Cuento de Sirwood
[Transcurridas varias semanas sin que se me haya ido de la cabeza, y como doy por supuesto el permiso del misterioso Sirwood, traigo aquí un, en mi opinión, genial cuento sufí que él dejó en un comentario, para que ninguno de ustedes se lo pierda]
Había una vez un anciano que pasaba los días sentado junto a un pozo a la entrada de un pueblo. Un día pasó un joven se acercó y le preguntó:
- Nunca he venido por estos lugares, ¿cómo es la gente de esta ciudad?
El anciano le contestó con otra pregunta:
- ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes?
- Egoístas y malvados, por eso estoy contento de haber salido de allá.
- Así son los habitantes de esta ciudad -le respondió el anciano.
Un poco después, pasó otro joven, se acercó al anciano y le hizo la misma pregunta:
- Voy llegando a este lugar, ¿cómo son los habitantes de esta ciudad?
El anciano le contestó con la misma pregunta:
- ¿Cómo son los habitantes de la ciudad de donde vienes?
- Eran buenos y generosos, hospitalarios, honestos y trabajadores. Tenía tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos.
- También los habitantes de esta ciudad son así -respondió el anciano.
En cuanto el joven se alejó, un hombre que había llevado sus animales a beber agua al pozo y que había escuchado la conversación, le dijo al anciano:
- ¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta realizadas por dos personas?
- Cada persona -respondió el anciano-, lleva el universo en su corazón. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad, también aquí encontrará amigos fieles y leales. Porque las personas son lo que encuentran en sí mismas, encuentran siempre lo que esperan encontrar.