23.1.12

Cine y más

Tras el cumpleaños del novio de Paula, en el que me sentí muy a gusto, el fin de semana comenzó yendo al cine a ver Jane Eyre.

Por 1 €.

Me gustó mucho.

Qué época y qué paisajes más literarios, antes, y cinematográficos, ahora, los del rural inglés del siglo XIX. Qué terribles debieron de ser para la inmensa mayoría, qué lúgubres, qué tristes, y qué reprimida aquella sociedad; pero qué bien se han contado, hasta hacerlos atractivos.

La película vale mucho la pena, creo yo. Incluso aunque cueste más. La protagonista, maravillosa.

Después cenamos dentro del coche, en un aparcamiento atestado de envases, cajas y bolsas tiradas, junto al McAuto. Para resituarnos.


El sábado comimos en mi sitio preferido de Cedeira, A calexa. Si van, búsquenlo; es pequeña, bonita y muy acogedora. Cedeira además tiene sitios muy agradables; aunque no se debe ir en domingo, por razones sociológicas.

Por la tarde, por 2,95€ en Filmin, vimos Las horas del verano. El tema (las relaciones familiares, y en concreto entre hermanos, vistas más de cerca tras la muerte de la madre) daría para mucho, pero me pareció que lo desaprovechaban, y me decepcionó. Creo que la película no acaba de llegar al espectador, no acaba de ofrecer algo redondo; pero, aun así, el mensaje más o menos consigue darlo. Al menos, el que yo entendí: la exposición de una relación fraterna no mala pero sí cada vez más distante, y una crítica al modo en que unos proyectos profesionales aparentemente buenos y atractivos acaban dictando todas las decisiones en la vida y subordinando todos los demás intereses personales, dejando a sus protagonistas sin capacidad ya para dejar de avanzar.

Pero, además de eso, me llamó la atención la enorme importancia que en la película se le da al arte, a los objetos de arte, y lo rápidamente que se les ve perder su valor; o, mejor dicho, lo rápidamente que su valor pasa a ser solo económico, sin que a casi nadie le importe nada más. Lo vacío que resulta al fin y al cabo, si lo comparamos con las personas.

Hay una escultura muy valiosa, rota hace años, cuando los hijos eran pequeños, que la madre conserva en una bolsa dentro de un armario. Escultura que al final se restaurará. Y yo, cuando la enseñan y cuentan qué le sucedió, pensé que si fuese yo esa madre, daría todo, la escultura y todo lo demás, por recuperar aquel momento, a aquellos niños que la rompieron jugando. Pero ella parece que no; o al menos no lo dice.

Así somos. Cada uno, un mundo.


Ayer domingo comimos aun mejor. En Betanzos, en la Adega Lastras; un poco menos bonita que A Calexa, pero con comida igual de rica y mejor música, junto a una ventana con vistas a dos iglesias de las muchas que tiene Betanzos.
Betanzos es una maravilla, y en mi opinión la valoramos poco, por cercano.
Comimos un arroz meloso, con no sé qué alga y pulpo a la plancha, alucinante.

Pero por la tarde tuvimos la mala suerte de decidir ver Gritos y susurros, de Bergman.

Como una cabra; como una puta cabra.

No es que sea una película triste. A mí al menos no me emocionó ni lo más mínimo. Y decir que es deprimente es quedarse corto.

La estética, el trabajo de las protagonistas y todo eso, excelentes, claro. Pero, como ya dije una vez con otra del sueco, menos mal que en la cajita no traen una cuchilla: me pareció una película desagradable, angustiosa, que muestra (perfectamente, eso sí) un ambiente opresivo, lleno de carencias y deseos reprimidos, de sexualidad retorcida, de bocas negras, de soledad y de absoluta tristeza y desesperanza.

Vamos, que o leo antes críticas un poco positivas, o no vuelvo a ver otra suya. Porque me dejó fatal.


Menos mal que a última hora estuve con los niños, viendo la versión de La vuelta al mundo en ochenta días de Jackie Chan...


9 comentarios:

  1. Cuantas pelis y yo tan ocupado!
    De Bergman vi muchísimas películas, pero no ésta: es uno de mis preferidos. Entre las muchas que me gustan, el séptimo sello, una de las cinco películas que elegiría entre las que mas me gustan de la historia del cine; y fresas salvajes, una auténtica obra de arte. Me has metido las ganas, Porto, de ver gritos y susurros ... :)

    Los gustos no se discuten, pero permíteme contradecirte en lo de “como una puta cabra”. Más bien todo lo contrario, sus películas expresan la desesperación del exceso de cordura (toma ésto referido al conjunto de su obra).

    Y también recomiendo A Calexa. Y sobre todo la naturaleza de la zona de Cedeira(el escenario de lo mejor de mi infancia y juventud). Siento decirte, Porto, que eclipsa al paraiso de Vicedo :) (qué malo soy!).

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  2. Oh, esta película me horrorizó, Taliesín.

    ¿Has leído esto?

    Y en cuanto a los paisajes, efectivamente, los gustos (sobre paisajes) no se discuten.

    Y menos cuando se tiene tanta ventaja. Sería un abuso :D

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  3. No había leído el "aquí". Y ya que estamos con comparaciones tontas, peor fue viendo Muerte en Venecia en un Rena, lleno de peludos, llamándole sin parar maricón a Von Aschenbach :(

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  4. Coño, se ve que no sabían dónde se metían.
    Ni tú con quién...

    Un abrazo.

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  5. Muerte en Venecia es una de mis favoritas, y Bergman también, pero esa no la vi.

    Lo que más me interesa es la razón por la que tenéis un cine tan barato.

    Jackie Chan me produce espasmos.

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  6. Porque es el único cine que queda en la ciudad. Decrépito. Y ese día estaba de cumpleaños (el cine).

    Había cola, fíjese lo que le digo. Una cosa tan inusual que hasta salió la noticia en el periódico.

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  7. Hombre, NáN, no te creerás que veo al amigo Chan si no hay hijos por medio. Ya así cuesta bastante...

    Eso, que estaban de aniversario. Pero que conste que normalmente cuesta 5€, que no está mal.

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  8. ¡Vaya fin de semana de cine que has tenido!

    Yo este domingo también he ido al cine, he visto Drive. Es una peli curiosa. A mí me gustó bastante, pero no sé si recomendarla porque creo que es la típica película que tanto te puede gustar como te puede parecer ridícula.

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  9. A mí me encantó Gritos y susurros... Pero es que a mí el cine traumático me gusta, la verdad.
    Besos!

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