El alegre y jovial Kierkegaard.
Este artículo (por decir algo; ya sé que suena pretencioso, pero mi orgullo lingüístico se resiste a aceptar “post”, y la verdad es que no sé cómo llamar a estos textos) me lo han dado hecho. Mi anfitrión en Dinamarca y principal proveedor de datos sobre el país me ha enviado, a la vista de los comentarios dejados en “Cosas que he visto en Dinamarca”, unas estadísticas que creo pueden arrojar algo de luz sobre el tema -sacado a colación por la ignota T- de los suicidios en la tierra de Kierkegaard.
Lo cierto es que, como verán, no permiten considerar a Dinamarca un caso extremo, ni siquiera un caso algo peculiar (en cambio, sí me parecen significativos en lo que a la influencia del clima y las horas de luz se refiere), con lo que la pequeña polémica surgida queda un poco infundada.
Fíjense:
(Fuente: OECD, Social Indicators 2005)
- Tasa de suicidios general (por 100,000 habitantes) en Dinamarca: 14.3.
- Idem, entre jóvenes (de 5 a 24 años, por 100,000 habitantes) en Dinamarca: 4.0.
- Algunos países con una tasa de suicidios SUPERIOR a la de Dinamarca son Australia, Austria, Bélgica, Rep. Checa, Finlandia, Francia, Hungría, Islandia, Japón, Corea, Luxemburgo, Polonia y Suiza.
- Los únicos países con una tasa de suicidios entre jóvenes INFERIOR a la de Dinamarca son Grecia, Italia, Méjico, Portugal, España y Reino Unido.
Aunque no dispongo de más datos, supongo que el estudio se limita a países considerados “desarrollados” (o que poco les falta). Dice mi amigo que hay de todo: ricos y pobres, orientales y occidentales, religiosos y menos religiosos.
Me parece, no obstante, digno de mención el hecho de que entre los países de la primera lista no haya ninguno mediterráneo, y en cambio, en la segunda (tasas inferiores de suicidio juvenil), cuatro de los seis que aparecen sí lo sean (y el quinto es Méjico, que, salvando las distancias, podría asimilarse en muchos aspectos). Pero desde luego es justo reconocer que, sobre todo en el aspecto de suicidios juveniles, los datos de Dinamarca son verdaderamente buenos (considero que es bueno que haya pocos suicidios, aunque se deba a la inconsciencia general; soy así de convencional).
En cualquier caso, no es fácil sacar conclusiones. No lo es, al menos, si tratamos de evitar caer en prejuicios (y eso me ha llevado a decir, al principio, que los datos parecían confirmar la influencia del clima y las horas de luz, pero no he dicho nada sobre el carácter latino, o la idiosincrasia de los países mediterráneos, o algo de ese estilo), y si renunciamos a basarnos en argumentos del tipo "Mi tío que vivió en Suiza, una vez vio...", o “Yo, que he pasado una semana en Copenhague en casa de unos amigos con mi mujer y mi hija, puedo declarar y declaro...”.
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Edito de nuevo para decirles que acabo de hablar con mi amigo, el de arriba, y le he comentado lo que ya he resaltado antes acerca de los buenos "resultados" de los países mediterráneos.
Y me ha llamado muchísimo la atención que él, inmediatamente, en lugar de hacer referencia a la luz, el sol, etc., me ha dicho que sí, que efectivamente se notaba mucho el apoyo que la familia da aquí (en España y en sociedades vecinas) a todos sus miembros, apoyo que no es tan habitual en otras latitudes (o, mejor dicho, en otras culturas).
Me parece una opinión a tener en cuenta: él es español, vive allí, y está casado con una danesa desde hace once años.
A mí también me pasa, lo de la palabra post, aunque a veces se me cuela. Un sustituto aceptable es entrada.
ResponderEliminarSigo, lento pero seguro, recordando el viajecillo a Dinamarca del año pasado. He dejado otra entrega de Louisiana, y en cuanto me lleguen unas fotos me pondré con una digresión sociológica sobre vallas.
Sí, me parece un sustituto aceptable.
ResponderEliminarUna sola pega: quizá sea poco comprensible fuera de este contexto, ¿no?
Me "voy" a Louisiana ahora mismo.
Las redes sociales son más compactas, todavía, en las culturas meridionales -aunque están en cambio trepidante, en plena "anglosajonización"-: ofrecen más contención al individuo. El modelo familiar fusional, que tanta lata da en ciertos aspectos, arropa y sostiene sobremanera. Sí que intuyo que habría que considerar esta variable como determinante en la cuestión del suicidio.
ResponderEliminarTampoco me gusta "post" (aunque, a menudo, lo uso). "Entrada" suena razonable, pero es verdad que resulta una palabra equívoca fuera de este contexto. Sin ánimo de agotar el debate, propongo "texto" (a secas). O, quizás más acorde a la terminología matriz ("bitácora" o "cuaderno de bitácora"), podríamos decir "anotación", "nota" e, incluso, "singladura" (cada texto es un "viaje", un nuevo rumbo aproado, ¿no?).
Me parece que tu amigo atina bastante, y coincide conmigo en que la influencia del clima en la incidencia de sucidios es, digamos, relativa; y son muchos los factores implicados, como bien señala tu amigo, la estructura familiar es uno de ellos. Otro de factor importante que a tener en cuenta es la genética, ya que el suicidio se produce generalmente en el seno de un proceso patológico como la depresión mayor(de reconocida influencia genética) y no como resultado de una duda existencial (aunque, bueno, Hamlet podría no pensar lo mismo). La influencia familiar podría implicar un estímulo para superar la depresión.
ResponderEliminarErnest, lo que ocurre es que ninguna opción me resulta muy natural (claro, porque esto no es natural). En cuanto a “singladura”, es quizá uno de los términos marineros más a menudo mal utilizados (y no lo digo por ti, pues de lo que dices no se deduce nada al respecto). La gente suele creer que es la navegación entre un puerto y el siguiente, cuando en realidad una singladura es lo navegado en un día.
ResponderEliminarBueno, Olaff, Hamlet era danés, y ya sabemos que su familia no era precisamente un ejemplo de unión y paz; tal vez su duda existencial, en otro entorno familiar, no hubiese ido tan lejos.
Saludos.
Si tenemos en cuenta que la depresión nerviosa o la bulimia es un privilegio de ricos (no me imagino yo a un niño minero de Rhodesia preocupado porque no encuentra razones para levantarse de la cama), no me parece descabellado que el suicidio crezca correlativo a la prosperidad: menos preocupaciones, más tiempo para pensar.
ResponderEliminarLo que díce tu amigo me parece muy acertado, mi amiga, la casi sueca, también hace hincapié en ese aspecto y me insiste, en que no dejemos de lado la educación de los niños. Me contaba un ejemplo muy gráfico: en España es muy coriente oírle decir a una madre normala su hijo pequeño, no nos vayamos a extremos , por favor, algo parecido a 'como vaya yo a buscarte, te vas a enterar', o algo así. Al final, dice mi amiga, el enterarse se reduce a una azoitana en el culo blindado con dodotis. En Suecia, me sigue contando,eso no lo verás nunca, la madre se acerca al niño lo coge de la mano con fuerza, lo mira secamente e igual de secamente le dice: Callate.
ResponderEliminarElla entiende que nuestra opción es más sana que la de ellos, pero todo es cuestión de opiniones.
Ya les digo, lleva viviendo 17 años en Estocolmo, está casada con un sueco y tiene tres hijos suecos, así que supongo que sabe de lo que habla.
Sí, Ignacio [por cierto, recomiendo a cualquier lector que visite el blog "El paseante invisible", de Ignacio, en http://flaneurinvisible.blogspot.com/] yo –sin datos de ningún tipo- también creo que eso parece lógico. Quizá un psiquiatra me diga que es una tontería, pero yo lo relaciono no sólo con la prosperidad material y con la falta de problemas prácticos más acuciantes (ojo, generalizando muchísimo, lo sé, y dejando aparte los casos de depresiones patológicas –si es que hay depresiones no patológicas; porque ahora parece que no es admisible estar triste, tan sólo se puede estar deprimido), sino también con cierto nivel intelectual: aunque a primera vista pueda parecer paradójico, a mí me parece que ciertos conflictos digamos existenciales exigen inteligencia, capacidad reflexiva e incluso cultura, y me parece perfectamente normal que dichos conflictos lleven a un individuo –que puede ser muy lúcido, y la historia nos da infinidad de ejemplos- a tomar una decisión drástica y, a sus ojos, consecuente.
ResponderEliminarYo por ahora soy lo suficientemente zotroco para que nadie tenga que temer por mí.
Fíjate, T, pues ese azote en el culo, que yo considero inocuo (por supuesto, por supuesto, si no pasa de ahí), no siempre se ve bien, aquí tampoco. Y sé de extranjeros que encuentran intolerables los cachetes que ven en España, y sostienen que en breve eso se penalizará (de hecho, ¿no han dicho ya algo así?). Supongo que, en este tema, el intentar evitar los extremos hará que actitudes moderadas paguen también; pero no seré yo quien diga que no está justificado. Con respecto a lo que dices de "ellos", desde luego creo que en ciertas reprimendas y supuestas conversaciones puede haber mucha crueldad, y pueden hacer mucho daño (que tal vez deje más poso); claro que todo depende de la actitud. En fin.
Un saludo.
Siento discrepar de ti, mi querido Portorosa. Estas en lo cierto, para llegar a ciertos conflictos existenciales es necesario un relativo nivel intelectual, aunque no menospreciemos a los menos dotados o menos formados; todos, de una u otra forma, nos hacemos la preguntas básicas en algún momento de nuestra vida. Sin embargo un planteamiento existencial brillante, pensemos en Camus, Sartre, Heideger, el mismo Kierkegard, nuestro Unamuno, no suele llevar al suicidio; recordemos que Goethe prefirió "suicidar" a Werther que matarse él mismo, y así han hecho otros muchos escritores; ¿estaba Stephan Zweig deprimido?, es posible, no le faltaban motivos. No recuerdo la cifra, pero un elevadísimo porcentaje (y cuando digo elevadísimo hablo de más de un 90%) de los casos de suicidio se producen en el seno de una depresión (que por definición es patológica, aunque como en todo, existen grados). No todos los suicidios ni depresiones se producen en personas de nivel cultural o económico alto, piensa en la de casos que se dan en tu tierra, un buen día aburrido de cuidar las vacas algun pobre hombre se cuelga de un arbol, o una buena mujer cansada de coger agua del pozo prefiere tirarse ella.
ResponderEliminarSí, de acuerdo, de acuerdo. Si yo estoy hablando por hablar, para qué nos vamos a engañar. Pensaba yo, de todos modos, en unos teóricos suicidios no nacidos de una depresión (o de una depresión patológica, si tiene sentido la diferenciación), sino de una conciencia de falta de sentido de la vida, de inutilidad de la vida, de tragedia universal, qué sé yo. Y suponía que para eso, para llegar a decir “He decidido acabar con mi vida, pues es la decisión más coherente e inteligente”, hacía falta cierta cabeza (algunos pensaréis: “sí, una cabeza de chorlito”).
ResponderEliminarPero claro que hay suicidios a mansalva por depresiones, por enfermedad, por problemas irresolubles, por la familia, por sufrimiento, o por aburrimiento atroz.
En mi tierra hay muchos suicidios. Podríamos volver a hablar del clima (que a mí, dicho sea de paso, me encanta).
Hace años, un alcalde que era además forense hizo un estudio al respecto, con conclusiones que desconozco; todas menos una: el más alto porcentaje de suicidios, en su ciudad, se daba en domingo por la tarde y después de comer caldo (caldo gallego, ya sabéis). Yo lo del domingo lo entiendo, pero lo del caldo, ya no tanto.
Besos y abrazos.
No sé, no estoy de acuerdo contigo. Creo que debe haber causas por las que morir (yo no conozco ninguna), sin embargo el sucidio no tiene sentido, es una muerte inutil, que no aporta nada a nadie, ni al propio suicida, no creo que haga falta ser una lumbrera para llegar a eso, más bien todo lo contario.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que algunos suicidas sólo son posibles en sociedades desarrolladas. ¿Quien va a ser víctima de la ANGST si no tiene toda una serie de lecturas detrás?
ResponderEliminarTal vez sea banalizar pero Malraux dijo con claridad meridiana que 'para morirse de amor, hace falta tener tiempo'. Pues eso, quien lucha por sobrevivir no piensa en el suicidio, ése es muy probable que acabe muerto pero ¿suicida? Lo dudo.
:) lo del caldo gallego ya es demasiado!!! jajajaja... si es que no se me pasa la risa. Mira tú que cuando aquí hago el caldo -después de pasarme días salando la costilla y demás- es poco menos que "fiesta nacional". Las conclusiones de ese forense/alcalde es probable que, como menos, resultaran curiosas de leer.
ResponderEliminarSí que estoy de acuerdo con que para deprimirse hace falta, principalmente, tiempo. El que trabaja de sol a sol y llega al catre derrotado, no tiene tiempo de pensar. Se le cierran los ojos. Probablemente morirá... de agotamiento. En cuanto a que el suicidio no aporta nada a nadie, ni siquiera al propio suicida, no estoy de acuerdo. Aporta una dosis muy profunda de dolor a las vidas de aquellos que rodean al suicida y en cuanto a él, se acabó el sufrir -cualquiera que fuera la dolencia que padeciera-; eso si, su sufrimiento lo deja en herencia a los que le quisieron.
Una pena :(
¿Cómo que no sirve para nada el suicidio? Para no obsequiar con propia degradación personal a quien no le corresponde. A mí me representa el máximo exponente de la libertad.
ResponderEliminarYo viví durante un año a ochenta kmts al norte de Kiruna, en un poblado lapón, cuando era joven, y llegué a la conclusión de que la forma en que sentimos, las emociones que creemos naturales, no lo son, y el apego a la vida es tan artificial como la posesividad entre los amantes o el pudor para defecar delante de los desconocidos. Allí encontré otros valores y otros tabues emocionales y desde luego sé que el suicidio en aquella comunidad no es un acto desesperado en el paroxismo de la más negra depresión, sino una decisión reflexiva y desdramatizada, donde se demuestra la capacidad y el deseo de optar.
Un saludo, Portorosa, es un artículo que se sale de lo trillado ¿cómo no?. Es muy estimulante intelectualmente.