y me alegro).
2) Lo que ocurre, G., es que a mí en ese estado me costaba muchísimo leer. No tenía la calma suficiente. Estaba como enjaulado andando detrás de los barrotes. Intentaba despistarme con “intelectualidades”, pero sin éxito, porque lo que necesitaba eran emociones más... ¿vitales? (sí, ya sé que leer puede ser de lo más vital; pero no era eso).
3) Aparte de vivir solo, he estado mucho tiempo solo. Físicamente, materialmente solo, independientemente de lo solo que me sintiese. Hubo fines de semana en que desde que me iba el viernes del trabajo hasta que llegaba el lunes no abría la boca, porque no veía a nadie; y eso ocurría a pesar de mis intentos en contra, no voluntariamente. Pero lo cierto es que lo que he descrito no corresponde a esa época, sino a otras en las que normalmente estaba más acompañado. En las otras, en las primeras, quizá por necesidad, quizá por adaptación inexcusable, creo que la situación estaba más asumida y no necesitaba buscar, buscar sin parar, algo. Estar solo era posible, normal e incluso bueno. Y sí, recuerdo que lo difícil en aquellos años era no dejar de sentirme solo (pero a gusto, acostumbrado a estar bien sólo conmigo) aun cuando estaba acompañado. Me acuerdo de un día, tras un fin de semana con gente, en que puse una excusa y los dejé un par de horas para irme a mi casa a sentarme, callado, y después volví.
3) No estoy gordito.
Thank-you everybody.
Yo si se a que te refieres, y tu sabes que es verdad. A todos nos ha pasado eso, pero desde luego a mi no con mucha frecuencia por lo que cuando me ocurría hasta me ayudaba a reflexionar sobre lo que muchas veces no tenía tiempo. El exceso de esas situaciones es lo que te lleva a sentir esas sensaciones tan frustantes.
ResponderEliminarComo acostumbra a pasarme cada vez que me doy un paseito por tu blog, he estado pensando mucho sobre el tema de las soledades. Tú ya eres muy preciso (y precioso escribiendo) y dejas intuir entre tus palabras que existen muchos tipos de soledades. Algunas aceptadas y otras no. Incluso algunas de necesidad vital.
ResponderEliminarCreo, hoy, que la vida está llena de contrastes. Necesitamos el ajetreo de las personas porque a veces nos sentimos desoladamente solos (como yo ayer, por ejemplo, por eso no pude escribir más, porque parecía que me habías leído el pensamiento. Me asustaste, leche). Y necesitamos de la soledad para escapar del bullicioso mundo. Sólo la gente que se mantiene siempre en el 50 % (poca, supongo) ni sienten ni padecen. No saben ni lo que es la acedía ni lo que es la euforia y si alguna vez su estado de ánimo se ha acercado a alguno de los dos extremos, se han, perdón, acojonado y reculado para atrás de un salto.
En cualquier caso y para no enrrollarme más diciendo tautologías como esta, deberíamos ser capaces de disfrutar de nuestros estados de ánimo, de los buenos y de los malos. Por supuesto es más fácil disfrutar de los primeros, pero los segundos también tienen su encanto, aunque sean tan duros de sobrellevar, incluso escuchando el Réquiem de Mozart, Gatopardo, que te sumerge en un estado de desolación completo y total.
Lo dejo. Me encanta regodearme en la soledad y la melancolía. Es la única manera de exorcizarlas, meterse en ellas de cabeza. Fruto de la frustración nacen cosas maravillosas.
Más besitos. C.
PD. ¡¡¡Cuatro años viviendo solo!!! Qué envidia, estoy verde, verde, verde. Mi sueño es vivir sola, pero sola de verdad, no sentirme sola en mi casa incluso con la "compañía" de mi compañero-xinffonier de piso.
Ahí arriba está dicho todo.
ResponderEliminarLos que vivimos solos, (hecho que suele costar trabajo y obstinación) no solemos hablar de la soledad, si acaso para regodearnos con placer en ella.
Son los que necesitan compañía o los que la tienen los que glosan ese estado.
Cómo somos!
Beso.
M.
Hermosas palabras para expresar un estado de ánimo que muchos hemos vivido. Ahora, ya, en este instante, es el momento justo para ellas. El momento de no olvidar lo que uno fue y no fue, lo que uno es ahora y lo que quiere ser, el momento de agradecer lo bueno que se tiene y deplorar aquello que, conscientemente, se ha hecho mal. El momento de vivir. Ni más ni menos.
ResponderEliminarPortipinqui.
ResponderEliminarQue todos estamos alones y todos estamos juntos en nuestra unidad de destino propiamentes.
Y que todos venimos aquí a mirar a ver si hay cosa nueva y... que nada.
(yo chinchando)
M.
;oD...jejeje acabo de meter la llavifondia y por una letra no me ha salido zopenco, jojojojojo
Creo que en la frase de Rochefoucauld esta la respuesta del final... ;)
ResponderEliminarUn placer leerte, un beso
Soledades que posiblemente todos hemos vivido. Incluso, algunas veces, las hemos deseado sin conseguirlas. Yo, al menos. Sentirse solo es otra historia. Especialmente si no lo deberías estar.
ResponderEliminarSólo un beso.
¡Vaya! (y yo que venía a decir que no hay nada -ni soledad, ni tristeza- que no arregle un buen cocido, un caldo gallego o el rico cheiro de un guiso casero...)
ResponderEliminarPorque mucho de eso hay: desazón del estómago vacío. Y podría resumirse en que nos descuidamos. No nos prestamos la debida atención, los suficientes mimos y autocarantoñas.
Porque no hay duda de que hay que exagerar.
¿Hace un pucheiriño??????
Saf ;-))
Me parece que soy de los que menos escriben, en este blog.
ResponderEliminar(¡No me presiones, no me presiones, mujer!)
Gracias a todAs (solamente entran mujeres, parece).
(Hmmmmm.... sá -claro-.... sólo mujeres si tomamos a Ernesto y a mrmann como unas féminas un poco trastocadas....) ¡ánimo-ya, cachis, que te va a afectar en la percepción de los comentaristas!
ResponderEliminar¡Ay!
;-ppppppp
No, mujer, hablaba de los de estas horas, de los nuevos desde que no pasaba por "casa". No, Ernest y Mrmann no, mujer.
ResponderEliminarEstoy en ello. No, no es por los comentarios, Saf. Ya verás (si quieres) que soy muy inconstante, y que escribo poco, como mucho un par de veces a la semana (como mucho); no como otras...
A ver si mañana veo la luz. Un beso.
Yo no podría darte un consejo.
ResponderEliminarCuando me siento sola, no leo, ni escucho música, ni manejo, ni camino.
Lloro.
Luego hago llorar a alguien más.
La soledad desaparece, quién sabe dónde se mete. Creo que se lava con las lágrimas.
Gracias, Natalia.
ResponderEliminar(Pero dejadme insistir: afortunadamente, las situaciones de las que hablo pertenecen casi exclusivamente al pasado; ahora mismo no son un problema)
Gracias.
"Bájalo ya", "bájalo ya"... ¡¡Ni que fuera tan fácil!!
ResponderEliminarNo me sale, ¿sabes?, no me sale.
Vaya, podría haberlo escrito yo...
ResponderEliminar:) estoy sola, pensando. Y estoy a gusto. Dentro de un rato me pondré a hacer un guiso de esos de los que habla Saf.
ResponderEliminarEl guiso no es para mí sola.
Un biquiño, Portorosa!
La soledad resulta un problema cuando uno no quiere estar solo , pero es una bendición cuando es buscada . Considero que hay épocas en que uno se siente solo aunque esté rodeado de gente ,o por el contrario , muy acompañado aunque se esté físicamente solo .Es el estado de ánimo , lo bien o mal que se sienta uno consigo mismo .Todo está dentro de nosotros mismos .Podemos hacer que hoy salga el sol o que se oculte a pesar de la climatología .Son los ojos del alma los que ven el mundo por nosotros .Todos tenemos días malos y buenos .Sentimos porque estamos vivos ,y lo que nos queda es poder contarlo ,porque hablar de ello nos ayuda a entendernos a nosotros mismos .Saludos
ResponderEliminarDescubriendo tu blog por Saf,un poco entrometida pero bueno,ella tiene razón (ay hago un pucherito yo!).
ResponderEliminarVive lo que decides,como venga... al final el sabor nunca sabe tan mal.
Un abrazo.
Buenas noches, acabo de llegar. Gracias por los comentarios, y bienvenida, Mentacalida(fíjate, hoy yo también he estado en Santiago, pero en el de aquí; y casualmente me vino varias veces a la cabeza el de Chile).
ResponderEliminarBesos y abrazos.
(¿De sexo? ¿De sexo, dices?)
Esta mujer imponente es un demonio. ¡Mira que decirle a un hombre bien casado que hable de sexo!.
ResponderEliminarDe sexo hablamos (hablábamos, que yo ya ni eso) los solitarios, los ligones, los buscavidas, los vivenciales, los fracasados en el amor (ah! finalmente era eso!), los dispersos de la vida...pero un hombre bien casado...se pondrá romántico y será un turre de campeonato, vamos, como oirle hablar de sexo a Rouco Varela.
Pero bueno...si habla, que hable pronto, venga, que yo vendré a escuchar todo. (y a no decir ni pío, jojojojojojo)
Beso.
M.
(me sigue saliendo el coñe armadillo pixelao perdido, cahuen!)
Y de repente se pasó la tarde, y nosotros aquí sin aprovecharla.
ResponderEliminarEternas tardes habré pasado yo así..Luego digo que no tengo tiempo, y lo voy tirando a puñados.
Pero todo tendrá su finalidad.