¿Pero quién es ese Montesquieu del que habla usted?
Qué seguridad, qué sensación de tranquilidad la que uno tiene cuando, atribulado por los abusos del poder, cuyas sospechadas arbitrariedades llegan a hacerle temer por la preeminencia de sus derechos básicos y del imperio de la ley, recuerda que por encima de todo, como garante último objetivo e imparcial del Estado de Derecho, protegiéndolo contra las veleidades políticas cual roca firme ajena no ya a intereses partidistas sino a las mezquindades del poder temporal, está nuestro Tribunal Constitucional.
El Tribunal Constitucional está formado por 12 magistrados que son nombrados, cuatro por el Senado y cuatro por el Congreso por mayoría de 3/5. El resto son nombrados dos por el Gobierno y dos por el Consejo General del Poder Judicial (de cuyos miembros, en total 20, 8 los nombran directamente las Cortes Generales, y el resto, 12, son elegidos por éstas entre los candidatos presentados por las Asociaciones Profesionales).
ResponderEliminarDifícil independencia ¿no crees,querido Portorosa?
Un abrazo.
A ver si me ciño al tema, que por la edad, desvarío a veces.
ResponderEliminarRayuela, en algo tenemos que confiar, pues parece que vivimos en un lodazal total.
Fuera de tema
Que mal llevo lo de las letritas..ufxwy..siempre tengo que repetirlas por las prisas para que no me vea mi jefa.
Lo dicho...a repetir
Ya, pero ese galimatías se suponía (?) que pretendía garantizar cierta independencia. La realidad es... bueno, ya sabes cuál es.
ResponderEliminar¿Sería posible otra cosa? Probablemente no, no aquí; no sé si en otras latitudes estas cosas funcionan. Uno, probablemente acomplejado, tiende a pensar que sí.
¿Jefa?
Un abrazo a ambos.
En España no existe división de poderes sino división de funciones.
ResponderEliminarMe parece que en todos los lares es parecido. La independencia es muy relativa.
ResponderEliminarT, cuánto tiempo; me alegro de verte por aquí.
ResponderEliminarNo creo que haya una genética que propicie el respeto a la ley... Así que supongo que se trata sólo de madurez democrática, que hará que los gobernantes no vean inconcebible (sino lógico) no controlar todo el poder, y que los ciudadanos tengan claro no sólo que así debe ser sino que ellos están ahí para exigirlo.
Besos.
Tú ironía es afilada como espada. La independencia de poderes perfecta es una utopía, y eso todos lo sabemos. Debemos sin embargo mantener una vigilante confianza en el sistema; lo que no resulta admisible es tratar de meter directamente la cuchara en el plato ajeno. Ni manipular o mentir, para después reírse en la cara del ciudadano, como por ejemplo ha hecho ese tipo cada vez más siniestro de horrible casquete capilar, bigote en cascada sobre labio pétreo, acendrada mezquindad y carencia de respeto por la inteligencia. Él y sus adláteres hacen que me sienta a menudo insultado.
ResponderEliminarDicho esto y habiendo efectuado diez respiraciones relajantes, te envío un afectuoso abrazo.
Un abrazo, Sebas. Te has soltado, ¿eh?
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