Cuento de Sirwood
[Transcurridas varias semanas sin que se me haya ido de la cabeza, y como doy por supuesto el permiso del misterioso Sirwood, traigo aquí un, en mi opinión, genial cuento sufí que él dejó en un comentario, para que ninguno de ustedes se lo pierda]
Había una vez un anciano que pasaba los días sentado junto a un pozo a la entrada de un pueblo. Un día pasó un joven se acercó y le preguntó:
- Nunca he venido por estos lugares, ¿cómo es la gente de esta ciudad?
El anciano le contestó con otra pregunta:
- ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes?
- Egoístas y malvados, por eso estoy contento de haber salido de allá.
- Así son los habitantes de esta ciudad -le respondió el anciano.
Un poco después, pasó otro joven, se acercó al anciano y le hizo la misma pregunta:
- Voy llegando a este lugar, ¿cómo son los habitantes de esta ciudad?
El anciano le contestó con la misma pregunta:
- ¿Cómo son los habitantes de la ciudad de donde vienes?
- Eran buenos y generosos, hospitalarios, honestos y trabajadores. Tenía tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos.
- También los habitantes de esta ciudad son así -respondió el anciano.
En cuanto el joven se alejó, un hombre que había llevado sus animales a beber agua al pozo y que había escuchado la conversación, le dijo al anciano:
- ¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta realizadas por dos personas?
- Cada persona -respondió el anciano-, lleva el universo en su corazón. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad, también aquí encontrará amigos fieles y leales. Porque las personas son lo que encuentran en sí mismas, encuentran siempre lo que esperan encontrar.
Completamente de acuerdo.
ResponderEliminarSi no recuerdo mal, leí un cuento muy similar en el blog de Celadus, lo buscaré.
Gracias, Portorosa.
Cuanta razón tiene el anciano!
ResponderEliminarDe nada, Kaken.
ResponderEliminarMyT, si supieses con quién me acuerdo mucho últimamente de este cuento... Aunque los ejemplos no faltan en ningún sitio.
Un beso.
Si señor, así suele ser.
ResponderEliminarCoño, Pcbcarp, qué sorpresa (y qué alegría) verle aquí.
ResponderEliminarBienvenido.
No encuentra el que busca, sino el que se pregunta y está dispuesto a responderse con toda sinceridad.
ResponderEliminarMagnífico cuento Portorosa. Gracias.
No estoy de acuerdo con el cuento...
ResponderEliminarTampoco estoy de acuerdo en que no se le haya ido la cabeza...
ResponderEliminar¿Cómo está tan seguro de ello?
Lo conocía, y me encantó volver a leerlo. Soy una convencida de que uno ve aquello que lleva adentro.
ResponderEliminarSí, en algunos casos es así, y si lo pienso, encuentro varios ejemplos en los que aplicar este cuento. Pero si lo pienso un poco más, veo que no siempre. A veces, una persona sin quererlo puede verse rodeada por un medio hostil, y no creo que sea porque proyecte hostilidad. En este momento me vienen a la cabeza un par de casos de mobbing bastante cercanos...
ResponderEliminarLa actitud hace mucho pero seguro que si te vas a vivir (por ejemplo) a las fabelas de Rio de Janeiro, no creo que te salgan muchos amiguitos honestos y alegres vegetales cual fruiti.
ResponderEliminarDe quien?
ResponderEliminarHay mucha gente asi y yo me incluyo en algún día que lo veo todo negro negro pero menos mal que no muy a menudo, suelo ser bastante positiva, creo que todo todo tiene su lado bueno, solo hay que mirar bien o saber mirar.
No estoy de acuerdo.
ResponderEliminarA veces no ocurre.
Muchas veces no ocurre.
Y en determinados pueblos, no ocurre ni de coña.
Me refiero a pueblos; es decir, poblaciones de menos de 20.000 habitantes. No a pueblos en plan "el pueblo judío", "el pueblo árabe". Que conste.
Pues sí, así suele ocurrir. En realidad todo lo que vemos, no solo la gente, lo vemos una vez pasado por el filtro de nuestro pensamiento e, incluso, de nuestros estados de ánimo. Ya se sabe eso del color del cristal.
ResponderEliminarBonita historia.
Pues yo sí estoy de acuerdo.
ResponderEliminarClaro que no todo el mundo es igual (no habla el cuento de un grupo de trabajo de media docena de personas, Patio). Y a lo mejor hasta los de un sitio pueden ser peores que los de otro, dadas unas circunstancias muy particulares (desde luego, dudo mucho que los de un pueblo puedan ser mejores que los del de al lado).
Pero creo que alguien que juzga de ese modo ha visto lo que él no podía sino ver, no lo que hay.
Repitiéndome mucho: no vemos las cosas tal como son, sino tal como somos.
Yo es que conozco ejemplos literales de lo que cuenta el cuento ("era un sitio horrible, la gente era horrible, ¡tan antipática!, etc., etc."), que demuestran que cada uno ve lo que su cabecita le hace ver.
Por cada diferencia real, nosotros ponemos cuatro de nuestra propia cosecha.
Límites, nuestros propios límites, que no dejan de... limitarnos.
Saludos.
Nos hemos cruzado, Celadus. Lea la cita del Talmud, por favor, por si no la conoce. Verá qué maravilla.
ResponderEliminarBienvenido.
Para mí el cuento sufi tiene una lectura mucho más prosaica: la gente es más o menos igual en todas partes. Es una simple consecuencia estadística.
ResponderEliminarEn cuanto al último párrafo:
"...las personas son lo que encuentran en sí mismas, encuentran siempre lo que esperan encontrar."
Me parece de una levedad más insoportable que la de Kundera.
Alucino, ayer precisamente me encontré debatiendo con mi marido sobre este tema: me acusa de ser demasiado buena con personas a las que no conozco porque dice que ellos no lo serán conmigo (igual no estoy resumiendo bien la conversación); el caso es que no sabía como explicarle lo que el anciano ha contestado. Encuentra el que busca y yo creo que nuestro comportamiento con los demás debe ser correcto y así tendremos más posibilidades de ser correspondidos.
ResponderEliminarSoy Nini,no me deja meter el nombre.
Buenas noches y bonito cuento.
ResponderEliminarNo creo que haya verdades absolutas, pero tampoco creo que sea lo que pretende el cuento. Evidentemente, en todas partes hay de todo, pero si no tienes una actitud positiva tienes muchas posibilidades de ver a todo el mundo (o a la mayoría) egoista y malvado, y si eres muy optimista pecarás en el sentido opuesto.
Por mi carácter no puedo evitar actuar de la segunda manera,aunque también tiene sus inconvenientes.
Es curioso que algunas interpretaciones del cuento lo vean como una defensa del optimismo más idealista. Cuando en ningún momento pone al segundo de los viajeros mejor que al otro.
ResponderEliminarA mí lo de "ser lo que se encuentra en uno mismo" me suena un poco místico, Brian, pero el final, lo de encontrar lo que esperamos encontrar, me parece, en general, una verdad como una casa.
Niní, ser ingenuo puede traer problemas, está claro, pero ya sabes lo que opino: piensa mal y te equivocarás. Un beso.
Saludos a todos.
Buenos días.
(Por cierto, Brian, a mí también me gusta la primera imagen de Lector Mal-herido. Pero es que las pin-ups son el sumum del erotismo, para un servidor; lo confieso.)
ResponderEliminarPorto: "lo de encontrar lo que esperamos encontrar, me parece, en general, una verdad como una casa"
ResponderEliminarEsto nos lleva muy cerca de Putnam: "Los objetos no existen independientemente de los esquemas conceptuales". Y de ahí al idealismo de Berkeley y al constructivismo de Kuhn. Que no digo que no, que conste...
Al que es un amargao, todos le parecen insoportables, el que es un envidioso tiene envidia de todo el mundo, el que no tiene problemas, no los tiene con casi nadie... Yo estoy con el moro.
ResponderEliminarDice Epicteto en su Enquiridión:
ResponderEliminar"El no esperar nunca de sí mismo ni bien ni mal, sino siempre de cosa extraña, es señal de hombre vulgar e ignorante; como, al contrario, es señal de filósofo esperar de sí mismo todo su mal y su bien."
Sirwood.
Touché
ResponderEliminarLa afirmación de que es una verdad como una casa no es (al menos para mí) incompatible con que no hay que tomársela al pie de la letra. Dudar de que no todo el mundo es, no ya güeno, sino igual, me parece una chorrada; pero igual de cierto me parece, como ya he dicho de un modo u otro en bastantes posts, que lo que vemos depende de cómo miramos, siempre.
ResponderEliminarPartimos de una realidad, y la hacemos pasar por nuestro filtro, poniéndole nuestro sello personal.
¿Quién no conoce personas que responden a los ejemplos que ha puesto Pcbcarp?
Pero no pienso volver a hablar de la independencia de la realidad con respecto al observador, que como venga Taliesín... Enacciones y otras cosas, es capaz de explicar ;)
Sirwood, a sus pies y a los de Epícteto.
Buenos días a todos.
(¡Y por favor, por favor, corred a leer la entrada de Lector Mal-herido sobre Darío Fo! Qué risa.)
ResponderEliminarTe he hecho caso, y he corrido a leer a lector herido.
ResponderEliminarY me he reído
Gracias por el aviso
Es que está muy bien, ¿verdad? No he leído ni a Dante ni a casi ninguno de los que cita (bueno, a Magris, y me encantó), pero da igual: el punto de vista me gusta, y me parece muy gracioso.
ResponderEliminarUn saludo, Koldo.
Bueno, ya que nadie cita a Kavafis, me toca a mí traer el poema la "ciudad":
ResponderEliminarDices «Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo mis ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí».
No hallarás otra tierra ni otra mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques
-no hay-,
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.
¡Toma ya!
ResponderEliminarQueda clarito, ¿no?
Un abrazo, T.
Me he pasado por el hospital... por lo menos no se ha metido con Lampedusa.
ResponderEliminarSirwood.
El teorema de Thomas afirma que: Si una situación es definida como real, esa situación tiene efectos reales. Más tarde Robert K. Merton, escribió un libro titulado "Teoría social y estructura social" en el que acuña el término "profecía autorrealizada" del siguiente modo: "La profecía que se autorrealiza es, al principio, una definición "falsa" de la situación que despierta un nuevo comportamiento que hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva "verdadera".
ResponderEliminarEn los laboratorios de investigación sucede muy frecuentemente como el cuento. El deseo de que algo suceda, la búsqueda de un resultado concreto conduce, si no se está atento, a encontrar falsamente ese resultado ansiado.
Se le habrá pasado :)
ResponderEliminarMuy interesante, Guillermo, mucho.
!Ah! Y si empezamos a mezclar griegos con romanos, la vamos a liar.
ResponderEliminarS.
"El deseo de que algo suceda, la búsqueda de un resultado concreto conduce, si no se está atento, a encontrar falsamente ese resultado ansiado."
ResponderEliminarMe pasó con mi primera novia. Me volvió a pasar con la segunda. Finalmente, por las quejas que a diario recibo, le pasó a mi mujer conmigo.
Sirwood.
Me pasó con mi primera novia. Me volvió a pasar con la segunda. Finalmente, por las quejas que a diario recibo, le pasó a mi mujer conmigo.
ResponderEliminarSirwood.
:DDDD
De todas formas voy a introducir una matización leve, nada de enacciones.
ResponderEliminarEl perfil del que lleva su mundo allí donde va, es el de un egocentrado.
Quiero decir que cuanto menos egocentrado está uno, más fácil le resulta compartir el campo psíquico de los demás, de modo que la "realidad" se hace del juego elaborado en ese campo y la "realidad" deviene más abierta a lo nuevo.
Bien.
ResponderEliminar¿Y ese menor egocentrismo no es otro mundo? ¿No es, ese "hacerlo bien", ese mirar "bien", otra forma de mirar, y por tanto arroja otra visión más?
(¿Veis? Si ya lo sabía yo, que si entraba Taliesín se iba a liar...)
¿No es, ese "hacerlo bien", ese mirar "bien", otra forma de mirar, y por tanto arroja otra visión más?
ResponderEliminarSinceramente creo que no. No creo que la posibilidad de lo nuevo la traiga una visión más positiva. La "visión" aún positiva, no deja de llevar aparejado todo un aparato conceptual. ¿acaso no escapas cuando un mormón pretende en la calle llevarte al mundo de los cielos, con su visión positiva?
Creo más bien, que lo que permite compartir el campo psíquico de otros para elaborar lo nuevo, no es una visión, es algo más bien hueco, que recibe y se deja fecundar: el aspecto femenino de la psíque.
Espero no haber liado el asunto.
Abrazos.
El problema está en la práxis, porque yo le digo: "Carmen, estás demasiado egocentrada. Deberías devenirte más a lo nuevo, compartir un poco mi campo psíquico".
ResponderEliminarY ella me mira con esa manera suya de mirar y contesta: "¿Campo psíquico? ¿Tú?.
Sirwood.
Sirwood, no estaremos casados con la misma mujer??????
ResponderEliminarGeneralmente cuando leo cuentos de estos o fábulas samaniegosas me suele entrar una considerable mala leche.
ResponderEliminarYa no tengo paciencia con las moralinas ni cosas así.
(Lo que seguro que tiene una explicación rimbombante en algún pringoso cuento sobre adultos renegados o ancianos intolerantes, o similar...)
Me refiero a que para decir que cada cual es cada quien y que tendemos a repetir lo errores o que las actitudes personales decantan o deciden las de los demás, para eso no hacían falta las alforjas moralínicas, cursis hasta la nausea, de los cuentitos estos.
Ya lo siento.
Beso.
M.
Esta es mi Miranda ;-)
ResponderEliminarTuya siempre, Brian.
ResponderEliminarFavor que me haces.
Beso.
M.
Estoy de acuerdo con Miranda: si las "fábulas" no destacan por su eminencia estética, me resultan un poco cargantes -aunque mucho menos cargantes que los recitadores de fábulas-.
ResponderEliminarLo que me disgusta de estos textos no es tanto la simpleza de la moraleja como la interpretación enfática que se hace de ellas.
Porque es una verdad de Perogrullo que uno interpreta el mundo a través del "filtro" de su experiencia y su temperamento. ¿Quién parte ya de la ingenuidad de que hay una "realidad objetiva" en la que todos -si mirásemos sin "prejuicios"- nos pondríamos de acuerdo?
Dicho esto, cuestiones como que uno "encuentra siempre lo que espera encontrar" son tan pertinentes como esas otras, presuntamente profundas, como que "uno sólo aprende lo que ya sabe" o que "sólo se suicida cuando ya está muerto", y así sucesivamente.
Si la moraleja de este cuentecillo es que somos incapaces de ver más allá de nuestras "preconcepciones", es radicalmente disparatada; si su moraleja es que todos interpretamos a los demás a través del tamiz de nuestro carácter... pues vaya lección.
Lo que me preocupa del axioma de que "uno sólo encuentra lo que es y lo que busca" es que, taimadamente, hace culpable al que sufre de su sufrimiento. Una lectora ha hablado, con tino, del acoso escolar: ¿es que el chico acosado en clase ha encontrado lo que buscaba? O, en un ejemplo que nos coge -ay- demasiado cerca: preguntemos a un concejal del PP o del PSOE de un pueblito ultranacionalista del País Vasco que nos ponga al día del ambientillo que hay en su pueblo. ¿Dependería su respuesta nada entusiasta, indignada y aterrada de su pertinacia en "ver sólo lo que quiere ver"?
Lo más sospechoso de las fábulas es que sus "verdades" son demasiado sencillas y animosas (¿habrán encontrado sus autores lo que querían encontrar?).
Saludos.
Estoy de acuerdo con Miranda y Francisco en el desagrado por las fábulas y su carácter moralizante.
ResponderEliminarPero es que yo no veo para nada en este cuento la moralina por ningún lado. Y la prueba es que se han dado diversas interpretaciones y ha promovido discursos que van más allá de que se debe hacer.
¿Qué es lo que dice el cuento que se debe hacer? Yo no lo sé.
Sin embargo, sí veo en él que tiene la capacidad de hacer simbolizar para descubrir múltiples cosas sobre nosotros mismos.
"¿es que el chico acosado en clase ha encontrado lo que buscaba?", se pregunta Francisco. Está claro que desde un pensamiento políticamente correcto (¿moralizador?) todos estaríamos de acuerdo en que el niño acosado no se lo merece, por que tiene derecho a ser como es. Y también nos aplicaríamos a castigar al niño "acosador" inoculándole la moralina (?) de que hay que respetar a todos con su forma de ser especial.
Todos estamos de acuerdo, ¿no?
Yo también. Pero como os dije antes, me gustan poco las moralinas para explicar la realidad, y si mi hijo fuera el niño acosado, además de intervenir para defenderlo, quizás le hubiera relatado este cuento sufí para que nos sirviera como base de meditación. Y es que no me conformaría con una explicación de lo ocurrido en plan: niño malo acosa a niño bueno. No me gustaría que mi hijo adoptara el rol de niño bueno y se defendiera únicamente con esa moralina. Me hubiera gustado que sacara conclusiones sobre sí mismo y sobre aquello que hace que alguien lo encuentre vulnerable. Y eso no es hacer sufrir a nadie por ser quien es. Simplemente es hacerlo más sabio y más fuerte.
Perdonad mi impertinencia, pero siguiendo la serie juzguen al juez, ¿no se estará proyectando moralina allá donde no la hay?
Perdón, por dios!
No nos pongamos dramáticos, Taliesín. No hablaré por Sianes o Miranda, pero por lo que a mí respecta, lo que digo es que el Emperador (de los cuentos orientales) va desnudo.
ResponderEliminarPor supuesto que hay una sabiduría oriental, como la hay occidental, pero lo que se ha montado con toda la moda orientalizante de los "terceros ojos", los "pequeños saltamontes", las meditaciones (in)trascendentes y demás fantochadas, no es más que una industria de la superchería de dimensiones planetarias (Por no hablar de la conexión psico-argentina, que esta es otra). No hay más que ver los estantes de las librerías: autoayuda, espiritualismo y religión a porrillo.
La filosofía, la sociología y la psicología son cosas bastante más serias que una ristra de cuentos y fábulas.
Buenos días.
ResponderEliminar¡Menuda sorpresa!
Sólo puedo decir que no veo la ingenuidad ni el buenismo en ningún sitio, en este cuento, y tampoco la moralina (¿acaso, como dice Taliesín, en algún momento aconseja qué hacer o reprende?); y quiero insistir en que ni ésta ni ninguna otra "lección" puede ser tomada al pie de la letra y, por tanto, por exceso, malinterpretada.
No le recomendaría al amenazado por ETA que ensanche su mente y rompa con los prejuicios. Pero a más de un ultranacionalista, seguro.
En cuanto al gusto o disgusto estético, bienvenida sea la disparidad. También para mí hay alguna frasecilla, como he dicho, que rechina un poco; pero compensaba.
Brian, no entiendo por qué plantear el asunto como una competición Oriente vs Occidente. Pero, en cualquer caso, el aroma de sándalo, las infusiones astrales y los saltamontes botando en la mano del maestro de Kung-Fu, yo aquí no los encuentro por ninguna parte. Lo cual agradezco como no te imaginas, porque me producen sarpullido.
Francisco, si a ti te parece de perogrullo que uno interpreta el mundo a través del "filtro" de su experiencia y su temperamento, tienes una imagen de nosotros y nuestros semejantes mucho más positiva que la mía. Porque en teoría no sé si muchos lo tendremos claro, pero en la práctica, muy muy pocos lo demuestran.
¿Quién parte ya de la ingenuidad de que hay una "realidad objetiva" en la que todos -si mirásemos sin "prejuicios"- nos pondríamos de acuerdo? Joder, Francisco, no sé dónde tienes la suerte de vivir y trabajar, pero yo esto lo veo todos los días, a todas horas, a mi alrededor, en mí mismo, en la prensa y en la tele. También entre los que, preguntados al respecto, seguro que dirían tener muy claro que no es así.
Ni este cuento ni ningún otro dan la fórmula mágica de la felicidad y la sabiduría; ni siquiera sirven para explicar la realidad, sino, como mucho, para re-pensar alguna que otra cosa concreta. En este caso, para explicar algo bastante importante, bastante habitual y, en mi opinión, mucho menos obvio de lo que debería.
Que tengáis todos una buena semana.
Y a ti, Brian, que las vibraciones positivas te rieguen, y tú repartas luz y energía amable con tu risa y la levedad de tus pisadas.
:)
Brian,
ResponderEliminarNo sé a que te refieres con eso de ponerse dramático. Quizás a lo del ejemplo del niño acosado. Bueno, ese argumento no lo escogí yo: tan solo lo he aprovechado para argumentar.
Yo también observo la invasión de libros con escasa calidad que se venden como panaceas. Me molestan tanto como me molestaba el discurso político del partido humanista que venían a defender muchas de las ideas que yo tenía pero que dichas por ellos me parecían impresentables.
Pero esa moda viene a cubrir una necesidad que no cubre el conocimiento occidental, que ha enterrado sus raíces de sabiduría antigua, medieval y rural, para convertirse en un producto racional estéril. La sabiduría oriental, la de verdad, es agua de mayo para nuestras mentes resecadas. Lo único necesario para aprovecharla es un poco de discriminación entre la paja y el trigo.
Y sobre todo, cuando hay trigo en el pensamiento oriental, no aparece para nada la moral. Ni pretende que te adhieras a un sistema filosófico o religioso. Y es que la sabiduría oriental nunca se impuso a cuchillo. Y eso sí que es un alivio para nuestras mentes occidentales, castigadas sin piedad por un pensamiento "políticamente correcto", todo un precipitado de inhibiciones y prohibiciones.
Este pensamiento políticamente correcto no es psico-argentino, es pensamiento masa-norteamericana, destilado en laboratorios de departamentos universitarios y cuyas estupideces repiten como si fueran un mantra todos los medios de formación de masas. Es un pensamiento muy serio pero sin raíz.
Un saludo
Solo dos cosas.
ResponderEliminar.- ¡¡¡Este es mi Brian!!!(beso enorme)
.-Me acojona pensar en todo lo que argumentáis sobre esta fábula ridícula mientras al mismo tiempo habláis de como educar a los ninios y tal...
Acojono puro.
Pero de verdad que no tengo ánimo de polemizar, y mucho menos sobre como formar a los hijos de nadie.
Seguramente estaréis en lo cierto, o al menos en la linea...oigo cosas parecidas constantemente.
Besos.
M.
Miranda,
ResponderEliminarCuando no se quiere polemizar no se hace un comentario tan agresivo. O así me lo parece a mí, que ya sabemos que en el medio escrito, a veces, nos confundimos.
Lo peor es que al querer responderte no me encuentro con argumentos que rebatir, sino con una cuestión de gustos: eso sí, cada vez expresados de forma más descalificante con los gustos de otros. Pero para gustos se pintan colores y por eso es mejor dejarlo ahí.
En relación a la educación de los hijos, parece que tiras la piedra y escondes la mano. Lo voy a perdonar porque tú misma dices que estás acojonada: esa debe ser la razón. No lo entiendo, por que aquí, creo yo que venimos a reflexionar y debatir perspectivas. Yo me muestro dispuesto a expresar y profundizar en mis ideas con cualquiera y no creo que sean tan aberrantes ni tan monstruosas como para no poder ser analizadas.
Por último se me escapa el ejercicio de lealtades sin más argumento, que se desarrolla en este debate. Por mi parte no creo que refuercen o debiliten ninguna posición. Si son un simple ejercicio de amistad me callo.
Un saludo
Bueno, Brian es mi amigo al que respeto y admiro desde hace años. No conozco persona más crítica y analítica ni con mejor criterio. Y conozco mucha gente. Por eso me pone cuando se pone rumbero.
ResponderEliminarRespecto a la educación que me acojona es esa basada en el conductismo sobre memeces tagorianas.
Aquí debería ir una larga explicación sobre qué tipo de educación es la que yo propongo, y claro, no propongo ninguna y queda feo.
Resumido.
A las personas pequeñas hay que enseñarlas a pensar, a tener criterio y pensamiento genuino, eso que guiará en un futuro su albedrío.
Los críos maman lo que ven, imitan todo, hasta la afonía de las maestras con nódulos, así que da lo mismo que se les cuente aberraciones Grimm, que memeces tagorianas que sustos sobre matanzas de niños ordenadas por el mismo Yahvé. Todo formará un amasijo que deberán hilar en su momento. Pero lo que importa es lo que maman diariamente.
¿Cómo hacer que tengan poderío (personal) y criterio?
Con tres cosas:
Normas claras
Disciplina
Conocimiento
Eso significa muchas cosas para la cosa paterna, más allá de contarles cuentos o fábulas. Una especie de militancia, sobre todo para los padres que no tengan vidas especialmente interesantes, que son legión.
Sólo eso, la capacidad de trabajo (disciplina) la responsabilidad (normas) y la cultura absoluta, sobre todo tipo de materias (conocimiento) les puede dar armas para lo que les va a venir y aún así necesitarán suerte de su parte.
Sí, suerte, eso digo.
Esa es mi opinión, que es más o menos lo que se dice...como mi culo y viene a valer lo mismo (en calidad, no en peso, claro).
Besos.
M.
Miranda,
ResponderEliminar¿Conductismo sobre memeces Tagorianas?
¡pues no había caído!
Gracias por tu información sobre la educación de los hijos. He anotado en mi bloc eso de: normas claras, disciplina y conocimiento.
Nunca me acuesto sin aprender tres cosas nuevas!
Bueno, yo aporto un granito de arena. A mí me gustan las cosas estas de oriente que al parecer ya aburren a todo el mundo. Pero qué le vamos a hacer, oriente, como dice taliesin, tiene muchas cosas que ofrecer. También occidente, por supuesto, que todos los que aquí estamos no vivimos en asia, estoy seguro.
ResponderEliminarEn cuanto a la sabiduría que aportan los cuentos, fábulas y demás relatos ejemplarizantes, suele ser una sabiduría direccional. No sé si conocéis un texto de Canetti que se llamaba 50 caracteres. Iba describiendo, con gracia y mala leche, diferentes formas de ser. Era muy gracioso, salvo cuando dabas con el que te tocaba. Entonces raspaba. Pero precisamente de ese raspar algo podías sacar. Pues lo mismo pasa con este tipo de historias. Supongo que cuando habláis de argentinos, incluís a Bucay, el rey del mercado hoy día: Pues ese mismo Bucay, con esos mismos textos, estuvo durante tiempo publicado, sin pena ni gloria. Simplemente le llegó su momento. El momento de que la gente le lea, le conozca y piense sobre lo que dice, y sobre sí misma. Por supuesto, eso es algo que hacen los incultos y pobres miembros de la masa, no nosotros, que somos más cultos que la media y cuyas opiniones son mejores y más claras.
En fin, y sobre la educación de los hijos, repetiré un clásico: antes de ser padre, tenía teorías y no tenía hijos: ahora tengo hijos y no tengo teorías.
Buenos días.
ResponderEliminarJo, que se ha nombrado a Epícteto y a Kavafis; que, aunque alejandrino uno, eran europeos...
Sobre la educación de mis hijos he hablado aquí, directa o indirectamente, muchas veces. No sé si he llegado a teorizar, pero seguro que se ve por dónde van los tiros.
Son mis opiniones, seguro que pensadas y seguro que equivocadas en gran parte; pero seguro, también, que basadas en más cosas que en aforismos de Khalil Gibran. Y hacerle un hueco a uno o veinte cuentos sufíes no creo que empobrezca nada el conjunto; todo lo contrario.
Otra cosa es que a uno le salten las alarmas ante los repetidores de consejos de Paulo Coelho; pero no veo la relación.
En cualquier caso, discrepo de ti, Miranda, discrepo pero mucho (¿no habrá ahí cierto influjo profesional?; un padre no es un profesor, ¿eh?). Creo que un niño necesita, sin lugar a dudas, normas, disciplina y conocimiento; pero creo que esa lista, así sin más, se queda cortísima y es casi garantía de "desfeita": hay partes de la formación de una persona que nada tienen que ver con las normas, la disciplina o el conocimiento.
Muy interesante, todo.
Abrazos.
Hola Porti.
ResponderEliminarPues respecto a lo muchísimo más que hace falta: se le supone.
Como el valor en los soldados, por defecto.(y todo el mundo compite además en tener y dar de todo eso más que nadie, es divertido de ver)
Pero esas tres escuetas reglas NO se cumplen casi nunca...o nunca. Esa es la realidad. Y he de decir que me importa un pepino, allá cada cual. Respecto a los magisterios, yo trabajo con adultos, así que tengo la libertad, cuando me encuentro con un elemento impresentable, de recomendarle otro profesor u otra afición en la que gastar el dinero de su familia.
Sursum corda.
Por cierto, que me ha encantado eso de leer "Tagorianas" así con mayúsculas. JAJAJAJAJAJA!!!!!!
Besos.
M.
Hola, Miranda.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con que eso no se cumple; y con que se debe cumplir.
Pero sigo en desacuerdo con que la correcta atención de otras necesidades de un niño se dé por supuesta. Porque no es eso lo que suelo ver.
Beso.
La gran ironía humana de la profecía autocumplida. Cada uno de nosotros lleva un pequeño oráculo dentro que nos guía por un futuro que, aunque no lo sepamos, siempre ha sido nuestro.
ResponderEliminarEl camino no se encuentra envuelto en las tinieblas del tiempo, ni se hace al andar: el destino lo traza nuestro carácter.
Un placer leerte.
Tenía que haber matizado que aunque no siempre comento hace tiempo que te leo. El resto ya lo sabes: un placer.
ResponderEliminarCoño, Porto, que [entre las virtudes definitorias del soldado] el valor se dé por supuesto, no significa que todos los soldados sean valerosos. (¿Sigo, o ya se entiende?).
ResponderEliminarBuenos días.
ResponderEliminarGracias, Sirena.
A los soldados, entre las cualidades que se les insta a mostrar, se les incluye el valor. Eso de que se les da por supuesto tiene que ver con el momento en que se informa(ba) de ellos: en la casilla de "Valor" se ponía que se les suponía.
Pero ya está. Claro que se les dice, una y otra vez, y con mucho énfasis, que deben ser valientes. Y supongo que, llegado el caso, se les exigirá.
Del mismo modo, a los padres hay que decirnos una y otra vez, y con mucho énfasis, qué otras cosas además de normas, disciplina y conocimiento debemos darles a nuestros hijos. Para que lo sepamos y lo hagamos.
Un abrazo.
Error: el valor es una cualidad inherente; no puede exigirse.
ResponderEliminarSirwood.
Si no digo que no, pero exigir se exige...
ResponderEliminarError: no se exige valor, se exigen acciones valerosas.
ResponderEliminarS.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUn cuento genial. Proporciona una útil enseñanza. Es importante que uno se esfuerza por encontrar el lado bueno de lo que le rodea.A todo se le puede sacar punta si uno quiere, pero a mí no me parece que la cuestión merezca mucha discusión. Un cuento ingenioso con un mensaje postivo, nada más. ¿Que no siempre es cierto lo que dice el cuento? Pues como todo ¿no?
ResponderEliminarA veces hay situaciones en las que a uno se le malinterpreta y, al intentar arreglarlo, aún lo estropea más. Estoy pensando en un cuento de Chéjov que se titula "Boda por interés" y que es muy divertido.
Un saludo.
S., me parece una sutileza excesiva: si para realizar acciones valerosas es necesario el valor (que digo yo que sí, ¿no?), es tan (i)lógico exigir unas como otro.
ResponderEliminarEn cualquier caso, lo que se dice exigir, explícitamente, en la milicia, es Valor.
Sabrá usted perdonarme, a buen seguro.
Gracias, Miguel.
Pero yo creo que lo que sucede es que la discusión es sobre mucho más que el cuento, que éste está haciendo de representante de muchas más cosas; y no sé si debería ser así:
Sé que hay excepciones, porque conozco alguna, pero la mayoría tendemos a hacer "paquetes" con los rasgos de las personas, e incluso con la información que recibimos. Y, así, creo yo, tendemos, ante un input cualquiera, a clasificarlo y clasificar su origen, y dar por hecho que va a venir acompañado de otros. Esto es útil, supongo, porque ayuda a gestionar la información y a ahorrar tiempo; pero a menudo es injusto y nos limita. A veces esta limitación recibe el nombre de prejuicios; otras, es más sutil.
En cualquier caso (a lo que iba), puede suceder que, como ahora, veamos un rasgo de alguien, o leamos algo en algún sitio, que nos suene a algo, y éste segundo algo, por lo que sea, no nos guste: inmediatamente nos ponemos en guardia: "Ah, ya sé de qué va este rollo; a continuación me va a salir con esto, esto y esto otro, así que, de entrada y por si acaso, lo rechazo ya desde el principio".
En este caso, un cuento no debería hacernos juzgar modas, corrientes, actitudes o incluso escuelas de pensamiento que, obviamente, consisten en mucho más, bueno o malo.
Es habitual que quien suelta fábulas hindúes nos invite a una infusión aromatizada con sándalo (si la hubiera o hubiese), pero no siempre es así.
Buenos días a todos.
Y a ver si escribo otra cosa ya, que esto se está poniendo muy pesado.
Yo creo que lo que se exige en la milicia es que cada uno cumpla con su misión. Si lo hago de forma valerosa, seré un soldado valiente, pero el hecho de que sea un cobarde no implica que no pueda llevarla a cabo. Si analizamos la Historia, comprobaremos que muchos actos considerados heroicos han sido fruto de la desesperación, y no tanto de la valerosidad de quienes los protagonizaron.
ResponderEliminarA lo que iba es a que, según entiendo, las cualidades no son exigibles. Usted puede exigirme que componga una sinfonía, cosa que nunca conseguiré, pues es gracia que el Cielo no quiso concederme. Lo que usted no puede exigirme es que tenga dotes de compositor. De igual modo, si usted quiere celebrar una fiesta distinguida, lo máximo que puede exigir a sus invitados es que vayan vestidos con elegancia, el donaire será cosa de cada uno. Por si acaso, me doy por no invitado.
No hace falta que lo diga, ya lo digo yo: las personas puntillosas somos aborrecibles.
Buenos días a todos, saludos, besos y abrazos.
Sirwood.
Nada, nada aborrecible, es usted.
ResponderEliminarSus argumentos son buenos, a mi modesto entender, y demuestran que no se debe exigir valor.
Pero yo le aseguro que, al menos en teoría, se exige: a los militares, por ejemplo en sus academias, una de las cosas que se les exige es valor; otras: disciplina, honor, lealtad, etc.
Un abrazo.
Verba sunt intelligenda non secundum quod sonanti sed secundum mentem proferentis.
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Por lo que a soldados se refiere:
“Aes triplex circa pectus”
Horacio dixit.
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Y no diré más.
S.
¡Setenta entradas! Y seguro que el cuento está catalogado como relato breve.
ResponderEliminarEl Ginés dice que lo va a apuntar en su librico.
Un saludo
Ya, bueno, pero es que si nos ponemos así, a ver quié se pone de acuerdo... (Nadie, ya lo sé; como de hecho sucede)
ResponderEliminarPor lo demás, y con respecto a si el valor es innato y se puede o no acrecentar (y por tanto exigir)... ¿le he hablado alguna vez del psicoanálisis? :)
¿Y el Ginés...? ¡Ah, coño, ahora caigo!
Pero no crea, hay entradas, en blogs por ahí adelante, con miles de comentarios. Incluso en éste se ha pasado de 100, alguna vez.
Buenos días a todos.
(Nada, que no escribo nada...)
¡¡¡Vaya la que ha montado Sirwood!!!
ResponderEliminarEs imposible leer tantos comentarios y algunos tan largos...