La violencia, el sexo y Boris Vian
No quiero ni imaginar qué van ustedes a pensar de mí si les digo que hace unos meses estuve a punto de dejar Escupiré sobre vuestra tumba por sus escenas de sexo, pero así fue.
Aguanté hasta el final, a pesar de que hace años que tengo claro que casi nunca tiene sentido leer por obligación, porque, dada su fama, quería darle la oportunidad completa, y porque la novela es tan corta que el esfuerzo, aun en el peor de los casos, sería pequeño; pero lo cierto es que desde el principio tuve mis dudas.
Creo que hice bien en seguir, porque al final me gustó. No me entusiasmó, e incluso me hizo pensar cuánto de su notoriedad se debería más a su tono provocativo que a su calidad, pero me gustó. Me parece muy bien escrita (supongo que Vian respirará aliviado en su tumba, al leer esto). Con un estilo directo y sin adornos, lo que hace y piensa el protagonista/narrador, lo que le ocurre, el ambiente en el que entra, las reacciones de quienes conoce y las suyas propias, todo eso, está perfectamente descrito. Me parece muy interesante, además, el modo en que el protagonista nos va contando, muy poco a poco a lo largo del texto y entrando apenas en el tema, qué le pasó a su hermano pequeño, por un lado, y cuáles son sus intenciones, por otro.
¿Por qué pensé en dejarla a medias, entonces?
Porque cada vez me resulta más desagradable el sexo, no digo ya desprovisto de amor o cariño (que no, que supongo que tampoco hace falta eso), sino de un mínimo de consideración hacia la otra persona, de cierto respeto. El sexo con desprecio me parece insoportable. Y en la novela hay bastante.
Porque me molesta cada vez más, también, sobre todo en ciertos momentos en que mi estado de ánimo -supongo- me vuelve especialmente sensible, la violencia. Y en la novela no falta.
Y porque si sexo y violencia se dan la mano, la mezcla me parece abominable [texto no apto para menores ni para quien no quiera pasar un rato desagradable]:
(...) le apreté un pecho hasta que estuvo a punto de desmayarse, pero no dijo ni pío. La abofeteé a muerte. Había abierto los ojos de nuevo. Empezaba a clarear y se los veía brillar de lágrimas y de rabia. Me incliné hacie ella; creo que relinchaba como una especie de bestia, y ella se puso a chillar. Le mordí de lleno en la entrepierna. Me quedó la boca llena de sus pelitos negros y duros; aflojé un poco y volví a empezar más abajo, donde era más tierno. Nadaba en su perfume, hasta allí llevaba, y apreté los dientes. Intente taparle la boca con la mano, pero chillaba como un cerdo, con unos gritos que ponían la carne de gallina. Entonces apreté los dientes con todas mis fuerzas y me metí hasta el fondo. La sangre meaba en mi boca y ella se retorcía a pesar de las cuerdas. Yo tenía la cara llena de sangre y me eché un poco atrás, hasta quedar de rodillas. En mi vida había oído a una mujer chillar así; de repente, me di cuenta de que me corría en los calzoncillos (...). Entonces me puse a golpearla, al principio sólo con el puño derecho, en la mandíbula, oía cómo se le iban quebrando los dientes y seguía golpeando, quería que dejara de gritar. Pegué más fuerte y luego recogí su falda, se la metí en la boca y me senté encima de su cabeza. Se revolvía como una lombriz. (...) me di cuenta de que estaba tan fuera de mí que la habría despellejado; entonces me levanté para rematarla a patadas, le puse el zapato en la garganta y me apoyé con todo mi peso. Cuando dejó de moverse sentí que me corría otra vez (...)
Y aún quedaba otra escena parecida más adelante, con un nuevo crimen con orgasmo de regalo. Les aseguro que llegan a estar al principio de la novela y la sigue leyendo su padre (el de Boris Vian).
Tremebundamente demencial.
ResponderEliminarNo podría aguantar una lectura así.
Hombre, no todo era así, claro, pero... buf.
ResponderEliminarUn abrazo, Pau.
¿Y por qué al final te gustó? ¿Cuál es el lado bueno? Desde luego el párrafo que has puesto no anima mucho a su lectura.
ResponderEliminarBesos
Vaya tela. Desde luego, creo que a partir de ahí -por bueno que fuera lo anterior- lo habría dejado.
ResponderEliminarRecuerdo "La espuma de los días" como un libro rarete pero por ratos divertido. Bueno es saberlo, no me fuera a equivocar y leer éste esperando algo similar.
Hago la misma pregunta que maría.
ResponderEliminarSaludos
Boris Vian tendría, como todos, sus días buenos y sus días malos. Y los malos eran muy malos. :)
ResponderEliminarCoincido con neoGurb. Leí con placer 'La espuma de los días', mucha fantasía, nada que ver con esto. Pero yo, cabezota como soy, aunque molestándome como me molesta la violencia gratuita, hubiese seguido leyendo. Aun a riesgo de vomitar después las palabras.
Beso comprensivo, milord.
Pues el lado bueno fue el que ya he dicho: que estaba bien escrita, básicamente, y la forma en que va dejando entrever el protagonista los porqués de lo que hace.
ResponderEliminarPero, en cualquier caso, no sé si eso bastaría para aconsejársela a quien me preguntase.
Besos y abrazos por doquier.
¡joerrrr, menos mal que está bien escrita!
ResponderEliminarPortorosa, después de esto no vas a tener más remedio que tragarte el Quijote.
:-))
Buenos días.
ResponderEliminarUn saludo, Arroba. Sí, lo haré; pero no como penitencia, ¿eh?
Yo no pude ni leer "La conjura de los necios" porque no aguantaba a Ignatius (espero no estar equivocándome de título), como para leer una cosa de estas. Soy de las que les gusta disfrutar con la literatura, no tener pesadillas, y fijo que con este libro las habría tenido.
ResponderEliminarUn beso a todos.
Boris Vian era, sencillamente, un genio. Un artista completo, además de ingeniero.
ResponderEliminarSus novelas negras son transuntos de novelas negras americanas llevadas más allá de donde la moralina americana ponía el límite. En realidad, yo creo que era un divertimento para él y, de hecho, las firmaba con pseudónimo, Vernon Sulivan, un heterónimo, americano y negro, una especie de Chester Himes desatado.
Lo bueno de la literatura es que siempre, siempre, tienes la oportunidad de dejar de leer una determinada obra en cualquier momento. Boris Vian será todo lo genio que se quiera. Escribía bien, muy bien, pero no he sido capaz, como ha hecho el señor Porto, de terminar un libro suyo.
ResponderEliminarQueridos amigos, soy Serafín McPetecam y estoy de acuerdo con todos ustedes aunque haya cosas que no comparta. Para mí Vian es un autor sobrevalorado, aunque sea un genio. La novela que comenta nuestro anfitrión me parece espectacular, intensa, directa y logra los objetivos que el autor se propuso, cualesquiera que éstos sean. Es mi opinión pero admito otras. Hasta luego.
ResponderEliminarBueno, Ruth, me ha sorprendido tu ejemplo. Yo sí leí La conjura, y te aseguro que no tiene nada que ver con esto.
ResponderEliminarAlicia, que conste que, aunque haber leído sólo esta novela me impide saber si estoy de acuerdo con lo que dices, tampoco lo discuto. Como he dicho, creo que ésta está muy bien escrita; distinto es que su tono o su contenido me resultase desgradable, que es una cuestión por completo extra-literaria.
Don Serafín, ¿tiene usted por un casual algo que ver con Alonso, de apellido McPetecam como usted? Soy un gran admirador suyo, y le aseguro que me haría una enorme ilusión que alguien de su entorno (y que a buen seguro comparte su sensibilidad y conocimientos) honrase mi humilde morada.
Sebas, todos, un abrazo.
Estoy de acuerdo con Rythmduel. Siempre se puede dejar un libro. Ocurre que a veces la literatura nos arrastra y nos zarandea con su pasión, aunque sea una pasión desabrida, casi inhumana. Algo así no lo he sentido con Boris Vian, pero sí, por ejemplo, con algunos libros de Georges Bataille. Saludos.
ResponderEliminarSaludos, Juan, un abrazo.
ResponderEliminarEsto de la literatura tiene el encanto de ser un mundo que puedes cerrar cuando no te gusta.
ResponderEliminarBoris Vian también me recuerda a los Sirex y a las risas que me eché leyéndolo hace muchos años. Dale otra oportunidad Porto.
Un abrazo
Bien. No tendría ningún problema en dársela, aun reconociendo que no me voy a dar toda la prisa del mundo.
ResponderEliminarUn abrazo, A.
Jo!, los Sirex...yo estaba reloca por Leslie, el cantante, creo que aún le adoratro. (y eso que está rellenin y papudin)
ResponderEliminarPues esto...ah si, que a mi las novelas con cosas sexuales me gustaban mucho hace años, me inspiraban, vamos. Era cosa feromónica, supongo, porque ahora ya sólo me gusta el sexo practicado por muameme, todo lo que sale, hasta en pelis de tercera (que sale mucho) me produce cierta ictericia, me da como asquete, mezcla con una especie de pudorcillo y tirriez.
El Boris en plan novela negra es lo más. Imprescindible para los fans de ese estilo.
Y hablando de sexo...¿Has visto la entrevista de Susanna Tamaro, jojojojo, hay que ver dónde la ha llevado la víscera esa cardíaca.
HAHAHAHAHAHAHA!!!!!
Lo que sigue es un resumen de lo que escribí el otro día y que por ignorancia o fatalidad (mía o de la máquina, respectivamente, o al revés, no sé bien) no pude llegar a colgar en su blog (por cierto, lo de colgar cosas en la red, en el blog o en la página web siempre me recuerda a los percheros: lo que no es halagüeño, uno cuelga lo que le sobra para ponerse comódo ¿no? y nada más lejos en estos casos...)
ResponderEliminarA lo que iba, que me disperso. Vian tampoco me parece tan genio. Supongo que responde a una época en la que sexo, violencia y desfachatez social estaban entrando a formar parte del entramado literario: entonces eran aspectos poco aceptables y como tal se empleaban como provocación; hoy son casi consuetudinarios.
De Vian conozco algo más (y tampoco tanto) sus comentarios jazzisticos y su afición a tocar la trompeta. Pero confieso, mea culpa, que me dedico más a otros escritores y escucho a otros músicos.
Veré de desempolvar alguno de sus libros para echar un vistazo más detenido. Sí me produce curiosidad un asunto: ¿cómo Vian ahora? Sólo oir su nombre me retrotrae a hace muchos años. ¿Se está poniendo otra vez de moda?
Saludos muy cordiales y gracias por el enlace generoso.
Hola, M. No, no he visto la entrevista (de hecho, te iba a decir que no sabía quién era Tamaro, hasta que me he acordado de que tengo un libro suyo, aquel tan famoso -sin leer, por el momento-). Un beso.
ResponderEliminarPor nada, FPC, porque lo tenía en casa y me parecía que había que ver qué era. Un placer, enlazar cosas que merecen la pena.
Abrazos.
Después de eso, tal vez sea conveniente una miradita al otro lado y leer el último libro de Fernando Iwasaki: Helarte de amar. Editorial Páginas de Espuma. Madrid 2006.148 págs. 13 €.
ResponderEliminarEs un entretenido conjunto de fricciones, digo de ficciones, o un libro de historias de ciencia-fricción, como afirma el propio autor.
Aquí no se jadea, si acaso se sonríe un poco, lo cual ya es mucho...
Gracias, Lector. Sonreír un poco es mucho, sí.
ResponderEliminarMas bien parece la descripción de una violación, estais seguros que es sexo?
ResponderEliminarHombre, Carlos, no es una violación, es un asesinato. Mezclado con sexo, como indica el orgasmo del protagonista y como hace ver el resto del libro.
ResponderEliminarUn saludo.
Bueno son formas de verlo, violación con resultado de muerte. Pero hay dominación, no sexo. No siempre que hay implicado algo de cintura para abajo, hay sexo. Sexo, como forma de relación claro.
ResponderEliminarYo en el relato de Vian veo una mente enferma, enferma de malentendido de lo que el goce es. El sexo se utiliza como un arma, no como algo para el disfrute del otro. Pienso que el tema no es hago sexo por que froto lo mio o manipulo lo del otro, en eso no hay mas que un ejercicio violento del poder.
En cualquier caso, no veo por que Vian ha de ser rechazado por eso, expone unos hechos y en la misma apologia del terrorismo sexual del relato en primera persona, pone una advertencia. Soy mas bien de los que piensan que para luchar con el mal hay que realizar una inmersión en el mismo. Quitando velos se manifiesta una forma de horror que existe, echandole veladuras no conseguimos acabar con lo existente, solo lo ocultamos.
Hola, Carlos.
ResponderEliminarTe equivocas en lo de la violación: es un asesinato, un asesinato, un asesinato planeado desde el principio del libro; lo mezcla con sexo (nada de relaciones sexuales concebibles por una mente más o menos sana, pero sexo al fin y al cabo), porque previamente había habido sexo con esa mujer (y, con la siguiente, sexo en estado latente), y a la vista está el resultado para el chalado del protagonista.
En cuanto a Vian, no es que lo rechace (como escritor, se entiende, que es la única faceta suya que conozco algo), es que hay cosas que, al menos a veces, no me apetece leer; no me apetece hacer ese descenso a los infiernos, aunque sepa que alguna vez hay que bajar a ver qué hay.
Un abrazo.
Vale aclarado. Lo había sacado de contexto.
ResponderEliminarRecuerdo la lectura de este libro como un impacto imborrable. Lo leí hace bastantes años, yo aún no había cumplido los veinte, y me causó tal impresión que se quedó en mi memoria su crueldad y su violencia: imposible olvidarlo. La espiral va creciendo y se va acelerando y uno se queda petrificado, como parado en mitad de una vía viendo al tren que lo va a arrollar.
ResponderEliminarTe recomiendo los relatos de Vian, con los que disfruté enormemente.
Un abrazo, Porto.
Me imagino lo que sería haberlo leído a esa edad. Terrible.
ResponderEliminarGracias, Miguel. Un fuerte abrazo.