1. Salmo 121
Gracias a la interesante revista de prensa que suele hacer a diario un compañero de trabajo leo un artículo de Josep Ramoneda titulado El síndrome de Jerusalén.
El artículo me ha gustado mucho, y más me habría gustado haberlo escrito yo.
Ramoneda alerta sobre los perjuicios de la violencia; no ya los directos, evidentes, sino los indirectos, que tanto condicionan el razonamiento, las actitudes, la mirada.
La rutina de la violencia ha acabado lastrando a un pueblo irónico, sofisticado y creativo. La obsesión de que el enemigo está en todas partes bloquea la capacidad de raciocinio. Sobre esta cerrazón se construye el razonamiento.
Señala también lo que dificulta todo la carga religiosa.
...las políticas de lo sagrado conducen a la imposibilidad del compromiso (...) viven del enfrentamiento, del bien contra el mal.
E insiste (como debe hacer cualquiera que pretenda entender un conflicto) en la necesidad de no caer en simplificaciones que lo único que consiguen es alejarnos de la comprensión del problema y, por consiguiente, de cualquier posible solución. Una simplificación que en este caso, por su simbología, su duración (eterno, parece ya) y su violencia, es especialmente tentadora.
A esta incapacidad de interactuar con la complejidad del conflicto responden tanto los esfuerzos de los gobernantes israelíes de reducir ideológicamente el conflicto a una lucha contra el terrorismo islamista (Hamás, Hezbolá), como la capacidad de hacer abstracción del uso táctico del terrorismo por parte de los palestinos.
Y en este saco de la simplificación meto yo su opinión sobre nosotros los espectadores:
Un narcisismo (...) de amplios sectores de la opinión pública internacional que piensan que con buenas intenciones se puede resolver todo.
(...)
Y el resto del mundo (...) grita consignas...
Dejo para el final lo que dice al respecto de las posibles razones de Israel para asaltar la flotilla de ayuda humanitaria:
La respuesta es conocida de antemano: esta acción es una prueba más de la maldad absoluta del Gobierno judío (campo propalestino) o esta acción forma parte de la obligación del Gobierno judío de protegerse de las agresiones permanentes (campo projudío). Ninguna de las dos respuestas aporta nada a la comprensión de la realidad: simplemente, blinda a cada uno de los campos frente a los argumentos del otro.
Nada de lo cual debe ser interpretado (aunque es cierto que critica la utilización del papel de víctima como justificación por parte de ambos bandos) como una postura equidistante:
Es evidente que haber encerrado a más de un millón de personas en una franja insalubre y miserable da mucha asimetría al dibujo. Y que la desproporción entre la capacidad bélica de Israel y la de los palestinos es tan abrumadora que es imposible pensar que el conflicto se da en una mínima igualdad de condiciones.
2. David, XLI, 8Y, para completar o complementar, les recomiendo otro, de
Goytisolo:
Turquía: la encrucijada de caminos.
Como pueden suponer, tratar trata de Turquía; pero al final habla de Palestina e Israel (cómo no), y del citado abordaje.
El salmo del título, al parecer, dice así:
El abismo llama al abismo.
Creo que podía haber puesto esto último y haberme/les ahorrado todo lo demás...