La verdad desde los presocráticos hasta Platón
Sábado a las nueve de la tarde. Cafetería.
En una mesa, un hombre, su madre y su mujer; él parece que está viendo la tele y ellas hablan; o más bien habla su mujer, seria, sobre utensilios de cocina:
- Lo que también está muy bien es eso de los quesos, porque bajas la palanca y ya está.
La mujer, joven, no acaba de estar convencida de si un sábado por la noche le interesa esa conversación con su suegra, y de vez en cuando se le escapa alguna mirada de reojo a las mesas de alrededor, pero no pierde la gravedad del gesto. La señora, que lleva el abrigo puesto, asiente en silencio, echa la mano al vaso de zumo de melocotón, ve que ya se lo ha terminado y la vuelve a poner sobre el regazo, con la otra.
No sé cómo, ahora habla sobre su hija, que está haciendo algo así como bachillerato musical, y a la que la profesora de Filosofía le ofreció hacer el examen en las dos horas que tiene libres no sé qué mañana cada semana y que la niña aprovecha para ir a casa a tocar el piano. Pero resulta que ese ofrecimiento ha resultado ser sospechoso, porque claro, no saben si le pondrá un examen distinto. Mirada al marido que lo obliga a descender a la tierra.
Conversación que no oigo, en la que no hay un resquicio para la sonrisa que ponga distancia con el tema; parece que tomarse un poco en broma sería una grieta que provocaría un derrumbe.
- El otro día fue a coger un libro a la biblioteca y estaba la de Filosofía, porque hacen guardias allí -la suegra asiente-, y ni la miró. Le dijo Toma, este libro, y la otra así, sin mirarla: una idiota -y mirada dura al marido buscando confirmación de la interpretación y adhesión. Él baja la mirada de la tele a ella y asiente, distraído. Saca un billete del bolsillo y busca a la camarera.
Ella continúa explicando a su suegra cómo se las gasta la tal profesora, con todos, con todos. Muy expresiva y casi agresiva. Cuánto daño han hecho las tertulias de la tele. Él, con el dinero en la mano, interviene:
- Y resulta que llega el examen y les hace una sola pregunta, “La verdad desde los presocráticos hasta Platón”; y toda la clase así, claro –y mira un rato al techo pasmado, boquiabierto, y luego se descojona él solo. Y su mujer lo mira con la boca fruncida y luego fijamente a la señora con cara de si es o no es el colmo.
- ¡Todos los presocráticos, hasta Platón! ¿Tú te crees?
Y la señora asiente una vez más y suspira.
Y yo pienso que a veces damos mucha pena; y que menos mal que nos solemos dar cuenta sólo cuando les pasa a los demás.
[De la famosa serie Juzguen al juez]
Jajajaja. Es que estos filósofos no tienen compasión.
ResponderEliminarA la sufrida alumna quizás no le hubiera servido algo que recientemente he escrito sobre la verdad. Te pongo el enlace.
http://adictoalagente.blogspot.com/2008/10/verdad-certeza-y-evidencia.html
Un abrazo
Hola Porto,
ResponderEliminarCertera la observación, una vez más. Me gusta cuando escribes como si fueras un testigo imparcial...
Un abrazo,
J.
Es cuando le da el toque Carver. Me encanta.
ResponderEliminarSirwood.
Gracias, señores.
ResponderEliminar(Sirwood, me estás mimando...)
No viene a cuento, pero aprovecho para informar de que Antonio está escribiendo una serie de artículos sobre los Episodios Nacionales, a mi parecer magníficos.
ResponderEliminarhttp://www.bernardinas.blogspot.com/
Sirwood.
Gracias.
ResponderEliminarPero quería añadir, X., que a mí no me parece que en esta ocasión haya sido nada imparcial. De hecho, este post no acaba de convencerme por eso, porque no me limito a contar, sino que interpreto mucho...
Pues es esa interpretación lo que le hace vibrar también.
ResponderEliminarYa... No sé, pero gracias.
ResponderEliminarLo de la imparcialidad en todo momento sería una auténtica ascesis. Con lo a gusto que se queda uno, aun cuando solo sea pensando: ¡como es posible que haya tanto mentecato!
ResponderEliminarY no creo que haya que arrepentirse. De hecho puede ser saludable compartirlo para comprobar que no son pocos los que tienen la sensación de vivir rodeados de mentecaterías.
Ya sabes: mal de muchos, consuelo de mentecatos. Lo digo por seguir la serie "juzguen al juez" :)
Apertas.
Bueno.
ResponderEliminarPero siempre vigilándose a uno mismo un poco, para no caer en más mentecaterías demasiado evidentes...
Un abrazo.
Querido Portorosa:
ResponderEliminarla objetividad no existe. Uno siempre cuenta la feria según le va en ella. No somos autómatas, al menos no todavía. Mola tu interpretación, en serio (me he reído -ayer y hoy- a mandíbula batiente).
;-)
Beso bien fuerte. Cal.
Yo, realmente, no me entero de este texto...
ResponderEliminarOtrosí digo:
ResponderEliminarHablando sobre el megachute de Redbull a los bancos, el consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz, ha acuñado hoy un nuevo y grácil término fraseológico: "efecto reputacional negativo".
!Me lo quedo! (para cualquier momento u ocasión). Verbigracia: Touriño.
Sirwood.
Buenas noches.
ResponderEliminarDe lo que estoy seguro es de que el próximo sábado la señora acompañará su zumo de melocotón con unas gotitas de cicuta gran reserva.
Buenos días.
ResponderEliminarCal, gracias. Si no pretendo ser objetivo, ni mucho menos; quiero dar mi interpretación. Pero, por motivos "literarios", prefiero sugerirla que ponerla de una forma tan (¿burda?) explícita.
(Lo que mola, y mucho, es tu foto. ¿Ahora tienes el pelo así, mujer cambiante?)
Viajes, pues no sé qué decirte. ¿Qué entiendes tú?
Sirwood, la táctica de la respetabilidad siempre ha dado resultado. Y, para ejemplo claro, el de los bancos, siempre y en todo lugar.
Yo supongo que la señora, Hitlodeo, hará tiempo que habrá desarrollado una absoluta capacidad de evasión mental. Sería maravilloso saber en qué coño estaba pensando...
Eso, que buenos días a todos.
Repito:
ResponderEliminarQuiero interpretar, y lo hago; para eso cuento estas cosas, por eso me gusta. Y por eso me declaro juez juzgable.
Pero lo que no me gusta (cuestión supuestamente literaria) es tener que explicarlo todo; al que escribe bien no le hace falta.
Sí, sí, yo por eso, mientras puedo, procuro hablar bajito en el bar.
ResponderEliminarNo me entero del texto: no sé casi ni de qué hablan, ni qué juzgas, ni...
ResponderEliminarVamos, que no me entero del texto: te lo he dicho bien clarito. No es que no entienda o que haga una interpretación aberrante. Es que no me entero.
Viajes, pues... no hay más: eso fue lo que vi y oí, y así lo escribo.
ResponderEliminarYo veo cosas, ahí; pero claro, soy yo, el que estaba allí.
Besos.
Pcbcarp (¿qué significará eso?), pues yo os imagino, a los CHSF, discutiendo en la barra a grito pelado.
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