John, Paul, George and Ringo
Cuando alguien mitifica algo, las razones por las que le gustaba dejan de importar; ese algo ya no es atractivo por cómo es, sino que es él el que hace atractivo a todo cuanto lo rodea.
Los Beatles son sin duda mi grupo preferido ever. Por lo que a música no clásica ni de jazz respecta (y no porque sitúe a éstas necesariamente por encima, sino porque creo que no tiene mucho sentido compararlas), para mí no hay nada igual ni parecido.
Recuerdo perfectamente cuando con 9 ó 10 años empecé a poner los discos suyos que tenía mi padre. Y recuerdo perfectamente (¿qué aficionado, de los que por edad no los vivimos en directo, no habrá pensado esto?) que me preguntaba, y le preguntaba a él, cómo era posible que se hubiesen separado. Me parecía, allí sentado en la alfombra del salón delante del equipo de música, un sinsentido, algo incomprensible, yo diría que, en cierto modo, una injusticia (y que me perdone Andie McDowell). Y ya nunca dejaron de gustarme. Al contrario, ir conociéndolos hizo que cada vez me pareciesen mejores, hasta considerarlos, simplemente, los mejores.
Hay razones objetivas (dentro de lo que cabe) para ponerlos por las nubes, por supuesto: su capacidad creadora, teniendo en cuenta que en realidad hablamos de una vida de poco más de diez años (creo que el tandem Lennon-McCartney, ejemplo de sinergia donde los haya, es la cumbre de la música pop, difícilmente repetible); el porcentaje de temas que, siendo esa obra tan extensa, son generalmente considerados sobresalientes; su carácter innovador, tanto en el plano musical (fueron, por ejemplo, los primeros en incorporar un acompañamiento clásico a un tema pop) como en el comercial (aquí debe destacarse el mérito de Brian Epstein; su inconmensurable Sgt. Peppers fue el primer disco de la historia en incluir las letras de las canciones en el álbum) y técnico (a pesar de las limitaciones de la época, hicieron casi de todo, como meter un micrófono en el agua -creo que en Tomorrow never knows-, o reproducir sonidos al revés -por ejemplo, los platillos del principio de While my guitar gently weeps-), y su influencia sobre los músicos que vinieron después, incomparable en la historia de la música pop, son las más obvias.
Pero, de todos modos, los Beatles hace tiempo que entraron para mí en la categoria de mitos (de hecho, la verdad es que me cuesta creer que hayan existido, se lo confieso; el no haberlos visto mientras estaban juntos, unido a esa mitificación, me hace sospechar, en realidad, que el grupo nunca fue real, sino algo así como unas Sagradas Escrituras que hubo que crear para dar explicación a una música magistral inalcanzable para el resto; no puedo creer que haya habido gente que los vio, que fue a un concierto y quienes salían al escenario eran los Beatles...), así que sobran los argumentos.
Y sin embargo, mi poca querencia al mundo audiovisual ha hecho que no tenga ni vídeos, ni películas de ningún tipo sobre ellos, sólo música. Por eso estos días, en Youtube, estoy viviendo una experiencia emocionante al haber descubierto que hay no pocas grabaciones suyas: la de Hey Jude en un plató lleno de gente, la de Get Back sobre el tejado de los estudios de Abbey Road (alabados sean), un concierto en Tokio, una Antología que creo se ha comercializado en dvd, una de Let it be, y bastantes más.
Pero la que sobre todo me ha impactado es una de un concierto en el 63, con Paul McCartney tocando en solitario Yesterday:
Como cualquier inglesa nacida en los cuarenta, de las que gritaban histéricas agolpadas contra los bobbies, me habría desmayado antes de llegar al primer I believe in yesterday si hubiese tenido ante mí a Paul, que además es mi beatle, con 21 añitos, su traje negro estrecho y su corbata, su pelo a lo beatle (!), sus tics, sus cejas enarcadas, su cara de no haber roto un plato (los Beatles adoptaron la táctica de mostrar en los conciertos una imagen de total indiferencia, de hacer como si estuviesen solos, con expresiones inocentes, humildes, casi sin interactuar con el público, que creo que fue todo un acierto), y cantando la mejor canción de todos los tiempos.