El placer de leer por placer
Comentaba yo no hace mucho con alguien que hay literatura para ser más feliz, para nada más y nada menos que disfrutar. Y que es, cuando apetece, maravilloso entregarse a ella.
Y en esto que me encuentro hoy con que dice Alberto Manguel que dijo Kafka:
En general creo que sólo debemos leer libros que nos muerdan y nos arañen. Si el libro que estamos leyendo no nos obliga a despertarnos como un mazazo en el cráneo, ¿para qué molestarnos en leerlo? ¿Para que nos haga felices (...)? Cielo santo, ¡seríamos igualmente felices si no tuviéramos ningún libro! Los libros que nos hacen felices podríamos escribirlos nosotros mismos si no nos quedara otro remedio. Lo que necesitamos son libros que nos golpeen como una desgracia dolorosa, como la muerte de alguien a quien queríamos más que a nosotros mismos, libros que nos hagan sentirnos desterrados a las junglas más remotas, lejos de toda presencia humana, algo semejante al suicidio. Un libro debe ser el hacha que quiebre el mar helado dentro de nosotros. Eso es lo que creo.
Y claro, si esto lo dijese otro, o el mismo Manguel, o yo, o cualquiera, pues podríamos discutir. Pero resulta que lo dice Kafka. Kafka.
Y a ver quién se atreve a llevarle la contraria.
Sólo se me ocurre objetarle dos cosas, con mucho respeto:
Una, que lo de que sin libros seríamos igual de felices a mí me parece muy discutible. Pero, como sé que su vida no fue precisamente una fiesta, me callo.
Y otra, que eso de que los libros que nos hacen felices podríamos escribirlos nosotros mismos es muy fácil afirmarlo siendo él. ¡Pero que fuese yo, a ver si decía lo mismo!
Lo cierto es que yo estoy convencido de que hay momentos, circunstancias, vidas, que lo que piden es literatura para disfrutar, literatura que sea sólo un placer.
Sí, don Portorosa, parece evidente que la literatura es hoy en día (o quizá lo fue siempre) más que nada una forma de diversión y ocio: pero no todo el mundo es feliz, o plenamente feliz, y ahí es dónde entraría la literatura como algo más, a lo que alude Kafka.
ResponderEliminarLos libros pueden ser algo así como cierto DIos para ateos no muy practicantes o agnóstico volubles, que creen en Él y "rezan" cuando las cosas se tuercen. Pues el libro lo mismo.
Lo que parece claro que la persona feliz quizá no disfrute a Kafka, más que por su imposibilidad de entenderlo, por negarse a entenderlo.
Kafka también era más escritor que lector, no creo que disfrutara tanto de la lectura como alguno de nosotros.
Un cordial saludo; perdone por la prédica.
Hola, Mabalot, bienvenido.
ResponderEliminarAyer leí tu comentario más dormido que despierto, y no era el mejor momento para entenderlo ni para contestarlo.
No pretendía ir al fondo del texto, y además creo que daría para mucho, pero si me permite(s) el resumen diré que busco, leo y necesito tanto una clase de libros como la otra: para hacerme tambalear, y para ser plácidamente dichoso.
Me ha gustado mucho tu blog; con la entrevista a Jordi Bonells me he reído, y con tu entrada sobre Pamuk.
Encantado de conocerte.
¿Qué es ser feliz?
ResponderEliminar¿Quién es feliz siempre?
No, no me convences
¿De qué no te convenzo, Luna? No creo haber tratado de convencer de nada, aquí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues yo también voy a llevar la contraria a Kafka. Como tú mismo has dicho, a veces necesitas libros que te despiertan a media noche con mal cuerpo, que te hacen tener pesadillas, que te hacen pensar. Otras veces necesitas unos personajes creíbles, una historia atrayente y el esfuerzo mental mínimo para poder seguir el libro. Y si al final te deja una buena sensación, mejor que mejor.
ResponderEliminarDudo mucho que el propio Kafka fuera capaz de escribir un libro que le hiciera feliz. Si fuera tan fácil, todos lo haríamos.
¿Por qué siempre tiene que haber gente que nos diga lo que debe o no hacernos felices? ¿Lo que es realmente valioso, lo que de verdad nos hará sentirnos bien, lo que sin duda vale la pena?
ResponderEliminarAdmiro a Kafka pero no era el más indicado para hablar de felicidad. Aún así, opino que tenía bastante razón (a pesar de mi inicio). Para mí un libro que no me deja huella profunda, desaparece de mi mente como si jamás hubiese estado allí. Para dejarme huella, ha de conseguir que alguna de esas fibras ocultas, tirite, aunque sea un poquitín.
Un saludo
No es a tí Portorosa.
ResponderEliminarNo me convence Malabot donde dice que una persona feliz, no entendería a Kafka
Me pregunto ¿Kafka se entendía a él mismo?
Hola, Antonia.
ResponderEliminarQuiero dejar claro, tras leerte, que cuando hablo de libros para ser más felices no me refiero a literatura de evasión, por mucho que ésta también tenga su función. El otro día este tema surgió, con una amiga, hablando de Cunqueiro: Cunqueiro no es literatura facilona, ni que le guste a mucha gente, pero sí es verdad que no plantea grandes cuestiones vitales, ni ideológicas, ni metafísicas, ni nada, más allá de una clara certeza de que la belleza y la fantasía (ambas materializadas en literatura) ayudan a vivir mejor (que no es poco, ¿verdad?); con Cunqueiro uno lee para disfrutar, sus libros son para epicúreos, casi, aunque sí es cierto que precisamente ese ambiente puede hacerte emocionar.
Un beso.
Luna, ahora sí queda claro. Besos.
Creo que hay una frase más reciente (creo que del 2000) que dijo Michel Hanneke, director de cine: "Si veo una película quiero que me impacte, que destroce mi forma de pensar, que cambie totalmente mi vida, que cuando salga de la sala empiece a hacer y a decir cosas demoledoras para mi existencia. Es lo menos que se puede pedir por 28 francos."
ResponderEliminarCreo que esa es la idea, creo que por eso tampoco a Kafka le gustaría Paul Auster. En todo caso, la parte más importante de la frase de Kafka es la última: "eso es lo que creo". Que nadie se sienta obligado, quien quiera tragar libros lubricados, sin casi literatura, bien, como pasatiempo yo prefiero un crucigrama. En la lectura busco mucho, muchísimo más, el poder transformador de la metáfora, partida entre los dedos de los ojos para mayor gloria del Hombre.
No estoy seguro de si me estás llevando la contraria, querido y añorado Balcius, pero si es así, da gusto que a uno se la lleven tan bien.
ResponderEliminarY es verdad, no me había fijado, pero la última aclaración de K. es de destacar.
Un abrazo.
Portorosa,
ResponderEliminarA mí me parece totalmente evidente que Balcius te está llevando la contraria.
Yo también estoy de acuerdo con el fragmento de Kafka (iba a decir que estaba de acuerdo con Kafka, pero me ha parecido algo engreído por mi parte). Además, tengo la suerte de ser lo que podríamos llamar una lectora masoquista: sólo me hacen realmente feliz los libros que me hacen sufrir. Si no me dejan ese hachazo, si no me obligan a regenerar esa carne herida con otra nueva, diferente, si no consiguen dejarme una cicatriz que me recuerde que un día los leí, no me hacen auténticamente feliz.
Si lo único que me provocan es un agradable y calmo placer, éste se desvanece a los pocos días y sólo queda la sensación incordiosa de haberme dejado seducir por un divertimento. Puede ser todo lo hermoso que se quiera, pero al final no me resulta más que un divertimento.
Y todos los libros "crueles" son también hermosos. Pero son es y algo más. Esa es la diferencia. Pero esto es lo que yo creo.
Un abrazo.
P.S. Acabo de recordar una anécdota. Años atrás, en el primer año de mi primera y última carrera de ciencias, una compañera vio que yo estaba leyendo "Introducción al psicoanálisis" de Freud. Para mí estaba siendo una auténtica tortura narcisista. El caso es que cuando vio el libro dio un respingo y me dijo entusiasmada: "Yo también lo he leído. Me gusto muchísssimo". Aún hoy sigo sin entender a que se refería con "haberlo leído". En fin, ¿te puede "gustar mucho" un libro de Freud? ¿Te puede "gustar mucho" una película de Bergman? En fin, yo creo que no, si de verdad han conseguido su propósito. O al menos esa no es la expresión más correcta para referirse a la sacudida que provocan.
Por cierto, esto no me impide reconocer que, de vez en cuando, todos necesitamos un libro que sea simplemente hermoso. Sin más.
ResponderEliminarBuenos días.
ResponderEliminarDanae, me alegro mucho, mucho, de verte.
No sé si tiene mucho sentido seguir la discusión sobre qué le pedimos a los libros. Unos una cosa, otros, otra; o, mejor dicho, cada uno algo distinto. Allá cada cual con sus decisiones.
Particularmente, y dado que tengo más que claro que a la literatura le pido mucho y es una parte importantísima de mi vida, quiero insistir en que no veo absolutamente ninguna relación entre el tipo de lectura que tenía en mente cuando dije que a veces quiero leer algo que simplemente me haga feliz y los sudokus o la literatura de evasión. Nadie (bueno, yo no, al menos) ha hablado de literatura facilona, ni, mucho menos, mala.
Como tantas veces, hasta que todos damos ejemplos de a qué nos estamos refiriendo, la conversación se diluye en una serie de suposiciones o malentendidos teóricos, y puede continuarse eternamente.
Un abrazo a todos. Y bienvenida, Danae.
¿Le estaba llevando la contraria?... puede, no sé, sólo estaba diciendo lo que a mí me parecía, pero no me hagáis mucho caso. De todas formas, si se plantea un malentendido se explica, y por el camino la discusión puede ser muy provechosa e interesante, por aquí suele serlo.
ResponderEliminarSiempre tiene sentido seguir una discusión, sobre eso sí estoy seguro. Sobre todo lo demás, por suerte, no; por eso puedo continuar discutiendo. A día de hoy pienso que es más interesante fregar los platos que leer a Reverte.
Balcius, no era mi intención ser despectivo ni faltar al respeto a nadie, y menos a usted (creo que una de las pocas cosas de las que este blog me permite presumir es de las discusiones que en él ha habido). Tal vez no me haya expresado bien, pero simplemente quería decir que parecíamos estar llegando a un punto de no avance, en el que uno (cualquiera) dice que le gusta X, y el otro dice que a él Y, y ya está. Y no sólo eso, sino que yo al decir X pienso en una cosa, y usted, al oírmelo, piensa en otra.
ResponderEliminarY esto último creo que queda demostrado al mencionar usted aquí a Reverte; ¡como si se me pasaran a mí por la cabeza sus libros, o libros parecidos a los suyos, cuando hablo de lo que hablaba: libros para ser felices! ¿Por qué algunos relacionan la felicidad (y ya sé que estoy sacando la discusión de madre) con evasión tonta y no exigente?
Insisto en lo del abrazo.
Reafirmando mi postura inamovible y manifestando mi más absoluta convicción en lo que voy a decir, de forma que nadie podrá quitármelo de la cabeza ni con las más elaboradas digresiones, yo... también mando un abrazo a todos.
ResponderEliminarPor cierto, que cada uno encuentra la felicidad donde puede. De hecho, es todo un mérito.
(en ningún momento me sentí ofendido, espero que se note la teatralidad de mi actitud) ;)
ResponderEliminarPues me da usted una alegría.
ResponderEliminarVenga ese abrazo.
Para nada me gusta Kafka. Sus libros no me arañan, y ni siquiera son de esos que divierten sin más. Pero, en esto, estoy totalmente de acuerdo con él.
ResponderEliminarAhora bien, ¿Aceptamos esa idea sólo porque la diga Kafka? ¿Si lo dice un 'lector de a pie', ya no vale?
A mí, Solo, no me vale ni siquiera aunque la diga Kafka.
ResponderEliminarUn abrazo.
EStuve el otro día en Praga en la librería Kafka que está en el mismo local en el que su padre tenía la mercería en plena plaza de la ciudad vieja, y la verdad es que quedé totalmente conmocionado por la diosa que allí dentro expedía el género libresco (y eso que uno estaba acompañado por su santa que también tiene lo suyo). La muchacha se sonreía un poco sorprendida cuando cuando le pedí libros de Orten o de Seifert o del loco de Ungar (libros muy bonitos en checo que nunca podré leer) y mientras pagaba encantado disfrutando de la visual pensé que qué bonito es leer y qué bueno estar allí en medio de tanto libro. Y que al final el bueno de Franz estaba allí encuadernado donde estuvieron las telas y mercancias paternas.
ResponderEliminarEn fin, a los amantes de la literatura y a los de la belleza en general y tías buenas en particular les recomiendo ir a ver la librería Kafka.
Un abrazo a todos.
Buena combinación, vive Dios.
ResponderEliminarUn abrazo, Javier.
Estoy de acuerdo con Kafka...libros como hachas...
ResponderEliminarY contigo..yo sin libros no podría ser feliz...
Leer es para mí una de las mejores cosas del mundo. Que se dice pronto...
ResponderEliminarY, sin embargo, yo creo que ahora estaría mucho más cerca de poder ser feliz sin libros que cuando escribí esto.
Pero, de todos modos, prefiero no hacer la prueba.
La encontré. Directa a mi cuaderno.
ResponderEliminarYo paso de hacer la prueba..por el bien de la humanidad, me pondría insoportable.