A modo de justificación.
Hace casi cuatro meses, en los comentarios de un texto mío un contertulio merecedor de todo mi respeto me dijo, hablando (en resumen) de la posibilidad de que el Gobierno pagase un precio político en la negociación con ETA, lo siguiente:
Si eso ocurre (cuando eso ocurra) espero que lo señales con el dedo y te opongas.
Y yo le contesté:
Si eso ocurriese, lo señalaría con el dedo y me opondría.
Por otra parte, ustedes saben que la situación en Oriente Próximo es especialmente preocupante tras la última escalada en el crónico conflicto árabe-israelí, y que allí se está viviendo estos días un capítulo más de aquella pesadilla.
Con este texto quiero (en lo que ya sé que es una actitud pretenciosa por mi parte) justificar mi silencio sobre ambos temas:
En el caso del primero, en circunstancias normales sin duda habría mostrado mi punto de vista, porque naturalmente me interesa, y porque me siento obligado por algo que me gusta pensar que es coherencia. Pero estoy tan desconectado de la actualidad informativa que soy incapaz de formarme mi propia opinión. Leo algunos blogs, normalmente en desacuerdo conmigo, y sus autores son tan razonables y tan brillantes que salgo de ellos pensando que deben de tener razón; pero enseguida me encuentro con comentarios de otros conocidos no menos razonables y brillantes y me doy cuenta de que, como suele ocurrir, las cosas no deben de estar tan claras tampoco esta vez.
En el caso de Israel, Palestina, el Líbano y Siria, desde luego no iba yo a arrojar mucha luz sobre nada de aquello; pero tal vez tranquilizaría mi conciencia con un texto apelando al sentido común y la generosidad, ambos tan necesarios allí como escasos. Pero de nuevo todo me resulta demasiado ajeno...
La razón ya saben cuál es, claro. Mi mente está ocupada, consciente o inconscientemente, por el recién nacido. Y no me refiero a que no tenga tiempo para nada más que para el bebé, sino a que se diría que él me impide pensar en ciertos temas, que les prohíbe ocupar mi cabeza, como si la presencia de esos problemas fuese incompatible con el estado de ánimo y las prioridades que ahora mismo impone la situación familiar.
Naturalmente, hay quien se siente igual y querría decir lo mismo, pero no puede. Hay quien tiene un niño recién nacido a su lado y no deja de pensar en él, como yo; pero en lugar de disfrutar sólo sufre.
Cómo haber, haber, puede haber de todo, pero tener a un recien nacido al lado, y más si se es su padre o madre, y sufrir en lugar de gozar, me parece un desperdicio... Aunque, claro, si uno o una se pone a pensar, al contemplar al tierno infante, en qué especie de mundo ha aterrizado, puede llegar a sufrir... Sin embargo, como para todo hay tiempo en esta vida, creo que se impone el vivir el presente, y el presente es de gozo.
ResponderEliminarUn abrazo, Portorosa, y de nuevo felicidades.
Hannah
No tengo la dicha de un bebé recién nacido, los temas de actualidad me preocupan (los de mi país, los de America, los de Europa y los de Medio Oriente-éstos últimos no nos dan respiro), sin embargo, tampoco escribo al respecto, lo que significa que no sufra por ello. En mi caso particular, aún prefiero referirme en mi blog a otros asuntos, y de ninguna manera es negación de la realidad.
ResponderEliminarLos hijos, siempre ocupan nuestra cabeza, aún cuando son universitarios como los míos.
El mundo que les hemos legado, nos asusta a todos los padres. Más aún a aquellos que están en la línea de fuego, o en la pobreza, o en medio de desastres naturales.
Y tienes razón, esos padres solamente sufren. Nosotros, afortunadamente, disfrutamos a nuestros hijos, y lo podemos decir.
Saludos.
Hace años, cuando el Club de Roma sacaba aquello del reloj del fin del mundo, una compañera de trabajo manifestó su deseo de que cuando fueran a tirar LA BOMBA, tuvieran la decencia de comunicar fecha, hora y lugar para ponerse justo encima del objetivo.
ResponderEliminarDecía que era preferible asegurarse una muerte inmediata que sobrevivir no sólo a las heridas físicas, sino a la pérdida de todo lo que amaba.
Caray! pues sí que estan pesimistas todos.
ResponderEliminarPues yo prefiero no enterarme, es más, prefiero no morirme, creo.
Eso de que con la crianza los progenitores desconectan un poco está muy bien, pero en la comunicación de la desconexión se cala por el fondo esa especie de afición a los deportes de riesgo que tiene el dueño del local.
Solo hacía falta un poquito de política para acalorar la cosa, ya que hace tanto fresquito.
Ufffff, mejor así, que dure el estado calostro...
Beso.
M.
Yo procuro no hablar de política en mi blog. Y no es que no me interese.
ResponderEliminarSerá por haber perdido la confianza en la naturaleza humana.
Un abrazo,
Xavie
Estoy seguro que el Señor de Portorosa tiene su criterio para cada cosa pero su legendaria humildad hace que no lo enseñe. Así y todo, con la entrada ya da un toque de atención.
ResponderEliminarEs como si dijera... Tengo trabajo, no puedo, mi mente no está confusa pero sí asombrada ante tanta belleza y riqueza (hablo del niño), no puedo concentrarme lo suficiente, pero... Ahí suelto el asunto y que lo recoja el que pueda o quiera.
Hola a todos.
ResponderEliminarEn estado calostro, exactamente, muy apropiado el término, M.
Quiero dejar claro que no creo que quien tiene un blog deba hablar de política, de actualidad, o de los problemas del mundo. El dueño de un blog, como cualquiera que tiene una herramienta de comunicación, e incluso en algunos casos que conocemos un medio de expresión artística, puede planteárselo del modo que quiera.
Casi ninguno de los blogs que más me gustan hablan de política o de opinión; y por supuesto no se me ocurre pensar que no les importe lo que les rodea, o que sean unos pedazos de carne con ojos. Simplemente, este espacio lo dedican a otra cosa.
Pero ocurre que yo, en este cajón de sastre en el que cabe todo y en nada se profundiza, sí suelo escribir, cuando surgen, de esos temas. Y por eso, y por lo que en el texto he explicado, me sentía en deuda.
Un abrazo a todos.
Porto,
ResponderEliminarClaro que cada uno habla en su casa de lo que le apetece. Faltaría más.
Espero que no me hayas tomado el comentario como un reproche. Nada más lejos de mi intención.
Me hubiera apetecido escribir algo sobre el hecho de tener un hijo, pero temí caer en la sensiblería. Es un tema con el que no me atrevo. :-D
Un abrazo,
En absoluto, Xavie.
ResponderEliminarEs un tema en el que se roza siempre la sensiblería, creo yo; hace falta mucha sinceridad y un poco de frialdad para no endulzar todo demasiado.
Un abrazo.