Otra lección
Anteayer me dijo mi hija, hablando de supuestos planes para su futuro:
- ...bueno, claro, que de mayor uno puede hacer todo lo que quiere.
Y me quedé un rato sin saber qué contestar.
Porque aunque yo sé que no, claro, que uno de mayor no puede hacer todo lo que quiere, que están el mundo, la vida y los demás, sé también que los adultos llevamos nuestras limitaciones mucho más allá, y que a fuerza de temores y estrechez de miras vamos cortándonos las alas hasta que acabamos no pudiendo hacer ni lo posible, y haciendo lo que no queremos aunque nada nos obligue.
Y que lo cierto es que podríamos hacer lo que queremos mucho más a menudo de lo que nos permitimos creer.
Y sentí que Paula, al recordármelo, me estaba dando una lección. O una bofetada, para que espabilase.
No soy tan buen padre como me gustaría. Y sé que no siempre seré un buen ejemplo. Pero si hay algo que no puedo hacerles es que aprendan de mí comportamientos y actitudes que me entristecería muchísimo ver en ellos el día de mañana, y hoy mismo. Como el miedo.
"No soy tan buen padre como me gustaría".
ResponderEliminar¿Con quén te comparas?
El padre de una hija que cree eso a una edad tan precoz, no puede sino ser el padre adecuado.
Movamos un coma del guión y desconoceremos el efecto.
Creo que lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos (y por las generaciones venideras) es conscienciar nuestros complejos. Por eso, es loable, Porto, que no quieras transmitirles miedo. Sin embargo, permíteme decirte, que el esfuerzo no debe aplicarse a “evitar mostrar comportamientos”. Eso es imposible además, pues el temor, como cualquier otra emoción, se acaba filtrando por las grietas de nuestro ser.
ResponderEliminarLo único que podemos hacer es permitirnos sentir miedo para explorar concienzudamente como opera en nuestra vida, sabiendo que la luz de la consciencia va a acabar con el miedo, seguro.
Y ese “seguro” es la joya más preciada que podemos transmitir a los niños.
Solo se puede ser el padre exacto que se es. Proponerse más, es mentirse a uno mismo. Ser la persona que eres; en transformación siempre, porque te gustaría mejorar lo que eres. Si dejas de transformarte, si tiras la toalla, si te rindes ante el mundo, entonces sí te echas a perder a ti mismo y, con ello, todas tus relaciones.
ResponderEliminar¡Fueran angustias mal fundamentadas!
Me interesa más, en la frase de tu hija, cómo echa en cara a todos los adultos que ellos, los niños, están "sometidos". Y además, lo aceptan, porque saben que ante cualquier problema necesitan acudir a nosotros.
Me interesa mucho más porque desenmascara uno de los problemas más peliagudos, dado que todos estamos de acuerdo en que "debemos" mantener ese "sometimiento": la sabiduría necesaria para ir desatando cada cordel de sujeción sin retrasar la larga cadena de liberaciones.
Por lo demás, no creo que lo que he escrito se diferencia mucho de lo de Taliesin.
(Sirwood, pepárese a enderezar esto dento de unos 10 o 15 comentarios).
uff, yo extraño tanto el sometimiento de mi padre... que ahora lo cambiaría por toda esta ristra de nuevas cadenitas que voy arrastrando y colgándome...
ResponderEliminarNota cómo tu hija maneja la ironía... qué sabia.
El padre que debes ser, el padre que eres, es el que reflexiona a partir de las frases de su hija. El que se siente arañado por su discurso. El que no lo olvida. Eso ya es TODO.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Uf, gracias, Lara!
ResponderEliminarY a ti, Amanda. Qué amable.
Me comparo con quien me gustaría ser; no tengo a nadie en mente, la verdad.
Taliesín, ya pensaba hacerlo, pero después de leerte, más: he cambiado el final, porque la idea no es, claro, que ellos no vean eso porque yo lo oculte, sino que no lo vean porque yo no actúe así.
¿Que no actúe cómo? Con miedo.
Tengo miedo a muchas cosas, pero en el tema del que hablo, en lo que a elegir, a decidir, se refiere, me gustaría ser capaz de quitármelo de encima. Y será a base de explorar, como dices, de enfrentarlo, no de negarlo.
Angustias también tengo algunas cuantas, NáN, pero en este caso, ese párrafo concreto, de verdad que no lo sentía así.
¿Cuál es el problema, que no te he entendido bien? ¿Saber ir soltando? Si es así, estoy de acuerdo: el equilibrio entre proteger y dar responsabilidad.
Algunas cosas son más fáciles de pequeños, ¿verdad, Aroa? Por lo general, todo está más claro.
Insisto, Lara: muchas gracias.
Estoy de acuerdo con Lara, no puede haber mejor padre que aquel que está dispuesto a escuchar y aprender de sus hijos. Te leo desde hace mucho tiempo, Porto, y podría dudar de muchas cosas (lo cual por cierto no sucede en absoluto), pero nunca de que eres un padre cariñoso, responsable y dispuesto, esto es algo evidente y que siempre me conmueve mucho. P. y C. tienen mucha suerte. Que tu papá sea una buena persona es una verdadera fortuna.
ResponderEliminarTambién me gusta mucho lo que ha dicho Nán, su primer párrafo es para enmarcar: «Solo se puede ser el padre exacto que se es. Proponerse más, es mentirse a uno mismo. Ser la persona que eres; en transformación siempre, porque te gustaría mejorar lo que eres. Si dejas de transformarte, si tiras la toalla, si te rindes ante el mundo, entonces sí te echas a perder a ti mismo y, con ello, todas tus relaciones.»
Un abrazo, querido Porto.
Qué puedo decirte, Jesús :-)
ResponderEliminar(¿...aparte de que vayas a Madrid el 18.09?)
Pero fijaos que habláis de no pretenderse lo que no se es, pero al mismo tiempo dais cabida al cambio, a la evolución. O sea, conocerse a uno mismo, ser sincero pero, como dice NáN, no arrojar la toalla en nuestro intento de hacerlo bien, o mejor.
Un abrazo.
Lección: la de Paula y la tuya.
ResponderEliminarYo no siento el deseo de tener hijos pero a veces, al leerte, en entradas como esta, pienso que a lo mejor me estoy perdiendo algo: una oportunidad de aprender, una lección de generosidad, la posibilidad de olvidarme de mí misma porque hay un ser que me necesita más que yo, alguien que desde su inocencia infantil haga tambalear nuestras inseguridades de adultos...
Gracias a los dos.
Y fuera el miedo, sí ;P
ETDN, qué mayor tópico que decir que no hay nada comparable a tener un hijo, o a ser padre, ¿verdad?
ResponderEliminarPues para mí no hay nada comparable :)
Nada.
Pero para mí, claro.
Un beso.
¿Miedo al fracaso?
ResponderEliminar¿Por eso la indecisión?
Es más peligroso el exceso de confianza, ¿no?
Las alas hay que desplegarlas y volar... mientras se pueda. Pero con sentidiño. Las limitaciones solamente son reales en un supuesto: enfermedad. Si no se da el caso y nos limitamos por que sí entonces no merecemos ser más felices que el que tiene limitaciones reales.
Eres el mejor padre que tus hijos pueden tener. Ningún otro podría hacerlo mejor. Eso es lo que importa. (Además tienes buen gusto, aunque sea fruto de la indecisión: ¿casaca con lentejuelas o sin ellas?:)
Un beso.
Ah, y tópico o no, no hay nada comparable a ser padre. NADA. ¡Anímense los indecisos!
ResponderEliminarÉste era un rey que tenía
ResponderEliminarun palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes...
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
tan bonita,
tan bonita como tú...
Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
y una pluma y una flor...
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.
Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?»
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».
Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar».
Y dice ella: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver».
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».
Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor...
Te puse este poema, que es mi preferido y que aprendi cuando aprendia lenguaje castellano y que siempre asocie a mi padre...Por lo que se tu tambien tienes una princesa... >.o (imagina que es un guiño).
ResponderEliminarBesines amigo
¡Gracias, Ro! Esa poesía se la he leído más de una vez a Paula, precisamente. La tiene ella en un cuento (precioso, por cierto, con unas ilustraciones muy bonitas).
ResponderEliminarAh, los guiños se suelen poner así:
;)
Last, ni siquiera es miedo al fracaso, el miedo que yo veo por todas partes y que yo siento a veces.
Es un miedo indefinido a las consecuencias en general, que acaba determinando la forma de mirar alrededor. Tiene que ver con la inseguridad en uno mismo, pero también con la desconfianza hacia todo lo demás, hacia el mundo.
Y yo creo que quien lo padece se olvida de que hay opciones, se olvida de su capacidad de elegir, de decidir; por lo que se convierte en una especie de determinismo, de pesimismo, de resignación.
El horizonte se estrecha poco a poco, porque así lo creemos. Solo queda ir aguantando.
El que tiene miedo, lo tiene pase lo que pase, no necesita hechos que le confirmen sus temores.
Como ves, es muchas cosas. O es que me lío un poco :)
El exceso de confianza, ¿tú lo ves a menudo? Yo no. No digo que no pueda ser problemático, pero sinceramente a mí me parece algo excepcional.
Ah, y buen gusto sí, eso sí, ¿eh?
Un beso.
Sólo con esta reflexión ya estás muchos pasos por delante de otros padres que simplemente hubieran respondido cosas como:
ResponderEliminarNo digas tonterías, niña, qué sabrás tú...
Qué observaciones tan sabias leo en algunos comentarios. Tienes unos lectores de lujo tú, ¿eh?
Gracias, JuanRa.
ResponderEliminarY sí, has dado en el clavo, en el secreto de este blog: algunos han ido cambiando, pero sus lectores han sido siempre un lujo. Los que ahora suelen comentar son realmente excepcionales.
Confieso que a veces leo blogs que me parecen muy buenos y que luego, sin embargo, tienen unos comentarios que no diré que sobran, pero tampoco aportan mucho... No lo entiendo.
Aquí normalmente lo mejor está en esta sección.
Un saludo.
Un saludo.
Al miedo a las consecuencias yo lo llamaría prudencia. Y nunca está de más. Pero cuando miras a tu alrededor con desconfianza, ya te estás esperando lo peor. ¿Realmente vivimos en una sociedad hostil? ¿Debemos proteger a nuestros hijos del mundo, o de nuestros miedos?
ResponderEliminarPor cierto, la resignación es un lastre muy pesado que solo hay que utilizar cuando no te quedan más opciones. Entonces te sirve para mantenerte a flote. Y me parece que tú sí sabes soltar lastre, así que no me pareces una persona ni tan pesimista, ni tan miedosa. Me pareces prudente e inteligente.
Acerca del exceso de confianza, decirte que haberlos hailos (aunque es cierto que no muchos), los he sufrido, y son peligrosísimos. Se creen capaces de todo: conducir perfectamente a 200km/h, invertir sin riesgos (su dinero y el de los demás), automedicar a sus hijos enfermos porque saben más que el médico, etc. Andan por la vida con una venda en los ojos. Para ellos no existen las limitaciones.
No me extiendo más, sorry.
Un beso.
El miedo del que hablo no es una precaución contra una amenaza en concreto sino una forma de ver la vida. No es prevenir, sino no atreverse.
ResponderEliminarNaturalmente, la línea divisoria es difusa y subjetiva, pero digamos que para mí la preacución tiene una razón de ser que la justifica, y este miedo es por definición infundado.
La precaución aconseja en función de unos hechos; en el miedo el obstáculo es uno mismo, que se convence de sus limitaciones. Y no hablo de ser consciente de las propias capacidades, sino de inseguridad irracional, de falta de confianza, de asunción de una imposibilidad que no sería tal si no fuera autoimpuesta: "me asusta y no lo hago porque tengo miedo".
Ah, Last, y ni siquera alguien tan egocéntrico como yo habla siempre de sí mismo :) Tampoco yo me considero TAN pesimista ni TAN miedoso. Pero vamos, que el texto iba por mí, sí.
Un beso.
Otra cosa: lo que tú defines como exceso de confianza yo más bien lo llamaría ser tonto.
Sí, tontos. Sin miedos, porque no saben manejar variables. Cuanto menos se sabe, menos se teme. Por eso los niños a medida que van creciendo van cambiando sus miedos iniciales por otros cada vez más complejos.
ResponderEliminarIba a poner algo más acerca del error de hacer del miedo una "forma de vida", pero después del ver la palabrita : "insisti", creo que me callaré.
Un beso.
¿Cuanto menos se sabe menos se teme?
ResponderEliminarNo. No estoy de acuerdo.
Pero ahora no puedo pararme...
Ignorance is bliss.
ResponderEliminarSi yo no estuviese al tanto de cómo va el país no tendría miedo a mi futura situación económica, por ejemplo. Seguiría viviendo feliz en mi nube particular.
¿No ves en tu hija Paula, por ejemplo, una relación entre su desarrollo intelectual y emocional, y la "calidad" o cantidad de sus miedos? ¿Y comparándola con su hermano?
Una persona que ignora los efectos adversos de la heroína no tendrá miedo de inyectársela, que era lo que pasaba hace unos años. Y lo que sigue pasando hoy con las drogas de diseño.
El ignorante es más feliz en ese aspecto, creo yo.
Ya decía Platón, o alguien, que lo primero que había que hacer antes de argumentar sobre algo era definir los conceptos que se iban a utilizar.
ResponderEliminarYo creo que esta discusión podría seguir por los siglos de los siglos... salvo que aclaremos qué entiende cada uno por miedo.
A lo mejor después seguimos sin ponernos de acuerdo, pero bueno, por intentarlo:
miedo.
(Del lat. metus).
1. m. Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario.
2. m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.
Yo, Last, cuando hablo de miedo me refiero a la segunda acepción, cuando ese recelo es permanente, es una constante en la vida que, lógicamente, y por mucho que en algunos casos acabe estando justificada, en principio es más un problema del sujeto que del objeto.
Es decir, hablo de un miedo que poco tiene que ver con la prudencia que tú mencionabas, que poco o nada tiene que ver con tener en cuenta pros y contras, sino que se instala en el ánimo , nos acongoja permanentemente y nos acaba convenciendo de que no podemos hacer nada. Y ni siquiera sabemos por qué; pero no nos atrevemos.
Un beso.
Gracias por las definiciones. Yo también me estaba refiriendo a la segunda acepción, en un principio, pero me fui yendo del tema, lo siento.
ResponderEliminarEn mi caso, por ejemplo, mi miedo lo tengo localizado: el rechazo. Se ha instalado en mi infancia y ha crecido conmigo. Es mi handicap. El porqué no lo sé, tampoco pretendo analizarlo a estas alturas. Ya forma parte de mi personalidad. Se ramifica y afecta a varios aspectos de mi vida.
Supongo que todos arrastramos nuestras cadenitas, como mencionaba Aroa.
BEsos.
Pues ahora que lo releo veo que no, que en realidad también me refiero a la primera acepción.
ResponderEliminar¿Tú crees que la prudencia podría ser definida así?
Mira:
prudencia.
(Del lat. prudentĭa).
1. f. Templanza, cautela, moderación.
2. f. Sensatez, buen juicio.
3. f. Rel. Una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo, para seguirlo o huir de ello.
Yo creo que son cosas muy distintas.
(Y que conste que la prudencia también puede ser un verdadero corta-alas, que la moderación tiene tendencia a irse de madre :D , y le puede quitar la gracia a cualquier cosa.)
El miedo del que hablo en el post es una actitud vital que consiste, simplemente, en estar convencido de que todo es peligroso, todo amenazante, y actuar en consecuencia.
Es, en última instancia, una cuestión de grados: todos tenemos miedo; el problema es tenérselo a todo, vivir en el miedo. Y además, repito, miedo ni siquiera sabemos a qué; simplemente nos convencemos de que no podemos hacer lo que queremos; nos olvidamos.
Luego ya vienen la resignación, la renuncia, la frustración, la falta de ilusiones y alegrías, etc. :)
Holaaaa...
Pero ¿Por qué somos prudentes? por miedo a las consecuencias.
ResponderEliminar"(Y que conste que la prudencia también puede ser un verdadero corta-alas, que la moderación tiene tendencia a irse de madre :D , y le puede quitar la gracia a cualquier cosa.)"
Puede ser que el miedo y la prudencia vayan de la mano y cuanto mayor es el uno también lo es el otro, de ahí que sea un corta-alas.
Creo que estamos hablando de lo mismo, Porto. Pero con otras palabras.
I can't speak my mind properly, sorry.
Parece que se ha ido todo el mundo y nos hemos quedado desbarrando solos :)
Bicos.
¡¡Que no!!
ResponderEliminarOooooooyyyy....
ResponderEliminarTú estás hablando de analizar pros y contras (entre las cuales puede haber riesgos que considerar, claro) y decidir en consecuencia.
ResponderEliminarYo estoy hablando de estar dominado y ni plantearte que puedas tomar decisiones.
Recapitulemos, volvamos a la frase de Paula y a mi reacción:
¿Podemos los adultos hacer todo lo que queremos? No, claro que no.
¿Vivimos en realidad más constreñidos en ese sentido de lo que esas razones justifican? Yo creo que sí, yo creo que nos limitamos muchísimo más de lo necesario, que nos vamos cargando de cadenas, que nos olvidamos de decidir, de que podemos elegir, de que no tenemos que atenernos siempre a no sé qué guión; que nos olvidamos de mirar a lo lejos y no levantamos la vista de la punta de nuestros pies; que nos convencemos de que no hay otra posibilidad, de que "la vida es así", etc.
Bueno, y para mí, todo eso tiene mucho que ver con el miedo. El miedo a vivir. Por inseguridad, por fragilidad, por vulnerabilidad: no nos atrevemos a entrar, a salir, a dar un golpe de timón, a parar, a correr, a decir que no, a decir que sí.
A ver, mujer...
Intervengo solo por polifonizar.
ResponderEliminarEs bueno tener confianza y expectativas bajas.
Así me lo transmitió mi mare y así se lo he pasado al meu fil.
La única advertencia que le hice fue: en las manis peligrosas, llámame cuando estés fuera del segundo círculo. Así, si no me llamas, ya sé lo que tengo que hacer. (También le hice otra: si conduces bebido y te pasa algo, será peor lo que te pase cuando te vea).
Y a vivir que son dos días.
Entiendo perfectamente lo que me quieres decir. A mí me pasa con mi miedo al rechazo, como ya comenté antes. Produce en mí todo eso que describes, aunque de manera leve. No me siento constantemente acechada por mi miedo, aunque sí me impide en ocasiones tomar la decisión correcta. Imagino que sí habrá gente paralizada a consecuencia de sus miedos e indecisiones. Y a donde quiero llegar con la "prudencia", que a lo mejor no estoy escogiendo el término adecuado, es que es lo que me hace echar el freno. Prudencia para no resultar herida. Tercera de las acepciones. Huída.
ResponderEliminarA lo mejor sigo sin expresarme con claridad, pero creo que hablamos de lo mismo...
Enfocando el tema de la confianza y la fuerza que da para vivir.
ResponderEliminarA la meua mare, alguien le dijo: "Tienes que hablar con N., se droga mucho". La respuesta fue: "Si se droga es porque quiere y cuando ya no quiera lo dejará".
Tardó dos años en morir, sin que nunca sacara el tema. De esto me enteré cuando llevaba 4 años muerta.
Y aquí estoy, más limpio que una patena.
El problema es, ¿cómo hay que vivir de verdad para que la confianza en los tuyos sea total?
¡¡Sirwood, nos estamos poniendo estupendos!! Es hora de intervenir. Tampoco estaría mal una intervención de Cel.lia.
Perdón; no estaba.
ResponderEliminarNáN, lo del segundo círculo no lo entiendo.
No sé qué hay que hacer para confiar en los tuyos. Pero sí sé un requisito: confiar; así, en general, confiar.
Justo lo contrario de tener miedo :)
Besos y abrazos.
Primer círculo (denso), antidisturbios visibles. Segundo círculo (ralo), los que te esperan cuando ya vas solo o con dos amigos, entre 500 y 800 metros lejos del epicentro.
ResponderEliminarMe reafirmo en lo de la catequesis.
Bueno Nan, no será pa tanto que hace ya tiempo que pasó el 68
ResponderEliminarHombre, claro, hablamos de cuando él era un chaval y no un señor. Pero de entonces, si yo le contara, que no pienso, se le caerían los piercings. (Y aún ahora se siguen poniendo las cosas complicadas, para otros).
ResponderEliminarSe lo explicaba a Portorosa, previa petición, para mejorar su terminología.
Terminología mejorada. Gracias :)
ResponderEliminarBuenos días:
ResponderEliminarAmigo mío, si sigues con esos complejos, los heredarán tus hijos y sufrirán con ellos.
Con no querer cometer errores,estás cometiendo todos juntos.
Unos padres perfectos es igual a unos padres aburridos y unos hijos desencantados y por supuesto, aburridos.
* Para Nán:
Lo que dices de tu prota drogata, no es un ejemplo de nada. Era una barbaridad entonces y lo es ahora.
Tu prota estará límpio como una patena. Miles de ellos no están ni límpios, ni sucios. Simplemente no están y en su locura arrastraron a su familia a una ruina económica y emocional, dificil de superar.
Lo que aclara que tu prota era un tipo con dinero y poca responsabilidad.
Puedo asegurarte que viví en una familia estupenda y que todos gozamos de mucha libertad y comunicación.
Si a algunos de los ocho hermanos se nos hubiese ocurrido dedicarnos a esos menesteres de la droga y la bebida, los guantazos que nos hubieran dado en casa, no tendrían ni nombre ni apellidos.
Nunca nos lo dijeron, aunque todos lo sabíamos.
Y si se hubiera dado el caso con mis hijas, tened bien claro que hubiera hecho lo mismo.
Supongo que lo escrito por mí, no os sorprende en absoluto.
Besos y buen día
Luna,¿qué complejos?
ResponderEliminarNo entiendo bien a qué te refieres. Supongo que no a lo del miedo, sino a eso del padre perfecto. En ese caso, estoy de acuerdo en que es un mal planteamiento.
Y es un error que yo he cometido, a causa sobre todo de la situación de los últimos años.
Pero es que creo que en textos como este lo que se ve precisamente es la superación de eso. O, en fin, al menos el intento. Un intento que solo puede tener lugar tras haberlo comprendido.
Claro, a lo de intentar ser un padre perfecto y sin defectos.
ResponderEliminarEl miedo a que les suceda algo existirá siempre,en ese caso la edad no cuenta.
Da igual que tenga tres, siete o cincuenta años.
Cría a tus hijos como te dicte el corazón y sin manual.
Te habrás percatado ya que cada uno reclama una atención diferente y un comportamiento por tu parte, diferente. Se es el mismo padre para niños diferentes.
Y por último.No eres tú el que puedes valorarte como padre.
Son ellos con sus: papá te quiero, sus risas, sus besitos, sus caricias,sus lágrimas, sus achuchones, sus preguntas y sus respuestas, los que te valorarán y tengo la impresión que la notas que sacas es muy alta.
Besos
Vaya, como estoy hoy...
Luna, el prota traducía 10 horas al día 6 días a la semana. No debía tener mucho dinero y sí bastante responsabilidad. Podría no haber sido así. Hay quienes se han movido siempre al sol y los que no. Pero es más que probable que, sin esa confianza percibida, me habría quedado por allá.
ResponderEliminarNo hay Libro de Uso de la vida.
No hay Libro. De acuerdo.
ResponderEliminarPero de errores surgidos "del corazón" está lleno el mundo, y está llena la paternidad. Quiero decir que el corazón es imprescindible, pero ni mucho menos infalible.
Gracias, Luna.
Pero yo venía a ponerle a Last esto que acabo de leer: No se trata, entonces, de no tener miedo, sino de identificar y discriminar los miedos que son protectores de los miedos que nos paralizan para, una vez reconocidos, saber qué hacer con ellos.
Buen domingo, día de repingo, que diría mi tía, a todos.
Creo que esto se relaciona con lo que te decía de los hilos. Cortar cada uno de los 1.000 hilos a tiempo, en lugar de mantenerlo por miedo a que ese ser independiente se haga daño, es hiperprotección. Y la hiperprotección es la madre del narciso. Los daños del exceso de protección son más irreparables incluso que los de su falta.
ResponderEliminarAceptemos que cada mes son más autónomos y llega un día de la autonomía total. Comtererán errores... ¡pero si nosotros los seguimos cometiendo!
Lo importante es que sean fuertes para recuperarse. Y ahí es donde insisto: la confianza ha de llegar con el tiempo a ser total, para lo que nos gusta y para lo que no nos gusta.
Ahora nos entendemos, Porto. En algún lugar teníamos que encontrarnos.
ResponderEliminarNáN, su madre debió de conocerlo muy bien. Y sin dejar el tema de los miedos, espero que mi hijo no sea un desconocido para mí el día de mañana.
Besos.
Si es que te lo tengo que explicar todo, mujer...
ResponderEliminarQue sean desconocidos; que lo seamos nosotros para ellos; que no haya comunicación ni confianza mutua, etc., etc. Grandes amenazas, pero que para cumplirse o no probablemente dependan, más que de ninguna otra cosa, de nosotros mismos. Es decir, que seremos nosotros, mucho más que ellos, los que hagamos posible que esa vía quede abierta, ¿no?
Y, decía, o quería decir, que hace falta corazón para conseguirlo; que sin corazón (léase cariño, o amor, generosidad, etc.) no es posible. PERO solo a base de corazón uno se puede estrellar; a las pruebas me remito. Yo creo que hace falta algo más, que hace falta entender qué pasa... No sé; tal vez sea cierto que se consigue simplemente con amor, pero me resulta inevitable pensar en tantos casos de exceso de celo, de hiperprotección, de preocupación desmedida, de consentimiento incluso, etc., que surgen todos de los buenos sentimientos.
Buenos días.
El buenismo no basta. Aunque pueda parecer contradictorio (no lo es) con lo que he dicho, hay unos años en los que hay que ser duro y crear orden mental, confianza y autodisciplina.
ResponderEliminarPero sabiendo que hay una raya de tiempo a partir de la cuál se puede hablar, pero no imponer.
Conté un par de anécdotas en un sentido; podría contar 10 en el otro.
Pues no se corte usted...
ResponderEliminarEso de la raya de tiempo me parece muy interesante. En general, supongo que es fundamental, además de no muy fácil, ir sabiendo cuánto soltar, cuánto ya no es cosa tuya, en cada momento.
Lo de los hilos que decías, si no te he entendido mal.
Pues mira. Desde que cumplió los 18, solo intervine en las normas de la casa, en la que vivía por cortesía nuestra.
ResponderEliminarDespués, solo dos veces en las que quiso abandonar el doctorado: no como padre, sino como "inversor". Le dije que no aceptaba blandenguerás, que lo terminara y luego que hiciera lo que le diera la gana.
Desde la percepción de él, nos encontramos una noche en un bar y un amigo digo "qué guay que seáis colegas". "Ni de coña, contestó, es mi padre y si me levanta la voz me cago encima". Quizá, y aquí viene lo bueno, porque no creo que se la haya levantado diez veces en toda su vida. Y porque alvo en cosas esenciales como las que he dicho, ha ido tomando sus propias decisiones sin que yo se las prohibiera. Si prohíbes, te mienten.
Si prohíbes, te mienten.
ResponderEliminar¡Dios! Voy a grabármela a fuego en una mano.
Tengo una compañera de trabajo que presume de que se fuma los porros en su casa, con su madre. Y a veces salen juntas de marcha.
ResponderEliminarYo no quiero que mi hijo me vea como a una colega, porque siempre le exigiré un respeto que no se le tiene a los amigotes, pero sí me gustaría que tuviese conmigo la misma confianza. ¿Es contradictorio?
No es contradictorio, LastChild. Mi hijo, ahora, es un señor de 34 años.
ResponderEliminarHemos fumado algún porro juntos. Sobre todo, hemos bebido. Discutido mucho de la vida y lo social. Y hemos compartido grupos sociales: entrando cada uno por una puerta (o sea, que no decimos esto está bien, ¿por qué no vienes?).
Jamás, aunque me haya invitado, he ido a una de sus fiestas, porque no es lo apropiado.
Pero hay un momento de ser padre (o madre) y en ese momento hay que serlo.
Es mejor que esos momentos sean reales y escasos. No todo es "vital".
Y si ha tomado una decisión de "riesgo", porque debía tomarla, le he dado mi parecer y luego le apoyado. Eso sí, lo insensato, no (nunca conducir bebido ni con un conductor borracho). Como los viajes son de ida y vuelta, y no debo fumar, no puedo fumar delante de él.
No sé si con esta "miscelánea" me voy explicando.
Tomo nota, NáN.
ResponderEliminarYo creo que sí (te vas explicando).
ResponderEliminarLOS MIEDOS LOS TENEMOS TODOS.
ResponderEliminarCUIDADO CON LAS CRITICAS Q NOS HACEN O HACEMOS.CREAN FALTA DECONFIANZA en uno mismo y porlo tanto miedo para todo.Yo fui muy criticada,porla persona q mas admiraba "mi madre".Eso supuso q yo creyera q tenia razon y q yo era culpable de casi todo.
Supongo q ella sabia q tenia ese poder sobre mí y creo q abusaba de su machaque continuo cuando habia error y tambien cuando no lo
habia o el error era minimo.
tarde mucho tiempo en darme cuenta de esto .Pude verlo un dia y no lo podia creer ,mi madre,
la perfecta,no,era mejor q yo.
yoera un aniña buena ,estudiosa ,alegre feliz.luego ya nofui tan feliz por sus criticas,.Siempre tuve la sensación de no ser capaz .
Me venci ami misma,en algunas cosas,por ejemplo los estudios. Al tener esa desconfianza de mi misma ,tenia q vencerme yo ,y luego estudiar.Creo q debí de hacer otra carrera mejor pero no me atreví . Tambien tengo miedo ahora .Es terrible saber q tu madre te considera inferior.
AUnq fuera einstein seria igual ,no le llega nada.
Por eso debems tener cuidado ,aconsejar ,exigir pero dejar SER
Los padres, Anónima, tenemos mucho poder sobre nuestros hijos. Por eso podemos ayudarles tanto ( y supongo que la mejor forma es darles herramientas y dejarles "ser") y hacer tanto daño. Y por eso hay que tener cuidado.
ResponderEliminarMucho ánimo y suerte en tu empeño. Es cosa tuya; busca apoyos, claro, pero al final dependerá sobre todo de ti, tendrás que hacerlo tú.
Un saludo.
:(
ResponderEliminarCada vez que leo cosas así se me encoge el corazón.
Ya tienes mucho camino recorrido, anónima.
Un beso.
cuánta gente jodida por la familia... y tú, Porto, que eres ejemplar, rebajando tu ejemplaridad por tus dudas.
ResponderEliminarBusca un acierdo con tu vida, anónima. Tu reconocimiento de lo que pasó ya es un enorme paso.
Coño... gracias.
ResponderEliminarAnónima, ser consciente de un problema e identificarlo ya es mucho; yo también lo creo así.