7.8.07

La mirada que cambia una vida

Hace meses había hablado sobre la mirada de un hijo. Aun a riesgo de ahuyentar a alguno, vuelvo a hacerlo hoy.

Mi hijo, con un año, e incluso todavía mi hija en ciertas situaciones, con cuatro, me miran como nadie me mirará nunca.

Cuando alguien se le acerca, él, antes de reaccionar, siempre, siempre, me busca con la mirada para ver si puede estar tranquilo. Y si ve en mi cara que no hay nada que temer, confía. Soy yo quien le proporciona seguridad, soy, ni más ni menos (y su madre, claro), su referencia mientras va descubriendo el mundo.

Y nunca más me va a pasar algo así.

En nuestra búsqueda de la felicidad, sea ésta lo que sea, cualquier cosa que nos haga sentir que nuestra vida no es sólo otra más supone una gran diferencia, un paso adelante fundamental. Pensar que vivir vale la pena, que incluso para otros vale la pena que vivamos, hace que nuestra vida tenga, casi casi, algo parecido a un sentido.

Por eso nada hay tan valioso como el amor, en el sentido más amplio de la palabra. Queremos que nos quieran: nuestra pareja, nuestros hijos, padres, familia, amigos, e incluso los desconocidos (que algo así será la fama, y por algo así se escribirá). Porque sentirnos queridos nos hace, más que ninguna otra cosa, especiales, nos convierte en excepcionales a los ojos de alguien.

Mis hijos me hacen, más que nada que me haya pasado o me vaya a pasar, una persona única. Jamás voy a volver a ser tan importante para nadie; ni siquiera para ellos.

La consciencia de haber hecho algo bueno, algo valioso, es lo que hace, creo yo, que a casi todos los padres nos parezca que en la vida no hay nada comparable a eso, a ser padres. Y aun encima, eso tan maravilloso que has hecho te quiere, te necesita y confía en ti.

35 comentarios:

  1. Efectivamente, sentirnos queridos nos hace tomar conciencia de nuestro valor para alguien. Es la necesidad humana más auténtica: el amor del amor del otro.
    Magnífico texto -aunque a la altura de lo que usted nos tiene habituados.

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  2. Muchas gracias, Gregorio, sinceramente.

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  3. Pues sí, que te quieran es necesario: nos mantiene vivos, está claro, tengamos o no hijos (pero esa mirada debe de ser un verdadero aliento de vida). Es difícil que una reflexión así no espante por lo simple. En el caso de este texto ocurre lo contrario: despierta una sonrisa cómplice. Salud

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  4. Amigo portorosa: si sigues visitando mi blog, te habrás dado cuenta de que últimamente me prodigo poco por él. No tengo tiempo para escribir ni, lo que es más importante, para pensar en otras cosas más allá de si en esta pared va una membrana de insonorización o sólo lana de roca o si la perfilería del taller llega hasta el techo o se queda a uno treinta de él. Estoy, como seguro que ya supondrás, viviendo unos tiempos difíciles, con la guillotina de la ruina preparada para caer sobre mi cuello si algo sale mal. Aún así, cada día compruebo si hay una entrada nueva en tu señorío con la esperanza de poder leerte. Ya ves hasta qué punto me complace entrar en tu casa. Tus dos últimos textos merecen comentario: uno de ellos porque no puedo evitar preocuparme por ti, darte un abrazo y decirte que estoy seguro de que, sea cual sea esa decisión de la que hablas, estará bien tomada; la otra, la de la mirada del hijo, me ha sobrecogido, yo también la conozco y de igual manera que tú la percibo. Cada noche duermo a zaida en mis brazos y jamás he sentido algo comparable al calor de su cuerpo sobre mi pecho, que tantas veces me reconforta y me da la fuerza necesaria para seguir empujando el carro que es esta perra vida.
    A partir del lunes estaré más cerca de tus dominios, nos vamos a la sierra de barbanza a que mi hija se bañe en el mismo mar en el que lo hacía su padre cuando era como ella.
    Mucha fuerza y mucha suerte. Un abrazo.
    Ismael Rozalén.

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  5. Gracias, Azófar. Salud.

    Ismael, sí te visito, sí, a pesar de lo poco que entro en internet últimamente. Me alegra mucho que sigas viniendo tú aquí.
    No puedo añadir nada a lo que acabas de decir sobre los hijos y qué suponen. Te entiendo bien.
    Así que a las Rías Bajas... Espero que disfrutéis mucho. Y cuando vayas a bañar a Zaida acuérdate de lo fría que está el agua.
    (Y gracias.)

    Un abrazo a los dos.

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  6. Anónimo8/8/07 16:02

    Esa mirada, la que busca la seguridad del padre, de la madre, ante algo o alguien desconocido, suele desaparecer según van creciendo. Después son de otra clase, de complicidad, de confirmación, de aprobación, incluso de reproche algunas veces...

    Pero lo mejor es que nos siguen mirando, porque saben que estamos ahí, que, pase lo que pase, pueden contar con nosotros. Porque nos quieren, porque saben que les queremos.

    Ayer te quise decir algo, pero tenías los comentarios cerrados. Aún así, lo hago ahora: suerte, te deseo toda la suerte del mundo.

    Un beso grande, milord.

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  7. Hay que hacer las cosas bien para que no dejen de mirarnos, de confiar en nosotros con sinceridad.

    Gracias.
    Un beso grande, milady.

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  8. Anónimo8/8/07 19:09

    Echo muchísimo (pero muchísimo) de menos tener un bebé en casa. O un niño pequeño. Por ese tipo de sensaciones que tú tan bien describes. En las casas siempre debería de haber uno, sientan muy bien.

    Como los míos ya son mayores, ya no tengo que poner a ninguno a hacer pipí, ni enseñarles a beber en vaso o pasarles la comida por la batidora o el pasapuré. No puedo bañarlos, ni cambiarles el pañal y comérmelos a besos, disponibles, sobre el cambiador. No puedo verles caminar con el paquete, que me chiflaba, o verles sentados en el pato, o en los correpasillos, o armando jaleo y dando mucho por saco con algún piano de esos que están todo el rato: ca-sa, va-ca, pe-rro, sentados como se sientan los peques en la alfombra del salón. No puedo ni cogerlos en brazos, por no poder.

    Tendría veinte hijos más, no exagero. No conozco sensación más placentera que la de escucharles hablar con media lengua mientras te repiten las canciones o las rimas que les estás enseñando, o la de verles sonreír con uno o dos dientes tronchándose de risa cuando se les come a besos el cuello o les haces pedorretas en la barriga. O cuando se te quedan dormidos en cualquier parte agarrados a la gasa, a un peluche, al aro del chupete. Y la boquita que se les queda cuando se lo sacas. Y la cara de satisfacción cuando han comido y están hasta el gollete y les haces así, así, en los brazos, y les caen a plomo.

    No hay nada como cuando se arrebujan en el pecho y se duermen, y la conversación sigue, y ellos duermen. Y tú eres especial por que se ha dormido contigo. Por que contigo deja de llorar, por que contigo sí se come el plato, por que contigo no tiene miedo de meterse en la orilla.

    Ya no es tanto que te quieran, es que te necesitan. Te necesitan claramente, no hay engaño. Les haces falta, no les importa decirlo, es evidente. Y además piden cosas deliciosas que da gloria dar. Claramente cada edad tiene lo suyo, pero como aquéllos años, ningunos.

    Yo quiero…

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  9. Anónimo8/8/07 19:09

    Echo muchísimo (pero muchísimo) de menos tener un bebé en casa. O un niño pequeño. Por ese tipo de sensaciones que tú tan bien describes. En las casas siempre debería de haber uno, sientan muy bien.

    Como los míos ya son mayores, ya no tengo que poner a ninguno a hacer pipí, ni enseñarles a beber en vaso o pasarles la comida por la batidora o el pasapuré. No puedo bañarlos, ni cambiarles el pañal y comérmelos a besos, disponibles, sobre el cambiador. No puedo verles caminar con el paquete, que me chiflaba, o verles sentados en el pato, o en los correpasillos, o armando jaleo y dando mucho por saco con algún piano de esos que están todo el rato: ca-sa, va-ca, pe-rro, sentados como se sientan los peques en la alfombra del salón. No puedo ni cogerlos en brazos, por no poder.

    Tendría veinte hijos más, no exagero. No conozco sensación más placentera que la de escucharles hablar con media lengua mientras te repiten las canciones o las rimas que les estás enseñando, o la de verles sonreír con uno o dos dientes tronchándose de risa cuando se les come a besos el cuello o les haces pedorretas en la barriga. O cuando se te quedan dormidos en cualquier parte agarrados a la gasa, a un peluche, al aro del chupete. Y la boquita que se les queda cuando se lo sacas. Y la cara de satisfacción cuando han comido y están hasta el gollete y les haces así, así, en los brazos, y les caen a plomo.

    No hay nada como cuando se arrebujan en el pecho y se duermen, y la conversación sigue, y ellos duermen. Y tú eres especial por que se ha dormido contigo. Por que contigo deja de llorar, por que contigo sí se come el plato, por que contigo no tiene miedo de meterse en la orilla.

    Ya no es tanto que te quieran, es que te necesitan. Te necesitan claramente, no hay engaño. Les haces falta, no les importa decirlo, es evidente. Y además piden cosas deliciosas que da gloria dar. Claramente cada edad tiene lo suyo, pero como aquéllos años, ningunos.

    Yo quiero…

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  10. Porto, me tiene usted preocupado por la anterior entrada, que reincide en algún problema indefinido que parecía tener. Es un texto de enmarcar el de hoy; precioso. Lo entiendo y creo que no hay nada más fuerte que esto. Tengo una hija de dos años y es lo más importante de mi vida. Tenemos la obligación, y la suerte, de hacer feliz a estas personitas.

    Sea cual sea el problema y la decisión que tiene que tomar seguro que, viniendo de usted, Porto, será la más sensata y mejor.

    Solo le puedo mandar un abrazo muy fuerte y ánimo. (El "usted" me sale casi sin querer, Porto, seguro que por eso que dices de lo excepcional a ojos de alguien; el respeto a alguien que admiras).

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  11. Amigo Porto, tener tal visión, tal conciencia de la paternidad, hace extensiva la excelencia al resto de tu persona. Estoy seguro. ¿No se te han llenado nunca los ojos de agua por el simple hecho de verlos dormir?
    Me pasa lo que a la donna è mobile, a veces me puede la nostalgia. Porto, vive cada minuto, que esto es un suspiro.
    Ah, sea lo que sea, si tienes claro lo que has de hacer, hazlo. Un abrazo.

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  12. Hermosísima reflexión con textura y valor de perla. Un abrazo.

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  13. Anónimo8/8/07 21:04

    Cuántas vidas distintas y todas preocupadas por las mismas cosas...
    Déjame explicarte una anécdota: Cuando mi hijo empezó a estudiar la ESO, las notas bajaron (hasta las catacumbas, me refiero). Yo siempre le decía que tenía que hacer como los aviones, que gastan mucho más combustible cuando despegan pero que, una vez en el aire, el esfuerzo es mucho menor. El comentario iba siempre acompañado de un gesto con mi mano, plana, imitando a un avión. Después de unos años, la cosa ha cambiado y ahora, las notas han vuelto a sitio. Cuando lo felicité por las buenas calificaciones y por el esfuerzo, lo único que hizo, fué hacerme un guiño y poner la mano plana imitando a un avión. Como dijo Serrat, "de vez en cuando la vida, te besa en la boca".
    Te aseguro que vas a seguir siendo un referente para ellos siempre, así que, sé bueno!: son como el ojo de dios!.
    Estoy segura que si has tomado una decisión, sea la que sea, estará bien tomada. Me gustaría enviarte todo el ánimo del mundo.
    Un beso.

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  14. Ha sido una gozada leer esta entrada y alguno de los comentarios que ha suscitado (y pongo por ejemplo -y que nadie se siente ofendido por ello- el de mi admirado Isamel y el del casi recién descubierto Amart-).

    Dice Amart que hay que disfrutarlos porque son un suspiro. Yo empiezo a comprobarlo cuando mi hijo empieza a crecer tan rápico que da vértigo.

    Un abrazo, amigo Porto y a babear, que sanum est.

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  15. Mil millones de abrazos a todos. Sois muy amables.

    Es francamente difícil de explicar, y ya no digamos de creer para alguien ajeno a este mundillo, lo del afecto en los blogs; pero lo hay, ya lo creo, y es sin duda lo que hace de todo esto algo tan especial. Y yo lo he vuelto a experimentar con vuestros comentarios, que me han parecido (no sé si también yo los quiero ver así, que puede ser) llenos de cariño (quiero agradecer también aquí a Gonzalo Hidalgo Bayal, ya que en su blog no puedo, su último post).
    Desde aquí parecéis, además de gente interesante, buenas personas. Y me hace sentir muy bien saber que me acompañáis, y que incluso compartimos más de una cosa.

    Ésa es la razón de que, tras mucho dudar, publicase la entrada anterior. Sé que no dice gran cosa, que me callo todo, y obviamente es así porque no quiero decir nada más; pero quería dejar constancia al menos de que algo importante y duro me estaba pasando, porque me parecía necesario para que quienes me leen habitualmente pudiesen seguirme, para evitar un distanciamiento excesivo que impidiese comprenderme de ahora en adelante.

    Muchísimas gracias a todos.

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  16. Querido Portorosa, qué habilidad la tuya para golpear suavemente las teclas de la vida. Inspiras una gran confianza. Un abrazo, amigo Porto.

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  17. Un abrazo, Manuel. Muchas gracias.

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  18. Porti, qué bonito todo.
    Y que hermoso lo que ha dejado "Ella".

    Todo el futurazo ahí, y la puerta abierta...

    Parece que vas a tener una buena singladura.

    Beso.

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  19. Beso, Miranda. Muchas gracias.

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  20. Señor de Portorosa, he entrado aquí para agradecerte tu comentario en mi blog y me he encontrado con un círculo de amigos que saben hablar de todo, también de sentimientos. Como mi blog es profesional, no tenía conocimiento de que existieran estos otros. Me parece valiente y generoso compartir con los demás la propia vida, sobre todo cuando no se utiliza como excusa para sacar a pasear al ego. En ese sentido, este cuaderno tuyo me parece impecable y te doy las gracias porque hacer lo que tú haces nos sirve de mucho a todos, también a los que no tenemos ese valor y nos limitamos a poner a hablar a nuestros personajes.

    Leí también tu última entrada. Sea lo que sea de lo que se trate, no estás solo, aunque te lo pueda parecer. Ninguno lo estamos, pero menos los que, como tú, saben convocar los buenos sentimientos de los demás.

    Un abrazo,

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  21. Las decisiones no son más que exteriorizaciones de nuestros deseos,lo que realmente debemos sopesar son las consecuencias positivas o negativas para nosotros de esos deseos.
    Observo, Señor que usted ha tenido que valorar una situación y tomar una "decisión" en cierto modo complicada.
    En cierto modo el haber exteriorizado esta situación deja entrever una inseguridad manifiesta o quizás un leve temor a las consecuencias de dicha situación.
    Permítame pues, amigo mío, que le aconseje desde mi humilde opinión: "Siéntese en su silla de nuevo, y disfrute de la vida, piense ,retome su problema, póngalo sobre la mesa y si merece la pena resuélvalo, y si no , deséchelo, pero no se atormente.
    "Solo se atormenta aquel que no se domina a sí mismo" .Anónimo
    Disculpe las libertades que me he tomado con estas opiniones, pues es la primera vez que me dirijo a usted, aunque sigo su blog, no con la regularidad que me gustaría.
    Suerte y un abrazo

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  22. Bienvenida, Luisa. Muchas gracias por lo que dices. A poco que ojees los blogs que tengo enlazados, verás cosas que merecen la pena.

    Maltés, agradezco tu comentario, pero, como puedes imaginar, el que en mi última entrada no se puedan dejar comentarios (y es el único post, en dos años y medio, en el que he hecho eso) no es casual ni involuntario: es que no quiero hablar de eso.
    Sé bienvenido de todas formas, por supuesto.

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  23. "Tendría que dejarlo de una vez por todas, retirarse, renunciar al juego. ¿A qué edad, se pregunta, se castró Orígenes? No es la más elegante de las soluciones, desde luego, pero es que envejecer no reviste ninguna elegancia. Es mera cuestión de despejar la cubierta, para que uno al menos pueda concentrarse en hacer lo que han de hacer los viejos: prepararse para morir.

    ¿No cabría la posibilidad de abordar a un médico y planteárselo? Debe de ser una ope-ración sumamente simple; a los animales se la practican a diario, y los animales sobreviven bastante bien si hacemos hace caso omiso de cierto poso de tristeza. Amputar, anudar: con anestesia local, una mano firme y un punto de flema, cualquiera incluso podría practi-cárselo a sí mismo siguiendo un libro de texto. Un hombre sentado en una silla dándose un tajo: feo espectáculo, pero no más feo, al menos desde cierto punto de vista, que ese mismo hombre cuando se ejercita sobre el cuerpo de una mujer."

    Desgracia, Coetzee.

    ¡Uy!

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  24. ¡Joder! ¡¿Qué le habré hecho yo a Coetzee?!

    O a ti, Donna, o a ti, que ya no sé a qué obedece ese comentario.

    Desde luego...

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  25. Pregúntale a él. Yo lo único que he hecho ha sido encontrarte ahí mientras leía y venir a contártelo. Te he puesto un trocito más para que pudieras entender el contexto, :-)

    Coetzee malo. Malo Coetzee.

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  26. Además, eso de que también soy un feo espectáculo mientras me ejercito etc., etc... Ya le vale. Qué manera de ensañarse, el tío.

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  27. (va por el anterior post)
    En mi caso, tomar la decisión más dolorosa de mi vida fue lo que me dio vida y lo que trajo vida. Lo más difícil de todo fue llegar a tomarla (por si ayuda).
    Un beso muy fuerte (también por si ayuda).

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  28. Un beso muy grande, Princesa.

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  29. Mi estimado Portorosa,

    hace tiempo que vengo solo de incógnita a revolverme en tus lecturas.
    Solo hago amago de visita y ya está. No por nada en especial que así lo estime. Sino, porque en mi admiración en tus palabras bajo un contexto tan innato sólo me place llegar y leerte.
    Rememoro el tiempo que hace que nos leemos. Yo permanente, tu sólo cuándo me dejo ver. Pero lo cierto es que hay post -como éste- que te obliga a sacar la silla y sentarse contigo un buen rato a reflexionar las cosas más bellas que hoy has dejado caer.
    Los hijos de uno son....son....pá comérselos.( Y los de los demás también...)
    Y el amor que conjugan es aire puro.

    Muchos besos Portorosa (mío).

    ;)

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  30. Muchos besos, Paquilou, y muchas gracias.

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  31. No puedo aqui mas que exhalar y parar a decirte que nada mas grande que esa mirada y nada como sus fuertes abrazos para saber que siempre feliz,segura e ilusionada por vivir con y para ellas....ahora soy su guia,su timon y no puedo fallarles...a la entrada anterior,tambien tomaron esa decision por mi(o eso se dijo en el momento)...aun es pronto,pero yo tambien creo que fue lo mejor para todos.
    Increible....

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  32. Vaya, no sabía "lo tuyo". Espero que estés bien. En cualquier caso, ánimo, y no pienses nunca que algo así puede agotar tus posibilidades. Hay demasiada vida.

    En cuanto a lo de los hijos, creo que si lees algo aquí ya sabes más o menos qué pienso; pero aun así me voy a permitir darte un consejo (a lo mejor innecesario; a lo mejor ha sido solo la forma de expresarte): no vivas solo PARA tus hijas. Porque para ser la madre que necesitan, no puedes ser una persona que viva solo para ellas.
    Mi cita favorita está por varios posts: lo mejor que puedes hacer por los demás es ser feliz. Es verdad; y los primeros de esos "demás" son nuestros hijos. Padres completos, padres con ganas de vivir, padres con amplitude de miras, alegres... Así les daremos lo que necesitan.

    Mucho ánimo, y buen viaje de nuevo.
    Besos.

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  33. "El camino"....(evidente ahí no admite comentarios)
    Idem.
    Y dice que ahora empiezan a contar los 7. Uffff! imposible demasiado doloroso para tanto tiempo...

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