Los vericuetos de la red (un post de NáN, unos comentarios en su blog y una cita en facebook de Taliesín) me llevan a esta magnífica exposición del filósofo argentino Diego Tatián (no, yo tampoco lo había oído en mi vida):
Una diferencia entre la derecha y la izquierda (...) es que la izquierda se asume como tal. La derecha, en cambio, escamotea la designación y se traviste de neutralidad aduciendo que los problemas son técnicos y la discusión de ideas, los interrogantes acerca de la justicia, la imaginación de cosas nuevas y la deliberación pública son sólo ideologismos que obstruyen la eficaz resolución de los asuntos humanos.
La condición de posibilidad de la derecha actual, aunque no de la derecha clásica, es la despolitización, la sustitución del ciudadano que produce diariamente la ciudad por el vecino que consume y se considera víctima de la corrupción y la ineficacia de los políticos –seres nacidos de un repollo que los buenos vecinos deben padecer sin haberlo merecido–. Esto es lo que hace más de dos siglos Kant llamaba “autoculpable minoría de edad”.
Los medios de comunicación preparan el terreno y los empresarios de la política hacen la cosecha. ¿Sería posible que un discurso tan elemental (...) prosperase si no se hubiera producido antes una destrucción del lenguaje, del deseo, de la imaginación y de cualquier complejidad del pensamiento, por los programas de entretenimiento que atestan la televisión? Exaltación de la inmediatez complementada con periodistas que hablan en nombre de “la gente”, teatralizando una moralina victimizante y ridícula si no fuera altamente eficaz. La derecha opera desde los medios produciendo sentido común, sospecha del pensamiento y el olvido de que todo ser humano, sea cual fuere su condición, es capaz de pensar y de actuar para revertir la situación desfavorecida en la que se halla. No sólo es capaz de hacerlo, nadie lo hará por él.
Hace poco trataba yo de explicarle esto mismo a una amiga, pero concretando en la economía.
Porque tengo la sensación de que son incluso mayoría quienes consideran que la economía es, como dice Tatián, una cuestión meramente técnica, previa y por tanto ajena a la política: se trata de tener una buena economía, que busque los mejores resultados posibles, que
ya luego se pondrán al servicio de una u otra política (que desde luego no debe revolverse contra ellos), y sin los cuales ninguna es viable.
Esta mentalidad, por supuesto, olvida u oculta que son posibles muchos modelos económicos, que es no solo factible sino fundamental redefinir
qué es una buena economía y replantearse sus objetivos. Y que hacer eso es, más que casi ninguna otra cosa, hacer política. Pues de las ideas políticas, de las ideas sobre cómo ha de ser la sociedad, de la concepción que de una sociedad justa tengamos, dependerá qué entendamos nosotros por
bueno.
No creo que la derecha esté por definición desideologizada. Es simplemente que las cosas, tal y como están, le parecen bien; y nada como dejarlas al margen de la discusión para preservarlas. Juegan la baza de la desideologización porque ahora les beneficia. Y es ahí donde entra el último párrafo de la cita (o lo que yo entiendo en él): es necesario convencer a la gente de que ciertos temas son solo cuestión de sentido común, y además demasiado importantes para jugar con ellos. Ya se ocupan los que saben.
Y, a la vista de cuántos lo creen así, de cuántos creen que con ciertas cosas la política y esos políticos-repollo que padecemos no deben meterse, sin duda lo logran. Para lo cual ha sido y es imprescindible, previamente, despistarnos, sedarnos y aborregarnos.
Y en eso estamos.