Táboa Redonda: Libros y gatos
Libros y gatos
"Hay
una viñeta de El Perich en la que se ve a un hombre sentado en un sillón
delante de la chimenea, leyendo. Por la ventana se ve que llueve, junto a la
butaca tiene un whisky y a su lado duerme su gato. Formó parte de una campaña de
fomento de la lectura del Ministerio de Cultura, y se titula “Vive leyendo (o
cómo ser feliz fácilmente)”.
Hemos
decidido desembalar los libros. Todos nuestros libros. En un par de horas, el
salón quedó convertido en una columnata de papel y pudimos confirmar que no nos
caben la mitad de los que tenemos. Pero, aun así, para mí es sin duda la parte
más bonita de la mudanza.
El
trabajo tiene cuatro fases: sacarlos de las cajas, clasificarlos, ver cuánto
ocupa cada grupo y colocarlos en las estanterías. La primera es cansada pero
rápida, y la cuarta es imposible por el momento; pero la segunda y tercera son
largas y agradables. Por un lado, clasifico toda la narrativa –o sea, el 90% de
la biblioteca- más o menos por países. El grupo más grande es el de literatura
española -gallega incluida-, seguido de la literatura USA, la inglesa, la
hispanoamericana y, sorprendentemente, ¡la italiana!, por delante de la
francesa, la rusa, la centroeuropea, Asia y África, etc. El resto, por
montoncitos: poesía, pensamiento/filosofía, ciencia, libros de viajes, libros
de Historia, arte, libros grandes con fotos y temática variopinta, libros
relacionados con mi doctorado y algún libro de texto.
Ir
revisándolos es una maravilla. Uno se da cuenta del tiempo que hacía que no los
veía, e incluso descubre alguno que ya no sabía que tenía. Encuentro títulos
leídos hace décadas, y algunos los recuerdo con placer y otros con perplejidad.
Y compruebo con rabia cuántos no he leído todavía a pesar de lo que me
apetecen. Y me lamento del poco tiempo que dedico ahora a leer y noto cuánto lo
echo de menos. Y quiero ser el hombre del cartel de Perich, y ya me veo teniendo
que esperar a la jubilación.
Y
en medio, saltando de montón en montón y derribando alguna columna inestable,
Bartlet, el gato, que se iba quedando dormido a ratos en los huecos más
insospechados hasta que acabó apoyando la cabeza sobre el cachalote del “Leviatán”,
de Hoare, tan tranquilo."
* * *
Publicado en el suplemento Táboa Redonda del domingo 5 de noviembre de 2017 |
Si accedemos al diario con la loable intención de obtener el número 102 de Táboa Redonda del pasado domingo 22 obtendremos la desidia del Progreso de Lugo, el vínculo está ausente, compruébenlo acá:
ResponderEliminarhttp://elprogreso.galiciae.com/noticia/442554/descargue-o-suplemento-integro
Excelente artículo -como todos los suyos-, “bellas poesías: Eponelep: darrera les muntanyes” leemos en:
ResponderEliminarhttp://lascincoestaciones.blogspot.com.es/2017/11/colonias-espaciales.html
Excelente artículo -como todos los suyos-, leemos en:
ResponderEliminarhttp://misscalamity.blogspot.com.es/2017/11/propuestas-musicales-lvi-quimeras.html
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ResponderEliminarhttps://madredemarte.wordpress.com/2017/11/07/que-es-la-diversidad-familiar/
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ResponderEliminarhttp://www.cosasqmepasan.com/2017/11/lecturas-encadenadas-octubre.html
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ResponderEliminarhttp://www.cosasqmepasan.com/2017/11/luchando-contra-el-adolescentismo.html
Contaba Eduardo Haro Tecglen en un periódico que acababa de hacer una mudanza y, como cabe suponer, entre él y sus hijos tenían una brutalidad.
ResponderEliminarEn la escalera se ncontró con un tipo fuertote que estaba bajando una pesada caja de libros. Don Eduardo se sintió apiadado de ese esfuerzo y le dijo: "Lamento que tenga que cargar tantos libros".
Inmediatamnte, el otro le contestó: "Peor es lo suyo, que tiene que leérselos".
Cuando nos fuimos de Binéfar la gran parte de la mudanza fue a nuestro piso de Zaragoza, y los libros fueron un pequeño problema que resolvimos forrando las paredes del salón con ellos. Y alguna estantería en el pasillo.
ResponderEliminarYo me quedé unos pocos, que después fueron aumentando, en mi pequeño apartamento de Barbastro. Y en la mudanza posterior a un piso más grande aquí en Barbastro volvió a pasar lo mismo. Cuando nos jubilemos y volvamos a Zaragoza no sé qué haremos.
A veces pienso sinceramente que es absurdo conservar los libros que leíste hace treinta años, pero sucede que soy un friki de los libros, y un egoísta también, muy egoísta (si los cediese podrían leerlos otras personas). Siento un vínculo muy personal con los libros que he leído. Una debilidad más en mi lista aparentemente interminable.
Besos y abrazos.