De noche
Dos gatos duermen sobre el capó de un coche. Dos niños duermen, aunque yo no los oigo, en su habitación. Esa sensación de paz y de descanso casi nunca se encuentra en los adultos, en los que el sueño parece una batalla ganada por la edad, por el deterioro.
Desde la calle miro por una ventana a una azafata que sentada en un sofá ve la tele mientras espera que acabe un congreso en un hotel. La luz encendida del interior y los visillos me hacen invisible. Nunca sabrá que estuve de pie detrás de ella, tan cerca que si no hubiese cristal podría haberle puesto la mano en el hombro. Se mordía las uñas.
Sigo andando, que no es poco.
Me ha gustado este post, es como un cuadro de Edward Hooper. Esa mano imposible tiene mucha vida. Y ese instante... es la eternidad
ResponderEliminarSaudos dun galego en excedencia que hai tempo que te lee, pero que aínda non atinou a deixa-la súa pegada
El hombre que mira a la chica que mira la tele. Quién sabe, quizás también usted estaba siendo secretamente observado.
ResponderEliminarPerdedor, benvido, e moitas gracias. Tanto polo comentario como pola túa asiduidade.
ResponderEliminarArrebatos, a mí me observais vosotros.
Saludos.
Los adultos suelen tener la conciencia menos tranquila que los niños y los gatos. Y es que la vida les hace hacer cosas que de niños ni hubieran imaginado
ResponderEliminarHay caras que dormidas están aun más tensas, muestran más preocupación, que despiertas. Claro, eso da sensación de cualquier cosa menos de calma y descanso; dan sensación de angustia, de dolor.
ResponderEliminarBuenos días, Occan & Co.
Pues sí, como dice el perdedor, es como un cuadro de Hopper. Me ha gustado mucho. Y los comentarios también. Poco puedo añadir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Conde. Un abrazo.
ResponderEliminarDecía que al dormir, a veces, no podemos disimular como despiertos, y hay caras que nos dicen mucho de cómo están esas personas. Hay gente que sufre mucho, y yo creo que a menudo ni lo saben.
Decía mi tata que hay quien duerme con una peseta en el puño (aquellos tiempos), de lo "pretos" que estan...
ResponderEliminarMe alegra mucho leerte en tan buena salud litararia.
Beso.
"Litararia", dices, y dices bien: de tararí, o de tara :)
ResponderEliminarUn beso, M.
Sigue caminando, dicen que es bueno el ejercicio....no se puede estar siempre sentado, por los diosesss.
ResponderEliminarSaludos
Con una niña de casi tres años, no puedo dejar de admirarme de los sentidos tan distintos del verbo "dormir", que debe ser como el río del filósofo, uno y diverso: su acción no es la mía, la suya es pura, es entregada, se apoya aún en la vigilia de los otros, desconoce que, a veces, el suelo que pisa no está, se lo ponemos... Da un poco de melancolía: verlo cuando ya no lo podemos tener, que verlo mismo sea la condición de no poderlo tener, que crecer sea a condición de perder, que disfrutar sea a condición de ir dejando de disfrutar...
ResponderEliminarUf, Gonzalo, si me dejo llevar por esa línea tuya...
ResponderEliminarUn saludo. Y un abrazo a ti, Luna; sigo, sigo.
Cuando mis hijos eran pequeños, verlos dormir era de las cosas que más miedo y más ternura me daban. Y más responsabilidad. Su sueño, ahuyentó el mío. Pero valió la pena.
ResponderEliminarBeso.
Ayer, Respirando, durante su siesta, me senté junto a la cuna de mi hijo de un año. Le metí un dedo en su puño y me quedé un rato así, con la cara a una cuarta de la suya, oyéndolo respirar y oliéndolo.
ResponderEliminarEs maravilloso, claro, más que maravilloso; pero es verdad que también da un poco de miedo. Por su fragilidad (que es la nuestra). Por todo lo que le puede pasar, y de lo que nosotros apenas podremos protegerlo... En fin, por la vida, que es suya.
Vale, vale la pena. Ése y todos los desvelos.
Un abrazo.
Hay adultos que consiguen tener la placidez del niño que duerme. Pero sí, nada comparable con el infinito del sueño de un niño.
ResponderEliminarMuchas veces es así, observar sin que sepan. Mucho en ese espacio y en esos momentos.
Un abrazo
Me ha encantado; me ha obligado a quedarme contigo, detrás de ti, mi aliento empañando tus palabras, mientras la contemplabas.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Un abrazo, Sebas, y otro para ti, Raquel.
ResponderEliminarGracias.