28.10.05

Cosas bienintencionadas y consideradas normales que no soporto que le hagan.

Que le pregunten si los quiere.
Que le pregunten a quién quiere más, si a X o a Y.
Que para reñirle le digan que no la quieren.
Que la amenacen con no quererla si no hace lo que le están pidiendo.
Que le pidan un beso a cambio de algo que le están ofreciendo.
Que se la quieran ganar con regalos... (los puntos suspensivos son de desánimo).
Que quieran darle pena porque ella les hace (dicen ellos) poco caso.
Que le digan que es mala, aunque se porte mal.
Que la quieran consolar diciendo que algo o alguien (sobre todo si soy yo), supuesta razón de su aflicción, es malo (sobre todo si le cogen la mano y hacen que le/me pegue mientras repiten "malo, malo...").
Que en su afán de protegerla la asusten.
Que, casi casi, intenten que no le gusten las cosas que a ellos no les gustan, aunque objetivamente no sean malas.
Que le pregunten qué prefiere, cuando no es posible hacer caso de lo que prefiere (o, lo que es lo mismo, que le ofrezcan una alternativa atractiva y no factible a la que ya se ha dado por segura).
Que le pregunten su opinión si no le van a hacer caso.
Que no le pregunten su opinión cuando cabe esa posibilidad.
Que la forma de animarla sea una especie de reto medio despectivo, del tipo "¡Ooh, no sabe hablar!"; sobre todo cuando era tan pequeña que no entendía (aunque eso tenía sus ventajas).
Que lo primero que le digan los semi-desconocidos por la calle sea una especie de amenaza teóricamente cariñosa del estilo: "Uy, esa muñeca me la voy a llevar yo...", o "A esta niña la voy a llevar yo conmigo a mi casa..." (¡y eso siempre, siempre, siempre ocurre!).

Y lo más curioso es que cuando planteo estas objeciones la contestación suele ser que siempre se ha hecho así, incluso conmigo, y no ha pasado nada. Y digo que es curioso porque, ¿acaso alguien piensa que nosotros, las personas que conocemos, la mayoría de la gente, somos un ejemplo de adultos mentalmente equilibrados, sensatos, emocionalmente estables, curiosos, inquietos, despiertos, abiertos, maduros, seguros de nosotros mismos, responsables, tolerantes, sociables, alegres, generosos y cariñosos?, ¿acaso el resultado ha sido como para estar, en general, orgullosísimos?, ¿acaso no somos, en una proporción tristemente alta, un verdadero muestrario de miedos, inseguridades, desequilibrios, egoísmos, mentalidades obtusas, conformismos, fobias, prejuicios y estulticia?

Y que conste que yo tiro la piedra sin estar -ni mucho menos- libre de culpa.

20 comentarios:

  1. Suscribo palabra por palabra esa lista de cosas, preguntas, actitudes, comportamientos...que no soporto que hagan con mi hija. Ni con la hija de nadie, por supuesto, pero ne me dejan meterme en las vidas de las hijas de otros. Probablemente porque, en ese aspecto, no me consideran 'normal'.
    Un beso, señor de Portorosa.

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  2. Bueno: Es una secta de los que tienen hijos!Me voy a hacer uno por ahí para entrar en tema!

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  3. Es una secta a ratos, sólo.

    Acepto el consejo, y no sólo por venir de ti. ¿Así que también se me subiría a mí...?

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  4. Eh, y sí sé (en general, y más o menos) lo que quiero, pero es casi imposible enumerarlo.

    Un beso, eh.

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  5. ¿Te quieres creer que no había reparado nunca en lo espantosas que son todas esas cosas?

    Seguramente sean inofensivas, sí. Pero objetivamente son espantosas: una vez que me lo has señalado no puedo dejar de verlo.

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  6. Ciertamente no debería opinar, pues no tengo hijos (aún). Sin embargo voy a decir algo, las buenas intenciones son siempre captadas por los niños, más que por los grandes.
    Cuando se hacen o dicen cosas como las mencionadas, con buenas intenciones, sin reflexionar tanto en el modo ni en el fondo de lo que decimos, el mensaje es, en general, bien recibido por los niños (y por los padres). Por eso, no nos damos ni cuenta que ellos entran así en el círculo, nuestro, adulto, de la idiotez, el egoísmo, la generalización injusta, el prejuicio, el materialismo, la posesividad, etc.
    Luchar contra estas actitudes es muy meritorio, pero intentar proteger a nuestros hijos de ello, creo, será una tarea imposible, y quizás contraproducente. Criarlos como si todo ello no existiera, lamentablemente, los pone en una situación demasiado vulnerable en este mundo. Sin embargo, cuando nuestros hijos comienzan a distinguir ciertas cosas, es necesario transmitirles qué pensamos de las actitudes que has enumerado, dándoles la posibilidad de ser diferentes, de elegir.

    (Lo que acabo de escribir se basa solamente en el caso de lo que mi madre ha hecho por mí y que yo le agradezco, aun hoy, de todo corazón. Por lo tanto no pretende ser ley ni consejo.)

    Con cariño, recibe uno de mis excesos.

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  7. Yo también creo que hay padres mejores que otros. Los hay con mala (casos contadísimos y muy extremos, creo yo, casos anormales) y con buena intención, y, dentro de éstos, los hay más y menos hábiles como padres. Porque la buena intención, aun siendo sin duda lo más importante y lo que nunca debe faltar (pues otras cosas no compensarían esa falta), no siempre llega. Errores hay infinitos, y malos ejemplos, y os los podéis imaginar todos, o los podéis recordar. Pero incluso cosas aparentemente inofensivas como las que yo he dicho, para mí no lo son, Ignacio, pues van creando unas dependencias, van inculcando unas referencias, unos valores, unas pautas de comportamiento y de "sentimiento" que yo considero muy equivocadas, y que, por tanto, deben ser evitadas.
    Nadie se convierte en un delincuente o en un pobre hombre por algo así, casi seguro; pero yo, iluso, querría que mi hija no fuese simplemente una persona más, normal y corriente (y no estoy hablando del aspecto material, como es obvio), sino alguien con un carácter, una cabeza y un corazón especiales, que la hagan una buena persona, que le den ganas de vivir, y que, en última instancia, contribuyan todo lo posible a su felicidad.

    Abrazos a mansalva.

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  8. No sé mucho de educar hijos, pero sí sé de personas y creo que lo que mamen tiene mucho que ver.
    Este tipo de comentarios así como otras actitudes que verán las tendrán que masticar y desechar. Creo que Natalia te ha hecho un comentario muy cabal.
    Si la cosa fuera muy continuada, que van a vivir con una tía loro que les va a comer el coco, aún, pero si lo que pasa es que van a tener que capear el estado de cosas que se les presenta, cuanto menos violenta sea la cosa mejor.
    Con la sensibilidad que tienes y lo que se te nota que les quieres y la dedicación y el afán y eso, creo que van servidos de escudo antichorrada.
    Peor, mucho peor, años luz peor y terrible y espantoso, va a ser el contacto con los cabronazos de niños de su edad que se van a encontrar. Niños malos de película, traidores, marulleros, mentirosos, crueles...lo peor. Y contra eso no vas a poder hacer nada, salvo darles refugio.

    Realmente no sé cómo podemos sobrevivir...la verdad...

    Beso.

    M.

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  9. ¡El lunes mismo la saco de la guardería!

    Gracias, M., en lo que me toca. Yo ya supongo que esas cosas, cuando sólo aparecen esporádicamente, no dejan muchas secuelas; pero todas sumadas se notan, se van notando, y uno no puede impedirlo.

    Besos.

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  10. Suscribo las palabras de Natalia, y aún digo más: no es sano agobiarse por esas cosas. No le quito importancia a dichas actitudes, pero la mayoría de las veces no son captadas por los niños, mientras que sí son capaces de sentir la tolerancia, la felicidad, el cariño, la amistad, el calor humano... Por mucho que queramos no conseguiremos hijos perfectos: tu mismo nerviosismo, tu dificultad para soportar esos comportamientos a menudo absurdos pero bienintencionados, puede que al final también acaben influyendo en tu pequeña. Dicho todo esto, claro está, con todo el aprecio del mundo y el convencimiento de mi propia imperfección.

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  11. Vamos a ver, R.:
    Aun admitiendo mi "obsesionabilidad", que tú conoces, creo que exageras cuando dices que me agobio con esto, o que me pone nervioso (lo de "no soporto" del título es una licencia poética...). Sé que lo que dices es cierto, y creo que das en el clavo cuando señalas que el remedio, si no peor, sí puede hacerle la competencia a la enfermedad; pero pido el beneficio de la duda en lo que a mi comportamiento respecta.
    Creo que, al menos en la práctica, no me obsesiono, pues mi hija es destinataria de todas esas frases y actitudes en mayor o menor medida; pero me gusta que lo sea pocas veces, y me gusta compensarlas con otros ejemplos.

    Yo discrepo contigo y con Natalia en lo de la intención (me parece un razonamiento demasido bienintencionado, valga la redundancia). Sé, por supuesto, que males mil veces mayores padecerán, y sé,como he dicho, que en cualquier caso esto no es terriblemente pernicioso para un niño; pero creo que, independientemente de la intención con que se digan estas cosas (nunca las he oído decir con mala), esa influencia paulatina de la que hablo se da, esos razonamientos y esa manera de plantear cuestiones sentimentales que reflejan van calando, el niño las va haciendo suyos poco a poco (dependiendo de lo rodeado de ellos que esté, claro), y los va repitiendo, y los va viendo normales, como (en mi opinión, no con demasiada suerte) hemos hecho nosotros. Y eso es lo que considero negativo.
    No porque quiera una hija perfecta (no sé qué es una persona perfecta), sino porque, aun asumiendo sus seguras imperfecciones, me gustaría que en su camino llevase el mínimo lastre posible. Y para mí esas cosas son lastre (que bien me ha quedado esto último, ¿no?).

    Un abrazo muy fuerte, y gracias por el toque de atención, S.

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  12. Donna es tan dueña y señora de toda esta casa, que incluso ha sabido ver, sin que contase con dato alguno al respecto, que mi hija es, nada más y nada menos, que la primera nieta en ambas familias, la paterna y la materna (ahora ya tiene un primito, pero sólo tiene 4 meses, como ella también supone).

    Yo creo sinceramente que esas cosas son importantes (ya verás, Ignacio, como cuando seas padre piensas en ellas; te aseguro que a mí ni se me habían pasado por la cabeza, antes), muy importantes, para que crezcan sanos. Sanos de verdad.

    Yo quería decir lo que ha dicho Donna, pero me salió peor, claro.

    Besos.

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  13. Lo más importante es ser querido, para mí no hay duda.
    Tampoco hay duda de que ejemplos extremos y que se salen de lo normal, tanto positivos como negativos, no faltan. Pero, en éste como en cualquier tema, nos basamos en lo probable, casi casi en la estadística, que nos permite relacionar ciertas formas de ser con ciertas formas de crecer y ser educados. Creemos que hay actitudes y comportamientos que los van a ayudar a ser mejores y más felices personas. Si después las cosas no salen así, bien por nuestros errores, bien por variables que nunca podremos controlar, qué se le va a hacer; pero incluso en ese caso a mí me gustaría pensar que hice cuanto pude, y, efectivamente, con la mejor intención.

    Con respecto a lo de que los padres no sean padres sino amigos, a mí, por ejemplo, no me parece algo "guay" ni mucho menos (aunque, claro, lo prefiera a que les escupan por la espalda, a los viejos). Creo que la autoridad es una de las componentes de la paternidad (cómo sea esa autoridad es otra cosa, claro).

    Un saludo.

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  14. No puedo hablar mucho del tema. No tengo hijos, ni sobrinos ni mucha más gente más pequeña que yo por la familia. Me figuro que criar a un hijo sea una de las tareas más arduas que existen en la vida de una persona. Educarlo bien, quiero decir. Y por muy bien que un padre/madre le eduque, le quiera, le muestre todo su respeto, el hijo siempre puede llegar a ser una "oveja descarriada". ¿Por qué? Pues no lo sé. Una profesora de psicología que me dio clases en la universidad siempre nos recalcaba que el carácter de una persona se forja gracias a los padres, a los profesores y a su grupo de iguales...

    Más que del amor, que también, se trata de respeto hacia los pequeños. Siempre he pensado que son adultos en potencia y que como tales hay que tratarles.¡Cuántas veces habré visto delante de mi misma -e incluso hacia mí- decir que la opinión de un niño no vale precisamente por su condición de niño! Qué estupidez. Dentro de su candidez son precisamente ellos los que muchas veces dicen las cosas más coherentes jamas oídas. No soporto a este tipo de personas que se comporta con los rorros como que fuesen loros, gatitos o cualquier animal de compañía. Por muy amablemente que se le diga "cuchi, cuchi" y se le estrujen los mofletes entre las dedos... Es superior a mi.

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  15. Yo, de todo esto, ni idea (sólo teoría). Asisto al debate con curiosidad y aprendo que, en eso de la paternidad, todos somos amateurs, que la buena intención y el cariño es lo que cuenta, que el sentido común es fundamental y que no saben la suerte que tienen (o quizá sí lo sepan ya y, si no, lo acabarán sabiendo) los renacuajos de Portorosa y Donna, que me parecen a mí unos padrazos tiernos y nutricios.

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  16. ¡Hombre, yo, tanto como nutricio, no sé qué decirte...!
    Bienvenido, again.

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  17. Ufff... Yo todo eso no lo veo tan "bienintencionado". Son pequeñas tiranías. La mayoría de ellas son fruto de nuestra propia inseguridad (la de los adultos).

    Son tan vulnerables... y qué bien lo sabemos.

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  18. Con esta gran crisis vital que ha implicado para mí recibir un hijo, comencé a hacerme un sinnúmero de cuestiones. Buscando el fundamento de ciertos "axiomas" sobre la Crianza. Al principio quedé muy mal parada, sin entender nada. Ya que mi corazón me decía una cosa y gran parte de la sociedad me decía otra, bien distinta. En fin, la mayoría de las preguntas que me he planteado han sido respondidas en base a dos palabras: conexión y coherencia. Dos cosas a las que no estaba acostumbrada(sin saberlo y peor, creyendo lo contrario).
    Para ser coherente con uno mismo y con el resto del mundo (fundamentalmente con nuestros hijos), debemos conectar con la propia realidad interna, para poder luego actuar en consecuencia. Me caí, sentí dolor, me lastimé; sin embargo me dijeron: "no llores, no pasó nada". Percibí "algo" (dolor, angustia, infelicidad, ajenos o propios) pero me dijeron que era "nada"... Nuestra psique va colapsando hasta devenir adultos totalmente desconectados de nuestras emociones y sentimientos y del mundo que nos rodea. Nacimos con una impronta, que "amorosamente" quienes nos amaban trataron de borrar, por ser aquella diferente de lo que la familia primero y la sociedad después, esperaban, conformando así una identidad adaptada a las más variadas exigencias, pero muy alejada de nuestra Esencia. La cuestión es que sí, como lo has dicho en tu pregunta Porto, somos un muestrario de miedos, inseguridades y todo lo demás; porque nos han enseñado que si mostramos quien realmente somos, no nos querrán, nos segregarán, nos lastimarán. Sin embargo creo que aún podemos hacer algo: encontrar quienes somos de verdad, con luces y sombras; y ahora sí, asumiendo toda la responsabilidad por nuestras elecciones, darle libertad a esa manifestación.
    Creo que el ejemplo de búsqueda es el mejor legado que podemos dejar para Ellos.

    Porto querido, necesito pedirte algo. Por favor ¿Me escribís? Un abrazote desde el otro lado del océano :) Ja, Jan, Jandi

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  19. Claro, Jan. Ahora mismo.

    Un beso.

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  20. No encuentro (seguramente la tengo en el portátil, y no la puedo consultar ahora) tu dirección, Ja. ¿Me la mandas a lordhwooton@hotmail.com, por favor?

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